lunes, 30 de junio de 2008

La otra final

Treinta años después de aquella final en la que el seleccionado argentino derrotó al holandés por 3 a 1 y se consagró campeón mundial de fútbol, los organismos de derechos humanos argentinos que integran el Instituto Espacio para la Memoria organizaron ‘La Otra Final: el partido por la vida y los derechos humanos'.
arg260.jpgJugadores de las selecciones juveniles de Argentina, representantes de esos organismos y algunos de los ex jugadores que obtuvieron la Copa del Mundo en 1978 jugaron un partido que terminó 1 a 1 pero que, además del resultado anecdótico, inundó de emociones al estadio mundialista.
Todo comenzó poco después del mediodía en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), en donde funcionó uno de los mayores centros clandestinos de detención de la última dictadura militar argentina (1976-1983). Desde allí, se inició una marcha que recorrió las pocas cuadras que separan a la ESMA del estadio de fútbol del club River Plate, en donde se jugó la final del Mundial ‘78. Los organizadores explicaron que la jornada en homenaje a los treinta mil detenidos-desaparecidos había sido pensada como "un acto de desagravio hacia quienes fueron víctimas de esa dictadura, a la sociedad en su conjunto y al deporte".

Cortina de humo
Ana María Careaga es directora ejecutiva del Instituto Espacio para la Memoria, una institución pública pero autárquica y autónoma, integrada por organismos de derechos humanos como Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S., Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y el Servicio de Paz y Justicia, entre otros. Mientras participaba de la movilización hacia el estadio, en declaraciones a Radio Nederland, Careaga explicó: "Lo que queremos recordar es que el Mundial de Fútbol del '78 fue utilizado por la dictadura para tapar los crímenes que se estaban cometiendo a lo largo y a lo ancho del país. Era un país subterráneo, sembrado de campos de concentración, y los militares utilizaron un deporte muy caro al sentimiento del pueblo argentino como es el fútbol para tapar lo que estaba pasando".
Entre los que encabezaron la marcha portando la enorme bandera con las fotos de los desaparecidos estaba Adolfo Pérez Esquivel, titular del Servicio de Paz y Justicia y Premio Nobel de la Paz en 1980. En referencia a la situación actual de los derechos humanos en Argentina, Pérez Esquivel explicó: "El gobierno de Kirchner tuvo la voluntad política de anular la impunidad, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Eso es positivo. Pero en cuanto a la política de derechos humanos, actualmente hay graves violaciones. La venta de tierras, la expulsión de los pueblos indígenas de sus territorios para dárselos a las grandes empresas transnacionales... Ahora no tenemos a la dictadura, pero ese mismo proyecto de dominación continúa hasta el día de hoy".
"Allí están las organizaciones, entrando a este estadio en donde se jugó esa final y donde hoy se juega la otra final". Al llegar al estadio, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo fueron recibidas con un emotivo aplauso, mientras caminaban alrededor de la cancha mostrando las fotos de sus familiares desaparecidos. "Es un momento muy fuerte y eso es lo que reconforta. Porque las Madres seguimos de pie, desde ya, pero cada vez somos menos... Pero sabemos que esa posta en algún momento la vamos a pasar. En algún momento, porque las locas todavía seguimos de pie, eh", cuenta Tati Almeida, integrante de Plaza de Mayo Línea Fundadora.arg240just.jpg

Otra versión de la historia
Esta vez, a diferencia de lo que ocurrió hace 30 años, no hubo banda militar que interpretara el Himno Nacional Argentino antes del partido. Pero el ritual que se repite en cada encuentro internacional se cumplió de otra manera: antes de comenzar a jugar, se escuchó la versión que Charly García, uno de los artistas más importantes del rock nacional, hizo del Himno.
Mientras los jugadores se preparaban, los asistentes recordaban cómo y dónde habían vivido la final del Mundial '78. "Yo estaba festejando en las calles, muy enceguecido, muy tonto, en este país en el que los medios de comunicación nos decían que no pasaba nada, que era falso lo que se decía en Europa, en Holanda por ejemplo, sobre el tema de los derechos humanos. Y me creía todo lo que decían nuestros medios y confiaba en que vivíamos en un país tranquilo, sin darme cuenta de lo que ocurría, pero por idiota. Treinta años después, estoy acá, arrepintiéndome de aquello y avergonzado por haber salido a festejar ese Mundial", confiesa Pablo Llonto, abogado, periodista y autor del libro ‘La vergüenza de todos', una investigación que refleja la manera en la que la dictadura encabezada por Jorge Rafael Videla utilizó la Copa del Mundo del '78 para ocultar los crímenes que cometía. "Pero estoy contento porque, por primera vez en 30 años, algunos jugadores de aquel equipo van a estar hoy en esta cancha haciendo una reflexión parecida a la que yo hago y a la que hace una gran parte de la sociedad", agrega Llonto.

Campeones
Los dos equipos, que vistieron la camiseta argentina, estuvieron integrados por jugadores de las selecciones juveniles, miembros de organismos de derechos humanos y sobrevivientes de los centros clandestinos de detención. Pero también participaron algunos ex campeones del Mundial '78, como Leopoldo Jacinto Luque, quien aseguró: "Yo vine porque di la palabra y porque yo no tengo absolutamente nada que ver con esto, porque yo no armé una junta militar. Yo lo único que armé en mi vida fueron jugadas de gol. Si yo me hubiese enterado de lo que pasaba, no sé, tal vez no hubiese jugado el Mundial. Pero eso lo digo ahora".
Otro de los integrantes de la selección argentina que ganó la Copa en 1978 fue René Houseman. Aunque no pudo jugar debido a una lesión, Houseman siguió atentamente el partido desde el banco de suplentes. "No lo tomo como una reivindicación, porque nosotros no hicimos nada, solamente salir campeones del mundo. Nosotros no cometimos ningún crimen, no hicimos desaparecer a nadie. Jugamos para nosotros, para el pueblo argentino, no para los militares. Pero hoy vine porque esta gente se merece que uno esté aquí. Por el dolor de las Madres, de las Abuelas, se merece estar", dijo Houseman a Radio Nederland.

Ausencias y presencias
"En este momento, la bandera está pasando frente al palco oficial, donde hace 30 años estaban Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera,...". Mientras el locutor nombraba a los dictadores que vieron en el estadio la final del Mundial hace 30 años, el público silbaba. Esta vez, el palco oficial estuvo vacío. Unos metros más abajo, las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo seguían con atención un partido que terminó en empate. Al término del encuentro, el locutor anunció el resultado, que tuvo más contenido simbólico que deportivo:‘Argentina 1 - Argentina 1, no podía ser de otra manera'. La tarde siguió con recitales de varios artistas populares, encargados de cerrar una jornada que reivindicó la memoria y renovó el reclamo de justicia.
A modo de homenaje, una de las tribunas principales del estadio permaneció vacía. Allí, una enorme bandera rezaba: ‘30.000 detenidos-desaparecidos: presentes". Como sucede cada vez que se recuerda a las víctimas de la dictadura militar, el público lo reafirmaba con su voz: ‘¡Ahora y siempre, ahora y siempre, ahora y siempre!". En este estadio mundialista, en esa tribuna sin público, la ausencia se hizo presencia.

Fuente: Radio Nederland