jueves, 26 de junio de 2008

Bienvenido conflicto a pesar de todo...

Por Néstor Borri *
Bienvenido…
No todos los conflictos traen transformaciones. Pero no hay transformaciones sin conflicto. Los llamados al diálogo son valiosos. Pero sin confrontación no hay democracia. La idea de que racionalmente se puede gestionar una sociedad desigual es una fantasía no democrática. Y, muchas veces, antidemocrática.
No es menos cierto que una sociedad compleja requiere una combinación certera amplia y valiente de (con) frontaciones y consensos, de debates y embates.
Pero en todo caso, bienvenido conflicto. A pesar de todo. (Una vez escribimos aquí mismo: "no a la violencia, sí a los conflictos". Hoy podemos decir: sí al diálogo, no a la pretensión de "licuar" los conflictos)
No es un escenario fácil. Pero nos enfrenta a los límites (de tiempo, de los procesos, de la relaciones de fuerza, de los actores, de nosotros mismos, incluido el límite de saber quién es "nosotros" en el conflicto). Y, enfrentándonos a los límites nos pone frente a las posibilidades efectivas, reales. Frente a esa frontera de lo posible que, si de política se trata, de ética y de historia, hay que correr.
Que el eje distribución de la riqueza esté presente como un elemento en el debate -más allá de las posiciones de los actores y la disposición diferente a abordarlo en los hechos- es sin duda un signo de los tiempos. Dibuja algo del campo político y de la situación que vivimos. Bienvenido sea.
Definir el conflicto, pero conflictuando las definiciones. Re-definir y re-conflictuar: nombrar de nuevo para luchar otra vez. Tal la tarea política, social, ética, histórica que toca. A diferentes escalas, pero esa es, al fin.
Bienvenido conflicto. A pesar de todo

Qué miradas, qué palabra, qué repertorios para hablar-analizar-intervenir en el conflicto
Obviamente no es fácil. Pero un abordaje de un conflicto tan "manoseado" y al mismo tiempo tan significativo, exige un esfuerzo extra si no se quiere agregar banalidad al debate o "desequilibrio en contra" a las relaciones de fuerza.
- El esfuerzo de verlo-nombrarlo-debatirlo-intervenir desde los intereses de los sectores populares, evitando las falsas dicotomías, superando el modo en que se configuran a primera vista las opciones y los actores. Desafío complejo, ya que justamente en la misma disputa hay que "ubicar" al pueblo y construirlo. No se trata de un actor "que ya está" y entonces, luego, actúa. Se trata de una acción en el conflicto que también es disputa respecto de "quiénes son y dónde están" (más aún, quiénes representan) el pueblo.
- La necesidad de verlo-nombrarlo-debatirlo-intervenir en perspectiva histórica y en la propia dinámica del conflicto, referenciándolo en la secuencia social, política, que vivimos, donde se juega el sentido comunitario de la política y de la sociedad para los próximos años. Saberlo historia, sentirlo proceso, hacerlo dinámica, entenderlo compromiso y sentirlo responsabilidad. Abrirlo historia, comprenderlo habilitante.
- La exigencia, obvia pero no sencilla de verlo con ojos, pensamiento y predisposición fuerte y marcadamente política, remontando las fuertes cosificaciones, simplificaciones y enredos que plantean tanto el sentido común -al que fácilmente todos tendemos- como la fuerte filtración y enrarecimiento de ese sentido común por parte de los medios de comunicación, que hoy son el engranaje central de las dinámicas de despolitización. Hacerlo, entonces, tarea más que protesta.

Aquí -y así- estamos. El aquí, el ahora y el nosotros que se recorta en el conflicto
En una mirada que sume las perspectivas antes mencionadas, podemos decir que:
A partir de la secuencia abierta en 2001, la sociedad argentina y en particular los sectores trabajadores, desocupados, los pobres, pudieron intervenir en la relación de fuerza y en un escenario de ruptura entre las diversas fracciones dominantes, volcando relativa y parcialmente la balanza y aportando a que la salida de la crisis fuera tal, que presentara para nosotros una escenario más o menos favorable a pesar de las profundas asimetrías.
- En términos políticos, una salida democrática.
- En términos económicos, si bien una devaluación con una gran transferencia de recursos en desmedro de los sectores populares, predominio de un modelo más sesgado hacia lo productivo que hacia la especulación financiera.
- En términos de reglas de juego y consensos generales, se abrió una brecha en el consenso "duro" neoliberal, con una reentrada de la política, del rol del Estado, y un ánimo de recomposición de la comunidad política y social en un lenguaje no neoliberal. En este marco, podemos decir que los sectores populares:
- Logramos abrir más oportunidades (sociales, económicas, políticas) que las que estábamos con posibilidades de asumir y aprovechar: conservamos la democracia, reinventamos el Estado, acotamos las posibilidades de criminalización de las protestas y la represión, abrimos la posibilidad y la exigencia de que el Estado -aunque sea parcialmente- se reconstituya como un actor. Reingresamos la política y el poder a la agenda.
- Tienen, tenemos, más fuerzas que las que se están utilizando: acá se manifiestan las serias dificultades de articulación, la fragmentación persistente, las herramientas políticas limitadas para intervenir en la conducción de los escenarios que se abren. Incluidos los límites de los liderazgos.
- Ante un escenario que combina un alivio respecto a la crisis-catástrofe de la que venimos, se perfiló una "ventana de oportunidad " que tiende a mostrar sus límites (inflación, dificultades para la renovación política, reingreso de ideas del capital concentrado), de manera que ciertamente necesitamos más fuerza de la que tenemos.
El primer punto supone unos márgenes que más o menos se conservan pero hay que ampliar. El segundo unas brechas que en todo caso urge achicar. El tercero unas exigencias que es indispensable atender. Sobre todo, un conjunto riguroso y flexible a la vez, de tareas colectivas.

Lo que se define en la discusión, no es lo que se está discutiendo
La esfera pública, la consistencia de las conversaciones y debates que una sociedad puede darse está en juego y queda a la vista en este conflicto.
El mismo viene recortando además, en su desarrollo, todos los contornos de las relaciones y núcleos del poder y de las fronteras entre intereses y actores que se van constituyendo en esta etapa pos-catástrofe.
Quién discute, cómo discute, dónde se discute. Quiénes aparecen como intocables, impresentables, inaudibles o sordos.
"Lo" que se discute, sin embargo, no es equivalente a lo que está en juego en la discusión. Lo que está en juego es mucho más.

Estamos debatiendo y definiendo sobre:
La legitimidad y los márgenes de posibilidades de la intervención estatal en la economía y en el mercado. Especialmente en relación a la renta extraordinaria de algunos sectores, y de cara a su función de redistribución de esos recursos.
Los modos de protesta legítimos de los más débiles y los modos de "apriete" de los ganadores. Hemos tenido en esta secuencia momentos insultantes en que se tiraron alimentos en las rutas. Ya se ha dicho: muchos de los que se escandalizan o argumentan o se conmueven con el crecimiento de la pobreza, no levantaron su voz al ver esto.
La consistencia real de la distribución de la riqueza proclamada y reclamada, allí donde implementarla supone necesariamente diversas formas de intervención estatal en la vida económica. Se esgrime desde una parte de la sociedad la idea de un Estado que no se meta con los ganadores, y la "propuesta" - presentada como "utopía" y mencionada como "federalismo"- de un país "atendido por sus propios dueños". Ya lo vivimos con los ganadores de los ´90. Algunos se plantean por qué no hacer otra década igual, con otros actores. Alguien señalaba hace ya unos meses, antes de que este ciclo de lock out se desplegara, que el "que se vayan todos" había perdido predicadores, pero no creyentes. Lo mismo puede decirse quizás del "deme dos". Predicadores que han vuelto, y aggiornados además.
En última instancia, está en juego justamente lo que se puede y debe discutir y afectar, y lo que no. Es un gran avance -frágil en sus logros, pero avance al fin- en los tópicos del debate político, el hecho de que la distribución de la riqueza se haya vuelto un tema ineludible de la agenda pública. Unos y otros actores vuelven sobre el tema. Lo que se disputa, en todo caso, es quiénes y cómo aportan los recursos, por qué, a través de qué mecanismos y en qué medida. El otro tema de debate es en qué, con qué mecanismos y con qué procedimientos se aplican los fondos re-distribuidos.
Quién está presente y re-presentado en el debate: qué actores, qué intereses, las medidas y políticas que afectan o involucran a quiénes o los afectados por cuáles temas. Quién representa a quién y quiénes son "presentables". Y a quiénes no.
Las posibilidades y atributos para la acción y la transformación por parte de los diferentes niveles y poderes estatales –nacional, provincial, municipal, ejecutivo, legisladores, justicia.
Y, cómo limitar-disciplinar y encuadrar política y democráticamente a los sectores que más ganan, los sectores más concentrados y los poderes fácticos.
Abanico del los desafíos populares y democráticos que reaparecen en esta etapa con nuevos contornos. Desafío de la democracia misma: cuán permeable es al lobby, cuánto a los intereses de los sectores populares. Menudo tema para celebrar los 25 años del final de la dictadura.

Agrandar la arenas, ampliar las agendas, multiplicar los actores. Adensar políticamente el momento
Muchos esperan que el conflicto termine. Pronto. Puede que estemos o no ante los últimos días del conflicto. Pero, algo está claro: no es, no será el último conflicto. En términos de distribución de la riqueza es de alguna manera el primero, el más significativo de la etapa que vive el país. Otros vendrán. Laten ya en éste. Así que más vale aprender. Y, seguro, adelantarse a ver los escenarios siguientes.
Ver las arenas donde se debate, las agendas de temas en juego, los actores que intervienen, que se dibujan como en un ejercicio general para la etapa actual y venidera. .
Vale "estudiar" este conflicto porque contiene los rasgos de próximas batallas. Estudiar. Preguntarse. Interrogarse. Sí. Ante la tentación de la certeza, saber que, en democracia, la política debe ser pregunta. Interpelación. Elegir las propias preguntas, diseñar las propias interpelaciones. Construir la propia fuerza y el propio relato (micrófonos y megáfonos, cámaras de por medio, está en juego también quién hace las preguntas que valen…)
Arenas: Dónde y para qué movilizarse. Con quiénes discutir en qué escenarios, con qué herramientas. Qué se discute en uno y otro. Y que andariveles conectan unas "arenas" con otras, en qué medida esos andariveles las articulan y las suman.
Agendas: Los temas que van y vienen, que ingresan y son expulsados. Digeridos y atragantados. Sustantivos, adjetivos y verbos que los sostienen. Son listas de temas. Viejos y nuevos. Clasificaciones de los mismos. Quién trae la agenda a la mesa, a la arena. Quién hace la lista para cada actor. Qué temas (se) mueven. A quiénes. Quiénes mueven los temas y las agendas. ¿Discutiremos sobre "el campo" o sobre el precio de los alimentos? ¿Sobre las retenciones o sobre la distribución de la riqueza? ¿Sobre quién aporta o sobre qué se hace con lo aportado? Cuánto de cada cosa y con qué consecuencias. La consistencia de las agendas se mide por sus consecuencias.
Actores: El eje gobierno-campo, así planteado deja un espacio acotado, casi insignificante para la participación popular en el debate. Es, en un punto, un "campo suturado", se auto completa a sí mismo y deja afuera a muchos. Hay que ampliar y "adensar" de actores todas las arenas del debate, para que las agendas sean otras o se les entre desde otros lados. Y viceversa.

Representación, hacerse presente, imaginarse, articularse
En la vida democrática, son los ciudadanos como actores los que dan los debates y los combates. Por medio de diferentes mecanismos de representación. Por medio de imágenes que los representan. Por medio de líderes que los hacen presentes. Haciéndose presentes ellos mismos.
Se trata de entender, de poder opinar pero, también, poder posicionarse y actuar, de la manera menos subordinada y al mismo tiempo más representativa y más articulada posible. (Estos términos a veces son contradictorios: la democracia no es amiga de la pureza ni de la simpleza… la realidad tampoco. La historia menos.)
Existe un desafío grande -en este tiempo donde se dirimen sin duda cuestiones importantes para el presente y el futuro de la sociedad- de poder entender, asumir e intervenir en el conflicto, alejándose o en todo caso superando las diferentes "ciudadanías" que quedan expuestas en este debate. Ciudadanías "tuteladas", con "techo bajo" que proponen las corporaciones. Ciudadanías "pequeñas" y "catárticas" que proponen los medios de comunicación. Ciudadanías "por crecer y ampliar" que el campo político demanda. Ciudadanías pendientes que hay que construir.
En esa construcción, profundizar la calidad de la representación es central para enriquecer los debates e intervenir en el conflicto. Desde una perspectiva ética y política, no cabe duda de que es necesario ampliar y profundizar la representación, la capacidad de intervención y las posibilidades de acción de los sectores populares. Desgraciadamente, pero sin remedio, las cosas vienen al mismo tiempo: intervenir y construir representación.
Algunas apreciaciones, algunas preguntas, algunos desafíos que aparecen en torno a la cuestión de la representación entonces:
- Medios, "entidades del campo", gobierno: cada uno de estos actores realiza una operación de representación. Influyen y constituyen modos de representación. La disputan también. En el caso del campo, se atribuyen una sobre-representación del pueblo ("el" campo, "la gente", " la ciudadanía", "el interior", "los pueblos"). En el caso de los medios, opera una para-representación, que en el marco actual de su funcionamiento, no deja de ser, groseramente casi siempre, una distorsión, una caricatura. En el caso del gobierno, está en juego su capacidad de hacer presente y consumir una fuerza democrática con el voto y la voluntad popular que lo eligió ampliamente hace unos meses. Visto desde los sectores populares, que sólo pueden constituirse en la política con algún tipo de representación o mediación, está entonces este ida y vuelta desafiante: ampliar la representación haciéndose presente, pero al mismo tiempo hacerse presente a través de la representación.

Riqueza, poder, ingresos
La consistencia de la democracia y la vida de los sectores populares esta en juego en este conflicto. La distribución de la riqueza se juega al tiempo que se re-distribuye el poder en nuestra sociedad. Si agregamos el fundamental tema del precio de los alimentos y la inflación, y la cuestión de quiénes están habilitados para discutir y actuar, queda ampliamente expuesta la cuestión distributiva que nos convoca: distribuir la riqueza, los ingresos, el poder de decidir y el reconocimiento.
Los avances de los sectores populares en esta etapa son tan innegables como crudamente parciales y especialmente frágiles. No han sido una concesión ni se puede esperar que lo sean en el futuro. Si bien no dependen sólo de la propia construcción- siempre, por definición, limitada, siempre será en alianza con otros- tampoco pueden sostenerse sin acumulación propia o en todo caso apropiada (porque siempre será articulada, mediada, sesgada)
Al gobierno le faltan elementos para dar cuenta con mayor consistencia y consenso de los resultados de su política que, sin ser todo lo distributiva que pudiera esperarse, tiene logros indudables e importantes en ese sentido, en todo caso de cara a la crisis catástrofe de la que salimos y en contraste con prácticamente todos los gobiernos anteriores de la última etapa democrática. Es cierto que, como dicen los ruralistas, crecimiento no es sinónimo de desarrollo; pero también es cierto que el modelo de desarrollo que ellos proponen no traerá un crecimiento en el que todos puedan tener su parte justa y necesaria. El peso del Estado democrático en la distribución de la riqueza en los próximos años está en juego. Es indispensable intervenir en eso, porque ahí se dirime mucho de la vida de todos, especialmente de los trabajadores y de los más golpeados por tantos años de exclusión.
Ni los temas, ni el campo de batalla, ni los jugadores con que hay que salir a la cancha son los ideales. Eso es porque se trata de la vida y no de la teoría, de la historia y no de un noticiero. Por eso mismo no hay manera de ser sólo espectador.

* Coordinación del Colectivo Ciudadanía / Iniciativa por la democracia y la justicia social. Director del Área de Formación del Centro Nueva Tierra.