sábado, 31 de mayo de 2008

Murió Nelly Láinez, una actriz que hizo reír a generaciones de argentinos

A los 88 años dejó de existir la creadora de "Isolina".
Dolor en la escena nacional. La actriz Nelly Láinez, dúctil intérprete cómica y de comedias, falleció ayer a la madrugada a la edad de 88 años, en una clínica del barrio porteño de Mataderos a causa de una infección urinaria.

Nacida como Nélida Rotstein, debutó a los 12 años en Radio Porteña imitando a una gallega, papel con el que inició una extensa y sólida trayectoria que también paseó por otros soportes además de la radio: el cine, el teatro y la televisión. En la pantalla grande rodó cerca de una treintena de filmes, entre los que se cuentan varios títulos con Los Cinco Grandes del Buen Humor como "Cinco grandes y una chica" (1950) y "Cinco locos en la pista" (1950).

Su primera participación en cine fue en "Fascinación" en 1949, continuó con las dos mencionadas y "Especialista en señoras", "Cuidado con las mujeres", "Pocholo, Pichuca y yo" y "La vida color de rosa", en 1952.

Su talento la llevó a escalar rápidamente, trabajó con Guido Gorgatti (su partenaire durante gran parte de su vida), Armando Discépolo, Narciso Ibáñez Menta y el gran Fidel Pintos, aunque sus labores más relevantes en radio fueron su consultoría sentimental Amalia Paz, consejera del hogar y su programa con Eva Duarte.

El estrellato llega cuando Zelmar Gueñol la convoca para unirse a Los Cinco Grandes del Buen Humor con quienes trabajó durante casi 14 año. Fue en esa etapa que se la encasilló en los papeles de solterona poco agraciada, que ella lejos de sentirse despreciada, desarrollaba con gran talento y profesionalismo.

Con el personaje de la solterona y la suegra, brilló en el cine, hacía reír con solo mirar a la cámara y mover solo una ceja. Todos los grandes comediantes la solicitaban como compañera de elenco: Gogó Andreu, Osvaldo Miranda, Juan Carlos Altavista y José Marrone la pedían siempre. En cine, en Suegra último modelo, desarrolló su mejor papel.
Cuando parecía que más alto no podía llegar, a fines de los 60, apareció el proyecto La Tuerca, hoy considerado el mejor programa humorístico de la historia de la televisión argentina. Junto a Carmen Vallejo, Vicente Rubino, Tino Pascali, Gogó y Tono Andreu, Rafael Carret, Guido Gorgatti y Julio López brindaron una sanísima alegría durante casi dos décadas. Por su labor en el programa obtuvo un premio Martín Fierro.

Sus últimas producciones cinematográficas fueron "Gran valor" (1980), donde compuso a la madre de "Abel"; "¿Los piolas no se casan...?" (1981), donde hizo de madrina; y "Gran Valor en la Facultad de Medicina" (1981), última labor en cine, con Juan Carlos Calabró.

Desde la TV tuvo una destacada presencia en el legendario humorístico "La tuerca", al que en los 70 legase su popular personaje "Isolina", y también participó en otro clásico, "Operación Ja Ja", dejando una estela imborrable en la retina del gran público como representante de una época donde el humor, así como otros rubros de la TV, pasaba por una ética muy disímil a la del vértigo facilista y explícito de hoy.

Casi marginada de la actividad, Antonio Gasalla la rescató para integrarla a sus ciclos "El mundo de Antonio Gasalla" y "El palacio de la risa", con que en 1993 obtuvo el espaldarazo de un muy merecido Martín Fierro como actriz cómica.

Esa distinción y un Premio Podestá que el Senado de la Nación le concediese en 1996, fueron los últimos lauros para una artista que en los últimos años vivió recluida en un geriátrico del barrio de Caballito.

Un anécdota la pinta de cuerpo entero: en los últimos años de su matrimonio, cuando aún vivía en su departamento del barrio de Constitución, tanto ella como su esposo prácticamente habían perdido la vista. Esta dolorosa coincidencia no le impedía seguir diciendo o haciendo humor.

Nelly fue una gran cómica frente al público y fue una persona con gran sentido del humor en la intimidad.

Quienes la conocieron desde siempre coincidían en que aun en momentos difíciles siempre tenía una palabra o un gesto para romper la tristeza, ya fuera propia o ajena.

En esta circunstancia un periodista que la entrevistaba notó que el gato de la actriz llevaba un inmenso moño rojo y brillante, le preguntó por qué “tanto” moño, a lo que la actriz respondió entre risas: “Es que como mi marido y yo no vemos casi nada y el gato es del color de la alfombra, le pusimos el moño rojo brillante para distinguirlo y no pisarlo”.

Con su fallecimiento, se va una actriz histórica, y muy querida por el público, que fue protagonista de la época de oro del espectáculo argentino.
Fuentes: Crónica, La Nación y Agencias