domingo, 11 de mayo de 2008

Política y negocios en TelAm, la central de desinformación

Por: Jorge Lanata
“Creo que hice mucho mérito para merecerlo —dijo el ex subdirector de Página/12—. Pensé que se la iban a dar a alguno de los directores de Infobae, pero al final me la dieron a mí”. Granovsky le dedicó su nombramiento al fallecido colega Julio Nudler: “La noticia de su muerte me sorprendió un poco. La semana anterior le había censurado una nota y lo noté bien”, contó. (Comentario de la revista Barcelona, cuando Martín Granovsky asumió la presidencia de TelAm.)
“En TelAm no va a haber mentiras. Ahora, TelAm no va a ser neutra”. (Del discurso de asunción de Granovsky.)
“Fijate cómo estará Página de oficialista que de ahí se fue el subdirector para enseñar oficialismo en TelAm” (De un legislador kirchnerista disidente al equipo de investigación de este diario.)

Nunca existió —físicamente, quiero decir— un diario de Yrigoyen. Pero no fue necesario imprimirlo para que existiera: los pasillos, el entorno, las amansadoras, la burocrátrica estupidez fueron el diario de Yrigoyen. El alrededor, los obsecuentes y los vivillos, le editaron día a día a Yrigoyen su diario. Por eso, aunque no existió en verdad, sobrevivió en la memoria colectiva.

Cualquier político se desvela con su propio diario, el que le diga sólo lo que quiere escuchar. Por eso los presidentes opinan sobre periodismo como si supieran, aconsejan a la prensa, intentan crear sumarios y manejar la agenda de los medios. Los presidentes creen —nuestros dos presidentes actuales y casi todos los demás— que debe “protegerse” al público de cierta información y estimularse otra. Creen, lo dijimos muchas veces, que lo que no sale publicado no pasó y que lo que no pasa existe si sale publicado.

El costado popular de los medios favorece este error: hacemos un trabajo en el que cualquiera se siente con derecho a opinar sin conocerlo. Ningún paciente se animaría a detener la mano del cirujano en medio de una operación para decirle:
—No, no. Dr. se equivoca. Corte para este lado.
Pero sí aseguran, con liviandad, no cubran tal noticia, o deben darle más extensión a aquella, o esto está mal diagramado, etc, etc. El entrometido dirá:
—Pero soy lector… ¿cómo no hacerlo?

Aunque nunca diría:
—Soy paciente desde hace años, ¿cómo no voy a saber por dónde debe cortar el bisturí?

Algo bastante similar sucede con el fútbol, cuando personas que no pueden correr media cuadra un colectivo le recomiendan al jugador cuándo debe correr y cómo. Cuando esta actitud —que podría llamarse de “turismo crítico”— se suma al poder, aparece el diario de Yrigoyen.

La agencia Telenoticiosa Americana, hoy TelAm, nació durante una dictadura militar: la del general Edelmiro Farrell, en la que el entonces Coronel Perón se desempeñó como Secretario de Trabajo. Fue fundada el 17 de abril de 1945 para “contrarrestar la hegemonía informativa de las agencias extranjeras”, básicamente UPI y AP. TelAm siguió los vaivenes de distintos organismos del Estado: nació como empresa mixta, fue privatizada por Frondizi, clausurada por el gobierno golpista de José María Guido por difundir “informaciones falsas” y “atentar contra el orden público”, y renacionalizada por la dictadura de Onganía en 1968. A medida que los distintos gobiernos comprendieron que no sólo podían tener un espejo sino, también, hacer un buen negocio, TelAm comenzó a concentrar la distribución y el cobro de la publicidad oficial agregando a sus funciones la de “agencia de publicidad” del Estado. Y, como estamos hablando de dinero, esa nueva función superó ampliamente al resto.

Cuando en mayo de 1987 fundamos el hoy desaparecido Página/12 comencé a enterarme de esas reglas de juego:
—Che, tenemos que tener TelAm.
—¿Por?
—Porque sino, no cobramos los avisos del Estado.

Eran los tiempos de ENTel, cuando poner una línea de teléfono o de telex (¿qué antiguo, no?) llevaba meses y el 99,7% de las líneas eran clandestinas.

Así conocí a un personaje cuyo nombre olvidé, al que llamábamos Archibald Tuttle, en homenaje al De Niro de Brazil, la película de Terry Gilliam. En el film, Tuttle andaba saltando de un edificio a otro con un pasamontañas, evadiendo la seguridad del siglo XXII. Tuttle se apareció en mi oficina de la calle Perú —sin pasamontañas— con aire displicente y cierto tono canchero. Lo habíamos convocado para que instalara una línea clandestina de telex, desde TelAm a la redacción, para poder recibir el servicio que, de otro modo, iba a demorarse meses (demorándose meses también nuestro magro ingreso por publicidad oficial). Y me asaltó entonces un interés antropológico:
—¿Y usted cómo hace, jefe?— le pregunté.
—¿Cómo hago qué?
—La línea….digo, porque no es…oficial. ¿Usted por dónde la pasa?
Tuttle sonrió.
—Y, mirá: de acá voy a la terraza de la Municipalidad, de ahí a la de la DGI, después a la de un edificio común y después a TelAm.
—Ah. Con la línea trucha.
—Claro.
—Y…disculpe, ¿no? Pero cuando usted aparece en la terraza de TelAm ¿qué hace?
—La conecto— respondió Tuttle, molesto por lo idiota de mi comentario.

Al mes tuve en mi escritorio el testimonio de la verdad revelada: una factura oficial de TelAm por su servicio conectado por una línea ilegal.

Pasaba el tiempo y las que jamás llegaban eran las facturas por publicidad. Un día un abogado del diario fue a preguntar:
—¿Ustedes no están en “la mesa”?
—¿Qué mesa?

Así nos enteramos de que, bajo la presidencia de Alfonsín, existía en TelAm una mesa de dinero armada por los gerentes en la que se bicicleteaba una factura y pagaba otra. Años de hiperinflación, de intereses y de gerentes ricos.

Nuestra relación con la publicidad oficial siempre ha sido casi nula: por uno u otro motivo nos hemos peleado con cada gobierno, de modo que en todos estos años me interesaron más los cables de TelAm que sus facturas. Hasta que un día sucedió la paradoja: el gobierno de Néstor Kirchner convocaba a la presidencia de TelAm a un periodista de Página, que iría hasta allí a enseñarles el verdadero oficialismo.

Tributo a Yrigoyen. En su primer año de gestión Martín Granovsky contrató a más de 130 empleados, trece gerentes y al abogado Carlos Prim, de Página/12. Según denunció la Comisión Interna de la agencia, los salarios del personal oscilan en los seis mil pesos, y se suman a los 507 empleados con los que TelAm ya contaba. En dos años se comercializaron más de 200 millones de pesos de publicidad oficial (que nunca fueron auditados) y comenzó a erigirse una especie de “agencia paralela”, trasladando desde el edificio central en la calle Bolívar a la Casa de la Defensa (en Defensa 372) al personal de Facturación, de Sistemas y a la Gerencia de Ventas, en su mayoría contratados recientes.

Fuentes de la agencia observan este fenómeno como similar al desvío de fondos del BID hecho por la Alianza: el crédito estaba destinado para renovación tecnológica, y se empleó para pagar retiros voluntarios, con el fin de vaciar gradualmente la empresa. A través de la Decisión Administrativa 335/2007, firmada por Alberto F., TelAm recibió el año pasado un salvataje urgente de 37.4 millones que se sumaron a los 28 millones de su presupuesto original.

En medio de un reajuste del gasto, Granovsky decidió cerrar el jardín maternal que funciona desde hace más de diez años en la planta baja de la agencia, hecho que fue denunciado por los trabajadores el 18 de abril pasado ante el INADI. Pero el peor conflicto se vivió en 2006, entre el 10 de abril y el 18 de mayo, durante un paro de 38 días convocado en repudio al despido de Hernán Pereyra, uno de los editores, y de Jorge Azar, jefe de Contaduría. En el primer caso Granosky alegó un supuesto cachetazo sin testigos, y en el segundo “graves irregularidades” y hasta “posibles delitos”.

La denuncia judicial contra ambos no prosperó y fueron finalmente indemnizados. Aquel conflicto fue un punto de quiebre y, en adelante, Granosvky concentró su gestión en tomar el control total de la redacción: confirmó a Felipe Yapur que venía de Página/12 y corrió a todo el personal histórico de sus puestos. Los editores de Política, de Información General y de Policiales fueron apartados y el jefe de Economía renunció. Nombró, luego, a Jorge García como Jefe de Redacción (García dirigió infobae y la revista La Primera, ambas de Daniel Hadad). Bajo García están Fernando Ramírez (vocero de Alberto Descalzo) y el jefe de Política es Alberto Emaldi, ex vocero de Ginés.

—Mirá, si acá querés publicar algo un poquito opositor— le dice a este diario un periodista que ruega reserva de sus datos— empezás a sufrir las consecuencias. Primero te quitan el saludo los editores, después te frizan por tres o cuatro días (no te publican) o no te autorizan los pedidos de franco. Te lo hacen saber, bah.

La redacción tiene prohibido recurrir al “off” en un cable: todas las declaraciones tienen que ser oficiales, “en on”. Cada acto de Cristina va antecedido por, al menos, diez o quince “anticipos”. Los cacerolazos posteriores al primer discurso de Cristina en el comienzo de la Guerra Gaucha, fueron censurados. No se publican anticipos de cables relacionados a secuestros (para evitar la sensación de inseguridad. Esta decisión se tomó luego de que la SIDE descubriera que la fuente de la mayoría de las placas rojas de Crónica TV era TelAm).

En ocasión de la puja electoral entre Mauricio Macri y Daniel Filmus puede verse la actitud de TelAm un día cualquiera, elegido al azar:
Cables sobre Filmus a las: 05.31 hs, 06.10 hs, 06.32 hs, 06.43 hs, 10.07 hs, 10.54 hs, 11.07 hs, 11.36 hs, 11.53 hs, 12.32 hs, 12.36 hs, 15.04 hs, 17.02 hs, 17.14 hs, 17.23 hs, 17.51 hs, 18.09 hs, 18.16 hs, 18.18 hs, 18.33 hs, 20.02 hs, 20.27 hs, 20.52 hs, 21.02 hs.
Cables sobre Macri a las: 06.24 hs, 11.38 hs, 15.34 hs, 19.42 hs.

Un sobre de la nada. Desde los tiempos de Carlos Saúl, TelAm dejó de decidir dónde va cada aviso del Estado y se formaron, así, pequeños cotos de distribución por ministerio o por área. A TelAm le quedó, desde entonces, pagar.

Y, aunque cercenada en sus facultades iniciales, su poder no es menor: decide quién cobra y cuándo lo hace. Eso puede demorar treinta días, tres meses o más de un año. TelAm libra las órdenes de publicidad, recibe los comprobantes de los medios certificando su divulgación y remite el expediente a la Secretaría de Medios (a cargo de Pepe Albistur, aquel que días atrás se defendió diciendo que habían tirado “su honra a los perros”. Se desconoce la suerte corrida por los caninos). De Pepe, el arbolito pasa a Asesoría Legal y después a Alberto F. Alberto patea la pelota para el ministerio de Economía y allí hacen el depósito en un cuenta corriente a nombre de TelAm, que puede disponer de esos fondos para pagar o para solventar sus propios gastos. Hace algún tiempo, en medio de un conflicto gremial, TelAm se quedó sin fondos por haberlos utilizado para pagar salarios.

—¿Se sabe algo del pago?— pregunta, en una letanía, un cliente.
—¿Ud. no conoce a la empresa XX? Le cuento: es una financiera que le compra la factura, obviamente le descuenta la comisión y después nos cobra a nosotros. Haga eso, así son ellos los que esperan…
Fuentes golpistas y antisemitas aseguran que, en TelAm, hay financieras que cobran antes que los clientes. Y se preguntan por qué será.

Empleados de Bolívar 5321 le aseguraron a este diario que con Página/12 TelAm nunca se atrasa, y tampoco con Clarín, la empresa madre, ya que mamá deja de publicar si el Estado se atrasa más de tres meses. Y ya se sabe lo que pasa cuando mamá se enoja. Con el ingreso en el directorio de Gustavo Dolmen, hombre de Pepe y los perros, varios amigos del gobierno se pusieron al día: TelAm le debía, por ejemplo, 18 meses a Danielito el Terrible.

Hasta que finalmente, el 2 de mayo, el contador Carlos Fernández —según denunció Martín Granovsky— lo habría llamado para decirle que sobre su escritorio había un sobre con dinero, 15 mil pesos que no eran ni de él ni de la agencia. Luego llegó a TelAm el Sr. José María Nuñez Carmona, de Action Media, que dijo que él había dejado el sobre para agilizar el pago de unas facturas adeudadas.

“TelAm no acepta sobornos”, dijo Granovsky en un comunicado, y se presentó como querellante. La historia es más extraña que un capítulo de Lost: hubo quienes creyeron ver, en el principio, parte de la batalla de Granovsky contra Albistur (ahora veremos el vínculo de Action Media con Pepe, el de los perros), y otros aseguraron que Granovsky, con la denuncia, “estaba curándose en salud”, que quizá estuviera al tanto de todo pero buscó una manera de separarse del caso. El presidente de TelAm, que podría haber aclarado esto frente a una Comisión en el Congreso, se negó a asistir. Carmona es amigo y socio comercial de Nara Ferragut, una conductora de canal 7 que mantuvo una relación amorosa con Albistur hasta hace un año. Nara tiene un contrato que la habilita para coproducir y facturar publicidad oficial a través de su empresa Innovo. Action Media fue creada en octubre de 2005, sin antecedentes en el mercado televisivo, y logró facturar 986.658 pesos de publicidad oficial en su primer ejercicio. Es el proveedor de TelAm número 005046:
—Desde febrero de 2006 a abril de 2008 facturó 3.896.177,33 pesos de publicidad oficial.
—Cobró $1.656.229,47 y le adeudan $ 2.239.887,86.
—Su último pago fue efectuado el 3 de enero, por un monto de $497.000.
—Yo actué de inmediato. No me puse a evaluar a quién perjudicaba— le dijo Granovsky a un funcionario K que habló con este diario—. Sabés que me pueden decir cualquier cosa, pero nunca que robo.

Otro miembro del gobierno tiene una visión más conspirativa: “Granovsky se asustó. El nombre de esa empresa apareció en la denuncia de Garrido y la situación lo puso nervioso”, dijo. Recuérdese que el pasado abril el fiscal nacional de Investigaciones Administrativas denunció a Albistur porque habría beneficiado a empresas de publicidad vinculadas con él mismo, con sus hijos y con gente de su entorno por unos 10 millones de pesos.

Investigación: J L /Luciana Geuna/ Jesica Bossi