domingo, 24 de febrero de 2008

La hora de Raúl Castro, el hombre en la sombra

El general Raúl Castro Ruz, de 76 años de edad, fue elegido hoy presidente de Cuba y sucede a su hermano Fidel, de 81, que estuvo en el poder 49 años y 55 días, casi la mitad de la vida independiente de la isla. El anuncio oficial lo hizo poco antes de las 15.00 locales (20.00 GMT) el reelegido presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, entre aplausos de la sala. En sus primeras palabras, Raúl Castro afirmó que el comandante en jefe de la revolución sigue siendo Fidel, a pesar de sus quebrantos de salud, y que solo el Partido Comunista es digno heredero suyo, como "fuerza dirigente superior". También le pidió permiso a la Asamblea para consultar a Fidel los temas trascendentes lo que fue aprobado por "abrumadora mayoría".
Presidente interino durante los últimos 19 meses, el general encabezó la lista única de candidatos presentada a la Asamblea Nacional para designar por cinco años al nuevo presidente y demás dignatarios del Consejo de Estado. José Ramón Machado Ventura, médico, de 77 años, es el nuevo primer vicepresidente de la cúpula cubana, en la que prácticamente solo ha cambiado Fidel Castro.
Serán vicepresidentes del Consejo de Estado Carlos Lage, Juan Almeida, Esteban Lazo, Abelardo Colomé Ibarra y Julio Casas Regueiro, todos ya dirigentes conocidos del régimen, y el secretario será José Miyar Barruecos.
Es la primera transición en el liderazgo cubano desde que los Castro derrocaron al dictador Fulgencio Batista el 1 de enero de 1959 y el mensaje es diáfano: todo sigue igual.
Alarcón, de 71 años, renovó también hoy su mandato para un nuevo periodo de cinco años. Fue reelegido igualmente el vicepresidente del parlamento, Jaime Crombet, de 66 años, que ha tenido esa función en las tres anteriores legislaturas.
Será secretaria de la Asamblea Miriam Brito, diputada desde hace dos legislaturas y que ha tenido diferentes cargos parlamentarios en los últimos siete años.

Se avecinan cambios

El 20 de enero pasado, tras los comicios generales, Raúl Castro aseguró que esta legislatura sería de decisiones importantes.
El parlamento comenzó su sesión a las 10.00 locales (15.00 GMT) en el Palacio de Convenciones y, tras la instalación transmitida a la sala de prensa por circuito cerrado de televisión, empezaron las propuestas y votaciones a puerta cerrada.
Muchos cubanos esperan de Raúl Castro reformas económicas que alivien la escasez de alimentos, vivienda, transporte y otros artículos y servicios esenciales, aunque en sus 19 meses como presidente interino prácticamente no ha adoptado medidas concretas al respecto.
Único general del ejército que tiene el país, ha proclamado la necesidad de hacer reformas estructurales, aunque sin abandonar el socialismo, y ha criticado el "exceso de prohibiciones" que hay en la isla.
Hijo del inmigrante gallego Ángel Castro y segundo de Fidel en todos los frentes políticos, militares e institucionales, Raúl era hasta ahora primer vicepresidente de los consejos de Estado y de Ministros, segundo secretario del Partido Comunista y ministro de las Fuerzas Armadas.

El misterioso número dos de Cuba tiene fama de ser partidario de las reformas económicas

Raúl ha estado siempre un paso por detrás de Fidel. AFP
Bernardo Gutierrez
Cuando un periodista le preguntó en 1993 a Raúl Castro por qué llevaba más de tres décadas sin conceder una entrevista a la prensa latina, el segundo del régimen cubano respondió que "para eso estaba Fidel". Y en esa misma entrevista, concedida al diario mexicano El Sol, Raúl afirmaba su idolatría por el hermano mayor: "Siempre fue mi héroe, mi más cercano compañero".
Detrás de esa frase, los analistas políticos siempre enhebraron retorcidas teorías sobre el complejo de inferioridad de Raúl y sobre su incapacidad para llegar a los pies de Fidel. Pero quizá en este talón de Aquiles de Raúl -la imposibilidad de imitar la figura de Fidel, la ausencia de carisma- resida su fuerza y su personalidad política. Y un estilo de trabajo sui generis basado en la constancia, el diálogo y la eficiencia.
A finales de diciembre de 2007, en el discurso de clausura del Congreso de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), Raúl Castro se ganó la simpatía del pueblo reivindicando su diferencia: "Cuando alguien trata de imitar, fracasa. Yo me quise montar una vez en un caballo a pelo, como vi que hacía un muchacho, y cuando traté de imitarlo fui a dar al suelo con todos mis huesos. Un viejito que me ayudó a levantarme me dijo que el que imita fracasa. Fidel es insustituible, lo sé porque lo conozco desde que tengo uso de razón".
Durante ese mismo discurso, que su día fue interpretado como una señal del fin del fidelismo, Raúl se resarció de sus complejos. Salió de la sombra. Y argumentó incluso que para ser un líder no hace falta "dar discursos largos, como hace Fidel". Curiosamente, a Fidel Castro se le conoce como el caballo (¿el que nunca supo montar Raúl?), ya que este animal es el primero -el más fuerte e importante- de la charada china, muy popular en Cuba. ¿Podrá Raúl montar el caballo? ¿Se convertirá en otro indiscutible número uno?

¿Burócrata o demócrata?
Con complejo o sin él, por casualidad, destino o hasta por genética, Raúl Castro es radicalmente opuesto a Fidel. El lampiño Raúl -ni siquiera en la época de lucha guerrillera mostró barba- es una persona reservada, tímida, callada. No le gusta demasiado aparecer en público. Y menos exponer su vida privada. No es un hombre de discursos, y sí de hechos. Y, al contrario de Fidel Castro, que gobernaba con su autoridad cada milímetro de la isla, Raúl Castro basa su carácter y obra en el diálogo y en las decisiones colectivas. "Discuten hasta la saciedad y después me traen las discrepancias", afirmó Raúl en el mencionado discurso.
Mientras Fidel se preocupaba por el destino de la humanidad, Raúl meditaba sobre lo doméstico. Quizá por ello se haya ganado la fama de burócrata. Y tras cincuenta años comandando las Fuerzas Armadas de Cuba es casi inevitable que se le asocie con "la mano dura" de los años más
férreos del régimen cubano.

Desde que Fidel se apartó, Raúl ha protagonizado el debate y el espíritu de cambio
Al menor de los Castro, nacido el 3 de junio de 1931 en la hacienda de su familia en Birán, en la provincia oriental de Holguín, se le atribuyen los fusilamientos cometidos a inicios de la Revolución y el nacimiento de las Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP), a donde eran llevados entonces disidentes, religiosos y homosexuales. Y es que para muchos, Raúl Castro, convertido oficialmente al marxismo mucho antes que su hermano mayor, fue visto en el pasado como un dogmático que acercó a Cuba a la Unión Soviética. En el Ejército, como contrapeso a la fama de autoritario, se le ve como una persona leal dispuesta a dar la vida por cada uno de sus hombres.
Sin embargo, quienes lo conocen dicen que es un hombre simple que gasta bromas a sus oficiales, tolera las críticas y le gusta pasar tiempo con sus hijos y nietos. De hecho, en su carácter familiar podría encerrarse la esperanza de apertura de millones de cubanos.
Raúl no es tan frío como le pintan sus críticos. Su entorno personal afirma que es sensible y humano. En junio de 2007, por ejemplo, Raúl enterró con lágrimas en los ojos a su esposa Vilma Espín, ex guerrillera e influyente líder feminista. Mariela, una de sus cuatro hijos, es una popular sexóloga que defiende los derechos de las minorías sexuales en Cuba. Se lleva muy bien con su padre. E intentó aproximar a Fidel y a su hija disidente, Alina Fernández Castro.
Pero los que pensaron durante décadas que Raúl tenía una línea ideológica férrea, un comunismo inquebrantable, se confundieron de lleno. Después de la caída de la URSS, durante el difícil periodo especial que asoló la isla, Raúl Castro declaró en público que la prioridad de la revolución era llevar "comida a la mesa". Y por eso redujo a un quinto un Ejército que entonces disponía de 300.000 soldados.
Además, fue el gurú de las reformas que permitieron en los años noventa el aperturismo económico. Y quizá por eso, por su admiración por el sistema comunista/consumista chino -y no tanto por fisonomía-, a Raúl se le conozca en la isla como el chino. Desde que Fidel Castro se apartó de la escena pública el 31 de julio de 2006, Raúl ha protagonizado el debate y el espíritu de cambio. Ha incentivado el debate. Ha hablado de la existencia "de prohibiciones absurdas" en la isla. Y ha reconocido públicamente que los salarios que paga el Gobierno cubano son "demasiado bajos". Por eso, Raúl -el burócrata, el hombre familiar, el militar, el segundón, el chino- encarna para muchos las esperanzas de apertura económica. Sin embargo, en lo ideológico, como en numerosas ocasiones el mismo Raúl ha declarado, "no hay ni un ápice de diferencia entre los dos hermanos".

Salir a la luz pública
El próximo domingo 24, cuando el Consejo de Estado elija al sucesor de Fidel Castro, se sabrá si Raúl saldrá definitivamente de la sombra. Raúl, desde que Fidel Castro decidió en 1959, ante el temor de ser víctima de un atentado, que su hermano le sucedería por su "capacidad como organizador y militar", siempre ha estado en la sombra.
Como el personaje Don segundo sombra, del argentino Ricardo Güiraldes -un maestro gaucho que nunca aparece y del que se duda hasta de su existencia-, Raúl ha estado décadas prácticamente apartado de la primera línea visible de la Revolución.

En su carácter familiar se encierra la esperanza de apertura de millones de cubanos
Incluso tuvo que aparecer en los Juegos Panamericanos de 1991 en un acto público para desmentir un rumor que decía que estaba muerto.Las apariciones públicas de los hermanos Castro han estado minuciosamente estudiadas. Desde el triunfo de la revolución, el 1 de enero de 1959, las reglas de seguridad establecieron que no compartieran escenarios públicos para que, si uno moría víctima de un atentado, el otro pudiera sobrevivir. Las excepciones se limitaron a algunas sesiones del Parlamento y a reuniones del partido.
Ahora, con Fidel escondido en algún rincón de la isla y con todos los focos iluminando al heredero en jefe, Raúl va a tener que demostrar que es el nuevo caballo. O cuando menos, que es capaz de montar el caballo de los cambios de la revolución castrista. Sólo el tiempo dirá si será un ligero trote o un imprevisible galope.
Fuente: Público
Fotos: AFP, Reuters y propias