domingo, 22 de abril de 2007

El otro Fidel...

Fidel Castro lleva seis meses en Boyacá buscando campesinos para enseñarles a leer y escribir
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Foto: Luis Lizarazu
A diario, Fidel Castro (de gafas y pelo cano) habla con los campesinos y supervisa su progreso en la lectura y la escritura. Coordina el proyecto en dos provincias de Boyacá. Es un hombre serio, radical y su tono al hablar es fuerte. Por eso, a la hora de conceder esta entrevista fue tajante en advertir que no le interesan las comparaciones con su comandante.
Su nombre no es producto de la casualidad. Al igual que cientos de sus compatriotas lleva el nombre del legendario gobernante cubano. "Allá muchos se llaman Fidel, pero yo también llevo el apellido", narra, ahora, con una sonrisa en su rostro.
El nombre es un tributo al comandante en jefe. Cada vez que se presenta llama la atención. No es nada común ver a un cubano que vive en Boyacá y que se llama como el presidente de esa nación.
Fidel José Castro Rodríguez es su nombre completo (el de su comandante es Fidel Castro Ruz). Habla poco de política y de su país porque lo suyo es trabajar con la gente: enseñarles a leer y a escribir a los campesinos boyacenses, por ejemplo.
A Boyacá llegó en septiembre del año pasado en una misión del Ministerio de Educación de Cuba. Vino con otros 10 compatriotas para ayudar a erradicar el analfabetismo del departamento, en desarrollo del programa 'Yo sí puedo'. Fidel, a secas, así prefiere que lo llamen. Está radicado en Socha, población encumbrada en las verdes montañas boyacenses, a 2.800 metros de altura y a tres horas de Tunja. Él viene de Las Tunas, provincia de Cuba donde el calor alcanza los 34 grados.
Le da duro el frío
Vive en un pequeño cuarto del Hotel 1.900 (su dueña le puso así porque el número le trae buena suerte), pero se la pasa recorriendo toda la zona: Socotá, Chita, Tasco, Jericó y otros 7 municipios de las provincias de Tundama y Valderrama, donde ya lo conocen y lo aprecian. "Adiós profesor Fidel", le gritan a lo lejos aunque él no cumple funciones de profesor. Es el encargado de verificar que el programa de alfabetización, diseñado en su país (donde no hay iletrados desde 1961), funcione bien.
En repetidas ocasiones ha tenido que caminar durante largas jornadas en búsqueda de campesinos iletrados, en lugares lejanos, para convencerlos a que salgan de la ignorancia.
La mayoría de estudiantes son labriegos adultos que apenas conocen el abecedario.
"El frío ha sido difícil de manejar. La comida es buena, pero le falta la sazón cubana: más ajo, más cebolla y más comino. Lo más complicado es estar lejos de la familia", cuenta Fidel Castro, licenciado en educación superior, en lenguas, español y literatura; casado y con un hijo de 24 años.
"Lo que más me conmueve es ver el esfuerzo de toda esta gente que después de trabajar en el campo todo el día llega con la tierra encima a aprender a leer", dice este hombre que estará en Boyacá hasta septiembre. Nunca pensó en venir a Colombia, pero cuando se lo propusieron lo aceptó complacido. Tampoco había salido de su país. En Cuba dirige a los maestros de su región y da clases en varias universidades.
Los domingos en Boyacá, cuando está descansando, aprovecha el tiempo para enseñarle a la cocinera del hotel los trucos para cocinar un delicioso arroz cubano. "Lleva las presas enteras, salsa de tomate, cebolla y ajo", dice.
No vino por plata
A Fidel Castro no le pagan sueldo. Él y los demás cubanos radicados en Boyacá renunciaron a este. Sólo reciben una bonificación con la que subsidian alimentación, hospedaje y transporte.
"Las diferencias entre Cuba y Colombia en educación son muy marcadas. Allá el que menos estudio tiene llega a noveno", dice mientras dirige su mirada hacia un muchacho que debe ganarse la vida trabajando duro todo el día en Socha para subsistir.
Afirma que lo que más le gusta de Boyacá es el calor de la gente, pese al despiadado frío.
Reconoce que uno de sus grandes deseos es que el comandante en jefe (el presidente Fidel Castro) se recupere totalmente de sus quebrantos de salud. Se declara orgulloso del régimen político de su país y de su gobernante.
Por ahora, el propósito más inmediato de este Fidel Castro es que los iletrados boyacenses aprendan a escribir sus nombres.

José Alberto Mojica P.
Enviado Especial a Socha (Boyacá)
Diario El Tiempo, Colombia