martes, 5 de julio de 2016

En Noticias: El increíble perfil del empresario patotero: Szpolski, fondos negros y millones

La primera vez que Martínez Rojas habló con un medio fue con Noticias. Allí hizo una serie de previsiones sobre Tiempo Argentino. Salieron todas al revés. ¿Testaferro vaciador o empresario torpe?
Por: Nicolás Lucca
Una patota formada por veinte hombres con armas blancas ingresa por la fuerza en una redacción, reduce a la seguridad –si puede llamársele seguridad a un sereno discapacitado–, desaloja al personal a fuerza de prepotencia y amenazas, y destroza las herramientas de trabajo de los periodistas. ¿Chicago, 1935? No, Buenos Aires, 2016.

El edificio del barrio porteño de Colegiales donde funciona Radio América y la redacción del diario Tiempo Argentino se encuentra ocupado desde hace meses por sus trabajadores, quienes decidieron formar una cooperativa para administrar el periódico que alguna vez formó parte del Grupo 23, un emporio dedicado a facturar con pauta oficial disfrazado de empresa de medios periodísticos a nombre de los empresario Sergio Szpolski y Matías Garfunkel. Medios periodísticos que, bajo la bandera de la pluralidad de voces, encarnaron un coro gregoriano de una misma voz uniforme destinada a resaltar hasta el paroxismo cualquier cosa que hiciera el gobierno de Cristina Elisabet Fernández y denostar, fustigar, escrachar a cualquiera que se corriera un milímetro de la línea correcta.

Rota la sociedad Szpolski-Garfunkel, el primero de ellos decidió desprenderse de todos sus medios. Allí apareció una figura que nadie esperaba/conocía: Mariano Martínez Rojas.

Si bien algún conspiracionista de los que nunca faltan afirmó que la patoteada se trató de “un grupo de tareas” y trató de utilizarlo para criticar al macrismo y su relación con la prensa, lo cierto es que, con el correr de las horas, Martínez Rojas demostró que fue él, y no otro, el cerebro tras la violenta situación.

Cuando conseguí la exclusiva de Martínez Rojas para la revista Noticias, el empresario me citó en el palacio Duhau, en un reservado a puertas cerradas del elegante hotel, en lugar de sus oficinas del Palacio Alcorta. Una recurrencia palaciega que completa su evidente apego a los símbolos de high society, como los autos de alta gama y la referencia reiterada a amigos “extranjeros” poderosos e “inversores norteamericanos” de los que se guardó la identidad. Allí, en medio de una recepción desproporcionada al público esperado –el fotógrafo y yo– apareció su agente de prensa, hablando de lo importante, honesto y aventurero que es su flamante cliente. Quince minutos después de “ablande”, aparece Martínez Rojas y comenzó una entrevista cuya particularidad quedó demostrada del minuto cero: su agente de prensa prendió su propio grabador. Primera conclusión: paranoia.

Habla mirando fijo a los ojos, se refiere a si mismo en tercera persona, y con el mismo tono monocorde con el que recuerda que nació en Buenos Aires e hizo sus estudios primarios y secundarios en el Colegio La Salle, cuenta que pagó por Radio América y Tiempo Argentino la módica suma 2.3 millones de dólares. Sí, más de dos palos verdes por un medio improductivo, pautadependiente, deficitario e inviable.

“Incursioné en el rubro textil; del textil al financiero y terminé de vuelta en Buenos Aires, con idas y vueltas, con errores cometidos en Corrientes como ya se citó en algún lado”, dice. Los errores son causas judiciales por estafas que de a ratos asume, niega o califica como “camas” que le hicieron. Un currículum algo errático para quien decide embarcarse en una empresa de medios, pero no muy distinto al que ostentaba Sergio Szpolski a la hora de empezar a jugar fuerte en los medios a principios del siglo XXI.

Su evidente y poco sutil gambeta para responder preguntas incómodas es notable. Por ejemplo, cuando se le pregunta si es un testaferro de Szpolski, lo niega rotundamente y retruca que la plata que puso es de “un grupo inversor norteamericano” del que nunca dio un sólo detalle, del mismo modo que, cuando afirma que comenzó “en el tema financiero con un grupo asiático muy grande”, cuando se le pide mayores precisiones, se limita a referir que es “un grupo que mueve el 80% del negocio textil hoy en Argentina” y no tira un dato más ni por error.

“Soy un tipo muy lobbista: me gusta relacionarme y conocer gente”, cuenta Martínez Rojas a la hora de relatar cómo es su versión de su crecimiento empresarial. “Una cosa fue llevando a la otra, empecé a abrir el abanico, a dedicarme a lo que era show y espectáculos, asociándome con Fénix Entertainment en todo lo que es el NOA y Paraguay. Nos consolidamos, armé mi empresa: M Deluxe. Después me interesé en medios. Charlando con amigos me dicen ‘este grupo está a la venta, nosotros conocemos a la gente, te acercamos y empiezan a conversar a ver si concretan algo’. Así conocí a Szpolski”.
Cuando se le preguntó sobre sus servicios inmobiliarios –esos que le dejaron un tendal de denuncias penales en Corrientes– es tajante: “Gestión, en forma personal, acá y afuera, de compra y venta para terceros, con comisión. Tengo muchos amigos. Lo que me pidas, si lo puedo tener, lo tengo, y si no, te lo consigo. Siempre fui así. Soy muy comerciante. Si vengo en un auto y me decís ‘me gusta tu auto’, yo te digo ‘te lo vendo, tomá las llaves’. Soy así, pero con todo. Si vos me decís ‘che, estoy interesado en un edificio, en una propiedad, estoy buscando algo en Nueva York, en Miami’ te digo ‘pará que yo tengo un amigo, le escribo, dejame ver qué puedo conseguirte’”.

Tercera vez que se aborda durante la entrevista su millonario desembarco en los medios siendo un neófito en el tema. Lamentablemente, el mismo resultado: “Dicen que nadie me conoce, eso es mentira. De los diez tipos que manejan los medios, cinco almuerzan en Dashi. Yo almuerzo ahí todos los días. ¿Vos pensás que no me conocen?”

Usted dice que representa a un grupo de intereses norteamericanos ¿Quiénes son?
Martínez: Amigos míos que aportan, amigos que fui conociendo a lo largo del último año y medio, te diría, más que en los últimos años.
Y se fue la cuarta.

Increíblemente para los tiempos de crisis de medios que corren, Martínez Rojas afirmó que quería crear “el segundo grupo más fuerte de medios de Argentina”. Luego pidió que se pusiera por escrito que “no le tiene miedo a nada” y que “espaldas le sobran”.

¿Por qué comprar medios ahora?
Como negocio es muy rentable…

Tiempo Argentino es deficitario y el Estado le debe mucha pauta.
Allí, Martínez Rojas pide “separar las cosas” y hace una aclaración: “Yo soy empresario, no político, no valijero como me llamaron, no todas esas cosas. Miro y analizo. Compré un negocio deficitario para hacerlo eficiente. Andá a comprar Clarín, que anda perfecto y gana mucha plata. Pero andá y pagá lo que vale, también. Yo compré, te lo digo en criollo, algo barato que lo puedo arreglar, pintar y que funcione. Es un negocio, no es otra cosa. Un negocio con un problema”.

El problema era un rojo bordó en las cuentas y salarios que no se abonaban desde diciembre. Estamos a julio y los salarios siguen sin pagarse.

Sin embargo, algo podía preverse en enero: “Pongo parte de mi patrimonio. Generé algo que en Buenos Aires, en el sector financiero, es vox populi, y el resto viene de afuera. Al margen de eso, yo compré un agujero sin fondos. No es que puse plata: la plata la voy a ir poniendo a partir de ahora. No es como dicen. Compré algo que vale equis dinero. Pero en realidad pagué una deuda de equis dinero y no la pagué tampoco: estoy arreglándola y solucionándola con todos”.

Si bien afirmaba estar enojado con Szpolski y haber visto una sola vez a Garfunkel –”y con una sola, basta”–, Martínez Rojas se cuidó de dar el monto total de la deuda de la que se estaba haciendo cargo, al menos en teoría: “Existe un número, pero es privado. Por eso estoy reuniendo inversores. Algunos pueden ser locales, no tienen que ser sólo de afuera, como los tengo también. Porque el negocio se tornó atractivo”.

Sí. Dijo que es un negocio atractivo vender diarios en 2016.
Pero no todo era color de rosa para este hombre al que no se le dibuja una sonrisa ni por error, y en medio de la entrevista se quejó del “otro precio” que se encontraba pagando: “La exposición, que busquen ensuciar a alguien que viene a invertir, a un país en el que hasta hace tres meses nadie venía a invertir”.

Bastó que se le recordara que tenía causas abiertas por estafas para que afirmara que “no tienen sustento ninguna de las denuncias”, que se debe a que “la gente te quiere sacar plata”, y que, si todavía estaban abiertas, se debía a que “el trámite viene lento”.

La gambeta fue aún mejor cuando se le preguntó por qué el sistema de calificación crediticio afirmaba que la situación de su esposa y su hermano –socios de Martínez Rojas en otros emprendimientos– es de “alto riesgo de insolvencia” y la propia es “moderada”: “La realidad es que vine y me hice cargo de algo de lo que nadie quiere hacerse cargo. Hay gente que lleva tres meses sin cobrar. Pero eso no lo muestran. No muestran que fue Mariano el que, primero que nadie, se sentó a hablar”.

El problema, para los trabajadores de Tiempo Argentino, es que hasta el momento, sólo se sentó a hablar.

Efectivamente, Martínez Rojas sigue con causas judiciales vigentes en Corrientes. En el juzgado de instrucción Nº 4, a cargo del Dr. Leandro Andrés Maciel, consta una causa iniciada por el artista plástico y arquitecto Hugo Sotelo. El expediente 103141/13 lo investiga por estafa en la compra de un auto de alta gama que nunca se abonó y tiene anexada la denuncia de Pedro Kaenel, por las mismas razones, por lo cual ambas causas se resolverán en conjunto. “La etapa de instrucción ya concluyó. Ahora cuando se levante la feria judicial el juez deberá resolver si con los elementos que se reunieron en la investigación dicta su procesamiento”, explica el titular de la Fiscalía de Instrucción Nº 1, Buenaventura Duarte.

Otro de los puntos en común en ambas causas es que los cheques sin fondos emitidos pertenecían a Grupo Norte SRL, razón por la cual también están imputadas en ambas causas la madre de Martínez Rojas y su esposa, María Inés Mozzati. En un principio, también se había imputado al hermano, Fernando, quien es el vicepresidente de la sociedad, pero una junta médica determinó que no puede ser juzgado debido a su incapacidad mental. Sotelo y Kaenel no serían los únicos en haber sido estafados, sin embargo, sí fueron los únicos en avanzar en causas judiciales. En Corrientes señalan que otros damnificados llegaron a arreglos extrajudiciales con Martínez Rojas.

Además de la causa por el automóvil, Sotelo también denunció al empresario por la desaparición de una de sus obras. En 2013 la Fiscalía Nº 10 de Comodoro Py abrió el expediente Nº10314 para investigar la sustracción de una obra de arte. Tras un juicio abreviado, Martínez Rojas se declaró culpable de la apropiación y secuestro de una pintura valuada en casi 50.000 dólares. Por esto fue condenado a tres años de tareas comunitarias.

Pronóstico errado. Cuando se le preguntó por los trabajadores de Tiempo Argentino, Martínez Rojas dijo que hizo “todo al revés de lo que hace un empresario normal”, ya que se hizo presente en la redacción el mismo día que firmó el traspaso, a pesar de reconocer que realizó “un acuerdo por el que, supuestamente, tenía que entrar en 90 días al diario y hacerme cargo”. ¿Por qué lo hizo? Según él, porque no es “alguien que se esconde” y porque “en tres meses ya es tarde”.

Paradojicamente, la segunda y última vez que hizo referencia a un plazo, fue ante la única pregunta que le dibujó una sonrisa de costado:

¿Usted es testaferro de Szpolski?
Esperen dos meses y verán quién era quién.

Podía fallar.
Fuente: Revista Noticias