En las Señales charlamos con Lavih Abraham, economista del Mirador de la Actualidad, el Trabajo y la Economía MATE. En un análisis urgente y exhaustivo repasó la situación económica de Argentina, ofreció una mirada crítica sobre las políticas implementadas por el gobierno Libertario de Javier Milei y las reformas económicas anunciadas, además del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. En esta entrevista, se profundiza en los efectos del dólar y el impacto en los salarios y la calidad de vida de las y los trabajadores
Estamos tratando de entender todo lo que ocurrió ayer, que fue mucho, especialmente en el terreno económico. ¿Cómo lo viste?
El gobierno está atravesando un momento muy delicado en cuanto a su programa económico. En las últimas semanas, comenzó a quedarse sin reservas y, con eso, sin margen para intervenir en el mercado cambiario. El dólar empezó a subir y, como sabemos, en Argentina cuando se escapa el dólar, se escapa todo lo demás.
Ayer se conoció el dato de inflación de marzo, que marcó un quiebre importante. Veníamos de seis meses con una inflación mensual en torno al 2 o 3%, y ahora saltó al 4%. En el rubro alimentos, incluso, fue casi del 6%. Es decir, estamos hablando de una aceleración clara, una señal de que el programa económico está haciendo agua.
Cuando esto pasa en Argentina y el gobierno es de signo liberal, como el de Milei, la respuesta suele ser la misma: salir a buscar ayuda externa. Se trata de un manotazo de ahogado. El Fondo Monetario Internacional aparece con su "salvavidas", aunque, paradójicamente, ese salvavidas viene con condiciones que terminan siendo una soga al cuello.
Sí, por ahora permite que el gobierno siga a flote, pero no lo sube de vuelta al bote. Nos vuelve a endeudar por muchos años y refuerza una lógica de dependencia económica que ya conocemos.
Es preocupante lo que implica ese "salvavidas" en la letra chica, ¿no? Las reformas...
Sí, efectivamente. Todavía no conocemos con detalle qué implica, pero ya se habla de reformas que van a afectar directamente a los trabajadores. Una de las más fuertes sería el aumento de la edad jubilatoria. En lugar de los 65 años para los varones y 60 para las mujeres, podría pasar a 70 y 65, o algo similar. Es decir: más años de trabajo, menos años de jubilación.
Esto forma parte del ajuste, que una vez más recae sobre los sectores más vulnerables. Empleados y empleadas del Estado, en todos sus niveles, están cobrando cada vez menos. Se recorta también en áreas clave como salud y educación, especialmente la educación pública universitaria.
Este es un gobierno que, en apenas un año y medio, perdió completamente el rumbo económico y, como respuesta, recurrió al Fondo Monetario Internacional para seguir ajustando sobre el sacrificio del pueblo.
Esto ya lo vivimos. Como dijo Nicolás Avellaneda hace más de 150 años, cuando le preguntaron si Argentina iba a honrar sus deudas, él respondió: "La siempre va a honrar su deuda, aunque tenga que pagarla con el hambre y la sed de los argentinos". Milei está haciendo lo mismo. Está pagando con nuestro hambre y nuestra sed. Es, en definitiva, un regreso al siglo XIX, ese mismo siglo que él tanto idealiza desde que asumió.
¿Qué significa el tema del cepo?
Básicamente, en Argentina los dólares son escasos. No alcanzan para todos, y menos en un país con una tradición inflacionaria como la nuestra. Acá, cuando alguien puede ahorrar, muchas veces lo hace comprando dólares. No solo las personas: también las empresas —sobre todo las grandes— buscan dólares todo el tiempo.
El problema es que, si todos quieren dólares al mismo tiempo, simplemente no hay para todos. Entonces, los distintos gobiernos terminan implementando controles sobre la compra de divisas, lo que comúnmente se llama "cepo".
Lo que anunció el gobierno ahora es la flexibilización de algunos de esos controles, particularmente para las personas —no para las empresas—. Pero hay que decir que muchas personas ya podían comprar dólares a través del mercado MEP, es decir, mediante bonos, usando home banking o apps financieras. Así que, en los hechos, no hay un gran cambio.
Se presenta como un anuncio importante, como si se levantara el cepo, pero la verdad es que no modifica demasiado la situación. Ahora se podrá comprar dólares de forma un poco más directa, con menos intermediaciones o requisitos, pero sigue siendo un cambio limitado, que no transforma significativamente el acceso al dólar.
En definitiva, es más un anuncio político que una medida de fondo. Y lo más preocupante es que seguimos en una situación donde quienes pueden ahorrar siguen eligiendo el dólar, porque ya no confían en nuestra moneda. Eso refleja años de deterioro y desprestigio del peso argentino, que debería ser una institución en sí misma, y sin embargo, ha sido bastardeada sistemáticamente.
Sé que no tenés la bola de cristal, pero… ¿Qué imaginás que puede pasar el lunes?
El lunes lo que va a ocurrir es que el dólar empezará a flotar libremente. Hasta ahora existía un valor oficial, que lo fijaba el Banco Central. A ese valor se lo conocía como el "dólar oficial", y convivía con otros tipos de cambio, como los dólares paralelos.
Con esta nueva medida, los paralelos tienden a desaparecer y el dólar oficial comenzará a moverse más libremente, sin un precio fijo. No habrá un único valor de referencia, sino una banda de flotación, que al principio estará entre los 1.100 y los 1.400 pesos. Esa banda se irá ampliando con el tiempo. Por ejemplo, al final del primer mes podría ir desde 990 hasta más de 1.400 pesos. Es decir, ese margen de movimiento va a crecer.
¿Qué puede pasar específicamente el lunes? Probablemente, muchas personas que quieran comprar dólares lo hagan de golpe, y eso dispare el valor hacia la parte alta de la banda, más cerca de los 1.400 pesos. Pero, con el correr de los días, ese valor podría bajar y estabilizarse en un rango más cercano a los 1.300.
Hoy el dólar blue está entre 1.300 y 1.350 pesos, así que lo más probable es que el valor se mantenga cerca del techo, pero sin romperlo de forma sostenida. El Banco Central va a intervenir —y sobre todo al principio— va a mostrar que tiene poder de fuego para controlar el tipo de cambio.
Entonces, es probable que el lunes el dólar se ubique en torno a los 1.390 o 1.400 pesos, pero que dos semanas más tarde esté más cerca de los 1.250 o 1.300. Por eso, salir corriendo a comprar dólares el lunes quizás no sea la mejor idea. El que tenga plata y se apure, probablemente termine pagando de más. Como diríamos en criollo: se van a embaucar los que crean que se salvan con esto, porque al menos en el corto plazo, no parece valer la pena.
Vos contabas lo que puede hacer el Banco Central… ¿Eso significa quemar dólares, usar reservas?
Sí, básicamente eso. El Banco Central se endeuda —todavía no está del todo claro cómo— ya sea con el Fondo Monetario Internacional o directamente con el gobierno de Estados Unidos, a través del Tesoro. Lo cierto es que vuelve a tomar deuda externa, y esos dólares estarán disponibles para intervenir en el mercado.
¿En qué consiste esa intervención? En ofrecer dólares para que quienes los quieran puedan comprarlos. Esos dólares pueden irse del país, terminar en una caja de seguridad o simplemente guardarse sin circular. Y ahí está el problema: si los dólares salen del país o se estancan, no generan condiciones para pagar la deuda que los trajo.
La comparación es clara. Cuando una fábrica pide un préstamo, lo hace para expandirse: compra máquinas, mejora su infraestructura, aumenta su producción. Y con esa producción extra genera ingresos para pagar el préstamo. Esa es la lógica sana de endeudarse.
Pero en este caso, como ya pasó en 2018, se toma un préstamo que no deja nada. No hay inversión en infraestructura, no se mejora la competitividad del país, no se moderniza la economía. No se usa para algo productivo, sino para calmar a los mercados financieros.
Argentina podría, por ejemplo, usar esos dólares para mejorar rutas, puentes, otorgar líneas de crédito para renovar maquinaria, modernizar el aparato productivo… Pero no. Ya quedó demostrado en 2018 que eso no va a pasar, y ahora vamos por el mismo camino.
En resumen: vamos a tener nueva deuda, pero sin generar condiciones para el repago, como se dice técnicamente. Y eso es un problemón, porque al final, lo único que nos queda es la deuda. Nada más.
Y además… ya veníamos endeudados.
Sí, claro. Ya debíamos de antes. Argentina ya está endeudada, y no tiene hoy las condiciones para afrontar esos pagos. Endeudarse, en sí mismo, no es necesariamente algo malo. Si uno lo piensa en términos teóricos, podría ser incluso útil: se puede tomar deuda para mejorar rutas, ciudades, construir viviendas, pavimentar calles, hacer cloacas, obras que hacen falta en los barrios. En definitiva, endeudarse para vivir mejor, para transformar el país.
Pero no va a ser para eso. Y ahí está el verdadero problema, Claudio. Esa es la joda. Nos estamos endeudando para que unos pocos se lleven dólares baratos, hagan su negocio, y salgan ganando. Para que los millonarios del país sean todavía más millonarios, mientras el resto miramos cómo pasa todo desde la vereda de enfrente.
Así viene siendo cada vez que gobierna este tipo de proyecto político y económico.
Ya tuvimos la experiencia de que en estas últimas semanas se vendieron cerca de 3.000 millones de dólares baratos, y no se hizo nada para evitarlo, sabiendo lo que podía pasar, que fue lo que se anunció ayer.
Exactamente. Se vendieron dólares baratos, que ahora van a valer mucho más. Hay gente que va a hacer una diferencia enorme, y muy rápido. Amigos del poder. Sin ir más lejos, el viernes —o sea, ayer mismo— el gobierno vendió 400 millones de dólares a un precio mucho más bajo que el que van a tener el lunes. Bueno… eso es negocio.
Un negocio al cual no fuimos invitados.
No, claro. Nosotros no somos nunca los invitados. Y tampoco lo son quienes están escuchando esta radio. Le mandamos un saludo grande a toda la audiencia que nunca va a ser parte de esa fiesta donde se compran dólares baratos un día, y se venden caros al siguiente.
Y ojo, no hablamos de alguien que compró 100 dólares y los vende el lunes para hacer una diferencia mínima. No es eso. Estamos hablando de quienes compran 100 mil, o un millón de dólares. Ahí está la diferencia real. Porque el que araña para ahorrar 100 dólares por mes —en el mejor de los casos— no entra en ese juego.
Y volvemos al punto de partida: este plan económico no funciona. La plata no alcanza, las cosas están carísimas, los sueldos no suben. La comida está por las nubes, la ropa igual, y hasta el colectivo es impagable. A nadie le alcanza.
Ese es el verdadero plan: empobrecer a la gran mayoría del pueblo para enriquecer a una minoría. Una minoría muy chiquita, el grupo más rico de los millonarios. Y nadie más.
Por último, hablábamos del dólar que va a flotar el lunes. Nosotros usamos el neologismo del gobierno, no hablamos de devaluación, pero esa devaluación finalmente va a impactar en los productos básicos que todos necesitamos comprar todos los días, y que van a aumentar un montón.
Sí, exactamente. El dólar en Argentina es el valor de referencia de la mayoría de los precios. Y lo que vos dijiste es así, palabras más, palabras menos: si el dólar sube un 25% —que es más o menos lo que va a subir, quizás un 30% según cómo cierre—, entonces quien busca ganar en dólares va a aumentar los precios para mantener esa ganancia.
Y no solo eso: el que importa algo, lo va a vender más caro, lógicamente. Si antes algo valía un dólar y se necesitaban 1.000 pesos, y ahora se necesitan 1.400, bueno, es simple: hace falta más plata para comprar lo mismo. Aumentan los costos, y por tanto, aumentan los precios.
Y cuando uno dice esto, piensa: "bueno, pero yo no compro muchas cosas importadas". Pero en realidad, casi todo tiene algo importado. Te doy un ejemplo exagerado, pero que ayuda a entender: un auto. Un auto que se hace en la General Motors de General Alvear, acá nomás. Parece un auto argentino. Pero ese auto tiene entre 2.000 y 3.000 piezas importadas. De las más de 10.000 piezas que tiene un auto, miles son del exterior. Entonces, aunque el auto se arme acá, va a subir igual por esas piezas.
Y esto se aplica a todo: a los muebles, a la ropa, y a buena parte de la cadena alimentaria. No al alimento en sí, claro, que se produce en nuestra tierra, pero sí al fertilizante, a las herramientas, a las maquinarias. Entonces, el aumento del dólar pega por todos lados.
Y sí, eso nos lleva a otro aumento de la inflación, otra vez, durante los próximos dos o tres meses. Desde el gobierno se va a decir que es por única vez, que después va a bajar. Y probablemente sí baje un poco a los tres meses. Pero en el medio, otra vez, somos más pobres.
Mientras tanto, por ejemplo, UPCN cierra una paritaria con un aumento del 1,3% mensual. La inflación fue del 4%, y este mes va a ser 4 o 5, y el que viene tal vez entre 6 y 8. ¿Cómo hacés con un aumento del 1% si los precios suben 6? No te alcanza.
Entonces sí, nos vamos a empobrecer otra vez. No de la noche a la mañana, no es que todos vamos a vivir bajo un puente, no hay tantos puentes además. Pero sí, hay gente que va a terminar ahí. Otros van a dejar de comprar cosas que antes podían. Una ropita cada tanto, una comida hecha, un pequeño gusto. Cada uno en su nivel va a vivir peor en los próximos meses. Bastante peor, en algunos casos.