jueves, 6 de junio de 2024

Roberto "Tito" Cossa 1934 – 2024

La cultura argentina despide al gran dramaturgo argentino y presidente honorario de Argentores, autor de "La Nona", "El viejo criado" y "Nuestro fin de semana", entre tantas otras obras inolvidables

Con profundo pesar despedimos al gran dramaturgo argentino Roberto "Tito" Cossa, expresidente y presidente honorario de Argentores y personalidad destacada de la cultura en nuestro país quien falleció esta madrugada, a los 89 años. Desde Argentores enviamos nuestras condolencias a su esposa María Elena Armentano, su hijo Mariano Cossa, demás familiares, amigos y colegas en este difícil momento.

Tito Cossa nació el 30 de noviembre de 1934, en Buenos Aires, justamente el día del teatro nacional. Siendo muy joven, tras la muerte de su padre, encontró en el periodismo una profesión afín a su vocación autoral, una profesión que ejerció por más de cuarenta años. Trabajó en medios como Clarín, La Opinión, El Mundo, El Cronista Comercial y Prensa Latina, la agencia cubana de noticias. Sin embargo, según solía contar, siempre la consideró una actividad muy demandante que le impedía dedicarse a su principal labor, la dramaturgia.

A partir de 1976, con la llegada de la última dictadura, Tito comprendió que había llegado el momento de dedicarse de lleno a su verdadera pasión: la dramaturgia, destacándose como uno de los mayores exponentes del país y una figura clave del "nuevo realismo" junto a Carlos Gorostiza.

Por aquella época ya había escrito obras como "Nuestro fin de semana" (1964), "Los días de Julián Bisbal" (1966), "La ñata contra el libro" (1966), "La pata de la sota" (1967), "Tute cabrero" (1968) -llevada al cine bajo dirección de Juan José Jusid- y "El avión negro" (1970) (escrita con Germán Rozenmacher, Carlos Somigliana y Ricardo Talesnik). Pero en 1976, Tito escribió una obra que marcó para siempre su vida y la del teatro argentino: "La Nona". El éxito de esta pieza que fue dirigida por Carlos Gorostiza y protagonizada por Ulises Dumont, hizo posible que se dedicará desde entonces exclusivamente a la dramaturgia.
"La política me tiene muy mal. El avance fascista no lo esperaba. No creí que hoy por hoy podía avanzar el fascismo. Eso es terrible. Un tipo como Milei que tenga un 12 o 20%, según afirman los encuestadores, es grave. Si el peronismo pierde las elecciones en octubre, es un desastre", dijo en enero de 2023
Luego llegaron "No hay que llorar" (1979), "El viejo criado" (1979), "Gris de ausencia" (1981), "Tute Cabrero" (1981) -se estrena como obra de teatro-, "Ya nadie recuerda a Frédéric Chopin" (1982), "El viento se los llevó" (1983) -en colaboración con Jacobo Langsner, Eugenio Griffero y Francisco Anania-, "El tío loco" (1974), "De pies y manos" (1984), "Los compadritos" (1985), "Yepeto" (1986), "El Sur y después" (1986) y la lista continúa.

También se destacó como guionista de cine. Adaptó la novela de Osvaldo Soriano "No habrá más penas ni olvido" (Héctor Olivera, 1983); sus obras teatrales "La Nona" (Olivera, 1979) y "Yepeto" (Eduardo Calcagno, 1998) y escribió con Carlos Somigliana el guión de "El Arreglo" (Fernando Ayala, 1982). En 1965 había escrito el guion de "Tute cabrero", convertido después en obra teatral.

Pero además de un extraordinario talento como dramaturgo y guionista, Tito Cossa fue un referente cultural que trabajó en defensa de los autores y autoras, y del arte en general en nuestro país. En este camino, fue uno de los promotores de Teatro Abierto, ese movimiento teatral que en tiempos oscuros de nuestro país salió en defensa de las y los creadores, cuando desde los teatros oficiales se sostenía que no había autores o autoras argentinas para llevar a escena.
Tito Cossa fue presidente de Argentores entre 2007 y 2011

Aquel mismo compromiso lo llevó años más tarde, en 2007, a convertirse en presidente de la Sociedad General de Autores Argentinos (Argentores), consolidando así un proceso de puesta en valor de nuestra entidad que se había iniciado unos años antes.

Su compromiso como dirigente cultural lo llevó también a ser presidente de la Fundación Carlos Somigliana para el estímulo del autor teatral e integrante de la conducción del histórico Teatro del Pueblo. Además, como militante por los derechos humanos, Tito Cossa integró la Comisión por la Memoria que preside el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel. En tanto que las Madres de Plaza de Mayo le otorgaron la distinción "Veinte años juntos" por su compromiso.

Su trayectoria le valió numerosos y merecidos galardones: el Premio Nacional de Teatro de Argentina, Premio a la Trayectoria de la Ciudad de Buenos Aires, Premio de Honor de Argentores, el Premio del Público y de la Crítica de España, y Premio Konex de Platino -en reconocimiento como el más importante escritor de Teatro de la década en Argentina–. Argentores lo consagró, además, en varias oportunidades por sus obras: "La Nona", "Nuestro fin de semana", "Yepeto", "El viejo criado".

En 1996, la Asociación Argentina de Actores y Actrices le otorgó una mención especial por su valioso aporte a la cultura argentina en el marco de los Premios Podestá a la Trayectoria Honorable.

Por otra parte, fue nombrado Ciudadano Ilustre de su amada Ciudad de Buenos Aires. El dramaturgo hubiera cumplido 90 años el próximo 30 de noviembre, misma fecha en la que se celebra el Día Nacional del Teatro y el Día del Teatro Independiente. Sin embargo, en una entrevista que había dado en 2020 para el Ministerio de Cultura de la Nación contó que le gustaba estaba "coincidencia" pero que no se la creía.

En esa nota, Tito había respondido varias preguntas sobre su labor. "El teatro sirve como cualquier otro arte, para despertar la sensibilidad de un espectador, divertirlo, seducirlo, hacerlo reír o llorar", había explicado y aseguró que eligió su profesión de autor para unir su "ambición de ser actor con la de ser escritor".

En enero pasado, durante una entrevista con Víctor Hugo Morales, en la AM750, Cossa repasó su carrera, habló del presente del arte local y cuestionó la avanzada de gobierno de Milei contra la cultura, con la puesta en marcha de un plan de ajuste sin precedentes. "Estamos muy mal. La gente de la cultura está muy preocupada. No le estamos quitando comida a los pobres. Y, sin embargo, tenemos que soportar este momento y luchar para que esto no siga", afirmó en aquel entonces. 

Cossa cuestionaba con vehemencia a Milei y lo calificaba como "un hombre que está dispuesto a destruir todo". "Es muy bravo. Estamos muy preocupados en Argentores. Porque hay una amenaza de desguajarla. De quitarle la obra social. Es decir, es una situación muy fea", aseguró y remarcó: "Lo de Milei no es económico. Si se gasta más en un viaje de Milei que en lo que se paga o lo que se adjudica al teatro independiente. Es encono con la cultura. Es político el tema".
Algunos de sus textos:
"El tute es un juego perverso. A mí me quedó grabada la imagen de que ahí nadie gana y pierde uno. Mientras se tiran las cartas, se van formando alianzas: los jugadores tantean, especulan... Se lanzan contra aquel al que pueden joder y aprenden a no tirarse contra quien no les conviene".
Tute Cabrero 
Tute Cabrero habla del desempleo a mediados de los años '60, sigue vigente décadas después. "Si nos ponemos a ver la desocupación de hoy y la del año '66 cuando escribí esto, no pierde actualidad. El gobierno de Onganía había anunciado un plan de despidos en el Estado y había malestar por eso. Esto lamentablemente para el país sigue siendo actual. Me emocionan que hagan mis obras y que estén vivas todavía", manifestó Cossa. "En los casos de Brasil y Argentina fue por una mala interpretación de los gobiernos populares, se dejaron también arrasar. Por otro lado, el periodismo que enferma e intoxica a un grupo o sector que define, lo que yo llamo, la mayoría silenciosa, los indiferentes, a quiénes no les importa nada, odian la política, y a la hora de votar votan de acuerdo a la cara. De ahí salen estos seres, como padecemos nosotros y con mayor gravedad" reflexionó Cossa.
Una historia de oficina es la que se cuenta; la historia de tres dibujantes que, llegado un buen día, reciben la noticia que da cuenta de la reestructuración del estudio de arquitectura para el que trabajan, y con ella la propuesta de ser ellos mismos quienes deban discutir el alejamiento de uno de la empresa.
 
La historia transcurre a lo largo de una hora y cuarto en la que se suceden momentos de gran tensión, como el enfrentamiento abierto que sostienen sus protagonistas, como también de mayor reposo aunque siempre bajo un manto de rigidez, como el logrado durante una fiesta en la que se pueden observar tensiones entre los personajes,  pero que dejan ver en todo momento el cariz de una época marcada por la inestabilidad y el desasosiego social.
 
"La historia de Tute Cabrero nació en 1966, cuando el dictador Juan Carlos Onganía aplicó un plan de racionalización en la administración pública que apareció como una amenaza a la seguridad laboral", escribió alguna vez su autor, Roberto "Tito" Cossa.
 
El Tute Cabrero es un juego de naipes en el que dos jugadores deben tratar de vencer a un tercero; es esto, en definitiva, lo que la empresa, con la justificación de que son un "grupo humano", les pide a sus empleados del área de dibujo. Con este tópico instalado comienza a desplegarse el cruce de intereses e hipocresía de sus personajes.

Ay, Perón carajo
Un presente incomprensible, una esperanza frustrada y la más ruin de las traiciones
Foto: Luis Angeletti

Son tiempos difíciles. Pero además de difíciles, son extraños. ¿Cómo es posible que después de los gobiernos de los Kirchner tengamos de Presidente a Javier Milei? Hubo un tiempo en que parecía que avanzábamos hacia un mundo más civilizado. En la región, Correa en Ecuador, Lula en Brasil, el Frente Amplio en Uruguay, Pedro Castillo en Perú, Chávez en Venezuela, y los Kirchner en la Argentina. ¿Qué pasará con Evo Morales en Bolivia? Teníamos la esperanza de que era un cambio definitivo, el principio de un avance hacia un futuro más civilizado. ¿Qué pasó?

No soy político profesional ni politólogo ni investigador. Un ciudadano de Buenos Aires con un antecedente de veinte años de periodista en temas políticos. No lo sé. No lo entiendo. Acabo de encontrar una pista en unas palabras que dijo Perón el 2 de enero del ‘74, siendo Presidente de la nación, poco antes de su muerte. Lo transcribo entrecomillado tal como lo publicó la historiadora peronista Araceli Bellotta en su reciente biografía del General:

"Están intrigando para heredar mi poder. ¡Intrigan para heredarme! Y pierden el tiempo. El poder me lo dio el pueblo, y cuando yo falte, al pueblo vuelve. Estoy rodeado por delincuentes, traidores, simuladores, ambiciosos, incapaces y alcahuetes. Me están haciendo pesados los últimos momentos de vida, ya que ante la impotencia de generar soluciones, crece mi amargura al ver derrumbarse todo cuanto construimos para lograr la felicidad del pueblo. Son unos miserables que, mostrándose como peronistas, creen que por el solo hecho de cantar la Marcha o mostrar una fotografía pueden confundir a todos para valerse de la buena fe y consumar la más ruin de las traiciones".

Todos somos clase media
Cada vez hay más pobres pero nadie habla del pueblo
El triunfo de la pobreza, 2009, Nicole Eisenman

Hasta no hace mucho tiempo, políticos, periodistas y politólogos se referían a nuestra ciudadanía como "pueblo". Últimamente, sólo los militantes de izquierda mantienen ese calificativo. Para el resto, es "la gente". No es sólo un cambio semántico. Tiene que ver con el subconsciente colectivo de un pueblo cuya ignorancia política hoy produce desconcierto.

Como todo lo que sucede en el país, esto empezó con el peronismo. La reivindicación de la clase obrera del General provocó una adhesión absoluta de los trabajadores y de los pobres. Organizaciones como el Partido Comunista, con fuerte presencia sindical, se quedaron sin un obrero en sus filas. Lo mismo le pasó al Partido Socialista. Durante las presidencias de Perón se quedaron con la clase media.

Durante los años del exilio en España, Perón fue reivindicado por grandes ciudadanos y ciudadanas de la clase media. Cuando Perón volvió, destronó del poder a la juventud que se había hecho izquierdista, pero no perdió su influencia aún después de muerto. Hoy son muchos los argentinos y argentinas que se dicen de izquierda y también peronistas. Creo que mucho tuvieron que ver las presidencias de Néstor y Cristina Kirchner, pero también alejaron del peronismo a muchos históricos. La clase obrera que antes del peronismo eran los desclasados, fue acercándose a la clase media. De última, desde aquel momento y hasta ahora, un obrero industrial gana mejor sueldo que un empleado común.

Allá por el ‘45, un primo de mi viejo, de nombre Manolo, obrero de la construcción, decidió casarse y festejar su luna de miel en el centro de Buenos Aires, al que nunca había visitado. Contaba que con su mujer iban todas las noches al teatro y a cenar en el restaurante Sorrento, típico lugar de la clase media. Manolo, fanático de Perón, empezó a modificar sus hábitos; ya no iba a tomarse un vermut al pobrecito club Ribereño, sino que prefería transitar los bares que solían reunir a clientes de la clase media. Pero con los vaivenes del país, no todo fue lineal. En definitiva, cada vez hay más pobres.
Fuentes: Argentores, Archivo Señales, El Cohete a la Luna