Nada favorece tanto el ascenso de los demagogos, sin embargo, como estas machadas aberrantes de la derechita valiente
Por: Juan Manuel Prada
Con ese tonito orate y baladrón que lo caracteriza, Milei ha afirmado durante su visita reciente a España que "la idea de la justicia social es de resentidos, envidiosos, algo aberrante, porque implica un trato desigual ante la ley, porque implica violencia, porque para hacer una política redistributiva se lo tienen que robar a otro". Son afirmaciones repugnantes que, al parecer, triunfan entre la derechita valiente.
Pero lajusticia social es un instrumento necesario para alcanzar el bien común, que es el fin y la razón de ser ele la política verdadera. Y el bien común -que no debe confundirse, por supuesto, con el bien de la mayoría, ni con el "interés general"- exige la conservación ele la armonía social; exige la búsqueda constante del bien de los demás como si fuese el bien propio. Por ello, como señala Pío XI en su encíclica Quadragesimo Anno, es "necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de lajusticia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud ele los necesitados". Y, por supuesto, cuando se dan circunstancias de injusticia, el Estado tiene la obligación de intervenir allá donde el principio de subsidiariedad no alcance, para asegurar una justa distribución de los recursos que atienda a los méritos y necesidades de cada uno, incluido la recaudación de impuestos, que debe regirse por los criterios de solidaridad, racionalidad y equidad, así como por el rigor e integridad en la administración y en el destino ele los mismos (algo que, desde luego, en regímenes políticos inicuos como el que padecemos no está garantizado).
Naturalmente, la justicia social no justifica el intervencionismo enfermo del Estado, que disminuye la iniciativa creadora y, aunque pueda parecer favorable a la masa, es a la postre contrario al bien común, por condenar a la ruina a las generaciones venideras. La justicia social deja de serlo cuando pretende extender la igualdad en aquello que los hombres son naturalmente desiguales; pues, además de desanimar la iniciativa privada, produce una mentalidad mezquina y perezosa entre sus beneficiarios. La justicia social, a la postre, sólo la pueden llevar a cabo gobernantes que dan ejemplo de justicia en todas sus actuaciones; pues de lo contrario se llega a esa situación propia de nuestro inicuo régimen político, en donde todos reclaman justicia sin que nadie tenga la obligación de ser justo (exactamente la situación que favorece a los demagogos).
Nada favorece tanto el ascenso de los demagogos, sin embargo, como estas machadas aberrantes ele la derechita valiente. "Estamos incomodando a los rojitos ele todo el mundo", ha aseverado petulantemente Milei; no, pobre bocazas, lo que estáis haciendo es fabricarlos en serie, lo mismo que a resentidos y envidiosos, con vuestras machadas.
Milei sólo consigue engordar el victimismo del sanchismo
Ataques en esos términos son improcedentes tanto desde el terreno de los códigos diplomáticos que deben regir las relaciones bilaterales de dos naciones con tan estrechos lazos históricos y económicos, como desde las más básicas normas de educación
Editorial ABC
Ni la crítica despectiva previa de Sánchez (el sábado en un mitin del PSC) ni vejaciones anteriores del ministro Puente al presidente de Argentina –ambos episodios criticados desde estas páginas– justifican el tono insultante empleado ayer por Javier Milei contra el presidente del Gobierno de España y su esposa, precisamente en territorio español, lo que añade un plus de extemporaneidad al episodio. Ataques en esos términos son improcedentes tanto desde el terreno de los códigos diplomáticos que deben regir las relaciones bilaterales de dos naciones con tan estrechos lazos históricos y económicos, como desde las más básicas normas de educación. Nada aporta el insulto, apenas sirve al encanallamiento del embrollo generado y para engordar el victimismo de quien ha recibido la ofensa, como ayer hicieron desde el Gobierno y el PSOE, que salió en tromba contra el PP, que no tiene papel alguno en esta disputa. La posterior reacción de Albares, llamando a consultas a la embajadora en Buenos Aires y extendiendo el conflicto a toda la UE, con llamada incluso a Bruselas, es una sobreactuación ante el ataque a Sánchez y su esposa de Milei, que en ningún caso cuestiona la democracia en España y mucho menos en Europa, tal y como dijo el ministro de Exteriores en un intento de sacar rédito electoral del episodio.
Fuente: Diario ABC