Una característica de los gobiernos populistas es la intolerancia a las críticas que ejercen los periodistas, y el presidente Javier Milei muestra en pocos meses una larga lista de agresiones al periodismo.
En general son agresiones en las que afirma situaciones que son mentiras o están tergiversadas apoyado en su investidura presidencial a lo que se suma un aparato comunicacional en las redes sociales que agrede a quien se anima a la crítica.
Las agresiones preferidas son "ensobrados", "lloran por la pauta", "son extorsionadores", "son imbéciles", "son brutos", "mienten".
Lo llamativo es que la campaña de agresión a los periodistas está dirigida a quienes son parte de un campo de ideas que fue muy crítico en los años de gobiernos kirchneristas, o sea que deberían ser más afines a las ideas de cambio de Milei.
Podemos tomar el ejemplo de Mirta Legrand, insospechada de cualquier cercanía al kirchnerismo, quien sostuvo en su programa alguna crítica a la situación social y recibió una enorme catarata de agresiones de parte de los seguidores de Milei que la llevó a decir "no voy a opinar porque me genera problemas".
Ante las afirmaciones de Jorge Fernández Díaz, un lúcido periodista de La Nación, en un artículo donde explica por qué Milei es un populista de derecha citando textos de autores que Milei reivindica, lo acusó "de no saber leer y ser un imbécil".
Ante la mirada crítica de los medios de editorial Perfil sobre sus conductas autoritarias y la falta de transparencia la respuesta fue "ese grupo periodístico tiene problemas económicos y ojalá se funda", o sea, si me critican quiero que desaparezcan.
A la larga lista de periodistas y personas de la cultura se suman las agresiones a María O’ Donnell, Ernesto Tenembaun de Radio con Vos, Joaquín Morales Solá, Laura Di Marco, Alejandro Borestein del Grupo Clarín, Romina Manguel de Canal 9, Facundo Pastor de América, Luisa Corradini y María Laura Santillán de la La Nación. Como se ve todos periodistas lejanos a las ideas que expresó el kirchnerismo, e incluso muchos sufrieron agresiones parecidas en esa etapa.
Pero ¿por qué Milei no agrede al periodismo más cercano a las ideas de kirchnerismo y sí a quienes lo critican sin ninguna cercanía a ese espacio político? Porque Milei entiende que estos periodistas o grupos empresarios como Perfil influyen en parte de sus votantes generando sentido crítico, entonces ahí descarga su violencia. Por eso Milei se comunica directamente con el pueblo o solo a través de un puñado de periodistas que no le realizan críticas.
Esta práctica donde la furia del poder se desata primero sobre los periodistas moderadamente críticos porque hacen más daño al relato del poder político no es nueva.
En los comienzos de la Alemania nazi su jefe de propaganda Joseph Goebbels diseñó un sistema que tenía tres acciones centrales: a) Hitler le habla en forma directa a su pueblo y esos actos se graban y replican en todos los cines del país, o sea los periodistas no son necesarios, b)Hitler solo da entrevistas a periodistas que apuestan a la gran Alemania, c)Los nazis empiezan a hostigar en los bares y a la salida de los medios de comunicación al periodismo moderadamente crítico por ser los que más daño hacían al sueño de la gran Alemania.
La estrategia agresiva y sistemática al periodismo y la cultura está pensada para generar "autocensura", frente al escarnio público del aparato estatal que por ejemplo sufrió y sufre el periodista y novelista de Clarín Jorge Fernández Díaz muchos prefieren callar.
Milei construye enemigos fácilmente debido a su enorme inversión de dinero en las redes sociales para instalar conceptos: "Los periodistas mienten", "las universidades adoctrinan", "el congreso es corrupto" y "la Justicia una casta". Por supuesto estas categorías las aplica solo a los críticos al gobierno.
La gran pregunta es ¿qué pasó con esa preocupación republicana de la libertad de prensa que tanto indignaba a sectores de la política y periodistas?
Hoy frente a las agresiones brutales y la felicidad presidencial por los problemas económicos del grupo Perfil, los republicanos guardan silencio y el viejo sueño de los gobiernos populistas de un "mundo sin periodistas" encuentra adeptos en la Argentina.
Foto: Ramiro Gómez – Agencia TelAm
Fuente: Agencia La Barriada