A una semana del Balotaje, el Diario Perfil llama a no votar por el candidato de La Libertad Avanza. La nota de opinión de Jorge Fontevecchia lleva cómo título: "No vote a Milei"
La Libertad Avanza contribuyó a enriquecer el debate político y a colocar en el agenda, aun con malos diagnósticos y remedios, problemas que precisan ser solucionados, pero no es la mejor opción de gobierno para esta Argentina.
Por: Jorge Fontevecchia. Cofundador de Editorial Perfil - CEO de Perfil Network. @fontevecchia
Los lectores fieles de Perfil ya conocen el concepto de endorsement en periodismo que citamos en cada proceso electoral y es habitual en los diarios anglosajones donde el medio recomienda por quién votar.
Antes de las elecciones de primera vuelta, cuando todavía eran cinco los candidatos, el 7 de octubre esta columna se tituló "Endorsement a la democracia", donde expuse por qué yo creía que no era conveniente votar a La Libertad Avanza, a la que le asignaba rasgos indudablemente antidemocráticos al asumir posiciones negacionistas de la represión ilegal durante la última dictadura y al mismo tiempo criticar el voto universal, secreto y obligatorio a través de sus dos iniciadores, Yrigoyen en 1916 y Alfonsín en 1983.
Durante toda su campaña la confrontación de LLA no fue contra el populismo (que lo practica), sino contra la democracia como sistema, metonimizada en la palabra casta, horrible metáfora cuando precisamente la democracia es aquello que viene a posibilitar la movilidad de clases y no la cristalización en castas. Pero el uso de cargar de significado opuesto a un término ya fue explicado en 1836 por Schopenhauer en su libro Dialéctica erística o el arte de tener razón, expuesta en treinta y ocho estratagemas: se llama "retorsio argumenti" y es la estratagema número 26.
Que con tan poco Javier Milei haya hecho tanto, además del alto desarrollo de una parte de su inteligencia, no habla mal de él, sino de lo mal que estamos. Creo que Milei es una persona honrada y bien intencionada, que no miente, que desea que la razón esté de su lado al argumentar, o sea: no es cínico como muchos políticos, pero que no se ha preocupado por cultivar otros saberes más allá de un campo específico y limitado de la economía y tiene una emocionalidad inadecuada para el cargo al que aspira.
No podría decir lo mismo de su candidata a vicepresidenta, que me resulta aún mucho más peligrosa casualmente por carecer tanto de las virtudes como de los defectos de Milei. Ella sí es una mujer fuerte y estable.
De la presunta fortaleza de Milei –"el león"–, Freud diría que se trata de una formación reactiva, un mecanismo de defensa para contrarrestar los impulsos negativos (el miedo) a través de la exageración de lo opuesto.
Y sobre la función fálica de la motosierra se podría escribir un divertido ensayo si no fuera que porque lo que está en juego es la vida de tantas personas.
Milei es un histriónico que se retroalimenta del aplauso y la atención de los demás; el rating lo hizo. Villarruel, por el contrario, es impávida frente al rechazo y con una agenda de reivindicación en lugar de reparación podría tener más posibilidades que su compañero de fórmula de gobernar por un período de tiempo más prolongado sobre lo que en la columna de ayer ya me explayé (ver abajo) y ser aún más destructiva.
A diferencia del endorsement* previo a la primera vuelta ahora en un balotaje donde hay solo dos candidatos, siguiendo aquella premisa de qué es lo que significa votar a favor de la democracia, puede haber diferentes formas de no votar a Milei, pero solo una de votar a favor de la democracia: que es hacerlo por Sergio Massa.
Los lectores de muchos años de Perfil saben que nunca voté por un candidato peronista: lo hice por Alfonsín (1983), por Angeloz (1989), por Bordón (1995), por De la Rúa (1999), por Carrió (2003), por Lavagna (2007), por Binner (2011), por Stolbizer (2015), y nuevamente por Lavagna (2019). Vengo de una familia antiperonista y radical, y las preferencias políticas y socioculturales construyen desde la infancia el sesgo que arma el marco de la ventana desde donde miramos el mundo. No sé si fueron tantos años de, quiero creer, fructífera lectura tratando de ampliar el marco de esa ventana y fueron necesarios 40 años de democracia para que finalmente vote al candidato peronista, pero puedo comprender a mis muchos amigos y colegas a quienes respeto, frente a no poder votar por un peronista y que lo hagan por Milei.
Puedo entender a los más viejos que yo que alcanzaron a vivenciar directa o indirectamente los efectos negativos y violentos, aunque fueran simbólicamente, del peronismo de los años 50 y nunca puedan votar a un candidato que represente al peronismo. Puedo entender a los más jóvenes que yo que no vivenciaron lo que significó el esfuerzo de la recuperación democrática en los 80 y entonces no le produzca asco moral la violencia implícita de Milei o la explícita de Villarruel y piensen que, total, como no se puede estar peor, pruebo algo distinto.
A los más viejos les pido que reflexionen sobre qué es hoy el peronismo. Si sus dos dirigentes con mayor proyección a conducir el peronismo vienen uno de la Ucedé, como Massa, y otro del marxismo, como Kicillof: ¿no es el peronismo una entelequia y aquellos que lo detestan están como Quijote peleando con fantasmas en su caso con forma de molinos de viento?
Y si el problema es el kirchnerismo y no ya el peronismo, tienen todo el derecho del mundo de no querer comerse otro Caballo de Troya pensando que Massa pasará a retiro a los K como en 2019 pensaron que lo haría Alberto Fernández y los defraudó. Pero les pido que piensen que existe la biología, que es inexorable, que es transideológica, que Néstor Kirchner ya no está, que Cristina Kirchner es ya una señora septuagenaria y que los chicos de La Cámpora ya son casi viejos y no llegaron a más que intendentes mientras el kirchnerismo pierde las elecciones en Santa Cruz.
A los más jóvenes les pido que reflexionen sobre el concepto que hay detrás de la palabra "peor" expresado cotidianamente en la repetida frase "peor no se puede estar". Peor es "más malo". Al ser un adverbio es una cualidad comparativa, intrínsecamente siempre puede haber un peor como un mejor. Aun en lo malo siempre hay un todavía peor. Si frente a la adversidad tomamos decisiones equivocadas, podemos empeorar las consecuencias en lugar de mejorarlas, de la misma forma que si frente a la adversidad, tomamos las decisiones correctas, por lo menos podremos reducir los daños.
Lo mismo vale para la posibilidad de estar peor con una presidencia de Sergio Massa que con la de Alberto Fernández, y ese es el análisis correcto a realizar: cuáles son las condiciones de posibilidad para ambas alternativas y, por carácter transitivo, cuáles son las condiciones de posibilidad de estar peor con una presidencia de Sergio Masa que con una presidencia de Milei. ¿Mejor o peor, esa es la cuestión? Y no que no hay peor que con Alberto Fernández, salvo que se crea que Sergio Massa es exactamente igual que Alberto Fernández y aun así, si fuera idéntico, un clon, como las condiciones de posibilidad cambian en el tiempo, también podría ser peor o mejor en el futuro.
Y a ambos, a los más viejos y a los más jóvenes, a los cansados de experiencias negativas y a los faltos de experiencia positivas, no piensen que en la Argentina está todo, o la mayoría, mal. Esta semana entrevisté a quien probablemente será el próximo Premio Nobel que obtenga un argentino por haber logrado identificar y develar la función de galectinas, proteínas de las células del sistema inmunológico y su protagonismo en el desarrollo del cáncer y enfermedades autoinmunes que permitiría la cura del 25% de los cánceres más comunes (colon, pulmón, mama entre ellos) aún incurables.
Es el doctor en Ciencias Químicas Gabriel Rabinovich, graduado con Diploma de Honor en la Universidad de Córdoba, quien después de realizar estadías en el Kennedy Institute of Rheumatology de Londres, y luego en el Weizmann Institute of Science de Israel, decidió que quería trabajar en el Hospital de Clínicas, el mismo del Premio Nobel Federico Leloir. Hoy dirige el Laboratorio de Inmunología del Instituto de Biología y Medicina Experimental, dependiente del Conicet, además de ser profesor titular regular de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires.
Fue convocado por la Organización Europea, galardonado con la mayor distinción otorgada por la Sociedad de Glicobiología de Estados Unidos y es miembro asociado extranjero de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos. Pero Rabinovich sigue trabajando en Argentina y ocupa el mismo escritorio que el maestro de sus maestros, el Premio Nobel Bernardo Houssay (primero en ciencias de Latinoamérica), quien como él mismo se especializaba en glicobiologia (azúcares).
El doctor Rabinovich no es un anciano producto de la Argentina potencia de comienzo de siglo pasado, tiene 54 años y le tocó formarse y desarrollar sus experimentos en las instituciones públicas argentinas durante este medio siglo de neodecandencia que llevamos desde 1974, último año con indicadores de pobreza (4%) equiparables a los países desarrollados.
El reportaje al doctor Rabinovich se publicará el sábado próximo "aprovechando" la veda política con la expectativa de todavía, un día antes de las elecciones, poder convencer a algún indeciso para que no vote por Milei. La Libertad Avanza contribuyó a enriquecer el debate político y a colocar en el agenda, aun con malos diagnósticos y remedios, problemas que precisan ser solucionados, pero no es la mejor opción de gobierno para esta Argentina.
*Aprobación
¿Ella, el plan de Macri?
Victoria Villarruel, una vice que, como en Perú, podría asumir la presidencia.
Javier Milei trata a Mauricio Macri de usted. Gesto de reverencia que no solo tiene con él, también trata de usted a quien sería su ministro del Interior, de ser electo, Guillermo Francos, mientras que ambos lo tutean. Aunque es cierto que Guillermo Francos (73) podría ser su padre y Macri, una década menor, no. Otro factor que le agrega respeto reverencial a Macri y del que carece Francos (quien mañana será el reportaje largo de Perfil), es el de ser dueño, "capitán de industria", como se les decía en otra época a quienes verdaderamente lo eran, como su padre Franco Macri. Pero a los ojos de los que miran desde abajo de Milei, Mauricio Macri es uno de esos héroes sociales –los grandes empresarios– de la novela de Ayn Rand, La rebelión de Atlas, capitalistas que hacían al mundo girar con su ímpetu e inventiva.
"Con el primer Milei tuvimos una caricatura de Trump y ahora tenemos otra de Macri"
Ha sido perceptible la influencia de Macri sobre Milei, por lo menos estas últimas dos semanas, veremos si en el debate reaparece el real. El jueves pasado en Radio Perfil entrevisté a Mariano Fernández, uno de los pocos amigos que tuvo a lo largo de toda su vida Javier Milei. Mariano Fernández es economista, máster en Ucema, fue profesor titular de las cátedras de Macroeconomía y Microeconomía Superior en la Universidad Argentina de la Empresa y adjunto de Finanzas Internacionales en la Universidad Di Tella. Hasta el año 1997 se desempeñó como consultor asociado, pasando luego al Ministerio de Economía como asesor de Carlos Rodríguez durante la convertibilidad, en la presidencia de Carlos Menem.
Y dijo sobre Milei: "Cuando se metió en política, decidimos con un amigo no acompañarlo y expresar nuestro desagrado con esa idea. Es que en política necesitás estar equilibrado para que no te manipulen, como le viene pasando. Es muy permeable, su discurso está vinculado a sectores de la ultraderecha argentina que nada tienen que ver con el ideario liberal, pero que se han metido dentro de su armado político y condicionan su discurso. (...) hoy Macri ejerce influencia sobre Milei. Incluso cambió la impronta de su discurso, que ahora está desinflado y solapado. Siempre tuvo sus exabruptos y su comportamiento histriónico, pero si a eso le sumamos la influencia de grupos religiosos en su campaña, tuvimos una caricatura de Trump. Y ahora será una caricatura de Macri".
Pero aun si Mauricio Macri lograra controlar intelectualmente a Javier Milei y literalmente gobernara sus acciones racionales, conoce perfectamente las dificultades que tiene Milei para que su propia racionalidad gobierne sus emociones. El economista Mariano Fernández confirmaba lo que el libro de Juan Luis González, El loco, explica en extenso: "Durante los últimos dos años, antes de hacer política, empezó a tener comportamientos que asustaban. Milei sostenía que sus posturas le bajaban desde el cielo. Y eso asustaba (a sus amigos), por eso le aconsejábamos que había cosas que mejor no dijera. Pero su comportamiento siempre fue difícil de domar".
Si quien no pudiera gobernarse a sí mismo no pudiera finalmente ser gobernado por otro, Mauricio Macri debería tener un plan B que trascendiera a Javier Milei y en ese caso no podría ser otro que Victoria Villarruel, quien ya sorprendió en el debate vicepresidencial con Agustín Rossi, por primera vez un punto a punto de dos, no solo por su mayor consistencia sino, también, por una estética que recordaba a María Eugenia Vidal (quien como gobernadora residió en una base militar) aunque con un contenido muy diferente al de su envase
No se trataría de una posibilidad improbable, en Sudamérica la sustitución del presidente por el vice viene siendo bastante usual, en Brasil de forma repetida y recientemente en Perú con otro candidato outsider y freack como Pedro Castillo, quien al año siguiente de haber asumido fue reemplazado por su vicepresidenta –quien desde 2022 continúa en el poder–, la hasta entonces ignota Dina Boluarte (antes había sido funcionaria del Registro Civil).
No haría falta un impeachment o juicio político que destituyera al presidente, como en el reciente ejemplo de Perú, podría asumir la vicepresidenta por simple renuncia del presidente, como ya sucedió en el pasado remoto de Argentina, en 1890, con Carlos Pellegrini tras la renuncia de Miguel Juárez Celman, en 1893 con José Evaristo Uriburu al renunciar Luis Sáenz Peña y, más cerca en el tiempo, en 1942, cuando el vicepresidente Ramón Castillo sucedió al renunciante Roberto Marcelino Ortiz.
La abogada Victoria Villarruel parecería tener su foco en la custodia del legado de su familiares militares y los temas relacionados con la seguridad, y dejado en mayor libertad a Macri en los temas relacionados con la economía, que es por donde pasa el verdadero poder. Dicen que Roberto Lavagna no solo le recomendó a Sergio Massa que fuera ministro de Economía y no jefe de Gabinete sino que hasta le hizo cambiar el decreto preparado que lo designaba jefe de Gabinete, explicándole que el verdadero poder de todo el gobierno está en quien orienta la caja general.
No hace falta juicio político, el presidente puede renunciar y asumir el vicepresidente
Paralelamente, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza refleja un aplomo e inconmovilidad, en las antípodas de Milei, luciendo menos afectada por la opinión de los demás sobre ella, probablemente muy curtida por venir defendiendo desde hace muchos años una causa en contra de lo políticamente correcto. Se diferencia de Carrió, de Bullrich y de Cristina Kirchner por ser más violenta en sus contenidos sin precisar exacerbar la altisonancia.
Poco se sabe de ella más allá de estar atravesada por la historia familiar de su padre y su tío, ambos militares comprometidos con la última dictadura y, en el caso de padre –quien no alcanzó a verla encumbrada como candidata a vicepresidenta porque falleció en 2021–, hasta haberse negado a jurar la Constitución en la recuperación democrática. Paralelamente, sus antecedentes académicos demuestran una sólida preparación en el tema: abogada por la Universidad de Buenos Aires, técnica de Seguridad por la Universidad Tecnológica Nacional y cursó Lucha contra el Terrorismo en el Centro de Estudios de Defensa Hemisférica William J. Perry, una institución dependiente de la Universidad de Defensa Nacional de Washington.
Un currículum que un eventual director de Recursos Humanos del Grupo Macri hoy aprobaría rápidamente.
Imágenes: Pablo Temes
Fuente: Diario Perfil