viernes, 7 de julio de 2023

Nadie puede parar a Rupert Murdoch

Por: William D. Cohan
¿Qué podemos pensar de Rupert Murdoch, el patriarca de 92 años de la Fox Corporation, en este momento?

Hemos dejado atrás a Trump I, pero puede que estemos al borde del precipicio de Trump II. Ya pasó el acuerdo extrajudicial con Dominion Voting Systems por la asombrosa cantidad de 785,5 millones de dólares, pero estamos a la espera del desenlace de otra causa similar, interpuesta por Smartmatic. Dejamos atrás la salida de Tucker Carlson y sus índices de audiencia estratosféricos, pero seguimos a la espera de saber cómo le irá a la nueva programación de la noche en el cada vez más feroz mundo de los programas noticiosos partidistas de la televisión por cable.

Mientras que antaño los reyes controlaban sus imperios mediante la tenencia de vastas tierras, sus ejércitos y los juramentos de lealtad, Murdoch controla su imperio corporativo mediante la propiedad de una clase especial de acciones que le otorgan las participaciones mayoritarias con derecho a voto en sus dos principales compañías: Fox Corporation y News Corporation, empresa matriz de The Wall Street Journal, Barron’s y otros medios.

En 2017, más del 40 por ciento de los accionistas de una de las empresas de Murdoch votaron a favor de poner fin a la estructura de acciones de doble clase. Pero no fue suficiente para forzar el cambio. “Es una pesadilla para la gobernanza corporativa”, dijo Nell Minow, vicepresidenta de ValueEdge Advisors, una consultoría de gobierno corporativo.

En consecuencia, no parece haber nada ni nadie, en cualquiera de las dos empresas, que pueda impedirle a Murdoch hacer lo que quiera. Esto era menos problemático cuando fundó Fox News, hace casi 30 años. Pero ahora sí es un problema evidente.

Fox parece una compañía aquejada de una cultura corporativa descontrolada. Personalidades de la pantalla dijeron cosas en la televisión nacional que no creían. Los altos ejecutivos parecen incapaces de controlar a los presentadores de los noticieros. Como resultado, Fox tuvo que pagar cerca de 800 millones de dólares para resolver la demanda de Dominion la mañana en la que estaba previsto que comenzara el juicio; una demanda similar interpuesta por Smartmatic, por aún más dinero, sigue sin resolverse. El asunto de Dominion debería haberse resuelto meses antes, y por mucho menos dinero.

¿Y qué tipo de empresa despide a Tucker Carlson, uno de sus principales presentadores, sin una causa claramente establecida y sin darle la menor pista de que iba a hacerlo, y después sigue acosándolo por la vía judicial cuando intenta pasar página y seguir adelante? Carlson y su tipo de propaganda no me interesan lo más mínimo, pero sí siento solidaridad hacia él y su defenestración pública.

También hubo un intento inusual y malogrado por parte de Murdoch de fusionar la Fox Corporation, el holding de Fox News, con News Corporation. En una empresa que funcionara mejor, las perspectivas de esa fusión se analizarían en privado, antes de hacer el anuncio público y arriesgarse al bochorno. En cambio, la fusión propuesta fue desechada de manera muy pública en enero. Aunque Murdoch es, con diferencia, el mayor accionista con derecho a voto en ambas empresas, ni siquiera eso bastó para resistir a las importantes objeciones de otros accionistas, los llamados de clase B, que tenían derecho a vetar el acuerdo, un rechazo poco frecuente.

En abril, el compromiso de Murdoch con Ann Lesley Smith fue anulado al cabo de dos semanas. Habría sido el quinto matrimonio de Murdoch.

Al parecer, la sucesión dinástica sigue siendo una idea viable en el mundo corporativo estadounidense. El posible sucesor de Murdoch, su hijo Lachlan, defendió a Fox y el acuerdo con Dominion cuando se dirigió a los inversores el 9 de mayo. “El acuerdo no cambia en absoluto el compromiso de la Fox con los más altos estándares periodísticos en toda nuestra compañía ni nuestra pasión por informar sin complejos de las noticias del día”, dijo. Ese tipo de declaraciones no inspiran exactamente confianza en que Fox News tenga planes de esforzarse más por atenerse a los hechos en sus informaciones. “Están reafirmándose”, dijo Minow. Y da miedo, francamente, sobre todo si se tiene en cuenta el número de telespectadores de la Fox y su influencia.

El drama que estamos viendo desarrollarse en Fox Corporation es un ejemplo extremo de cómo pueden sufrir las empresas con un accionista de control —la acción ha bajado casi el 18 por ciento en los últimos cinco años—, pero no es el único. En un menor grado, también veo problemas en compañías como Comcast (controlada por la familia Roberts) y Paramount Global (controlada por Shari Redstone), entre otras. Cuando hay acciones de doble clase de por medio, el poder de voto de una familia suele ser superior a su propiedad económica, lo que conduce a comportamientos insensatos, e incluso extraños, desde el punto de vista financiero.

Existe una razón por la que hace un siglo se incorporó el concepto de gestión profesional a las empresas estadounidenses. Un gestor profesional crea una sensación de distancia entre los accionistas y la dirección, el cual rinde cuentas a una junta directiva, elegida para representar a los accionistas. A los gestores profesionales se les paga para analizar los problemas de forma objetiva y tener en cuenta lo que teóricamente será más conveniente para todos los grupos de interés, incluidos los accionistas, acreedores, proveedores y empleados. Puede que no sea un sistema perfecto, pero este paso a dos entre el gestor profesional y la junta directiva ha demostrado ser una forma perdurable de crear riqueza duradera.

Compárese a Murdoch con, por ejemplo, Jamie Dimon, presidente y director ejecutivo de JPMorgan Chase, el mayor banco de Estados Unidos. O con Joaquín Duato, presidente y director ejecutivo de Johnson & Johnson, el gigante de los productos de cuidado personal en la que ya no hay ningún Johnson entre los altos cargos. JPMorgan Chase está ahora dirigido de forma profesional, desapasionada y competente por Dimon. Es poderoso, sí, pero no todopoderoso. La junta directiva de JPMorgan Chase puede despedirlo en cualquier momento y por cualquier motivo. Lo mismo ocurre con Duato. ¿Hay alguien en Fox o en News Corporation que le exija a Murdoch la misma rendición de cuentas? ¿Puede hacerlo alguien?

Una forma de frenar a Murdoch puede ser a través de Smartmatic. Si sale victoriosa en su demanda, podría insistir, como parte de cualquier acuerdo, en que haya cambios en la gobernanza de Fox, o incluso que el proceso para nombrar al sucesor del director ejecutivo incluya a candidatos ajenos a la familia Murdoch. Smartmatic e incluso la reciente demanda interpuesta por un accionista contra Fox podrían acabar presionando a esta última, e indirectamente a News Corporation, para que prescinda de sus estructuras de acciones de doble clase.

Rupert Murdoch ha tenido durante demasiado tiempo el poder absoluto tanto en Fox como en News Corporation. Eso es peligroso en cualquier circunstancia, pero es especialmente preocupante al tratarse de un medio nacional como es Fox, donde la desinformación y las mentiras son, al parecer, moneda corriente. Y no parece que eso vaya a cambiar mucho si los Murdoch mantienen su poder y su control absolutos. Eso, por sí solo, pone en más peligro todavía la hoy frágil democracia estadounidense.

William D. Cohan (@WilliamCohan) es autor de Power Failure: The Rise and Fall of an American Icon. Es socio fundador de Puck y escritor, cuyo título más reciente es Power Failure: The Rise and Fall of an American Icon.

Ilustración: de Mel Haasch con fotografías por Drew Angerer, Chelsea Guglielmino, Kevin Hagen y Justin Sullivan/Getty Images
Fuente: The New York Times