miércoles, 15 de junio de 2022

Viviana Adela Nardoni 1953 - 2022

En la tarde de este miércoles 15 se conoció la noticia del fallecimiento de Viviana Nardoni, ex directora del Museo de la Memoria de Rosario. Sufrió una descompensación en el Museo mientras se desarrollaba la reunión del jurado para elegir el próximo director/a de la institución.

Viviana Nardoni, nardoni nació en Bigand y llegó a Rosario para estudiar en la Universidad Nacional de Rosario. Fue periodista, comunicadora, ha sido militante universitaria y política. En julio de 1977,  estuvo detenida-desaparecida en el centro clandestino de detención La Calamita y en el Servicio de Informaciones de la policía de Santa Fe, hasta septiembre del mismo año. Desde octubre de 1977 hasta fines del año 1978 estuvo detenida en la Cárcel de Devoto. En 2015 se la designó, por concurso, directora del Museo de la Memoria de Rosario, que está en el edificio emblemático donde funcionó el ex Comando del II Cuerpo de Ejército. Su mandato tenía una duración de cuatro años y con el inicio de la pandemia la nueva gestión municipal demoró el proceso del nuevo consurso y su dirección se extendió hasta fines de 2021. Viviana seguía ligada a la institución y a las organizaciones de Derechos Humanos.
En 2021 el Fondo Nacional de las Artes, distinguió a Viviana Nardoni por su labor al frente del Museo de la Memoria

Viviana Nardoni prestó declaración como testigo en 2013, junto con su esposo, en la Causa Guerrieri II durante el juicio que se llevó a cabo en los Tribunales Federales de Rosario.

"Salimos de la cárcel en plena dictadura y fue una sensación extraña. Uno nunca se libera de las cárceles de la dictadura, solo sale a la calle. No sabía con quién hablar, no podíamos conseguir trabajo porque en el certificado de conducta decía que éramos subversivos. La odisea no termina con esa libertad. La situación que viene después es que uno no sabe por qué es un sobreviviente y no lo mataron. Los demás también se preguntan lo mismo. Los genocidas nos transforman en enemigos porque muchos argentinos creyeron el discurso militar de eliminar al subversivo. Hoy puedo decir que yo soy una militante y es un honor al que no pienso renunciar", sostuvo Viviana Nardoni en el testimonio que dió en la tercera etapa de la causa Guerrieri en los Tribunales Federales de Rosario. Nardoni tenía 21 años cuando la secuestraron junto a su pareja. 

Viviana Nardoni y Luis Megías, ambos detenidos y torturados en el Centro Clandestino de Detención (CCD) La Calamita que funcionó en la zona rural de Granadero Baigorria entre 1975 y 1978.

Estuvieron 15 días ahí. Esas dos semanas bastaron para dejarle a Viviana cicatrices de por vida en el alma y en el cuerpo: por los fuertes golpes que recibió, su primer bebé nació muerto y todavía tiene un daño grave en la columna vertebral.

Durante los años que funcionó fueron más de 150 los detenidos que pasaron por La Calamita, uno de los cinco centros clandestinos de detención que formaba parte, durante la última dictadura cívico-militar, del circuito controlado por el Batallón de Inteligencia 121 de Rosario. Está ubicado a quince cuadras hacia el oeste del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria. Fue el lugar elegido por Pascual Guerrieri, ex agente del Batallón inteligencia 601, como centro de tortura y detención para desarticular la columna norte de Montoneros y detener a militantes del ERP y delegados de fábricas del Cordón Industrial.

Viviana y Luis estaban recién casados. El 3 de julio de 1977 fueron secuestrados en la esquina de Zeballos y Dorrego. Los subieron a un auto y los sacaron de la ciudad hasta dejarlos en la chacra donde funcionó La Calamita. “Nos sacaron del coche bajo amenazas verbales, entramos y nos depositaron sobre unas colchonetas con un elástico abajo, del que nos encadenaron los pies con grilletes y nos ataron las manos. A Luis lo llevaron primero a lo que después supimos era la sala de interrogatorio y tiene su primera sesión de tortura. Cuando lo traen y me llevan a mí. Me sientan en una silla y empiezo a reconocer distintas voces. Una era la del interrogador y las otras estaban por detrás, hacían bromas. Con la primera pregunta que me hacen me largo a reír: ¿Vos sabés donde está Firmenich?, me dicen y me dan un golpe. Gordita acá no estás para joder. Me ponen en la camilla, me siguen golpeando y me picanean”, relató Viviana sobre su primer día en ese lugar.

Durante esa sesión, los torturadores le preguntaron por un matrimonio de abogados de Buenos Aires que creían estaban escondido en la casa donde vivía con Luis. Nunca supo de quienes le hablaban porque nunca les dijeron los nombres. “Del lugar pude reconocer los pisos, azulejos y la ubicación del baño. Percibí que estaba (Rafael) Bielsa porque lo nombraban y lo hacían cantar. Le decían cantate una de esas de subversivos que vos sabés. Supe que él estuvo en el sótano de La Calamita. Cuando Bielsa sale, es quien le avisa a nuestras nuestras familias que nosotros estábamos detenidos en una chacra de Baigorria y que estábamos vivos”.

Una noche entran los represores y escuchan que dicen: “Este es Luisito y esta es la gorda Vivi, ya sabemos qué hacer con ellos”. Iba a ser su última noche en La Calamita, pero no fueron fáciles esas horas: “Se lo llevan a Luis y simulan un fusilamiento en el patio. Después nos suben a un auto, toman lo que hoy es la autopista y unos kilómetros más adelante nos tiran en la banquina. Hasta acá llegamos  dicen, parecía una sentencia de muerte, yo esperaba el tiro en la nuca”.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron unos móviles de la policía, volvieron a hacerles la pregunta sobre los abogados bonaerense y después los llevaron al Servicio de Informaciones de San Lorenzo y Dorrego. Ahí vuelven al tabique y a los interrogatorios. No hubo torturas pero sí amenazas de muerte. “Estuve en la Favela, que es un lugar de tránsito, unos tres días y tras los cuales me bajaron al Sótano. Ahí me sacaron la venda y me pude duchar. Después nos sometieron a una especie de Consejo de Guerra y pasamos a disposición del Poder Ejecutivo, a mí me trasladaron a la cárcel de Devoto. En la navidad del ’78 me anunciaron mi libertad. Uno no se libera nunca de las cárceles de la dictadura, solo sale a la calle. Me llevaron al edificio de Córdoba y Moreno, donde funcionaba el Comando del 2º Cuerpo del Ejército, que hoy es el Museo de la Memoria, del que soy directora. Estábamos las que veníamos de Devoto y un grupo importante de hombres que había sido liberado de Coronda. Estuve en libertad vigilada seis meses. Tenía que ir a firmar al Servicio de Informaciones y al 2° Cuerpo cada dos días”.

Luis estaba preso en Coronda y para las Pascuas del ’79 quedó en libertad, editó enredando con la firma de Carina Toso.
En diálogo con Candela Ramirez en el Diario El Ciudadano, Nardoni recordó cuando llegó a la dirección del Museo: "Cuando rendí el concurso en 2015 entre los objetivos que mencioné al jurado estaba el de renovar y multiplicar los públicos. Renovar en el sentido de que no fuese un museo al que viniesen solo aquellas personas que se sintiesen interpeladas por la temática de este museo porque habían estado cerca del genocidio de una u otra manera, sino que la comunidad comenzara a apropiarse de este lugar. Un lugar donde venir a ver, leer, charlar, comprender y debatir. Especialmente el objetivo era trabajar mucho con las nuevas generaciones, con los jóvenes. A partir de los resultados de un estudio de públicos que hizo la Secretaría de Cultura y Educación, creemos que hemos cumplido nuestro objetivo porque es el museo que mayor número de visitantes nuevos tiene por año y además el 80 por ciento de esos visitantes tiene entre 14 y 35 años. En este sentido estamos más que conformes". 

"Como todos los museos tenemos muestras temporarias de distintas temáticas y tenemos nuestra muestra permanente donde contamos para qué existe este museo. Sobre todo, tratamos de articular el presente con el pasado, especialmente con los jóvenes. Cuando viene un chico de 15 años y sus amigos o en el grupo escolar que venga: no es empezando a hablar de Videla como vamos a hablar del genocidio en la dictadura. Tenemos que comenzar charlando sobre la cotidianeidad de los jóvenes: sus identidades, sus propios prejuicios, el bullying y todo aquello que muestra un perfil autoritario de nuestras sociedades y que en los jóvenes a veces está muy presente de forma inconsciente. Así podemos empezar a ver qué continuidades hay del pasado y analizar las rupturas que hubo. También trabajamos sobre la violencia institucional y la violencia entre nosotros mismos sea verbal o física", dijo Nardoni.

Además remarcó la importancia que tiene un sitio de memoria en Rosario: "Diría casi una obviedad que es tratar de no olvidar. La memoria es una construcción social, nosotros sabemos que hay memorias políticas, diferentes, de determinados periodos históricos, pero es necesario que exista un hito arquitectónico que señale un lugar donde la historia política del país cambió dramáticamente, por ejemplo un ex centro clandestino de detención. Un lugar donde se ejercía el poder impune e ilegalmente. En un país que pretende ser democrático, eso es fundamental, lo hemos aprendido los latinoamericanos y especialmente los argentinos a partir de nuestras tragedias. A su vez prestamos atención a países como Alemania, que creemos que tuvieron una actitud digna respecto a reconocer los momentos en que fueron genocidas sus regímenes y no olvidarlo para proteger a la democracia. Es necesario que haya hitos arquitectónicos pero no vacíos de contenido. Puede existir un monolito que diga “aquí pasó tal cosa” pero en el caso de una institución del Estado, no hay que presentar una memoria cristalizada. Si no lo reconvertís permanentemente, si durante 20 años se repiten las mismas cosas que al momento de su inauguración, si no se incorpora la problemática de los derechos humanos de la contemporaneidad es en vano tener abierto este tipo de instituciones. El Estado tiene la obligación de brindarles a sus ciudadanos la mayor información y formación posible respecto a los derechos que tienen y los que deben conseguir. Esta es una de las tareas que tenemos en este museo".

Una agenda fundacional y pública en derechos humanos para la democracia
El nuevo "clima de época" es producto también del interés en sembrar olvido en los crímenes económicos de los monopolios
Por: Viviana Nardoni
En la enseñanza de la historia reciente en nuestro país, que incluye, entre otras cosas, las etapas del autoritarismo, la dictadura cívico militar, el terrorismo de Estado y sus consecuencias en todo el tejido social, cultural, político y económico en Argentina, se ponen en juego desafíos del orden del conocimiento, de lo pedagógico y lo didáctico como así también asumir un compromiso político, ideológico y social. Desde 2004 se consolidó el lugar de los derechos humanos en la agenda pública lo cual se reflejó en el sistema educativo al priorizarse su enseñanza en todos los niveles de la educación argentina; también los sitios de memoria y muchas organizaciones de la sociedad civil avanzaron fuertemente en programas de formación no solo para jóvenes sino también para los actores indispensables de esta experiencia, los docentes.

Desde la llegada del nuevo gobierno en 2015 asistimos a una suma de retrocesos y agravios, especialmente hacia los organismos de derechos humanos y a los juicios a los genocidas por delitos de lesa humanidad, nunca mejor expresados que con el fallo de la Corte Suprema de Justicia en torno al 2x1. Acuerdo con Ezequiel Adamovsky cuando escribe que "mucha gente que hoy ataca al movimiento de derechos humanos lo hace creyendo que golpea así el legado kirchnerista. Pero olvidan que esa lectura del pasado no fue un invento K", que largas e intensas luchas de décadas pasaron hasta que el Estado hizo suya la agenda de los organismos.

En verdad, este nuevo "clima de época" no es producto, únicamente, de una posición ideológica respecto al pasado reciente, sino que tiene su origen, también, en el interés concreto de sembrar olvido e impunidad sobre los muchos crímenes vinculados al crecimiento económico de los monopolios que hoy, además, ostentan el poder político legalmente. En estos dos puntos se asienta el "cambio" que se quiere imprimir sobre la memoria respecto a la última dictadura cívico militar.

Algunos llaman a construir una "nueva" agenda de los derechos humanos. Además de falaz, esa postura no acierta conceptualmente. La agenda de los derechos humanos que nace en plena dictadura no desaparecerá caprichosamente, ya que forma parte de la fundación de la democracia de 1983. Sí debe mantenerse abierta, como toda agenda vital y plural, a incorporarlas luchas del presente contra la violencia de género, el aumento de la violencia institucional, la persecución a los pueblos originarios y tantas otras. La formación de ciudadanos críticos y comprometidos con la realidad que les toca vivir, implica reforzar la educación en derechos humanos en las escuelas, no exclusivamente en las asignaturas sociales sino en cada aula donde un docente quiera colaborar en la formación de ciudadanos conscientes en que la democracia es una forma de vida que requiere de un "nosotros" inclusivo desterrando una visión alienante y persecutoria de "los otros".
Publicada en el suplemento Educación del Diario La Capital 19/08/17, imagen Chachi Verona

Avanzada que quiere frenar el castigo
Como lo hizo La Nación en su momento, el diario El Litoral de Santa Fe, publicó una editorial para fundamentar una crítica a los procesos judiciales en los que se han juzgado y se juzgan a responsables de delitos de lesa humanidad.
Por: Viviana Nardoni*
El diario La Nación publicó el 23 de noviembre de este año (2015) la editorial No más venganza en el que deliberadamente se desvirtúan los objetivos y los logros de la larga lucha de gran parte de la sociedad, a través de los organismos de derechos humanos y las acciones del Estado. Lucha que colocó frente a los tribunales a muchos responsables de delitos de lesa humanidad perpetrados durante el terrorismo de Estado, a partir de un clamor social por memoria, verdad y justicia, valores que quienes avalan dicho editorial nunca han querido reconocer. En sintonía con lo anterior, con el título de Derecho, no venganza el diario El Litoral, de Santa Fe, publicó el 9 de diciembre una editorial basándose en datos que no se corresponden con la verdad, para fundamentar una crítica a los procesos judiciales en los que se han juzgado y se juzgan a responsables de delitos de lesa humanidad.

Estas opiniones de dos influyentes diarios, forman parte de una avanzada que intenta frenar el castigo a los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos en el país por el terrorismo de Estado, en momentos, además, donde el avance de esos juicios ha generado las condiciones para echar luz por vía de la justicia sobre las acciones criminales de los sectores civiles -judiciales, económicos y eclesiásticos- que facilitaron esos delitos o se beneficiaron de ellos.

Este artículo reafirma todos los conceptos vertidos oportunamente en los comunicados que el Museo de la Memoria de Rosario publicó en las mismas fechas en que fueron conocidas las editoriales.

Todas las investigaciones se han encontrado siempre con obstáculos, más hoy con las condiciones políticas objetivas que atraviesa el país, reaparecen con fuerza los voceros de quienes en cada momento histórico han detentado o detentan espacios de poder, presionan para dilatar o entorpecer las investigaciones y encuentran eco en núcleos de resistencia institucional, sobre todo en el seno del Poder Judicial.

De acuerdo al relevamiento actualizado de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad, a cargo del fiscal general Jorge Auat y con la coordinación de Carolina Varsky, en base a los informes remitidos por los fiscales de todo el país que intervienen en estos procesos de justicia por delitos de lesa humanidad, entre 2006 y lo que va de 2015, 613 personas fueron sentenciadas en procesos por crímenes de lesa humanidad: 563 resultaron condenadas y 50 fueron absueltas. El estado de situación muestra que hay un total de 456 expedientes en trámite en todo el país. Entre éstos, hay 16 juicios en curso y 120 causas próximas a debate. Las víctimas judicializadas en todo el país son más de diez mil. Existe un total de 889 procesados que aún no fueron condenados y otros 247 que ya fueron juzgados en otras causas.

Tenemos el privilegio y el orgullo de ser el primer estado democrático del mundo en juzgar un genocidio dentro de sus fronteras y con los jueces naturales, hecho inédito para el derecho internacional. No se crearon tribunales especiales ni procedimientos ad hoc. Nuestros juicios multiplicados a lo largo y ancho del país, son estudiados a nivel global.

Siguiendo los mandatos de nuestra Constitución Nacional y los más altos estándares del derecho internacional en materia de procedimiento penal, el reclamo histórico de juicio y castigo atravesó las puertas de los tribunales federales de todo el país para convertirse en servicio de justicia.

La calidad de estos juicios es reconocida mundialmente. Es un logro que pertenece al pueblo argentino. Los procesos impecables, el respeto irrestricto del derecho de defensa en juicio y aun los absueltos luego de los mismos, abonan esta afirmación.

La verdad y la justicia son patrimonio del pueblo argentino, como lo dijera el presidente de la Corte Suprema de la Nación, Ricardo Lorenzetti, y forman parte del "contrato social de los argentinos".

Hemos aprendido mucho durante estas décadas, estamos preparados para el escenario que se propone, un nuevo territorio de disputas, otro combate por la memoria. Un fuerte debate se avecina, hay que darlo con fundamentos, firmeza, conocimiento histórico, información. Debemos comprometer a los sectores políticos que han recorrido esta trayectoria de memoria, verdad y justicia para que fortalezcan este proceso. Creemos en la justicia y no en la venganza, creemos que el futuro es posible con Memoria.
*Directora del Museo de la Memoria de Rosario, Publicado en RosarioI12 
Sus compañeros y compañeras del Museo de la Memoria manifiestan: 
Estamos escribiendo las palabras que, como equipo, jamás hubiésemos pensado escribir. Ayer se nos fue Viviana Nardoni, la Vivi. Nuestra amiga, compañera y líder que iluminó con su ética, formación y creatividad. Es infinita la tristeza que nos inunda con su partida inesperada e injusta. Sucedió en el lugar por el cual Luchó y al que le dedicó tantas energías e ideas, y se fue como le gustaba vivir: debatiendo, argumentando, planteando escenarios, desarmando otros con una retórica precisa y robusta.

En su Luminosa vida desarroló tantísimas facetas: periodista, gestora cultural, productora, historiadora, pero lo que ella siempre fue es una militante política con ansias por transformar el mundo con una mirada puesta en la patria grande. Vivió en carne propia las atrocidades del genocidio que llevó adelante la última dictadura cívico-militar, pero nunca basó su gestión y su carrera en eso. Era un dato ineludible que ella nombraba pero nunca como punto de llegada en su reflexión sino como un hilo que ayudaba a tejer sus ideas y acciones.

Nos acompañó desde el año 2007 mientras peleábamos por nuestra sede definitiva, fue la compañera de pensamiento perfecta para imaginar y producir junto con Rubén Chababo la primera muestra permanente de nuestro Museo en el edificio de Córdoba y Moreno creando juntes ese enfoque que apuesta a las sutilezas, la reflexión y la evocación.

Desde 2015, como directora, emprendió el camino de darle una impronta propia a
esa muestra aunque manteniendo intacta la apuesta por memorias que evocan sentidos antes de caer en aquellas que, desde la literalidad, no se preocupan por
interpelar y escuchar al visitante.

La memoria colectiva rosarina, argentina y latinoamericana acaba de perder a una de sus máximas constructoras. Nosotres, humildemente, pero con su pasión como guia intentaremos honrar su memoria. Hasta la próxima batalla, hasata la victoria siempre querida Vivi. 
A Nardoni se la despedirá este jueves 16 de junio de 8 a 13 hs en la Cochería Caramuto, Córdoba 2936.
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