La idea de Claudio Villarruel de hacer un programa de literatura que fuera divertido y alentara a leer fue muy acertada y novedosa, y la concretó en Telefe mediante el ciclo 'Ver para leer', desde 2007 a 2010 a través de aproximadamente cien episodios de frecuencia semanal, de una hora de duración, que se emitían los domingos a la medianoche.
El conductor era el escritor y periodista Juan Sasturain, con la colaboración del actor Fabián Arenillas, quien componía personajes para crear pequeñas historias en las que actuaban los dos y servían de trama para el capítulo.
La dirección de cámaras fue de Federico Huber y Claudio Ferrari alternativamente, la coordinadora de producción era Roxana Briski. La producción ejecutiva la realizaban Sonia Jalfin y el mismo Federico Huber; los guiones surgían de la creatividad de Sasturain, Jalfin y Juan Sklar. El escenógrafo era Pablo Ponce, pero gran parte del decorado de la casa del protagonista era virtual. Fue fundamental la participación del dibujante humorista El Niño Rodríguez, quien con su socio Manuel Martí hicieron posible lo imposible. Ese mundo imaginario del personaje de Juan que podía lograr que lo inverosímil fuera creíble a través de los escenarios virtuales.
Mundo fantástico
'Ver para leer', el primer programa cultural de la televisión abierta del siglo XXI, logró los premios Martín Fierro, Fund TV y Clarín. Su impronta era recorrer el fantástico mundo de la literatura en todos sus ámbitos y géneros (y hasta provincias), mostrando libros y compartiendo las temáticas de ellos.
A los grandes de la literatura que eran entrevistados se les pedía que intervinieran en un paso de comedia guionado que era parte del estilo del producto. Por ejemplo, Ricardo Piglia se disfrazó de japonés para tomar clases de origami en el Jardín Japonés, Martin Caparrós cocinó una moqueca de camarón, Pablo Ramos se colgó al alambrado de la cancha de San Lorenzo, Juan Villoro trepó la cúpula de un reloj de Avenida de Mayo, Eduardo Belgrano Rawson los acompañó a su querida San Luis, Pedro Mairal los recibió en un cabaret donde se encontraba con Juan para investigar en el campo temas para su próxima novela. Pero los reportajes fueron muchos más.
Otras argucias argumentales se apoyaban en que el personaje de Sasturain se preguntara qué libro le podía regalar a su hija adolescente que cumplía años, o a la ex esposa de Fabián, a la que el actor quería reconquistar, y allí se disparaba la búsqueda de obras en librerías y comentarios. En esta especie de sitcom literario, Axel Kuschevastzky participó creativamente en el piloto inicial.
Importantísima fue la actuación de Fabián Arenillas. En él se sustentaba el hilo cómico de 'Ver para leer'. Era el único actor del programa y jugaba como partenaire de Sasturain en sus aventuras componiendo cientos de personajes memorables. En un mismo episodio llegó a hacer diez caracterizaciones. La más difícil fue convertirse en el escritor Jonathan Swift cuando hicieron que Juan fuera Gulliver y Arenillas tuvo que prestarse a unas 120 tomas para representar a los diferentes liliputienses que lo amarraban.
La idea original de que 'Ver para leer' fuera un programa distendido, entretenido y que apelara siempre a esa fantasía que nos traen los libros de que podemos ser, aunque sea en nuestro fuero íntimo, héroes por un momento, se logró. Como se ve, en la Argentina, cuando se quiere, somos capaces de hacerlo.
El conductor era el escritor y periodista Juan Sasturain, con la colaboración del actor Fabián Arenillas, quien componía personajes para crear pequeñas historias en las que actuaban los dos y servían de trama para el capítulo.
La dirección de cámaras fue de Federico Huber y Claudio Ferrari alternativamente, la coordinadora de producción era Roxana Briski. La producción ejecutiva la realizaban Sonia Jalfin y el mismo Federico Huber; los guiones surgían de la creatividad de Sasturain, Jalfin y Juan Sklar. El escenógrafo era Pablo Ponce, pero gran parte del decorado de la casa del protagonista era virtual. Fue fundamental la participación del dibujante humorista El Niño Rodríguez, quien con su socio Manuel Martí hicieron posible lo imposible. Ese mundo imaginario del personaje de Juan que podía lograr que lo inverosímil fuera creíble a través de los escenarios virtuales.
Mundo fantástico
'Ver para leer', el primer programa cultural de la televisión abierta del siglo XXI, logró los premios Martín Fierro, Fund TV y Clarín. Su impronta era recorrer el fantástico mundo de la literatura en todos sus ámbitos y géneros (y hasta provincias), mostrando libros y compartiendo las temáticas de ellos.
A los grandes de la literatura que eran entrevistados se les pedía que intervinieran en un paso de comedia guionado que era parte del estilo del producto. Por ejemplo, Ricardo Piglia se disfrazó de japonés para tomar clases de origami en el Jardín Japonés, Martin Caparrós cocinó una moqueca de camarón, Pablo Ramos se colgó al alambrado de la cancha de San Lorenzo, Juan Villoro trepó la cúpula de un reloj de Avenida de Mayo, Eduardo Belgrano Rawson los acompañó a su querida San Luis, Pedro Mairal los recibió en un cabaret donde se encontraba con Juan para investigar en el campo temas para su próxima novela. Pero los reportajes fueron muchos más.
Otras argucias argumentales se apoyaban en que el personaje de Sasturain se preguntara qué libro le podía regalar a su hija adolescente que cumplía años, o a la ex esposa de Fabián, a la que el actor quería reconquistar, y allí se disparaba la búsqueda de obras en librerías y comentarios. En esta especie de sitcom literario, Axel Kuschevastzky participó creativamente en el piloto inicial.
Importantísima fue la actuación de Fabián Arenillas. En él se sustentaba el hilo cómico de 'Ver para leer'. Era el único actor del programa y jugaba como partenaire de Sasturain en sus aventuras componiendo cientos de personajes memorables. En un mismo episodio llegó a hacer diez caracterizaciones. La más difícil fue convertirse en el escritor Jonathan Swift cuando hicieron que Juan fuera Gulliver y Arenillas tuvo que prestarse a unas 120 tomas para representar a los diferentes liliputienses que lo amarraban.
La idea original de que 'Ver para leer' fuera un programa distendido, entretenido y que apelara siempre a esa fantasía que nos traen los libros de que podemos ser, aunque sea en nuestro fuero íntimo, héroes por un momento, se logró. Como se ve, en la Argentina, cuando se quiere, somos capaces de hacerlo.
Fuente: La Prensa