domingo, 2 de mayo de 2021

Alcira Susana Argumedo 1940 - 2021

El 2 de mayo de 2021, la socióloga Alcira Argumedo, al borde de cumplir sus 81 años, murió dejando un fenomenal legado de trabajo intelectual para las generaciones actuales futuras de la Argentina y Laitnoamérica, para las cuales les dedicó su compromiso lúcido y brillante durante décadas.

Alcira Susana Argumedo nació en Rosario, Provincia de Santa Fe, un 7 de mayo de 1940, en el seno de una familia de clase media acomodada. Su padre era médico pediatra y su madre, una mujer separada con tres hijas de su primer matrimonio, ama de casa. Su infancia transcurrió en las afueras de Rosario, en Fisherton, marcada por los caballos y los veleros. Alcira disfrutaba de los deportes: realizaba voley, atletismo, pelota de cesto. Y a partir de los 12 años, se destacó como nadadora de competencia. Fue campeona, batió récords provinciales en estilo crawl y pecho, en el mismo equipo que integraba el humorista Roberto «El Negro» Fontanarrosa.
Fue su participación como parte del equipo de natación argentino lo que la trajo por primera vez a Buenos Aires. En Rosario no funcionaba la única pileta climatizada existente y tuvieron que trasladarse para entrenar para los juegos panamericanos que estaban próximos. Para entonces, Alcira había terminado el secundario y se inscribió en 1959 en la Facultad de Filosofía y Letras. Aunque inicialmente pensaba estudiar Psicología, se decidió luego por Sociología. En su primer día en la facultad, conoció a Susana Checa, con quien mantendrá una amistad entrañable a lo largo de toda su vida.

Dentro de la carrera de sociología, Alcira y otros/as estudiantes comienzan a tener una mirada crítica sobre algunas de las perspectivas teóricas y metodológicas que dominaban los contenidos curriculares. En 1962, Alcira participó en la huelga a la cátedra de metodología a cargo de Regina “Perla” Gibaja, junto a Daniel Hopen, Susana Checa y muchos otros estudiantes. En la protesta, se proclamaron “contra el empirismo abstracto” (concepto inspirado en la obra La imaginación sociológica del sociólogo norteamericano W. Mills, que había sido recientemente publicada) que para ellos/as se encarnaba en las perspectivas y epistemologías que reinaban en la carrera de sociología. En ese mismo año, en un encuentro de sociología latinoamericano en el que también participan Gino Germani y Torcuato Di Tella, conocen al sociólogo colombiano Camilo Torres, una figura influyente para su generación, que buscaba una mirada crítica sobre qué era y qué tenía que ser la sociología. Un grupo de estudiantes, entre los que se encontraba Alcira, mantenían reuniones de lectura sobre autores y textos que no eran parte de la currícula. Los días sábados Marcos Szlachter (quien moriría en 1964 en la guerrilla del Ejército Guerrillero del Pueblo, en Orán, Salta) coordinaba la lectura sobre El Capital de Karl Marx.

Eran los años de la Revolución Cubana y la política había llegado con fuerza a la vida universitaria, cuando muchos/as estudiantes comienzan un acercamiento al peronismo. En el caso de Alcira, este acercamiento se vincula con su militancia en el barrio Kolynos (Berazategui, Buenos Aires), que considera su otro gran ámbito de formación.

A comienzos de los años 60, Alcira conoció al entonces estudiante de filosofía Gunnar Olsson, quien se convirtió en su marido y padre de sus hijos. Alcira provenía de una familia antiperonista, mientras que Gunnar se había criado próximo a la familia de Scalabrini Ortiz, a quienes Alcira considerará su familia política y una influencia en su formación política.

A partir de 1962, Alcira comenzó a trabajar como recepcionista en la Facultad de Ciencias Exactas – dice que motivada por “una cuestión de principios” y no por la necesidad económica. Se desempeñó en sus años de estudiante como auxiliar docente en Introducción a la sociología, hasta que obtuvo su licenciatura en Sociología en 1965, convirtiéndose en la graduada número 28 de la carrera. Se incorporó luego como ayudante de la materia Sociología Sistemática, a cargo de Miguel Murmis y Eliseo Veron, formados recientemente en Estados Unidos y Francia respectivamente. También participaban como ayudantes Silvia Sigal, Liliana de Riz y Juan Carlos Portantiero. En 1965, Alcira ingresó, a través del sociólogo Juan Carlos “Lito” Marín, a trabajar en el Consejo Nacional de Desarrollo de la Argentina (CONADE), para co-dirigir junto a Marta Nepomeschi una encuesta sobre consumo de alimentos, en la que participaron también las sociólogas Rosalía Cortés, Susana Schkolnik y Susana Checa. Luego dirigió la investigación “Estructura Socioeconómica de la Argentina”, en la que además de las mencionadas Cortés y Schkolnik, participaron Mónica Abramzón, Miguel Khavisse y Jorge Abot.

Con el golpe de Estado de Onganía de 1966, llegó la intervención de la facultad y Alcira renunció a su cargo. Se sumó al grupo de estudio sobre América Latina organizado por José Luis Romero y Gregorio Selser. Además de ella, participaron de esta experiencia de formación Laura Golberg, Susana Checa, Gunnar Olsson, Jorge Carpio y Rosalía Cortés. Al año siguiente, en 1967, junto a Gunnar Olsson, emprendió un viaje por Bolivia, Perú y el sur de Ecuador, donde se profundiza su interés por la realidad y la teoría social latinoamericana, temas que marcarán toda su vida de trabajo académico y político.

En ese mismo año, los sociólogos Justino O´Farrell y Gonzalo Cárdenas obtuvieron cargos que habían quedado vacantes en la carrera de sociología tras la intervención y se dispusieron a incorporar bibliografía de pensadores nacionales y latinoamericanos, así como a nuevos/as docentes. Sería el inicio de las llamadas Cátedras Nacionales (CN) en la Facultad de Filosofía y Letras (1968-1971), experiencia que tendrá a Alcira como una de sus protagonistas, junto con intelectuales como Roberto Carri, Horacio González, Susana Checa, Jorge Carpio, entre otros – hasta que una nueva intervención militar puso fin a la experiencia. En 1973, con el gobierno peronista, O´Farrell es designado interventor y muchos de los docentes de las CN vuelven a la universidad. Los ex miembros de las CN protagonizaron entonces la creación del Instituto del Tercer Mundo “Manuel Ugarte”, dependiente de Filosofía y Letras y luego del Rectorado de la Universidad, donde Alcira se desempeñó como Directora. Por esos años, publicó textos en la revista Envido (70-73), dirigida por Arturo Armada y muy cercana a la experiencia de las CN. Entre 1973-1974, Alcira se desempeñó como Secretaria de Cultura de la Provincia de Buenos Aires.

Los intercambios con otros grupos de crítica cultural y reivindicación latinoamericana se profundizaron a partir del 68, consolidando un movimiento crítico transdisciplinario: Cine Liberación (donde se encontraban Pino Solanas, Octavio Getino); Grupo cultural (donde se encontraban Piero, Marilina Ross, Juan Gené) y los sacerdotes del Tercer Mundo. En esos años, Alcira colaboró con la difusión clandestina de La hora de los Hornos, del cineasta Pino Solanas, con quien mantuvo un vínculo trabajo y amistad (muchos años después, participó como investigadora en los documentales “Memoria del saqueo” (2004) y “La dignidad de los nadies” (2005).

Paralelamente, en 1969, Alcira había ingresado como Directora del Proyecto de Empadronamiento previo al Censo de Población de 1970 en el entonces recién creado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), donde también participaron Aída Quintar, Beatriz Mengoni y Horacio González. En sus años en la institución, colaboró en distintas investigaciones sobre tendencias socio-económicas del sector agropecuario, sobre la estructura de ingresos de la población asalariada y sobre los trabajadores por cuenta propia en el sector industrial.

Con el golpe de Estado de 1976, Alcira fue despedida del INDEC. Se ocultó por un tiempo en Rosario y luego se exilió en México junto a su familia, donde permanecerá hasta el regreso de la democracia. Instalada en México, Gregorio Selser le ofreció un trabajo en el Instituto Latinoamericano de Estudios Trasnacionales (ILET), donde conoció a Gabriel García Márquez y Juan Somavía, convirtiéndose en su asesora para el debate en la UNESCO sobre comunicación, en el que ambos participaron en calidad de representantes latinoamericanos.

A su regreso en 1983, Alcira se convirtió en la Directora de la Sede Buenos Aires del Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales y, un año más tarde, se sumó como miembro de la Comisión para la creación de la carrera de Comunicación de la futura Facultad de Ciencias Sociales (Facultad que se creará en 1988, siendo la nueva sede de la carrera de sociología). Por entonces se incorporó como Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), donde alcanzará el cargo de Investigadora Independiente. En 1985 publica “Los laberintos de las crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones” y en 1987 “Un horizonte sin certezas. América Latina frente a la revolución científico-técnica”.

En 1986, Alcira obtiene el cargo de Profesora Titular de la Cátedra Teoría Social Latinoamericana en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, siendo una de las pocas mujeres en convertirse en Titular en la carrera de Sociología. Años más tarde, en 1993, publica uno de sus libros más reconocidos, “Los silencios y las voces en América Latina. Notas sobre el pensamiento nacional y popular”, referencia clave en los trabajos sobre teoría social latinoamericana.
Alcira se desempeñó como docente de grado y posgrado en múltiples universidades de Argentina, México, Venezuela, en temáticas vinculadas a la teoría social latinoamericana, la comunicación y la cultura. Entre l997 y 2008, dirigió proyectos de investigación en el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales (sede Buenos Aires), el Instituto de Investigaciones Gino Germani, la Universidad Nacional de Luján y el Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de Gral. Sarmiento. En 2007, recibió la Beca como Investigadora Senior del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales(CLACSO) para la Promoción de la Investigación Social en el tema “Las deudas abiertas en América Latina y el Caribe”, profundizando su interés por la crisis del neoliberalismo en la región y las consecuencias del cambio climático.

Por aquellos años, Alcira se reincorporó activamente a la política institucional. A comienzos de los 90, participa junto a Pino Solanas de la creación de un nuevo partido político, el Frente Grande. Muchos años más tarde, en 2007, participa de la creación de Proyecto Sur, partido por el que resultó electa diputada nacional por la Ciudad de Buenos Aires en las elecciones de 2009 y también de 2013, dentro de la Alianza UNEN que compartió con Elisa Carrió, en la oposición al gobierno de Cristina Kirchner.

Durante sus períodos como legisladora presentó diversos proyectos de ley, entre los que se pueden nombrar: ley de propiedad comunitaria indígena, un proyecto de reparación para las víctimas de la tragedia de Cromañón y un sistema nacional de gestión social del reciclado.

En 2017, después de dos años de macrismo, concluyó que era necesaria la conformación de un gran frente opositor para frenar el inmenso daño que el proyecto neoliberal le estaba infligiendo al país. En ese momento planteó que en las elecciones legislativas que se concretarían en octubre, si viviese en la provincia de Buenos Aires, votaría a Cristina Kirchner. Pero resaltó que era necesario abrir un debate a posteriori de las elecciones que permitiera unificar a las todas las fuerzas que hacían frente al modelo macrista.

Finalmente, ese proceso culminó con la formación del Frente de Todos, que conformó activamente junto a Pino Solanas. En el último año se había sumado al Consejo Consultivo de Malvinas, de la Cancillería argentina, y participaba en la discusión sobre el futuro de la Hidrovía.
Alcira, compañera
Por: Claudia Villamayor*

Alcira Argumedo, maestra y formadora de tantas comunicadoras y tantos comunicadores populares de América Latina y el Caribe, ha partido. La presencia de la finitud como le decía ella, aunque ya sabemos de su contundencia, cada vez que ocurre es la primera vez. Celebro su vida, su capacidad enseñadora y militante. Se queda para siempre marcando la huella de nuestro camino militante e intelectual en el que fuimos moldeados/as/es. Ella es de las que producen antes, durante y después, el pensamiento nacido de las cuerpas que hacen nacer saberes en todo tipo de territorios donde se busque la emancipación. Alcira ha escrito a la profundidad de la política, con sencillez y con palabra lacerante para llamar a las cosas por su nombre. Ella hace parte de la escritura que subjetiviza y produce las matrices del pensamiento nacional, popular y latinoamericano.

En la década de 1960, hizo parte de fundamentales hitos de la comunicación y de las artes. Al lado del cineasta Pino Solanas fue una gran comunicadora popular para lograr difundir de manera insurgente ese gran documental que fue La hora de Los Hornos. Hizo parte de las llamadas Cátedras Nacionales en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos Aires entre 1968 y 1974 junto a Roberto Carri, Horacio González, entre otros militantes peronistas. La compañera Alcira también se hizo cargo de la gestión pública cuando fue secretaria de Cultura durante la gestión de Oscar Bidegain en el Gobierno de la provincia de Buenos Aires en 1973 y 1974. También ha sido legisladora hasta el 2017, honrando a la política como herramienta de transformación social insustituible.

Alcira tiene una enorme obra intelectual de las cuales destacamos entre muchas otras:

Monopolios y Tercer Mundo. Buenos Aires: CEAL, colección grandes éxitos, 1975.

El Tercer Mundo: historia, problemas y perspectivas. Buenos Aires: CEAL, Colección Transformaciones. Enciclopedia de los grandes fenómenos de nuestro tiempo 1971.

Comunicación Trasnacional y Conflicto Político Cultural en 1982. Junto a Diego Portales, Rafael Roncagliolo, Fernando Reyes Matta, Nicolás Casullo entre otros grandes de la comunicación como derecho. Editorial Desco

Los laberintos de la crisis (América Latina: poder transnacional y comunicaciones). Buenos Aires: Folios/ILET, 1985.

Un horizonte sin certezas: América Latina ante la Revolución Científico-Técnica. Buenos Aires: Puntosur/Ilet, 1987.

Los silencios y las voces en América Latina: notas sobre el pensamiento nacional y popular. Buenos Aires: Colihue, 1993.

Alcira conoció el exilio en 1976 cuando aconteció el golpe genocida de 1976. Se exilió en México en donde trabajó en el Instituto Latinoamericano de Estudios Trasnacionales (ILET). Fue una asesora clave para Gabriel García Márquez y para Juan Somavía cuando estos participan de la convocatoria de la Unesco para debatir la Comunicación como derecho en el mundo. Todas y todos recordamos que ese trabajo se llamó el Informe Mac Bride, o también Nuevo orden Mundial de la Información y de las comunicaciones.

Tres recuerdos imborrables: uno es cuando me tocó editar el cuadernillo del pensamiento nacional que formó parte de los módulos del Curso Internacional en Educación para la Comunicación del Centro de Comunicación Educativa La Crujía en 1993. La humildad de entre aprenderse con una joven veinteañera que la miraba con admiración en su casa trabajando a su lado, no se borrará nunca. Otro, el día que nos explicó a un grupo de educadoras y educadores populares de la Argentina cuál era para ella una de las experiencias más fuertes de comunicación popular que conozca: “…sin duda compañeros, las cintas, las cartas y luego los cassettes que mandaba el general durante la resistencia peronista… Esas eran las comunicaciones clandestinas que nos formaron a nosotros”. Y otro recuerdo, es el día que aceptó compartir con la misma humildad de toda su vida la mesa central del Primer Congreso Internacional de Comunicación Popular y II Congreso de Comunicación y Ciencias Sociales COMCIS en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social en 2014, donde se discutió el rumbo intelectual de la Comunicación Popular Latinoamericana. Para alivio de todas y todos los militantes, ella no hablaba de la historia de los libros escritos sino de las militancias que los produjeron.
A ella, nuestra Alcira, la Canción de Leopoldo Marechal:
Canción
El Río de tu Sueño cantará el abecedario del agua.
Tendrá árboles, como llamas verdes
chisporroteando alondras;
y altos bambúes cazarán el girasol de las lunas
en el Río de tus Sueños que sólo tu remontas.

El alba será un loto que perfuma
la muerte de tus noches;
de picotear estrellas estarán ebrios tus pájaro-moscas.

Habrá remanso y un polen que hace dormir al viento
en el Río de tu Sueño que sólo tu remontas.

Con mi remo al hombro he visto zarpar cien días.

Mis hermanos pelarán la fruta del mundo, la más roja…

Con mi remo inútil, a lo largo de las noches,
busco el Río de tu Sueño que sólo tu remontas.
*Directora de la Tecnicatura en Comunicación Popular de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la UNLP.
Fue una de las "pensadoras más lúcidas del campo popular"
Funcionarios y dirigentes políticos despidieron este domingo a la ex diputada Alcira Argumedo, y en horas de la noche, fue el presidente Alberto Fernández quien expresó unas sentidas palabras a través de las redes sociales.

"Lamento profundamente el fallecimiento de Alcira Argumedo, su intelecto, brillantez y compromiso por una patria justa han dejado un inmenso legado. Se fue una enorme mujer que guardaremos por siempre en la memoria. Acompaño a sus seres queridos en este momento", escribió el mandatario.

"Me acabo de enterar que falleció Alcira Argumedo, mujer valiosa, militante de siempre e incansable luchadora de ideas. Se hicieron buenos compañeros con Máximo en la Cámara de Diputados. Mis condolencias a sus familiares y amigos", expresó Cristina Kirchner.

"Compartí con Alcira Argumedo muchos años de trabajo en Diputados. Fue un lujo para el Congreso. Inteligente, lúcida, noble. Siempre del lado del pueblo. Actualmente integraba el Consejo Nacional de Asuntos Relativos a Malvinas. La vamos a extrañar. Un abrazo a sus afectos", publicó en sus redes sociales el canciller Felipe Solá.

Por su parte, el ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, señaló que la muerte de Argumedo ocasiona una "gran tristeza".

"La admiré por su inteligencia y compromiso. Nos deja un legado muy importante en la defensa de los intereses nacionales y el pensamiento latinoamericano. Mis condolencias a sus familiares y amigos", añadió.

"Cuanta tristeza me da esta noticia. Tuve la suerte de tenerla de profesora. Hoy nuestro país pierde a una gran persona, intelectual y luchadora incansable por nuestra soberanía", expresó desde Twitter el subsecretario de Políticas de Integración y Formación de la Secretaría de Economía Social y referente de Somos Barrios de Pie, Daniel Menéndez.

Por su parte, el gobernador de La Pampa, Sergio Ziliotto, expresó: "Haber compartido con Alcira Argumedo la Cámara de Diputados me permitió valorar su enorme e inclaudicable defensa de la identidad y el patrimonio nacional. Mi acompañamiento y respeto a sus seres queridos".

En tanto, la ministra de Gobierno bonaerense, Teresa García, definió a Argumedo como una "hermosa mujer, inteligente, aguda y valiente. Buena compañera. Pero por sobre todo una maravillosa persona. Te vamos a recordar como una de las mejores".

El senador Jorge Taiana, a su turno, publicó: "Enorme tristeza. Querida Alcira, siempre admiramos tu talento, tu compromiso y tu ejemplo de vida. Fuiste una de mis primeras profesoras y creo haber aprendido mucho de vos. Ya empezamos a extrañarte".

A la vez, el ministro de Desarrollo Humano bonaerense, Andrés "Cuervo" Larroque, consideró que "el campo nacional y popular pierde a una de sus pensadoras más lúcidas. Nuestras condolencias a sus familiares y seres queridos".

En tanto, la senadora del Frente de Todos Anabel Fernández Sagasti afirmó que Argumedo "siempre nos enseñó la fuerza y la firmeza en la defensa de los intereses nacionales".

La vicegobernadora de Santa Fe, Alejandra Rodenas, expresó a su vez: "A los que la conocimos por la fortaleza de su voz en la resistente universidad de los 90' nos quedará grabada su reflexión crítica, su coherencia y ese fino sentir desde la sociología. Que descanses en paz Alcira. Nos unía, además, tu Rosario natal y parte de la familia".

Por su parte, la ministra de Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual, Estela Díaz, se refirió a la muerte de Argumedo como una "una gran pérdida, una admirada y querida intelectual".

El intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, expresó en tanto su "más sincero pesar por la partida de la compañera Alcira Argumedo. Una verdadera luchadora del campo nacional y popular, y una de las mentes más lúcidas de nuestro país. Una verdadera pérdida".

En tanto, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel definió a la fallecida intelectual como una "compañera, profesora, diputada, amiga, gran y valiente pensadora. No te has ido, has dejado un ejemplo de lucha y amistad que quedará por siempre".

En tanto, el dirigente social Luis D'Elía publicó en Twitter: "Cuánto dolor. Alcira, una faro enorme del campo popular".

"Una gran tristeza. Abrazamos a la gran compañera Alcira Argumedo y a todo su equipo. Que descanse en paz", publicó, por su parte, la diputada del Frente de Todos Cristina Álvarez Rodríguez.

Por su parte, el dirigente social Juan Grabois expresó en sus redes: "Gran tristeza por el fallecimiento de Alcira Argumedo. El mayor de los respetos a sus familiares y amigos".

A su vez, la presidenta del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, consignó en Twitter: "Se nos fue la querida Alcira Argumedo. Me quedo con su frase 'La Hidrovía es una de las venas abiertas de la Argentina', dejando en claro su posición ante la fuga que nuestro país por allí padece. Vamos a extrañar su capacidad en el debate, su pasión y su coherencia".

En tanto, el diputado lavagnista Alejandro "Topo" Rodríguez señaló que Argumedo "no abrazó la comodidad de los refugios intelectuales, aunque su pensamiento destaca en las bibliotecas. Encaró batallas dignas honrando esas ideas con blindada coherencia política, pero nunca se quedó en el tiempo. Una pérdida enorme. Queda su obra".

La exintendenta de Rosario Mónica Fein dijo sentir una "profunda tristeza" por la muerte de Argumedo, con quien compartió trabajo en la Cámara de Diputados y con quien coincidió en la "construcción de una alternativa progresista para la Argentina".

"Muy triste por la partida de Alcira Argumedo, una referente indiscutible que marcó con su legado un aporte cualitativo del pensamiento latinoamericano, nacional y popular. Mis condolencias a sus familiares y amig@s", publicó, por su parte, el jefe de la CTA Autónoma Pablo Micheli.

Esa mujer que me salvó la vida
"A los 16 años, luego de un intento de suicidio me llevaron a verla", empieza este conmovedor abrazo escrito que la cineasta le dedica a la que llamaba "madre putativa". Sabe que se publicarán muchas notas sobre su pensamiento crítico y compromiso, pero elige contar esta "pequeña anécdota" que da una idea de su dimensión humana
Por: Albertina Carri
A los 16 años, luego de un intento de suicidio me llevaron a verla. Fui con un importante malhumor porque esperaba un nuevo sermón. Ahora más de izquierda, menos severo, tal vez un poco más humano, pero sermón al fin. Alcira me preguntó si María Elisa, la tía con la que vivía en ese entonces, se portaba bien. Esa fue su entrada triunfal, me puso de su lado y me hizo su cómplice. Me reí. Siempre me preguntaban si yo me portaba bien, dando por sentado que no lo hacía. Ella dejó claro que el problema no era mi conducta. El asunto era cómo se portaban los adultos que me rodeaban. Algo que yo tenía claro y que repetía de diversas formas, pero que nadie era capaz de escuchar en aquel entonces, cuando las rémoras de la dictadura no eran aún memoria ni distancia, sino vida cotidiana, palabras soeces y castigo habilitado.

Ese mismo año mi familia de sangre me echó de todas sus casas y a mí me quedaba un año de secundario. Estaba por irme a vivir a una pensión, fantasía que había construido con las historias que circulaban sobre la juventud y la rebeldía de mi padre, pero Alcira me dijo que vaya a vivir a su casa hasta al menos terminar el colegio. Así, mi adolescencia empezó a ser menos traumática y nos quedábamos charlando, fumando y tomando café durante horas. Aprendí que Roberto era un pensador brillante y Ana María una mujer bravísima. Que Roberto nunca hubiese soportado irse del país y dejar en banda a las personas que dependían de él. Que mamá estaba más asustada pero que nunca hubiera podido dejarlo a él a gamba.

Que la militancia armada fue una consecuencia de 18 años de proscripción. Que era un aire de época y que sus ejemplos eran el Che y la revolución cubana. Que no se aguantaba más tanta política cipaya y tanto hambre para el pueblo. Que a mis dos años ella me hacía bailar al ritmo de “yo no soy leninista, yo no soy leninista y que le voy a hacer“, y que a mi padre se le desviaba el ojo de la bronca que le daba. Que hicieron un viaje a Chile para ver la experiencia de Allende y que mi madre se la pasó con vértigo y con asma. Que Perón no los había traicionado y ahí era cuando peleábamos y me contaba alguna historia sobre los chinos y cómo se organizaban, para que saliéramos del embrollo del peronismo. Siempre trayendo quilombos.

Alcira tenía dos hijos dos años menores que yo. De un día para el otro yo tuve dos hermanos más chicos, unos adolescentes peleones que cada tanto hablaban en mejicano y se amaban entre ellos con locura. Vivimos los cuatro juntos durante tres años. Cuando terminé el secundario me dijo que no me fuera, también habló con uno de mis tíos y le aclaró que ella estaría a cargo de mi manutención pero que él se ocupe de comprarnos una casa a cada una de nosotras. A mis dos hermanas que ya eran grandes, y a mí que estaba empezando a despuntar autonomía. Hasta aquel momento mi abuela y ese tío nos habían mantenido a las tres a través de mensualidades que entregaban a quienes fuera que estuvieran a cargo de nosotras. Así fuimos pasando de casa en casa, según las necesidades económicas de cada familia. Y aquí venía esta mujer de voz ronca y humor ácido a dar un batacazo en nuestro destino. No todo se trata de guita, éstas chicas necesitan amor y un lugar dónde estar.

Alcira reconstruyó la confianza, el lazo primordial para no querer morir.

Después de esos años, seguimos tomando café por horas, cada vez que a mí la vida se me hacía aciaga o la confusión del presente me arrasaba. Me encantaban nuestras charlas largas y nuestras escandalosas presentaciones frente a los otros cuando la llamaba mi mamá putativa, siempre repitiendo en sorna puta-tiva un par de veces. Un chiste nuestro que solo nos hacía reír a ella y a mí. Ella me decía Soberbi y yo le decía Argu, la mula. Entre la terquedad y la soberbia construimos un fuerte de amor y bromas pesadas. Le encantaba decir que si seguía haciendo películas porno ella iba a tener que ir con pasamontañas a los estrenos. Pero me prestaba plata para producirlas. Todo lo que llegaba de Alcira era un estímulo de vida, un apoyo a los sin-razones para seguir. Anoche mismo, cuando el duelo final estaba suspendido por esas pocas horas que habían vaticinado hasta la despedida, se despertó del sueño de la morfina y gritó ¡Viva Perón! creyendo que estaba del otro lado. Me regaló la última carcajada.

Me enseñó a querer a esos jóvenes militantes que habían sido mis padres y me enseñó a darle una vuelta de humor a la impotencia y a la injusticia. Supongo que en estos días surgirán muchos escritos sobre su militancia y su incorruptible ética. Sobre su pensamiento crítico, su lucidez y su brillante oratoria. Pero para mí, hoy es importante contar esta pequeña anécdota sobre su paso en esta tierra. Porque esa dimensión humana es una de las potencias vitales que hacen de la muerte un imposible. Es una obviedad decir que ella vivirá en su hijo, mi hermano Juan Pablo, en mis hermanas Andrea y Paula, en sus nietos Brunito, Furito, Joaquín y Mateo, en mí y en todas las personas que la amamos.

Pero lo que hace imposible su muerte es esa vida de ejemplar compromiso afectivo con los muertos y con los vivos. Con los que se fueron temprano y con los que nos quedamos acá, aún sin convicción. Porque la vida es sagrada si vale la pena vivirla y ella nos deja ese legado. Hagamos que la vida sea algo vivible para la mayor cantidad de personas posibles. Hoy mi hijo me abrazó llorando y me dijo que él también la va extrañar mucho. Yo no sé si la voy a extrañar, todavía no es eso, es más bien unas ganas de correr hasta su casa y que me haga un café batido y me explique algo de lo que me está pasando. No puedo creer que eso no sea posible, pero te juro, Argu, que voy a honrar tu legado.
*Cineasta, hija de Roberto Carri y Ana María Caruso, secuestrados y desaparecidos en 1977. Alcira Argumedo actuó junto a Analía Couceyro en su película Los Rubios.

Alcira, profesora y diputada
Por: Jorge Carpio y Horacio González
Alcira Argumedo se plantaba frente a una clase y con absoluta tranquilidad y precisión mostraba como el mundo capitalista se devoraba a sí mismo; no había salida. Pero luego de llevar la tensión al máximo --con sus estadísticas, sus mediciones en materia de inversiones, irracionalidades económicas y truculencias financieras-- venía el momento reparatorio en que los pueblos, incesantes sujetos de la historia, tomarían la historia en sus manos.

Alcira fue una socióloga incomún, amaba la serie de datos, las investigaciones donde reinaba la razón analítica, pero sus conclusiones estaban arropadas en la gran razón dialéctica. Entre el comienzo de una exposición y su final, desfilaban todo el sentimiento posible en torno a una historia ya cerrada para la justicia de millones de hombres y mujeres, y el renacimiento que de repente eclosionaba de sus labios, basado también en eventos significativos, una rebeldía aquí, una protesta del otro lado del mundo, y la Argentina, en sus reiterados ciclos políticos que podían quedar en nada, hasta que de repente el búho de minerva alzaba vuelo.

Alcira hizo una gran sociología latinoamericanista sobre basamentos hegelianos, como antes lo había hecho Gunnar Olsson, su marido, fallecido trágicamente en el exilio mexicano. Su gracia expositiva se acompañaba siempre de un entrecruzamiento de sentimientos, un mundo asfixiado por el capitalismo digital, y una redención posible encarnada por nuevas militancias que supieran a que destino mejor volcar las grandes tecnologías. Su peronismo fue una gran reflexión sobre el pueblo argentino, su vida académica fue la de una profesora didáctica y sus conclusiones que, al revés, se dejaban de rozar por un mesianismo social ensoñado. En el peronismo exploró la veta Scalabrini Ortiz, que compartía con Pino Solanas. En su latinoamericanismo, fue una estudiosa de los pueblos originarios y de la negritud.

Sus exposiciones contundentes como diputada llamaron la atención de los escépticos o de los que ya esperan poco de la política. Pocos días antes de su fallecimiento, se hallaba en una reunión para analizar el drama de Río Paraná. Severa, de austeridad en la que de repente estallaba una ironía franca y risueña, Alcira Argumedo encarnó diversos papeles existenciales, pero no es extraño observar que como diputada fue una gran profesora y como profesora fue una gran diputada.
Fuentes: RumboSur, Agencia TelAm, PáginaI12