jueves, 4 de marzo de 2021

Juan Emilio Basso Feresin (Juane Basso) 1977 - 2021

Juan Emilio Basso Feresín, Juane para todos, murió ayer cerca de la medianoche de un infarto mientras jugaba un partido de fútbol. Hay cosas que no deberían ocurrir, como esta muerte prematura. Nació el 11 de febrero de 1977, en cautiverio, con su madre María Eugenia Sain Girons detenida clandestinamente, el día después del secuestro de su padre Emilio Feresín. Juane fue un militante infatigable de HIJOS, que hizo aportes fundamentales para la construcción del espacio Juicio y Castigo de Rosario.

El miércoles a la mañana, antes de que declarara en la causa Klotzman su amiga y compañera de militancia Nora Pastorini, Juane --incondicional de sus compañeres-- prometió: "Viene Macri a presentar un libro. Hoy no, pero desde mañana me pongo a hablar con todo el mundo para que armemos un repudio". Su voluntad de hacer colectivamente sólo podía truncarla la muerte.

Juane era periodista, fundador del periódico El Eslabón y de la cooperativa La Masa, un motor para el crecimiento de los medios comunitarios de la ciudad. Siempre estuvo en la organización de cada actividad relacionada con los derechos humanos y en la resistencia activa al neoliberalismo.

Padre de Juana y Pedro, compañero de vida de la abogada y querellante de causas por delitos de lesa humanidad Nadia Schujman, la tempranísima muerte de Juane deja un vacío inconmensurable para su familia y para las legiones de personas que compartieron sus luchas. La frase para despedirlo es "Hasta la victoria, siempre", pero se hace insoportable, porque él hará falta por acá para construirla.

Juane fue un activo militante por las causas de Derechos Humanos y la lucha por Memoria, Verdad y Justicia. En las redes organizaciones, amigos, amigas y militantes se convocaron a tratar de seguir su lucha, su compromiso y su ejemplo.

¡Hasta la victoria siempre compañero Juane Basso!
El Sindicato de Prensa Rosario despide con infinita tristeza al compañero Juane Basso Feresein, referente de Hijos Rosario, militante de los derechos humanos, del campo nacional y la Patria Grande. Periodista del semanario El Eslabón y el portal Redacción Rosario, medios de la Cooperativa La Masa. Y abraza a su familia, a sus compañerxs y amigxs.

Juane falleció a los 44 años, este miércoles 3 de marzo por la noche, tras sufrir una descompensación mientras jugaba al fútbol. Nació el 11 de febrero de 1977. En octubre pasado, para una convocatoria de Abuelas, escribió sobre su identidad: “Apenas nací, en la UP 6 de Paraná me anotaron con el apellido de mi vieja, María Eugenia Saint Girons. A los 9 incorporé el apellido de mi viejo adoptivo, Hugo Basso. Hace 10 logré obtener el de mi padre biológico, Emilio Feresin, desaparecido por los genocidas. Me dicen Juane”.
Sindicato de Prensa Rosario
A Juane

Como hicimos frente ante el dolor que sufrimos durante la dictadura? Como hicimos para seguir los quedamos con vida, aunque hecha jirones a veces.

Aprendimos a sobrevivir, eso fue, sobrevivir.

Pero ya estamos muy golpeados, demasiado cansados de tanta perdida. Entonces, veamos, es demasiado injusto que tengamos que despedirnos de nuestros hijos. ¡Nuestros Hijos!

A ver Juane, no nos bancamos tu partida. ES demasiado querido hermano.

Quien nos va a organizar, tener la palabra justa, la idea innovadora, el camino a seguir día a día, vos casi el más joven de nosotros. El más lucido con una palabra adecuada frente a tanta locura ambiente.

Y se te ocurre irte así nomás!, sin dejarnos arreglado por ejemplo que es lo más adecuado para recordar el próximo 24 de marzo por ejemplo, entre tantas cosas. No está bien Juane. Como te imaginas que vamos a juntar los pedazos en que se convirtió el alma al saber que ya no estás?

Demasiada crueldad esta realidad que vivimos.

Ayer despedimos a otro compañero Jorge Watts, de Buenos Aires, es que en estos tiempos malditos el universo se pone de acuerdo en maltratarnos más?

Lo único que si sé es que hoy amanecimos más huérfanos.

Hasta la victoria siempre querido Juane!

Ah por la dudas nos seguimos encontrando en La Toma
Ante el fallecimiento de Juane Basso

Desde la Coordinadora Antirrepresiva Rosario queremos hacer llegar a su familia, a los compañeros de Hijos y a todos sus compañeros de militancia nuestra solidaridad y acompañamiento en estos momentos de dolor.

Juane militó consecuentemente desde sus convicciones impulsando diversas iniciativas para lograr el juicio y castigo de los militares, empresarios y miembros de la iglesia responsables directos del terrorismo de estado y de los crímenes que aún, en la mayoría de los casos permanecen impunes. Sus propios padres fueron desaparecidos en esos años, en donde el odio y la furia de la burguesía aliada al imperialismo se descargó contra los militantes y los sectores obreros y populares que luchaban por los cambios de fondo en nuestro País, con la mirada puesta en una sociedad sin explotados, hambre y miseria para la inmensa mayoría de nuestro pueblo.

Juane deja un vacío que la continuidad de nuestras luchas deberá cubrir porque No olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos.

Juane, Hasta la Victoria Siempre.
Coordinadora Antirrepresiva Rosario

Madres de Plaza 25 de Mayo Rosario 
Qué podemos decir, tu muerte nos desgarró el alma. Siempre presente con nuestras Madres, siempre! 

Nos comprometemos a seguir en la lucha por Memoria, Verdad y Justicia con el amor y el esfuerzo con que ĺo hacías vos. Seguirás a nuestro lado.

Hasta la Victoria, querido Juane. No existen las palabras, mucho dolor, muchísimo
Abrazo a Nadia, a sus hijxs y a todos sus familiares. Abrazo a HIJOS, su lugar en el mundo.
La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua
Hará sido abril o mayo del 95 o del 96. Clase de Expresión Oral y Locución, primer año de la facultad. Recontra campechanos los locos en una Rosario que todavía ni conocíamos. Gachi Santone creo que era la profe que nos propuso contar algo que hayan leído últimamente. 

Era una clase de unas 25 personas, amontonadas en un saloncito. Si no me equivoco era los jueves de 8 a 11 hs. Alguien contó un libro que había leído hacía poco tiempo, más con la intención de presentarse como un gran lector que otra cosa, y en tres minutos resumió con introducción, nudo y desenlace la novela pedorra. 

¿Quién más se anima?, preguntó la profe. Yo justo acababa de terminar un libro de Jorge Amado que me voló la peluca, pero me moría de vergüenza antes de levantar la mano. Se fumaba en el aula. Bastante. Desde el fondo, un pelilargo, medio gringazo, todo despeinado, desarreglado, largo y con cara de dormido levanta la mano, salvando de un incómodo silencio a la clase. 

“Yo puedo contar sobre el libro, La Muerte y la Muerte de Quinca Berros Dágua”, dijo el Juane desde el fondo del saloncito. ¿Cómo se llama el libro?, preguntó la profe. Y las siguientes dos horas de la clase sólo hablamos de eso. De la muerte (en realidad, de las muertes) y de esa muerte en particular, la de Quincas. Lloramos de risa toda la clase, porque los “hilos narrativos” que elegía el Juane no siempre eran los que estábamos acostumbrados a utilizar para resumir una historia. 

La siguiente clase requería de armar grupos de dos o tres personas. Salimos de esa clase, pasillo de la planta baja de la facu o del primer piso, del ala que da para el lado del río. Hola, cómo va. Bien che. Soy Matías. Soy Juane, de Rufino. 

Hicimos grupo, arrancamos los mejores y más impensados proyectos. Preparamos y rendimos juntos no se cuántas materias. Algunas bien y otra mal (Semiótica, con Tomás labrador, por ejemplo). Militamos en Hijos. Su primera reunión fue un encuentro en la casa/escuela de Mariano Acosta, donde había juntada para hacer no recuerdo si empanadas, ravioles, o qué, para vender y juntar fondos para financiar las primeras actividades de Hijos Rosario. 

Los primeros escraches a Lo Fiego, Ibarra y Moore. “Rosario, cuna de grande Torturadores”. La marcha a 20 años del Golpe Genocida. Semejante experiencia para vivirla a los 19 años.

Tuvimos infinitas noches de guitarreadas con Hijos, en el 3° A, de calle 3 de Febrero y Maipú, donde vivíamos con mi hermana, la Vero Almeida. Entonces cantamos también sin saberlo, a la muerte. La “gallega”, Paulina Tovo, nos había hecho conocer a Alber Pla, y no podíamos dejar de cantar ese tema, La Dama de la Guadaña. Horas y horas pasaron mientras fumábamos, cantábamos. Hasta el Edu Tonioli intentaba cantar, pero sabía de sus limitaciones, especialmente con el género musical que nosotros preferíamos. ¡Nos disfrazábamos! Ya había salido el disco Silvio y estábamos escuchando Rodríguez. Después Domínguez. Y meta que meta con Caballo Místico (que el final se prestaba para hacerla eterna), Abracadabra, Compañera, Y Mariana. Cantábamos. Gritábamos.

También pasmos momentos irreproducibles en el 9 A de Sarmiento al 400, Sarmiento y Tucumán. Un departamento sin horarios. Con Loly Araya y Barby Peters, con Flor Garat, Vero y Fede Garat, José Sopapita, Gerardo Carucha Fernández, la Tana Josefina González, Diego y Claudia Ponce de León. Fuaaaa… Qué lindo era que llegara en final de las reuniones de Hijos los viernes a la noche, ideal para “hacer algo” después…

La militancia en Hijos, la vida universitaria, el Pampillón y la disputa por el sentido de la producción de conocimiento científico estaban en todas las charlas. Entendíamos que la lucha en el plano de las ideas era lo que le daba sentido al bodrio que estábamos estudiando como carrera universitaria. “Dominación es coerción acorazada de consenso, debatíamos. Cómo es posible la construcción de ese consenso y qué papel tiene la comunicación, en tanto escenario de disputa por diferentes sentidos del orden social”, discutíamos. 

Un poco como consecuencia de esto, gracias a la convocatoria de Julián Lafuente, el 2 de septiembre de 1999 pusimos en la calle el número cero de El Eslabón, de la cadena informativa. Con el “Pecos” Jerónimo Principano, el Rodri Miró. Los cinco del autodenominado Grupo Editor, pero que ya tenía una banda de comunicólogos capísimos: el Javi García Alfaro, el Yayo Daniel Ekdesman, Alfredo Montenegro, Carlitos Del Frade (hay que reconocerlo, era un mar de huevos esa redacción). La primera campaña de afiches tenía la pregunta, “¿Y vos qué lees?”. Y Juane se devoraba los libros. Y sabía de La muerte y la muerte de Quincas Berro Dágua, que casualmente, leímos ese mismo año que nos conocimos.
Matías Ayastuy
Multisectorial Contra La Violencia Institucional

Desde la Multisectorial Contra la Violencia Institucional expresamos nuestro profundo dolor ante la muerte de Juan Emilio Basso Feresín, nuestro querido Juane, un referente imprescindible para nuestra generación.

Como organización joven en el campo de los Derechos Humanos de la ciudad extrañaremos a Juane como cada militante popular y le estaremos siempre agradecides por su calidez, la generosidad, la convicción y fuerza con la que nos abrazó como organización y, en especial, a les familiares y víctimas de violencia institucional.

Un fraternal abrazo para su familia, amigues y compañeres.
Boletin enREDando

No encontramos palabras porque la despedida es tan injusta y dolorosa. Falleció Juane Basso, el compañero que defendía esa otra manera de entender y hacer periodismo sin patrón, cooperativo y autogestivo. Juane le puso el cuerpo a esa tarea titánica de autogestionar un medio y nos enseñó a tantxs que el camino era ese. Referente imprescindible de Hijos Rosario y de toda la lucha por los derechos humanos. Un militante y compañero enorme.

Gracias siempre por la generosidad Juane, y por la ternura. Gracias por el compromiso. Por la militancia, por nunca bajar los brazos. Por el aliento, por el respeto. Por la confianza y las puertas que siempre abriste y nos abriste. Por hacer de este país un lugar más justo, con Memoria y con Verdad. 
Fuiste un imprescindible en esa lucha.

No queremos despedirte Juane.

No podemos hacerlo compañero.

Seguís estando acá, en cada marcha. En las paginas del Eslabón, en las noticias piratas de los sábados. 

En la ronda junto a las Madres. En los juicios contra los genocidas. En cada cumple de Enredando donde siempre estabas para acompañar.

Abrazamos a su familia y a su compañera Nadia, a todxs sus hermanxs de Hijos y a lxs amigos de La Masa.

El dolor es infinito.

Y... es realmente insoportable
Foto: Franco Trovato Fuoco
Por: Tamara Smerling
Los dos teníamos 17 años. Empezábamos la Facultad, queriendo cambiar el mundo o el periodismo, no sé bien, a mediados de los años 90, cuando afuera estaba “esa patria de lo inaccesible / en este tiempo olvidado de Dios”. Fui a diferentes reuniones de la agrupación HIJOS, cuando se empezó a formar, en la casita de los ciegos, cerca del Parque Independencia. Era la época de “Tiempo Nuevo” y la polémica por los Reggiardo Tolosa. Después fue el Pampillón y la pelea con la Franja Morada. Él andaba con el pelo largo, todo desaliñado, llegaba de Rufino. Estudiamos juntos varias materias, en la planta alta de la casa de mi querida amiga Agustina Foster Ferrer, que era nuestro refugio bajo el ala de Mara.

En segundo año nos tocó una suave: creo que eran Hegel, Marx y Durkheim. Nosotras, como locas, nos pasamos meses subrayando los apuntes, mate tras mate hasta quedar verdes. Matías Ayastuy rasgaba algún acorde, Jerónimo Principiano dando vueltas }siempre inquieto y el Juane, el Juane, siempre tirado en un sillón, como colgado de una palmera. Era, después, el único que se sacaba 10. Los demás, a duras penas, llegábamos al aprobado. Es que escuchaba y absorbía, como una esponja, lo que a nosotros nos costaba decenas de trasnoches de estudio.

Tuvo una vida difícil, tanta pérdidas, en pocos años. Me acuerdo todavía la de su mamá, la desolación, el desarraigo. Sin embargo, no perdía la dulzura, ni la inteligencia, ni su sonrisa. Las ganas de pelear, los escraches a genocidas, la justicia ante todo.

Tengo dos mil imágenes en mi cabeza.

Después fue El Eslabón, donde me sumé a colaborar desde el principio, cuando todo lo demás, en los medios de Rosario, era un páramo. Fue un espacio de resistencia, donde escribir lo que no nos dejaban en otro lado. Estaban mi querido profesor Alfredo Montenegro a quien conocimos en primer o segundo año, cuando escribí un texto ¡sobre el anarquismo!, y entonces el jefe en la cátedra donde me sumé a trabajar encantada. Y mi admirado Carlos del Frade. Se convirtió en una voz propia, donde siguieron muchos amigos y amigas, ahora casi 20 años después en La Cooperativa La Masa y en Redacción Rosario.

Me insistió siempre que escribiera un único libro, que todavía no está pero ofreció a ayudarme a terminarlo. Llevaba años sin verlo. Me lo volví a encontrar acá, a cuatro cuadras de mi casa, en Semana Santa, en algún paseo con la familia hermosa que había formado. Nos abrazamos como si nos hubiéramos visto ayer: “¿Qué hacés por mi barrio, loco?”, le dije entonces, cuando lo vi caminar con ese paso tranquilo hacia mi encuentro, y nos reímos.

Ayer lo soñé, como queriendo volver a tener veinte años.

Paula Contino, Secretaria Área de Derechos Humanos - Universidad Nacional de Rosario:
Estas breves líneas no tienen otra pretensión que convertirse en un abrazo sin fin frente a tu partida. Tus compañeras y compañeros de la Cooperativa La Masa ya lo dijeron:  “Vos, Juane, solo fuiste, sos, el mejor de los nuestros”. Y  así, las voces y las imágenes se multiplican para exorcizar tanta ausencia, tanto  desconcierto  y  desde el dolor de los cuerpos rotos, te recuerdan y agradecen tu profundo  camino como militante,  periodista, querellante y como sobreviviente, también; según tus propias palabras.

Sin dudas, la memoria de la política y la memoria de la ternura guardarán tu vida para seguir inspirando las luchas que faltan, las líneas que hay que escribir, y las plazas que hay que llenar con esa "ardiente paciencia", que persigue la Justicia de los derechos humanos en su sentido más profundo y vital.

Entre los lugares que habitaste, nuestra universidad, tu universidad,  te siente y, como tantos y tantas, se niega a despedirte. Porque tu presencia íntegra  “arderá en la memoria hasta que el mundo sea como lo imaginamos”

Gracias de a miles Juan Emilio Basso Feresin

Abrazos que rodean  para tu compañera Nadia,  tus hijxs y tus cumpas de Hijxs y de la Cooperativa La Masa 

Vas a estar acá a cada paso
Por: Kurt Lutman
Anoche ya estaba dormido y mi hijo me despertó con tu noticia. Ingrid desde el telefono lloraba a los gritos.

Quedar sentado inmóvil. Quedar de cara.

¿Qué se hace ante esto?

Nada. Encima eso. Nada.

Yo te voy a recordar en recuerdos.

Caminamos por el parque del monumento los dos. Es 1998. Yo recién entro a H.I.J.O.S. Vos acompañas esos pasos.

Vemos un picado enorme de pibes desconocidos. Juegan, gritan y se putean.

-¿Podemos entrar uno para cada uno?- preguntas a los gritos.

-Que haces boludo, estas loco?- Te digo. No conocemos a nadie. Son desconocidos. Insisto.

-Son compañeros-. Me devolvés con una sonrisa y te zambullís al juego con tus zapatillas dos números mas grandes.

La primer clave que me regalaste para caminar y entender la construcción política fue esa. Todos son compañeros. De allá hasta allá. Bien amplio. Todos.
 
Menos ese puñado histórico de angurrientos que se quieren quedar con el sueño de las mayorías.

A donde vas salamín. No te das cuenta que vas a estar acá a cada paso.
Por estos días quise fijar algunos recuerdos, como quien intenta retener un chorrito de agua que se escurre. El Emi publicó esta foto y traté de linkearla con algún episodio feliz. Lo primero que hice fue tratar de reconstruir mentalmente todos y cada uno de los momentos de la caravana a Avellaneda: la ruta, el asado, la platea local, los minutos de espera, el estallido, el Obelisco, la vuelta. Pero como si fueran fragmentos de historias de instagram que se pasan rápido, sistemáticamente la cabeza me llevó a una noche de fines de los '90: partido televisado con River, ambos peleábamos el campeonato. Me fui corriendo de la facultad para llegar a tiempo a tu casa de calle Urquiza. Seguramente comimos fideos con aceite, o arroz con mayonesa, o galletitas con mayonesa, o galletitas con paté. Supongo que estaba Sopapita, que por entonces estaba re instalado en tu casa. Vimos el partido en ese televisor que tenías agarrado a la pared con un soporte. Aguantamos los 90 minutos metidos bien atrás, hasta que en el enésimo córner en contra, Trotta enganchó la pelota con una media chilena de esas que los relatores suelen caracterizar como "de otro partido", y nos embocó. Tengo un difuso recuerdo de mi reacción: puteadas, piñas contra las paredes, etc. Se nos escapaba el campeonato. Vos te sentaste en el sillón y te quedaste mirando el suelo, aparentemente derrotado. Pasados unos 10 minutos de terminado el partido, te paraste, apagaste el televisor, me palmeaste la espalda (yo seguía como loco), y me dijiste con lógica matemática y templanza oriental: "No pasa nada loco, nos llevan tres puntos y quedan seis en juego, hay que ganar los dos partidos que vienen". Por supuesto que nada de eso pasó, pero esa noche me tranquilicé. Al que no pude perdonar nunca es al mala leche de Roberto Trotta, que lo gritó como si fuera el gol del campeonato.
Eduardo Toniolli

Lo que vos harías 
Tu compañera Nadia, tu hija Juana, tu hijo Pedro. Nadie más que ellos saben cuánto querías todo lo que hacías, cuánto corazón y huevo le ponías a cada latido de tu vida. Con vos al lado, ¿miedo a qué? 
Ahora es sin vos. 

A ver, es cierto que siempre vas a estar, sí. Que aprendimos con vos que lo único que hace morir es el olvido. Que la vida no es vida sin vivir por la memoria, por la verdad, por la justicia.

Pero la verdad, loco, es que ya te extrañamos mucho. Que te estamos llorando. Y que lo único que nos sostiene acá meta tecla es un ejercicio que empezamos a hacer apenas nos fuimos enterando de tu partida. ¿Qué hubieras hecho vos si estuvieras acá y cualquiera de nosotros o nosotras allá? 

Hubieras llorado, claro. Y mucho. Pero sin que nadie te vea, para adentro. Y al toque hubieras salido a consolar a los que estaban peor que vos, a organizar todo lo que hubiera que organizar para que una muerte siga siendo parte de la vida. 

Y después hubieras dicho que ya, que no hay que caerse, que hay que hacer El Eslabón. Que el mejor homenaje al compañero de ruta es seguir la ruta. 

Y hubieras llorado para adentro, sin que nadie te vea, porque cuando te veíamos, nunca eras vos primero. Nunca vos el más triste, nunca vos el más feliz. Vos, Juane, solo fuiste, sos, el mejor de los nuestros.
Redacción Rosario

Una de dos
Por: Luciano Couso
Mientras estamos en el velatorio, un compañero me dice: “Hay dos cosas que Juane nunca nos perdonaría”. Lo miro expectante, el compañero responde sin que le pregunte cuáles son: “Una es que no hagamos este número de El Eslabón. La otra es que él sea la tapa”.

Rotos por el dolor, atravesados por la sorpresa, incrédulos todavía sobre lo ocurrido hace apenas doce horas en una canchita de fútbol 5, se decide en la vereda de la casa de servicios fúnebres que complaceremos el primero de los deseos que, interpretamos unívocamente, tendría Juane: no permitiremos que la pena nos paralice, la cadena informativa no puede detenerse tras el repentino desprendimiento de este eslabón imprescindible, irreparablemente esencial, tanto en su extensión como en su funcionamiento.

Mientras escurrimos lágrimas, entonces, nos ponemos a hacer una edición urgente del semanario de papel que Juane fundó en 1999 junto a un grupo de estudiantes de Comunicación Social, bajo el halo magnético de la obra de Rodolfo Walsh.

La segunda voluntad de nuestro hermano la incumpliremos con un argumento periodístico: es noticia. Y desde hace más de 20 años hacemos un periódico culpa –entre otros- suya, que nos metió en esto. Que nos señaló con su ejemplo el camino en el que se confunden amablemente el “ejercicio de la profesión” –históricamente ligado a una práctica liberal- con la militancia popular, la denuncia de los horribles, el reclamo por Memoria, Verdad y Justicia, la resistencia al neoliberalismo.

El mundo es peor sin el bebé que hace 44 años nació en cautiverio y fue anotado como Juan Emilio Saint Girons, luego se convirtió en Juan Emilio Basso al ser adoptado por Hugo, para finalmente ser todo eso más Feresín, el apellido de su padre biológico, secuestrado por la dictadura un día antes de su alumbramiento en un cuartel militar de la provincia de Entre Ríos.

El mundo es mucho más feo sin Juane, aun cuando buena parte de la población mundial no lo sepa. Los que lo conocemos no lo dudamos: se fue de viaje –y perdón por el lugar común- un tipo imprescindible, notable, amigazo, noble, porfiado, corajudo, militante sin descanso, compañero, inteligente, sencillo, admirable, éticamente intachable, medio croto –aunque entusiasta- para jugar al fútbol. ¿Adónde se consigue alguien así?

Nos expuso ante el absurdo de la existencia un tipo afectado desde el parto por la peor tragedia planificada de la Argentina, que convirtió ese dolor originario en una incansable voluntad militante por Justicia, sin olvido ni perdón, pero también sin revanchismo ni venganzas personales.

A los verdugos de su historia –que es la historia del país-, Juane los llamaba con el preciso adjetivo de vendepatria, penosamente caído en desuso cuando más imperioso es. Fueron eso, esbirros de los entregadores y saqueadores cuyo castigo penal es más difícil de lograr.

Si Juane no nos perdonaría lo que de todos modos vamos a hacer, es porque su práctica político-vital transcurrió en lo difuso de lo masivo, por abajo, tejiendo y armando, juntando pedazos, convencido junto a Héctor Oesterheld de que el único héroe posible es el héroe colectivo.

Perdón hermano, con tu ejemplo te ganaste la tapa.

Se nos van, de repente 
Te levantas y ya no están

Donde buscarlos?

Si agotaron las energías vitales en una lucha desigual

Donde están los que se mueren?

Quienes eligen una vida solos, los que creen en el liberalismo, mueren solos, en la intimidad edipica familiar. 

Pero están los otros, los que tienen una visión militante, una vida al servicio de hacer una sociedad mejor, miles de afectos productos de marchar juntos, de juntarse a hacer banderas, viajar a otras ciudades y arrancar de cero mil veces, de hacer choris y tomar una birra helada. 

La meritocracia intentó hacernos creer que éramos vagos, que éramos chantas, sin embargo la historia estuvo de nuestro lado. 

Nuestros velorios son multitudes, porque generamos afectos, porque dejamos a la clase trabajadora un pequeño legado, una vida puesta al servicio de transformar esta sociedad en un lugar para todes.

Hoy se va un cumpa, acompañado por miles de cumpas más, no se va solo, se lleva un pedacito de cada uno de nosotros, y deja un pedazo de si mismo impreso en la historia de nuestro país. Hoy marchamos con vos hasta la puerta del mundo mejor que todos soñamos. 

Hasta la victoria siempre Juane querido.
Mariano Paulón

Homenaje en el Concejo Municipal de Rosario
La presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck, en el marco del acto de inicio de las sesiones ordinarias 2021, invitó al intendente, Pablo Javkin, a realizar un homenaje a Juane.

Schmuck disculpó a la vicepresidente segunda, Marina Magnani, al edil Eduardo Toniolli, y a la concejala Norma López, quien concurrieron a acompañar a los familiares del referente de Hijos en Rosario, luchador por los derechos humanos y periodista, Juan Emilio Basso Feresin, quien falleciera anoche, y por quien pidió un minuto de silencio, tras hablar de la “imperdonable muerte, como publicó un medio”. Al minuto de silencio siguieron aplausos.
Hasta que todo sea como lo soñamos, compañero!!!