lunes, 21 de septiembre de 2020

La noche en la que el periodismo se murió

Ramón Celaya señala cómo en México los periodistas han tenido que sortear "mil obstáculos" para hacer su labor, y hace un repaso de algunos de ellos
Se ataca al periodista por hacer su trabajo, por incomodar a los políticos en turno, por no alinearse a sus políticas de información, por informar sobre actos de corrupción que los involucran
Por: Ramón Celaya Gamboa, @RCelayaG
"Tuve miedo. Hoy el miedo me sirve para saber continuar y tener mayor valentía", fueron las palabras de Lydia Cacho, periodista mexicana durante una entrevista que le realizó un medio español. Las palabras desgarradoras de Lydia nos sirven para entender los múltiples riesgos que existen al ejercer el periodismo en un país como México, que se ubica en el segundo lugar a nivel mundial en homicidios de periodistas por razones laborales, cifra trágica para un país que no está en guerra.

¿Qué significa ser periodista? ¿Cuál es la esencia del periodismo? Estas interrogantes surgen cuando atestiguamos los embates desde el poder real o fáctico que se hacen contra los periodistas, amenazándolos, intimidándolos con acciones judiciales e incluso privándolos de la libertad y ejecutándolos como han hecho los grupos de la delincuencia organizada. Se ataca al periodista por hacer su trabajo, por incomodar a los políticos en turno, por no alinearse a sus políticas de información, por informar sobre actos de corrupción que los involucran, por criticar los malos actos de gobierno y, sobre todo, por evidenciar que los delincuentes están dentro y fuera del poder.

En México, desde hace décadas y hasta el día de hoy, los periodistas han tenido que sortear mil obstáculos para hacer su labor, recordemos algunos de ellos para evitar que la censura impuesta desde el poder surta efectos: Lydia Cacho, torturada y encarcelada por denunciar redes de pornografía infantil en su libro “Los Demonios del Edén”; Javier Valdez asesinado el 15 de mayo del 2017 en Culiacán, Sinaloa, por el Cártel de Sinaloa; Miroslava Breach asesinada el 23 de marzo del 2017 en Chihuahua por narcotraficantes; Jesús Blancornelas herido en un atentado el 27 de noviembre de 1997 en Tijuana, Baja California por el Cártel de Tijuana; Carmen Aristegui despedida el 4 de enero del 2008 de su programa de radio por criticar al gobierno Federal en turno (aunque nunca lo aceptó el gobierno); Carlos Loret de Mola quien dio a conocer los videos de Pío López Obrador recibiendo presuntas donaciones ilegales de David León, y después en conjunto con Víctor Trujillo en su personaje de Brozo, hicieron un spot de sátira política que incomodó y desató la ira del Presidente de la República, llamando a que transparenten sus ingresos e informen como se financia su plataforma, y por último, Enrique Krauze y Héctor Aguilar Camín, exhibidos públicamente por recibir publicidad oficial de gobiernos anteriores presuntamente de manera ilegal.

El periodismo es un halo de esperanza para quienes tienen el deseo de conocer e informarse, debe ser crítico y objetivo, debe garantizar la libertad de expresión de ellos mismos y de quienes no tienen la oportunidad de levantar la voz, deber ser valiente y combativo, debe informar hechos delicados pero siempre con fuentes verificadas, debe denunciar a la opinión pública hechos delictuosos ya que su profesión los convierte en testigos involuntarios, en resumen, el periodismo nunca debe rendirse ante los pies del gobierno, ya que no son amigos pero tampoco son enemigos.

El gobierno no debería sentirse amenazado ni considerar como una amenaza a la Seguridad Nacional el hecho de que existan en México voces críticas y honestas que disientan de la línea oficial de la comunicación gubernamental, al contrario, deberían de considerar como un ejercicio democrático puro que los medios de comunicación puedan informar libremente aún cuando no sea lo que el gobierno espera, las voces discrepantes son las que enriquecen el debate público y ayudan a entender las diferentes posturas acerca de un tema, a veces en nuestra limitada visión no alcanzamos a entender, ya que la verdad no siempre la tiene el oficialismo.

Se puede estar o no de acuerdo con la postura de los periodistas, reporteros, periódicos o comunicadores, pero lo que no es válido en un sistema democrático y respetuoso del Estado de Derecho es la censura; acto propio de los regímenes dictatoriales, tampoco la descalificación del periodista, el linchamiento público o la amenaza de la investigación al amparo de la maquinaria oficial punitiva.

Según la tradición de la política mexicana, todas las noches se reúnen los titulares del gabinete de Seguridad con el Presidente de la República en turno para informarle y decidir las acciones a tomar contra las notas críticas que serán publicadas a la mañana siguiente. Al parecer, en el caso de Carlos Loret de Mola, la noche anterior a la difusión del video comprometedor del hermano del Presidente, se reunieron como habitualmente se estila para acordar lo necesario, la noche trágica, la noche en que el periodismo se murió.

Nota del editor: el autor ha laborado en dependencias de la Administración Pública; Secretaría de la Defensa Nacional, Centro de Investigación y Seguridad Nacional y Policía Federal. Es maestro en Ciencias Penales, profesor universitario, especialista en inteligencia y procesos de seguridad. Licenciado en Derecho, expositor y capacitador de diversos destacados diplomados en Juicios Orales, Mercadotecnia Política, entre otros. Actualmente se desempeña en el sector privado, cómo socio consultor en Consultoría “CMC Análisis e Inteligencia Empresarial”, empresa enfocada en la realización de auditorías y diagnósticos en seguridad, capacitación a cuerpos policiacos, diseño de equipos de seguridad patrimonial, investigaciones, entre otras.
Foto: Cuartoscuro/Isabel Mateos
Fuente: Expansión