lunes, 4 de mayo de 2020

Carlos Luis Galanternik - Tom Lupo 1945 - 2020

Tom Lupo, falleció este lunes a los 74 años, a casi cinco años de un gravísimo accidente automovilístico del cual nunca pudo recuperarse por completo
Nacido como Carlos Luis Galanternik el 22 de octubre de 1945 en la localidad chaqueña de Charata, ganó reconocimiento en la década del '80 cuando tenía su propia columna en el programa 'Submarino Amarillo' en Radio Del Plata, se destacó como psicoanalista, poeta y locutor de radio. También fue profesor universitario en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora.

En la década del 80' fue parte del recordado ciclo radial Submarino amarillo de Radio del Plata, en el que realizaba su sección: el Tom Lupo Show. Allí difundió bandas emergentes como Sumo, Soda Stereo, Los Redondos, los Ratones Paranoicos, los Fabulosos Cadillacs o los Alerta Roja.
"Soy un simple obrero del lenguaje que intenta difundir la cultura nacional"
Su seudónimo, que quedó registrado en la radiofonía, le llegó en 1982 - cuando era editor de las revistas “Twist y gritos” y “Alfonsina“-, precisamente a partir de vínculo con ese ciclo. En una nota que brindó a Miradas al Sur, Lupo contó: “Me llaman de un programa de radio que recién comenzaba, Submarino Amarillo, para hacerme un reportaje y como les caí muy bien a los productores me dijeron que les gustaría que trabajara para ellos como movilero”.
“El móvil, por entonces, era sólo para el fútbol. Y me pidieron que me pusiera un sobrenombre rockero. Dije Tom Lupo sin pensarlo. Años después, asociando, me di cuenta de un acto inconsciente: mi único escritor admirado dentro del rock era Tom Wolfe y wolf en inglés es lobo: lupo en italiano”, recordó el locutor.

También dejó su huella en FM de Radio Municipal de Buenos Aires, el programa El loco de la Colina, de Carlos de la Rúa, en Radio Uno, y Taxi en Radio Provincia de La Plata.

Publicó dos libros. Uno en 1979 titulado Palabras para la esfinge. Poesía y psicoanálisis, otro en 2004, Entre muebles y sombras. Copetes, poesías, cuentos, aforismos, graffittis y otras combinatorias. La poesía siempre estuvo en su vida. Hizo innumerables recitales y lecturas de poemas, difundiendo autores como Federico García Lorca, Juan Gelman, Raúl González Tuñón, Fernando Pessoa, Alejandra Pizarnik, Oliverio Girondo o Leopoldo Marechal, entre otros. Editó los discos En mi propia lengua y Giro hondo, sobre textos de Girondo, con la participación de León Gieco y Luis Gurevich.
También fue actor de cine y teatro, hizo televisión (condujo los programas Neosonido 2002, Agenda cultural, Volver Rock y Medios y comunicación) y fue panelista de Bendita.

Este año, su invaluable archivo sonoro fue presentado por León Gieco en el programa Grabaciones encontradas por Radio Nacional. Entre ese material, una entrevista inédita que Tom Lupo le hizo a Luca Prodan en 1987.

En junio de 2015 mientras volvía a su casa tras salir de un programa de radio, fue víctima de un siniestro vial que le dejó graves secuelas.

El Poeta
Pablo Temes
Por: Enrique Symns
Pistocchi era el único más grande que yo de toda la camada. Y después de mi segura el poeta Tom Lupo, que también forma parte del panteón porque está vivo, pero de una manera muy difícil de decretar como vida. Tuvo un accidente de auto. Después de eso quedó un semihombre sin pensamiento, sin palabra, sin movimiento. La única información la da su mujer, Marina, porque él no ve a nadie más.

A Tom y Marina no los presenté porque ya se conocían, pero los empujé a que tuvieran ese romance que cambió la vida de Tom para siempre. Él huía de las parejas, aunque había tenido unas minas alucinantes una le rompió el auto con una maza, era una chica hermosa; otra era alumna de Castaneda. Y cuando lo conocí, en los ochenta, estaba casado con la mujer más rica de Buenos Aires. En ese momento, plena primavera alfonsinista, él hacía una revista que se llamaba Banana, una boludez total que le gustaba a la gente, y otra que se llamaba Alfonsina, demasiado seria, guiada por María Moreno. Y a la vez tenía una vida de millonario. Con esa mujer habían adoptado un chico con síndrome de Down que era un encanto. Yo lo quería mucho- lo sacaba a pasear a la noche, lo llevaba a bailar, lo llevaba de putas cuando ya tenía catorce o quince años.

Pero todo terminó cuando Tom le metió los cuernos a su mujer. Para qué engañar a una mina como esa: lo maldijo. Se le acabaron los millones. Él viajaba por todo el mundo, hasta tenía yate. Pero perdió todo porque era apocalípticamente erótico. Cogía todas las noches, le chupaban la pija todas las noches de su vida. Hasta que no terminaba con la pija en la boca de una mujer no se retiraba.

Además, actuaba, recitaba. Fuimos enemigos un tiempo, pero después nos hicimos grandes amigos Como siempre, las amistades se tejían alrededor de mi amistad principal, que eran los muchachos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. En ese grupo había dos pibes que se llamaban Barman y Robin, que eran muy conocidos -ahora uno de ellos publica novelas muy famosas-pero a mí me parecían dos boludos, y los mandé a hacer una nota para Cerdos & Peces que se llamaba «El rock y los derechos humanos». La verdad que gracias a mi revista me gané más enemigos que amigos. Este es un ejemplo: la nota se publicó antes del juicio a los militares, y todos los que hablaron quedaron mal, justificando cosas que después serian inadmisibles a tal punto que ese texto sería usado como muestra de lo que había sido el rock en la dictadura. No por nada, al final de esa nota yo decía: «Hubo desaparecidos peluqueros, estudiantes, obreros, pero no rockeros» Ni un solo rockero desapareció Y en esa nota se entendía por qué. El que peor estuvo de todos fue Miguel Abuelo, que dijo: «Fueron desaparecidos por una guerra y en una guerra siempre habrá desaparecidos, te lo pueden decir ambas facciones. Lo cierto es que cuando uno juega con fuego, lo menos que puede esperar es quemarse un poco. (...) Si bien me parece muy importante que se aclare el tema de los desaparecidos, no dejo de lado que los que hacen la guerra -desde cualquier bando= son deplorables» ¡Y lo dijo en mi revista!

Al tiempo, en una fiesta que hubo después de que pusieran una bomba en El Porteño, entré justo en el momento en que cantaba Miguel Abuelo. Cuando terminó de cantar dijo: «Llegó el puto de Symns, que es un hijo de remilputas y hay que cagarlo a trompadas».

Así que fui a saludarlo, levanté los brazos para darle un abrazo, y le partí la cara de un puñetazo que lo tiré a la mierda. Tardaron en hacerlo reaccionar, yo fui un boludo en dejarlo reaccionar. Pero se levantó, vino caminando, me dio un cabezazo y me mandó al hospital. En el hospital estaba tan loco de droga que le quería contar al enfermero lo que me había pasado y no podía contar nada Mientras tanto, en la fiesta un cadete mío al que adoro se puso su anillo, le pidió un autógrafo y le partió la cara con su anillo, en venganza por la paliza que me había dado.

No era la primera vez que tenía problemas con Miguel Abuelo En La Falda, Córdoba, cuando bajaba del escenario le tomé el pie y se rompió todo. Pistocci nos obligó a perdonarnos, a damos la mano, pero yo en realidad lo odiaba por un extraño motivo era cienciólogo. Así que tiempo después, cuando me enteré de que Miguel Abuelo estaba moribundo, me puse contento. Y cuando murió tomé champagne Me acuerdo de las veces que tomé champagne: cuando lo encanaron en Chile a Pinochet y cuando murió Miguel Abuelo.

En cambio, lo de mi amigo Tom Lupo me da una profunda congoja. Con Tom éramos muy amigos y muy enemigos. Una vez volvíamos en auto desde Cariló a buscar merca a Buenos Aires -teníamos unas hembras en la costa, en un boliche que se llamaba Hemingway- y mientras él manejaba, me dijo: «Mirá, me voy a quedar dormido, dejame dormir diez segundos y me despertas». Y así fue todo el viaje. La paradoja es que hace dos años, quizás jugando a esos juegos, un pendejo lo agarró a la salida de Canal 7, sobre la calle Libertador, y le partió el choche en dos y lo dejó metido entre los caños. Estuvieron toda la noche para sacarlo de adentro del auto. Y ahora Tom está así, sin hablar, sin memoria cercana. No es infeliz porque no puede serlo.
Tom Lupo pasión por las palabras
Psicoanalista, poeta, hombre de radio y TV, recibe a La voz de los Vecinos para contarnos acerca de sus pasiones, historias y pensamientos, siempre tomando al diálogo como un intercambio imprescindible entre las personas. 
Por: Juan Alejandro Lucero
Los caminos que ha recorrido Tom Lupo han sido muchos. Según su propia cuenta, ya ha tenido 14 oficios distintos. Es psicoanalista, poeta, trabaja en radio y televisión. también siempre está cercano al rock nacional y a todo lo que tenga que ver con nuestra cultura.

Solidariamente se brinda a los que quieran saludarlo o preguntarle algo. Hace del intercambio de palabras con los demás. Su estilo de vida. lúcido, analítico, crítico, cuando un periodista le pregunta "cual banda de rock actual ve que pueda cambiar algo", él responde que "la única banda que puede cambiar algo es la presidencial". Cuando lo consultan por cómo ve "la realidad actual", cita a Jorge Luis Borges y responde: "¿Cuál realidad, la suya o la mía?".

Cuidadoso con el uso del lenguaje, en la intimidad de uno de los camarines del Teatro la Comedia y luego de haber realizado un recital de poesía al aire libre, se dispone a dialogar con la Voz de los Vecinos. Se sorprende con alegría de que lo convoquen para leer poesía y hasta le den un programa de radio en Del Plata para que haga lo que le gusta.

La poesía siempre ha sido una de sus pasiones, y la difunde con mucho sentimiento.

Cuando eras niño, ¿te imaginabas que ibas o terminar haciendo algo de todo lo que hacés hoy?
Conscientemente tal vez no, en la familia estaba decidido que fuera médico. Sin embargo, a mí me atraía una colección de libros que había comprado mi padre, y yo a los 10 años leí "Crimen y castigo" de Fiódor Dostoyevski. Lo entendí perfectamente, lo que muestra no que yo era inteligente, sino que Dostoyevski era un gran escritor y puede llegar a un chico de 10 años como de 40. Me tragué casi toda la biblioteca, conocí autores maravillosos y, extrañamente, para los Reyes Magos yo pedía libros, o sea que habla una vocación con las letras. Me gustaba el fútbol, pero me gustaban los libros también, y en mi familia como mi viejo no había podido ser médico, había dicho que yo lo iba a ser y creí que ese era mi destino. Después entré a la Facultad de Medicina y ante el primer cadáver que vi, dije: "Esto no es lo mío". Me había gustado mucho la primera parte, de biología, neodarwinismo, la historia de la evolución, pero después cuando me rajé finalmente terminé en Psicología, porque fui siguiendo a una chica. Me puse a hablar con ella en el colectivo, la acompañé hasta la Facultad, me quedé en una clase de oyente y hablaban de algunos pensamientos de (Sigmund) Freud. Me apasionó y me metí en Psicología, pero ya desde la adolescencia lo mío fue leer poesía. Conocí a dos poetas que me torcieron un poco el destino: (Fernando) Pessoa y (Alejandra) Pizarnik.

¿Recordás algunas frases de ellos que te hayan marcado o fuego? 
De Pessoa: "Fingir es conocerse: y un poema que me asombró mucho fue "Siéntate al sol. Abdica. Y sé rey de ti mismo". Yo decía: "¡Qué increíble economía del lenguaje!". Cuando dice: "Sé rey de ti mismo: yo pensaba dónde antes se había hablado de que el otro era rey, y era en "abdica": porque sólo los reyes abdican. Aparte, el comienzo de uno de los más grandes poemas de él, "Tabaquería": que dice: "No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada. Y sin embargo tengo en mí todos los sueños del mundo". Esa frase ya tiene la ambivalencia propia de la poesía, porque no se sabe si tiene todos los sueños del mundo por su ambición, o por estar atravesado por el lenguaje no puede evitar tener todos los sueños, porque esta atravesado por el lenguaje donde ya estén incluidos todos los sueños del mundo. Y de Alejandra, por ejemplo: "Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay". "Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene". Era un lenguaje fascinante para mí.

El tercer hecho que me pasó, también fundamental, fue que hubo un profesor que entró y dijo: "Yo debería enseñarles educación democrática, pero no sirve para nada". Había un dictador de turno en esa época. "Les voy a leer literatura latinoamericana, si ustedes no me "alcahuetan" o sea si no le contábamos al director o rector del colegio- están todos aprobados". Se sentó en una tarimita y nos empezó a leer un cuento de Dalmiro Sáenz, "María La Rubia: donde el protagonista terminaba haciendo el amor con la madre, sin saberlo porque era una prostituta del sur, y pibes de 15 años nos quedamos helados con ese cuento. Ese tipo se llamaba Haroldo Conti. Ya se estaba jugando el puesto, y la vida, de algún modo. Después, como muchos sabrán, fue un desaparecido, gran escritor, pero me tocó de profesor y fue un tipo que me torció el destino seguramente. Quizá todo lo que hice después, dedicado a los jóvenes fue en devolución a él. Porque conocí a (Julio) Cortázar, (Rodolfo) Walsh, yo venía más de leer a los extranjeros y me metí en la cultura nacional, después caí en (Raúl) Scalabrini Ortíz, (Arturo) Jauretche, y comencé a amar nuestra cultura nacional.

Yo pensaba que nuestra cultura era igual que cualquier cultura del mundo, cuando era muy despreciada acá y todos estaban muy fascinados con lo de Europa y Estados Unidos.

Tom, a pesar de todas las actividades que realiza, sigue trabajando como psicoanalista. Lo hace dos veces a la semana, que es lo que puede dedicar a los pacientes para escucharlos bien. El resto del tiempo lo dedica principalmente a la radio, la poesía, la noche, la calle. Está convencido de que se es mejor psicoanalista si se adquiere cultura. Demuestra interés en los pensamientos de San Martín y de Bolívar, y satisfacción porque al mismo tiempo haya "chavismo en Venezuela, un (Rafael) Correa en Ecuador, un (Evo) Morales en Bolivia, un peronismo que se parece al primer peronismo en Argentina, un (José) Mujica en Uruguay "Realmente es increíble, después de una época en que todos eran gobiernos militares en Latinoamérica" expresa. Ya nos ha nombrado algunos de sus referentes, pero el nombre de Sigmund Freud aparece entre los que más influyeron en su vida.

En psicología ¿Freud es tu referente? 
Es el gran referente, he andado por otras escuelas, he investigado, me he metido con (Carl) Jung, escuelas americanas y vuelvo siempre a Freud. Todo me parece débil al lado de esa cabeza maravillosa, donde descubrió esa instancia de la que ya nadie puede dudar, que es el inconsciente. Claude Levi Strauss, gran antropólogo francés que con su equipo quiso recorrer todas las tribus del mundo, descubrió que en toda organización humana existe el tabú del incesto, sin embargo, en ningún lado está escrito: "Prohibido hacer el amor con la madre" ¿Y dónde está? Está en el lenguaje, en el inconsciente. Si dejas a un chico y a una chica en una isla y volvés a los 100 años y hay cultura, está el tabú del incesto. Desde la antropología se demostró que sin dudas hay una instancia que no conocemos, Freud fue el que nos abrió la cabeza de la sexualidad, de la represión, y sobre todo de la visión o noción de mundo pacifista como una utopía, el hombre es un caníbal domesticado y es hora de que lo aceptemos. Si no estuviera la amenaza de la sanción nos comeríamos unos a los otros.

¿La radio para vos es una necesidad?
Es un vicio legítimo. Yo tuve en total 14 oficios, hice la cuenta el otro día, incluido guía de turismo, cadete, director creativo en agencia de publicidad, psicólogo, etc. Pero el único que desde que entré no pude dejar, es el de la radio. Me parece todavía el medio menos alienante que deja una gran cuota a la imaginación, en la televisión ya todo está cerrado, hecho, armado, todo servido, en la radio vos tenés que poner tu cuota, y por suerte tengo gran libertad.

Si mirás hacia adelante, ¿detrás de que pasiones te ves yendo? ¿Qué caminos ves recorriendo? 
No lo sé, porque como decía mi maestro Freud, sólo se sabe después.

Soy un simple obrero del lenguaje que intenta difundir la cultura nacional
En el desaparecido semanario "Miradas al Sur", y antes de volver a salir al aire, Tom Lupo habló con Alejandra Valentini de la pasión por la radio. Salir al aire, para este psicoanalista, poeta y periodista es poner la voz. Es el prototipo del “hombre de radio”: conduce Noche tras noche (Radio Nacional), El loco de la Colina (Radio Uno) y Taxi (Radio Provincia). Oriundo de Charata, Chaco, se instaló en Buenos Aires y fue el primer movilero de rock, a través del ciclo radial Submarino Amarillo, en el que tenía la columna Tom Lupo Show. Desde allí difundió los primeros pasos de grupos que hicieron historia: Sumo, Soda Stereo, Redondos, Ratones Paranoicos, Fabulosos Cadillacs, entre otros. Siempre se destacó por su amor a la cultura y a la identidad nacional y se sigue definiendo como un obrero, un “hijo putativo del lenguaje”

¿Dónde nace el seudónimo de Tom Lupo?
En 1982 estaba editando dos revistas: Twist y gritos, para jóvenes, y otra para mujeres que se llamaba Alfonsina. Entonces, me llaman de un programa de radio que recién comenzaba, Submarino Amarillo, para hacerme un reportaje y como les caí muy bien a los productores me dijeron que les gustaría que trabajara para ellos como movilero. El móvil, por entonces, era sólo para el fútbol. Y me pidieron que me pusiera un sobrenombre rockero. Dije Tom Lupo sin pensarlo. Años después, asociando, me di cuenta de un acto inconsciente: mi único escritor admirado dentro del rock era Tom Wolfe y wolf en inglés es lobo: lupo en italiano. Y ahí podría intelectualizarlo. Pero fue un pedido para ser movilero, el primero en el rock.

También fue el primero en juntar a Luca Prodan y a Andrés Calamaro…
Fue un deseo de Luca. Él quería saber en qué andaba el psicoanálisis contemporáneo, el lacanismo. Le hice una síntesis y me di cuenta que lo que más le interesó de la teoría de Lacan es donde él decía que el hombre en lo afectivo no progresa, lo que progresa es la tecnología. Que, ante una mujer, nos portamos igual que en la época de Aristóteles. Y, a modo de resumen, le dije eso de que el tiempo pasa y nos vamos poniendo tecnos. “Me acabás de dar una idea bárbara. Siempre quise grabar Años, de Milanés, pero me parecía melancólica la frase el tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, vamos a grabar eso. Llamame a alguien que tenga estudio”, me dijo. Y llamé a Andrés Calamaro que tenía un estudio, El Hornero, en su casa. Era un viernes y el sábado ya estaba grabando. Calamaro puso todos los instrumentos y fue haciendo todas las pistas. Cuando Luca iba a empezar a cantar me pidió que dijera algo, porque yo había tenido la idea, entonces repetí la frase que el hombre no progresa, que lo que progresa es la tecnología. Y después arranca el tema que lo hizo muy rockero. Calamaro estaba fascinado con la creatividad de Luca que esa noche tenía un recital en Pinar de Rocha y quedó medio afónico por pasarse toda la tarde grabando el tema, sólo por gusto porque no hizo nada comercial después. Cuando muere Luca lo edita Calamaro por su cuenta. Luca era pasional, muy inteligente, cultísimo, con mucha ironía.

¿Escuchaba a las bandas antes de pasarlas, las seleccionaba?
Tenía una tendencia a pasar todo y volver a repetir lo que más me gustaba. Muchos años después, en el programa En mi propia lengua, tenía una sección, Tirándose a la pileta, en la que pasaba demos sin escucharlos previamente. Un día pasé el demo de un grupo muy duro y puse el tema que insultaba duramente a Duhalde, el presidente de entonces.
¿Y qué pasó, lo echaron?
No, tuve una reunión para ofrecerle mi renuncia a una autoridad de la radio: y se me ocurrió decirle que la radio iba a ser más creíble si yo podía continuar. Que mostraría una gran libertad de prensa. Y el tipo me dijo que tenía razón, que se iban a jugar y no me rajaron. Me parece que escuchar previamente y decidir qué es bueno y qué es malo es cuestionable. Hay que dejar que la gente también decida.

No hay muchos que lo hagan…
No importa, yo trato de hacerlo. No sólo con la música. También lo hago con poetas y pensadores: Macedonio, Jauretche, Walsh, Borges y Girondo. Y descubrí que nada es casual, que yo estaba devolviendo un gran favor que había recibido en la escuela secundaria. Un día entró un señor y nos dijo que era el profesor de Educación Democrática, pero que si no le contábamos a nadie, si no lo traicionábamos, nos aprobaría a todos y nos leería literatura latinoamericana. Ese señor se llamaba Haroldo Conti, el gran escritor desaparecido por la dictadura. Él se estaba jugando por nosotros como se jugó años después en un movimiento revolucionario. Tiene que haber en la vida un maestro que te estimule en el momento adecuado. Por eso creo, salvando las distancias, que estaba devolviéndole el favor y tratando de hacer lo mismo con otros jóvenes.

¿Por qué salvando las distancias?
Porque Haroldo Conti era un militante extraordinario y yo soy un simple obrero del lenguaje que intenta difundir la cultura nacional.

¿Cree que hay un resurgimiento del rock de los ’80 y escasean las novedades?
Siempre hay una tendencia a caer en el vicio de pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Hubo un clímax en los ’70 y en los ’80 que ahora no hay, pero siempre hay valores nuevos y hay que saber encontrarlos. Es interesante destacar lo que pasó a partir de la crisis de 2001, un fenómeno que no había pasado hace treinta años y es que de diez bandas nuevas, cinco o seis son de tango y folklore y el resto de rock.

¿Cómo definiría a cada uno de los Tom Lupo que parecen vivir dentro suyo?
El más divertido es el de la radio, tal vez el más útil es el de psicoanalista y el más pasional es el del rock, pero ahora escucho más tango, folklore, música latinoamericana y música clásica. Todo lo que hago tiene que ver con el lenguaje. La poesía sería la frutilla del postre, el atajo, en todos los programas en que estoy leo un poema porque la poesía tiene que ser dicha. A veces la poesía es presentada como una hermanita pobre. Yo leo orgullosamente un poema, pensando que el que escucha va a disfrutarlo.

Al respecto, ¿cómo es el público de Noche tras noche?
Lo que está pasando con Noche tras noche, que va de 2 a 5 de la mañana, cuando termina Dolina, es un fenómeno de descubrir un público nuevo de un gran nivel que yo nunca en treinta años había conocido en radio. Un público que por distintas razones está trabajando, creando o no duerme. Recibimos mensajes de una calidad que yo nunca escuché antes. Llaman poetas, gente que hace una producción en su casa en la computadora y la pasa por teléfono, personajes que hacen verdaderos llamados artísticos; no son sólo saluditos. Me acompañan Mosquito Sancineto y Gabriela Borreli. La satisfacción más grande que recibimos es la de gente que dijo que volvió a leer y volvió a escribir por escuchar el programa, eso es impagable.


Usted dijo que lo banal y lo trivial ocuparon un lugar central y que las empresas mediáticas moldean la opinión pública, ¿sigue ocurriendo eso?
Hay un afiche en el Tasso que dice “San Mariotto”, en alusión a uno de los principales impulsores de la Ley de Medios. Es toda una síntesis. Es fundamental la implementación de la ley de medios para que haya más pluralidad, producciones regionales, la entrada de nuevos actores, pero además la ley de medios introduce un viejo sueño personal, que es que va a haber 30 por ciento de música nacional obligatoria. Es una medida que tienen varios países, se trata de un cuidado legítimo a la identidad nacional. Acá hay radios que nunca pasaron en toda su historia temas en castellano y muchas veces el público termina escuchando y consumiendo lo que se difunde, y si vos no le das ninguna posibilidad de difusión a la música nacional, no se conoce.

¿Por qué eligió la radio?
Una vez terminé un programa, me esperaba un chico en la puerta y me dijo “por vos conocí a Macedonio Fernandez”. Ahí entendí por qué hago radio. En todos los programas de radio que hice siempre me las arreglé para decir “Dale de comer a tu alma”. Eso es la radio. Por supuesto entendiendo que primero hay que solucionar el problema de la comida real, pero después vienen las palabras, el placer de alimentar el alma, y por eso hacemos radio.

¿Cómo es el vínculo con los oyentes?
Hay que seguir acentuando la relación con los oyentes, tengo más de 30 años de radio y la comunicación con ellos es esencial. En nuestro programa, a los oyentes los llamamos socios porque son parte del programa. Hoy me doy cuenta que volvió el interés por participar, la gente quiere decir y quiere ser dicha. Hay que fomentar el intercambio que se está dando.





















Fuentes: Señales, Miradas al Sur, La voz de los Vecinos, Revista Orsai