lunes, 23 de diciembre de 2019

Rafael Iglesias Toraño (Rafael Amor) 1948 - 2019

El poeta, cantor y escritor falleció en la mañana del lunes en Buenos Aires. Tenía 71 años. Creador de ese himno de los emigrantes que es “No me llames extranjero”, Rafael Amor se descompuso en la mañana de este lunes y los médicos no pudieron reanimarlo pese a los esfuerzos realizados.

El trovador argentino Rafael Amor, militante de la canción testimonial, radicado en España desde 1974 que alternaba sus estadías entre aquel país y su patria, falleció este lunes a los 71 años en la ciudad de Lanús, provincia de Buenos Aires, por causas que no se dieron a conocer, y sus allegados informaron que sus restos serán sometidos a cremación.
Su padre, don Francisco Iglesias Amor, fue un famoso cantor, compositor y actor argentino. “Mi viejo –escribió Rafael– fue uno de esos pilares de la música popular que debido a su obra y trayectoria ostentaba esa categoría de prócer indiscutido, un referente. Él y otros de su mismo rango pertenecían a una generación de artistas que en nada se parecían a los que hoy se estila. Eran bohemios, pero no por acostarse tarde o tomar vino; lo eran por su actitud ante la vida: la autenticidad que regía cada uno de sus actos, el amor a su quehacer y el desinterés, que a la mayoría –como a mi viejo– los acompañó a la tumba en la más espantosa pobreza”.

Presencia paterna que, sin duda, influyó de forma definitiva en la vocación que Rafael sintió, desde pequeño, a dedicarse a la música y a la canción.

Su madre, María Toraño, era artesana y dirigía un taller de bordado. Ella “siempre quiso que fuera un hombre de provecho –comenta Rafael–. A pesar de ser una persona de una mentalidad progresista y abierta, quería que estudiara algo que me diera un título, que me asegurara el futuro. Yo no digo que no fuera cierto ni valedero aquello, pero lo que sí sé es que no iba conmigo [...]. Le gustaba que cantara, pero se oponía en un principio a que me dedicara a ello profesionalmente. Nuestra contradicción duró poco porque luego de un tiempo de tirantez, comenzó a apoyarme”.

Amor fue uno de los más significativos trovadores de su generación, se erigió en un defensor de los derechos humanos en América latina y sus canciones fueron grabadas por intérpretes como José Larralde, Alberto Cortez, Facundo Cabral, Mercedes Sosa, Los Cuatro de Córdoba, Cantoral, Xavier Labandera y Los Sabandeños.

"Rafael Amor es la expresión temperamental y emotiva de un genuino juglar contemporáneo", dijo en su momento el cantautor Julio Lacarra, destacando su importancia dentro de la música argentina.
Había nacido el 5 de noviembre de 1948 en el barrio de Belgrano, hijo del cantor Francisco Amor, famoso por haber actuado con la orquesta de Francisco Canaro, y de María Toraño, una artesana bordadora, lo que le permitió criarse en el seno de una familia creativa.

En 1966 conoció a Carlos Gándara, Nestor Vilardell y Edgardo Parrondo, con quienes formó el conjunto folclórico Los Norteños, con el que comenzó a recorrer las peñas de Buenos Aires y sus alrededores; cantó en festivales y se presentó junto a reconocidos cantantes, aunque en 1974 se mudó a Madrid, donde forjó el resto de su prolífica trayectoria.

Su primer disco registrado en España fue “No me llames extranjero”, nombre de la canción que se transformó en un himno de los emigrantes sudamericanos en la península, y a la distancia continuó acompañando la situación política que se vivía en Argentina grabando “La madre de Plaza de Mayo” en 1983.
Amigo de Alberto Cortez desde aquel lejano tiempo en el que el pampeano popularizó “No me llames extranjero”, Rafael Amor cantó en Rancul cada vez que fue convocado y también comenzó su relación con La Pampa, donde se presentó en innumerables oportunidades.

El cantor se radicó joven en España, en la década del 70 y con el regreso de la democracia, todos los años volvía para hacer una gira por el país, hasta que en los últimos años volvió a la Argentina, sin dejar de visitar la tierra donde se hizo conocido y donde trascendió con su voz de protesta, siempre cargada de poesía y nunca exenta de buen humor.

En los 90 volvió a presentarse en la Argentina y en festivales del continente y desde entonces alternó sus residencia entre ambos países.
"Llevo muchos años de trabajo, de andar, de recorrer. Este camino es una constante en mi vida y tengo muy buenos compañeros que han sido muy generosos conmigo como Mercedes (Sosa), Alberto Cortez, son amigos que les han dado alas a mis canciones. Cuando me fui exiliado a España no teníamos más remedio, me fui para allá porque ya había estado trabajando en España, del '73 al '75. Me fui exiliado en el '76 y ya tenía un piso, una base hecha. Volví a finales del '83 y en ese momento estábamos con una necesidad eufórica de libertad y democracia, había un país en ebullición, las cosas después cambiaron, pero estábamos muy entusiasmados", confesó el cantante.

No me llames extranjero es uno de sus grandes éxitos y lo escribió en el reverso del formulario de inmigración como protesta por habérsele negado el visado y el trato despectivo que recibió en aquella situación. Ha recorrido un largo camino y en cada etapa ha cosechado anécdotas y enseñanzas que transmite en sus poesías. Denuncia permanentemente la injusticia y el desamor. Nacido en Buenos Aires, Rafael Amor es uno de esos artistas imprescindibles del cancionero popular.

"Que mis canciones son de protesta, eso es una etiqueta, es por las circunstancias. Si un día falta el arroz y la leche y vos cantás el Arroz con leche, se convierte en una canción de protesta. Mis canciones son atemporales, a pesar de que algunas se circunscriben a momentos históricos que vivimos, después quedan porque tocan siempre el punto de vista humano y también desde la ternura porque sin ternura y amor no se puede construir nada. Ahora estoy viviendo en Argentina, el año que viene voy a volver a España porque tengo a familia, hijos, nietos y a la familia de mi mujer, ella es española", expresó Amor.
Consultado respecto de la crisis actual de nuestro país, afirmó: "En la actualidad, en la anterior y en la ante anterior, siempre Argentina se debate entre la verdad y la mentira, como dijo Yupanqui. Hay mucha gente en lucha, hay otros que están manipulando la realidad, después hay otros que han traicionado todas las banderas, yo creo que lamentablemente la manera de ser nuestra es así, hasta que un día nos demos cuenta y cambiemos. Yo con esta situación pienso en mi madre que era una mujer laburadora, incansable, indestructible, luchadora y creo que ella no se merecía estos sinvergüenzas que roban, mienten, venden. Como mi madre, muchísima gente decente, que respetan a los demás, que son buena gente, que respetan la vida de los otros, que son gente con buena fe, que no tienen la cuestión de la corrupción metida en el alma, no merecen esto. Yo me aferro a esa gente, y a los otros los combato, los desprecio", sentenció muy firme en su relato Amor.

Con respecto a su faceta como escritor, Rafael Amor tiene dos libros publicados: Viajuras que son anécdotas de viajes, y otro de poemas que se llama Sueños e insomnios.
Deja numerosos títulos y canciones que muchas generaciones cantaron y cantan, muchas veces sin saber quién es su autor. Entre ellas, son insoslayables “Cinco minutos en la juguetería”, “Corazón libre”, “El loco de la vía”, “En el camino”, “Globalizado”, “La madre de mayo”, “No me llames extranjero”, “Violetta”, “Yo seré tu compañero”, "Independencia", "Corazón libre", "Fuentealba" y "Olor a goma quemada".
Al compañero
La doméstica tregua de todas las tardes,
cuando el mantel de casa era un planeta de hule,
con países de migas
y una mosca satélite merodeando el azúcar.
Con barcazas de pan que naufragaban siempre
y aquel, casi llegar al borde de la taza.
Con tu vieja o la mía tirándonos la bronca
por el pantalón roto o la lastimadura
y esa nuestra batalla que ellas no comprendían
ni comprendieron nunca.
Aquel mismo escenario, siempre diferente.
Ejércitos de árboles como gigantes ciegos,
nuestra calle, que a veces fue río, otras puente,
abismos, montañas que iban y venían.
Le pusimos al mundo nuestra geografía.
Verjas que eran barcos piratas y en el puente,
capitanes con ojos de mil mares y vientos,
y trabucos jazmines  disparaban aromas,
de  la proa cargada con azahares del cerco,
por aquellos marinos que fuimos, sin brújula ni puerto.
Así era nuestra lucha.
Y era tanta la magia de nuestra fantasía,
que la escoba dejaba su rincón de la hilacha,
la tremenda rutina  de pelusas y hollines,
para transformarse, suelta al viento las crines,
en aquellos centauros de inocencia y paja.
Así era nuestra lucha, poblada de lirismos,
donde nadie moría, donde no se perseguía jamás a los caídos,
donde llegábamos al último instante
para arrancarnos de las garras feroces del enemigo...
y éramos héroes, si, héroes,
de niños hay una forma tan azul de ver el heroísmo.
Héroes, que rendidos al caer la tarde,
cuando mandaban tregua nuestras madres
cambiábamos la gloria, por un tazón de leche.
Y hoy, este diario, me trae tu rostro subversivo,
este diario  que es un pájaro de humos y de muerte,
me trae tu rostro asesinado,
violeta de bronca, amarillo de injusticia y lo peor,
es que yo sé que a este diario solo le interesa la noticia.
Esta vez no se pudo compañero,
no pude llegar al último instante para decirte:
- ¡Si te asomas alma ten cuidado, que están los perros del amo vigilando, vigilando,
que están los perros del amo, olfateando, olfateando,
donde encuentran un sueño, lo matan como a un pájaro!
Hoy no tenemos ni barcos ni caballos alados,
y quizá tampoco madera para héroes,
pero somos los hombres,
pero somos la historia que avanza paso a paso.
Hoy somos dos marinos con brújula y con puerto,
aunque digan que has muerto.
Fuentes: Agencia TelAm, Diario UNO, Señales