domingo, 8 de diciembre de 2019

El periodista argentino muerto en Bolivia: ¿ACV o brutal agresión?

Sebastián Moro vivía en La Paz. El domingo del golpe a Evo fue hallado inconsciente, se le diagnosticó un ACV y murió días después. Su cuerpo tenía moretones, escoriaciones y rasguños. Horas antes había denunciado la cacería que estaban implementado las hordas fascistas bolivianas
Por: Ricardo Ragendorfer
"Hubo actos vandálicos y agresiones a funcionarios, periodistas y militantes del MAS en distintos puntos del país. Entre aquellos hechos, el gobernador de Oruro sufrió el incendio de su vivienda, trabajadores del canal Bolivia TV y Radio Patria Nueva fueron secuestrados y privados de su derecho al trabajo por grupos de choque, y la sede de la Confederación Campesina (CSUTCB) fue invadida y atacada". Así concluía un artículo sobre la crisis boliviana enviado desde La Paz al diario Página/12 en algún momento del 9 de noviembre para la edición del día siguiente, cuando Evo Morales fue derrocado. De modo que allí quedaron las últimas palabras escritas por Sebastián Moro. Porque aquel domingo él ya agonizaba en una clínica paceña. Su agonía se prolongó por seis días. Recién entonces pasó a ser el único periodista argentino que murió en el contexto del golpe de Estado.

El registro seco e impersonal de los obituarios dirá que era mendocino. Que tenía 40 años. Que se había radicado en Bolivia en febrero de 2018. Que allí fue editor del semanario Prensa Rural, el órgano de la CSUTCB. Que a la vez colaboraba con varios medios de Argentina. Que cubrió para Página/12 el desarrollo del complot contra el gobierno constitucional. Y que falleció a raíz de un ACV. Pero eso no alcanzará para reflejar su existencia. Ni su final.

En la línea de fuego

El 22 de octubre oí su voz en un audio de WathsApp: "Aquí todo es confuso; las noticias falsas aumentan para instalar el pánico entre la población".

Apenas habían transcurrido 48 horas desde las elecciones. El opositor Carlos Mesa –que perdía por diez puntos con casi el 96% de las actas ya escrutadas– calificó el conteo de "fraude". La OEA expresaba su "honda preocupación" en un comunicado. El complot ya estaba en marcha. "Veremos qué nos deparan las próximas horas. La cosa está fea", fue el remate de Sebastián. Su voz sonaba cansada.

Me crucé con pocas personas tan generosas como él. Fue nuestra común amiga Gloria Beretervide quien nos relacionó a comienzos del año, puesto que yo necesitaba –por razones que no vienen al caso– alguien que me resolviera un problema personal: apostillar un documento en la Cancillería de Bolivia. Y él tuvo la gentileza de hacerlo. Dicho trámite derivó en una odisea burocrática con ribetes kafkianos cuyas absurdas alternativas nos hacían oscilar entre la perplejidad y la risa. Así nos hicimos amigos.

En medio de esta anécdota casi nimia comprendí que estaba frente a un periodista de raza. Frente a un tipo entregado al violento oficio de reflejar la realidad. Prueba de eso fue su colosal trabajo en Mendoza sobre los juicios por delitos de lesa humanidad, que volcó en Radio Nacional, entre otros medios orales y gráficos tanto locales como nacionales. Los registros al respecto son ahora parte de su legado. Un material histórico y de memoria para las futuras generaciones. Su epopeya en el país andino no fue menor. Asimilado allí a la estructura noticiosa de la CSUTCB, hizo de Prensa Rural –que tenía una muy modesta visibilidad a su llegada– un medio clave del proceso de cambio. Entre otras muchas razones, por haber quebrado el blindaje informativo de la prensa hegemónica. Paralelamente conducía un programa en Radio Comunidad –la emisora de la CSUTCB–, donde también impuso el peso de su garra. Y su cobertura para Página/12 lo revelaba como alguien que tomaba nota desde la primera línea de fuego.

"Acá todo está cada vez peor", soltó en una conversación telefónica que mantuvimos durante el anochecer del 6 de noviembre. Aquel miércoles había escrito: "El cívico Camacho continuó derrapando en la escena política como si de un set televisivo se tratase". Y por teléfono, insistía: "La situación empeora".

Fue la última vez que escuché su voz.

La cacería

En los primeros días de diciembre la Delegación Argentina en Solidaridad con Bolivia difundió su informe en base a testimonios recogidos allí. Y sobre los ataques a la prensa, consignó: "Especial gravedad reviste para esta delegación el caso del periodista argentino Sebastián Moro".

En este punto es necesario regresar al 9 de noviembre.

Las hordas fascistas ya estaban de cacería, así como sostuvo Sebastián en el artículo escrito y enviado aquel mismo sábado a Buenos Aires.

Todo indica que ese texto fue previo a una imagen que supo simbolizar semejante escenario: la del director de Prensa Rural, José Aramayo, atado a un árbol por una turba "cívica". Dicha "postal" dio la vuelta al mundo. Se sabe que en aquel momento Sebastián había tratado de ingresar a la redacción del periódico, pero los desmanes se lo impidieron.

Ya a la noche –cerca de las 21– habló por teléfono con su familia. Desde ese momento nada se supo de él, hasta la mañana siguiente, cuando fue hallado inconsciente en su departamento, sobre la calle Pérez de Holguín, del barrio de Sopocachi.

Cuando su hermana, Penélope, llegó al día siguiente a La Paz, Sebastián ya estaba internado en la Clínica Rengel. El diagnóstico: "ACV isquémico", una lectura de su estado que no contemplaba los moretones, escoriaciones y rasguños (debidamente fotografiados). Tales traumatismos fueron sometidos luego a un análisis forense, surgiendo así la certeza de una agresión. Él jamás recuperó la consciencia y exhaló el sábado 16 su último suspiro.

¿Pero dónde y cuándo fue atacado? ¿Acaso en la calle o en su vivienda? Por lo pronto, allí parecía estar todo en orden, aunque faltaba un chaleco que lo identificaba como periodista, el grabador y la libreta de apuntes; en cambio conservaba su teléfono, pero con un detalle: los audios que intercambió con Aramayo en los días precedentes (confirmados por este) habían sido borrados.

Con el patrocinio del abogado Rodolfo Yanzón, la familia de Sebastián efectuó la presentación correspondiente ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para que esta muerte sea investigada. Y otra ante la Relatoría para la Libertad de Prensa del mismo organismo, puesto que el hecho se enmarca en una persecución a periodistas.

Sebastián Moro merece ser recordado por su vida. También por haberla perdido en el ejercicio de su profesión.

Pidieron a la CIDH que se investigue la muerte de Sebastián Moro
La familia del periodista mendocino Sebastián Moro -fallecido en Bolivia mientras se desarrollaba el golpe de estado que derrocó a Evo Morales- pidió ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) que se investigue las circunstancias que rodearon el deceso y las causas del mismo.

El abogado que patrocina a la familia Moro, Rodolfo Yanzón, también hizo una presentación ante la Relatoría para la Libertad de Prensa del mismo organismo para que investigue el hecho, ya que la muerte del reportero ocurrió en medio de una feroz persecución y cacería de los opositores de Morales hacia quienes trabajaban en medios afines a su gobierno.

Sebastián fue hallado en su casa en estado de semiinconciencia. Fue internado en la Clínica Rengel de Sopocachi y a sus familiares les informaron que el diagnóstico era “ACV isquémico”.

Poco después de que lo internaran, su hermana Penélope llegó a Bolivia para acompañarlo, y notó que en su cuerpo tenía lesiones que complejizaban el diagnóstico. La Historia Clínica de Sebastián, señaló Penélope a Explícito, “da cuenta de esos ‘politraumatismos’ y ‘policontusiones’. Analizada por médicos forenses allegados al abogado patrocinante de mi familia se considera que esos golpes merecen investigación”.

“Por haberse presentado esta situación en medio de un Golpe de Estado, no tuvimos con mi familia opciones de denunciar el hecho durante nuestra ‘estadía’ en Bolivia para que se realizara una autopsia. Tampoco pudimos hacer gestiones para traer su cuerpo a la Argentina debido al caos institucional que se vivía, principalmente en esos días, debido a la imposibilidad de que un avión extranjero aterrice en dicho territorio en pleno conflicto político. Por lo tanto, la decisión familiar más práctica para repatriar los restos de mi hermano y nosotras salir pronto de ese país fue la cremación”, detalló Penélope.

Una vez en Mendoza, siguió la hermana de Sebastián, “asesorada por abogados querellantes en lesa humanidad, tanto de Mendoza como de Buenos Aires, realizo la denuncia correspondiente a la CIDH solicitando que se investigue el caso. Necesitamos y solicitamos que se investigue el caso. El reconocido abogado argentino, especialista en delitos de humanidad, Rodolfo Yanzón, también denunció el hecho ante la Relatoría para la Libertad de Prensa del mismo organismo, puesto que la muerte se enmarca en una persecución a periodistas”.

Un dato llamativo es que nunca se encontraron pertenencias que hacían a su labor diaria, como su grabador de periodista, su agenda y la chamarra de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB).

En medio de un espiral de violencia
Días previos al golpe en Bolivia, se registraron varios hechos de violencia contra miembros del gobierno de Morales, y también contra periodistas que trabajaban en medios del gobierno. Dio la vuelta al mundo la imagen de la alcaldesa Patricia Arce, arrastrada por la calle, donde la rociaron pintura y la cortaron el pelo.

Entre el 8 y el 10 de noviembre decenas de medios comunitarios, sindicales y públicos fueron tomados, saqueado, algunos incendiados e intervenidos por hordas opositoras. El caso ejemplar es el secuestro “express” que sufrió el director general de los medios de la CSUTCB, José Aramayo, y primer superior de Sebastián la tarde del 9 de noviembre. Fue atacado por una horda que lo torturó y lo ató a un árbol.

El sábado 9 de diciembre, Sebastián llegó a las cercanías del edificio de la CSUTCB para cerrar la edición de Prensa Rural que saldría al día siguiente, al notar un grupo de violentos intentando tomar la sede resolvió volver a su hogar y continuar desde allí sus labores.

En ese contexto es que Sebastián sufre el ACV. Se desconoce si lo atacaron en el trayecto a su casa, desde donde había seguido trabajando pese al hostigamiento de los opositores a Morales. Los golpes en su cuerpo no condicen con un diagnóstico de simple ACV (N. de la R: los detalles no se revelan por resguardo a la investigación en curso) entienden los abogados que revisaron el material clínico. Por eso la demanda en la CIDH.

Sebastián fue desde septiembre de 2018 hasta el 9 de noviembre de 2019 el jefe editor de Prensa Rural, un semanario dominical destinado principalmente al sector campesino indígena de Bolivia, es decir un órgano de comunicación central entre el gobierno de Evo Morales y sus principales aliados: campesinos e indígenas. Además, estaba a cargo de la conducción y producción de diversos programas de temática política y cultural de América Latina en Radio Comunidad.

Sebastián en el informe de la delegación solidaria
Días atrás viajó a Bolivia la Delegación Argentina en Solidaridad con el Pueblo Boliviano, quien tras la visita constató violaciones a los DD.HH. por parte del gobierno de facto de Jeanine Añez.

En su informe de situación dedicaron un apartado especial para la situación que viven los periodistas y medios independientes que no replican las informaciones oficiales del gobierno de facto. Y mencionaron específicamente el caso de Sebastián:
Restricción manifiesta de la libertad de prensaLa delegación ha tomado contacto con periodistas de medios locales quienes han referido haber sido víctimas de hostigamientos, amenazas y restricciones a la necesaria libertad para ejercer su profesión. La prensa internacional también ha sido víctima de hostigamientos y acoso. Especial gravedad reviste para esta delegación el caso del periodista argentino Sebastián Moro.
Reseña de los compañeros de Sebastián Moro en Prensa Rural:
Sebastián Moro inició actividades en el periodismo boliviano en Prensa Rural la primera semana de septiembre del año 2018. Al mismo tiempo incursionó en Radio Comunidad de la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia.

En el periódico semanario, Sebastián fue el Jefe de Redacción (Editor) que marcaba el editorial. Al mismo tiempo fungía como periodista; encargado de cubrir organizaciones sociales campesinas, cultura y sector internacional. Además, editó y estuvo en la creación de nuevos suplementos dentro de Prensa Rural, como Agrocampo y Mujeres en Comunidad.

En Radio Comunidad, Sebastián Moro dirigía y conducía el programa “Encuentros”, dedicado a tocar temas de coyuntura de toda la región. Más adelante, en el segundo semestre de 2019 inició otro programa “Comunidad Sur”, junto a Gloria Beretervide, Alfonso Ossandon y Percy Katari.

Sebastián Moro mostró siempre compromiso con su trabajo, se convirtió en la cara de los medios bolivianos donde estuvo, sobre todo de Prensa Rural, al mismo medio que le dedicó muchas horas de trabajo, fuera de la oficina y en fines de semana.

Un año y dos meses al frente de Prensa Rural con 60 números con él al frente, los más destacados de los casi 200 números que salieron. Dentro de Radio Comunidad con dos producciones internacionales, y especiales en fechas importantes de coyuntura en Bolivia. Además de transmisiones en red, junto a la Red de Radios Comunitarias de Bolivia, Radio Bartolina Sisa y Radio Unión.

El día del Golpe de Estado secuestraron y amarraron al director del periódico semanario Prensa Rural y Radio Comunidad en las puertas de la CSUTCB, donde hordas golpistas allanaron oficinas del sindicato campesino y del medio de comunicación, destrozando y saqueando equipos.
Fuentes: Diario Tiempo Argentino y Explícito