Periodistas y miembros de Reporteros sin Fronteras protestan y exigen respuestas por el asesinato de Jamal Khashoggi
Por: Camilo Gómez Forero / @camilogomez8A un año del asesinato del periodista Jamal Khashoggi, al presidente Donald Trump continúa sin importarle el bienestar de los reporteros. Acorralado por las acusaciones en su contra, el mandatario emprendió una nueva batalla contra la prensa, cuyos efectos podrían empeorar aún más.
Ha pasado un año desde que el periodista saudita Jamal Khashoggi fue brutal y misteriosamente asesinado dentro de las instalaciones del consulado de Arabia Saudita en Turquía y desde entonces nada ha cambiado en el panorama mundial para el gremio. Todavía no hay rastros de su cuerpo y solo quedan algunas grabaciones de sus últimos y angustiosos minutos con vida. A pesar del alto impacto que tuvo el caso en 2018, reporteros y columnistas de opinión alrededor del mundo continúan siendo amenazados y empujados hacia un ambiente hostil, incluso por aquellos que están llamados a proteger la libertad de prensa, como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Acorralado por el escándalo de la llamada al presidente ucraniano, Volodymyr Zelenski, en la que al parecer habría pedido la apertura de una investigación que favorecería su futura campaña reeleccionista, Trump ha afilado de nuevo sus armas y ha atacado con vehemencia a quien con frecuencia ha llamado el enemigo del pueblo: la prensa.
Desde el fin de semana, el mandatario ha culpado a los medios de crear una caza de brujas en su contra para desacreditar a su gobierno con el Ucraniagate, y ha usado su ya conocido término de “noticias falsas” para denigrar a la prensa liberal que ha sido crítica con él. El presidente no solo ha sido indulgente con las amenazas hacia periodistas, como en el caso Khashoggi, sino que él mismo ha liderado una campaña de desprestigio contra los medios que ha puesto a los reporteros en peligro, como afirman directores de medios locales y organizaciones de derechos humanos.
“Nuestro verdadero oponente no son los demócratas o el número cada vez menor de republicanos que pierden el camino y nos abandonan. Nuestro enemigo primario son los medios de noticias falsas”, tuiteó Trump el fin de semana.Tras revelarse el asesinato de Khashoggi hace un año, Trump fue extremadamente blando con el gobierno saudita a quien se le adjudicaba la responsabilidad del homicidio.
Además de omitir una investigación seria sobre el caso, el presidente desestimó los informes de su propio servicio de inteligencia que aseguraban que el príncipe heredero, Mohammed bin Salman, dio la orden para asesinar al periodista. Aunque bin Salman se resiste a reconocer la autoría del crimen, esta semana reconoció su “total responsabilidad” en el caso.
Trump ha abandonado cualquier tipo de solidaridad con las amenazas al gremio periodístico como presidente, incluso antes de llegar a la Casa Blanca. Según el editor de The New York Times, Arthuer Gregg Sulzberger, el gobierno estadounidense sabía de las amenazas a dos periodistas de nacionalidad estadounidense del diario en 2017 y luego en 2018 por parte del gobierno de Egipto, pero aun así eligió no actuar. El medio neoyorquino tuvo que solicitarle ayuda al gobierno de Irlanda para que interviniera por uno de los reporteros, quien también tenía esa nacionalidad.
Salvo Richard Nixon, cuyo vicepresidente, Spiro Agnew, incluso catalogó a los periodistas como “traficantes de negativismo” para desacreditar su trabajo, ningún otro presidente ha demonizado tanto a la prensa. Nixon incluso fue de los primeros líderes en acuñar la idea de que la “prensa era el enemigo”, pero tras su caída, los gobiernos que le sucedieron fueron respetuosos con los medios.
La campaña antiprensa de Trump ha tenido un efecto real en la confianza hacia los medios. Durante el periodo del republicano en la presidencia, la confianza en canales como CNN ha caído del 64 % al 48 %, y la tendencia se profundiza dentro de los conservadores que solo le dan un 20 % de crédito a los reportajes del medio liberal. Pero quizás el indicador más aterrador lo entrega la organización Reporteros Sin Fronteras, que vigila el índice de libertad de prensa en el mundo y que ya no considera a Estados Unidos un país satisfactorio para realizar periodismo sino que lo considera uno “problemático” para ejercer la profesión.
“Nunca antes los periodistas estadounidenses habían sido objeto de tantas amenazas de muerte o recurrido con tanta frecuencia a empresas de seguridad privadas para su protección personal”, señala un informa de Reporteros Sin Fronteras.
La campaña de desprestigio contra la prensa no solo se queda en tuits que buscan desacreditar el trabajo de algunos medios, sino también en una operación que busca avergonzar personalmente a una lista de reporteros. Según The New York Times, una red conservadora aliada de la Casa Blanca está realizando una operación para desacreditar periodistas considerados “hostiles” hacia Donald Trump para su campaña a la reelección. La estrategia consiste en reunir información dañina sobre una lista especial de reporteros para manchar sus nombres y debilitar su influencia de cara a la nueva carrera electoral. El diario neoyorquino ha recogido el testimonio de por lo menos cuatro personas familiarizadas con la operación que aseguran que se han compilado expedientes de hasta diez años de publicaciones en redes sociales y declaraciones vergonzosas hechas por periodistas para utilizarlas como armas en la red. Los principales objetivos son trabajadores de esa casa, del Washington Post y del canal CNN. Esta operación estaría liderada por Arthur Schwartz, consultor, asesor y amigo de Trump que también es cercano al hijo mayor del presidente, Donald Trump Jr. y a Katrina Pierson, principal asesora de la campaña del mandatario.
“No sabemos nada de esto, pero está claro que los medios tienen mucho trabajo por hacer para limpiar su propia casa”, confesó Tim Murtaugh, director de comunicaciones de la campaña Trump para 2020.“Para mi generación— la generación que llegó a la mayoría de edad en internet— todos los errores que cometimos en la juventud han quedado encapsulados en un ámbar digital y, sin importar cuánto cambie uno, madure y crezca, siempre estarán ahí, esperando ser divulgados”, apuntó Tom Wright-Piersanti, editor de política de The New York Times y una de las víctimas de la operación, pues hace unos meses fueron divulgados unos viejos tuits antisemtias y racistas de su autoría.
El asesinato de Khashoggi expuso las preocupaciones sobre el príncipe heredero bin Salman y su política exterior, pero esencialmente el abandono que Trump tiene con los periodistas.
Foto: AFP
Fuente: El Espectador