viernes, 26 de julio de 2019

La televisión abierta le gana al cable de la mano de la realidad más oscura

Prostitución en “Argentina, tierra de amor y venganza”, sindicalistas corruptos en “El Tigre Verón” y la vida tumbera de “El marginal 3”
Por: Walter Domínguez
Durante junio la televisión abierta con sus seis canales superó en el rating global a las señales de cable, que son más de un centenar, por 25,7 puntos contra 24,3, según los datos oficiales de Ibope. Lideran ficciones como “El Tigre Verón” y “El Marginal”.

Durante junio, y luego de muchísimo tiempo, la televisión abierta (seis canales, contando a Net TV, la última incorporación y emisora de Editorial Perfil) superó en el rating global a las señales de cable, que son más de un centenar, por 25,7 puntos contra 24,3, según los datos oficiales de la encuestadora Ibope. Los vaticinadores de su inevitable fin (el de la tele de aire) parece que deberán esperar.

Además de los ciclos de entretenimientos como ShowMatch, ¿Quién quiere ser millonario? y El precio justo, las ficciones siguen siendo grandes generadoras de rating y uno de los jugadores más importantes de la TV abierta. Y si bien en estos tiempos de múltiples ofertas de streaming y On demand las historias de ficción no llegan a los 20 puntos (algo más que habitual apenas cinco o seis años atrás), sus 16, 15 o 13 puntos ayudan a engrosar las cifras -y las cuentas publicitarias- de los canales.

A Argentina, tierra de amor y venganza -por nombrar las producciones argentinas- se le sumaron en las últimas semanas El marginal 3 y El Tigre Verón que, una desde la TV Pública y otra desde El Trece, también aportan su número semanal cercano a los diez puntos, a veces más arriba, a veces un poco por abajo.

Claro que esta columna no quiere referirse solamente a ratings, pese a su indiscutible importancia en el mercado televisivo, sino señalar algunas coincidencias temáticas que muestran claramente un cambio en los gustos de la audiencia masiva.

Porque si las tiras de antaño tenían como eje principal las historias de amor y, generalmente, una pareja protagónica determinada; y los unitarios solían abordar grupos definidos (de terapia, de abogados, etc), las cosas cambiaron: los elencos en los programas diarios se volvieron corales y la historia está repartida entre varios protagonistas. La actualidad se metió de lleno tanto en las tiras como en los unitarios, donde las tramas sórdidas proliferan haciendo uso de violencia sexual o política, extorsiones, consumo de drogas y jerga tumbera. Dato, no opinión.

Tomemos el caso de Argentina, tierra de amor y venganza. Una serie de época muy bien ambientada, con un elenco internacional y multiestelar, que tiene tanto foco en las historias de amor entre sus protagonistas como en otras cuestiones más duras: la trata de mujeres para prostituirlas y, claro, la corrupción política que permite -o permitía en aquellos años- que estas situaciones sucedieran.

Por un rumbo similar, aunque más marcado, va El Tigre Verón, el unitario que protagoniza Julio Chávez en la piel de un curtido dirigente gremial de un imaginario sindicato de la carne. Huelgas, aprietes, escenas en las que manda la violencia y en las que el delito está siempre ahí, a punto de producirse. Tan difuso se hace el límite entre realidad y ficción que esta semana el abogado de Hugo Moyano, el referente del Sindicato de Camioneros, dijo haber iniciado acciones contra Adrián Suar (el productor de El Tigre Verón) y Julio Chávez por las similitudes en la vida y la historia del gremialista ficticio con el real.

Más allá del cartelito con el que comienza el programa (ese de que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia), Moyano y el profesional que lo patrocina consideran estar en condiciones de solicitar un resarcimiento económico por el uso sin autorización de su historia. Teniendo en cuenta que Verón es un sindicalista corrupto, ¿a eso se le llamaría confesión de parte?

Y ni hablar de El marginal 3, la fascinante creación de Sebastián Ortega y equipo, que con muchísimo realismo y algunos atisbos de ficción (eso es lo que es, al fin), nos meten de bruces en el ámbito carcelario, sus disputas internas, sus corruptelas y sus asociaciones ilícitas con el poder. Claro, cuando vemos a un interno al que otros de su misma condición le cortan los dedos por robarles droga, tal vez pensemos que antes de dormir deberíamos ver algo más livianito.

Pero lo cierto es que las ficciones más vistas de la tele abierta argentina van por estos senderos. Y algo debe querer decir sobre nuestra situación, si esos son los mundos que elegimos ver.
Fuente: Diario Clarín