domingo, 26 de mayo de 2019

La TV Pública a la deriva

Por: Carlos Ulanovsky
El domingo 19 de mayo un rayo amenazador cayó sobre un sector de Barrio Parque. Con forma de sumario interno, la responsable de Recursos Humanos de Canal 7, Marisa Piñeiro, se dirigió a tres integrantes del área de noticias –un jefe, un conductor, una redactora— demandando “razones de su conducta en un plazo de 24 horas”. ¿A qué razones se refería? En la edición de uno de los informativos, el conductor mencionó como “presidente autoproclamado” al dirigente venezolano opositor Juan Guaidó. Y en la misma nota, una redactora escribió la frase “Tras el intento de golpe. Movilizaciones en Venezuela”. Como si fuera la decana de una escuela de periodismo o miembro importante del Foro por el Periodismo Argentino (FoPeA), la entidad que preside, justamente, el responsable de la división Noticias de la TV Pública, Néstor Sclauzero, la funcionaria editó un recurso administrativo de carácter disciplinario. Sostuvo que esa manera de llamarlo “constituye un concepto… cuya utilización comunica necesariamente una interpretación subjetiva en relación a un conflicto político y social y no una cobertura objetiva e informativa de un hecho acontecido”.
La decisión oficial tuvo el efecto de la frutilla del postre, pero con sinsabor e indigesta porque se sumó a otros hechos que ya venían castigando al sector: la insólita medida de dejar sin aire a los noticiosos durante el fin de semana; el impedimento de asumir funciones de conducción a reconocidas figuras y su reemplazo por contratados; la exclusión de gran parte de los materiales producidos en la página web y en las redes sociales, además de un tendal de severas reprimendas económicas. “Sí, es cierto. Ya eran muchas cosas –dice Agustín Lecchi (12 años en el canal, como archivista y digitalizador del archivo fílmico, delegado gremial en el canal)— pero las de esta semana pegaron en el corazón de nuestra actividad, que es la libertad de expresión. Florencia Veloso (10 años en el canal, redactora en el noticiero) es una de las personas aludidas en el memorándum. En el descargo mencionó que su título no era una desfiguración interesada y que no perseguía móviles oscuros sino “algo basado en hechos concretos”. Explica: “Pregonan el diálogo, pero te mandan una clase de advertencia que corta toda clase de contacto y, encima, configura una cuestión de censura”. Y plantea otro caso de “distinta vara”, tan común en los medios en los tiempos que corren: “No los sensibiliza de igual manera cuando un conductor denomina régimen al gobierno de Maduro, o cuando un columnista invitado llama dictador al presidente venezolano, elegido democráticamente”.
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La amonestación oficial provocó efectos diversos pero ciertos en los mil y pico de trabajadores del canal y muy especialmente fue registrada en modo amedrentamiento dentro de la división noticias. De esa manera lo vivieron los 120 empleados de la sección: archivistas, editores, camarógrafos, ayudantes de cámara, redactores, cronistas, productores, conductores, jefes de sección. Renata Stella (11 años en el canal, archivista) afirma: “Tal vez no haya tanto conflicto en otras áreas porque directamente están paralizadas. Al haber bajado tanto la producción propia, a muchos sectores los congelaron, pero a nosotros directamente nos achuraron”. Junto a ella, Gabriela Rádice (en el canal desde el año 2000, periodista, auriconista, cronista de espectáculos, columnista ingresada por concurso público) añade la novedad de esta semana tomada por el personal como otra provocación. Se refiere al ingreso de cuatro periodistas-productores, con el rol de coordinadores de producción, con mayor rango e influencias que los propios jefes. “Nos resistimos a llamarlos comisarios políticos, pero se parecen a eso. Imaginate. Estás al aire desarrollando un tema y ves que enfrente tuyo hay alguien parado, tomando notas en un cuaderno". Concluye Stella: “Un control innecesario, que únicamente genera más desconfianza y malestar”. El arribo del nuevo personal –legitimado por una resolución firmada por el vicepresidente de la estación, Emilio Laferriere– fue inmediatamente impugnado por la comisión interna ya que pasa por encima la ley 26522 (la tan vapuleada y ninguneada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual), que admite incorporaciones siempre y cuando se hagan mediante concursos públicos y abiertos, requisito que en estos casos fue omitido.

El silencio no es salud
Lo que viene ocurriendo con Canal 7 es equivalente a lo que también pasa en la agencia oficial de noticias TelAm, en Radio Nacional (tanto en Buenos Aires como en muchas de sus sucursales provinciales), en las señales Encuentro y Paka Paka, en la Televisión Digital Abierta y que, en conjunto, aportan la triste evidencia del desprecio, distancia y desinterés con que la coalición en el poder maneja la comunicación pública. Este viernes El Cohete a la Luna recorrió varios lugares del canal y dialogó con integrantes del área de Noticias, probablemente una de las más castigadas por la falta de aumentos, paritarias a la baja o directamente negativas, descuentos de los días de paro, reducción de horas extras o la eliminación de un artículo del convenio, vigente en el resto de los canales, que les hizo perder una parte importante del salario. Por todo esto, sus integrantes se la vienen arreglando como pueden, pero reclamando sus derechos en estado de asamblea permanente y movilización.

El noticioso del canal público tiene cuatro emisiones diarias. De 8 a 9 de la mañana (conductores: Gisela Vallone y Damián Glantz), de 12 a 13 del mediodía (María Areses y Monchi Balestra), de 19 a 20 (Gabriela Previtera con Daniel López) y de 0,30 a 1 (Amalia Ruiz Guiñazú y Gustavo Sierra). Por decisión del titular del Sistema Nacional de Medios y Contenidos Públicos, Hernán Lombardi –medida avalada por el gerente de noticias Néstor Sclauzero–, el último informativo de la semana se transmite después de la medianoche del viernes. A partir de ese momento se extiende un extraño apagón informativo que abarca sábados y domingos. En estos meses el canal privó a su audiencia de coberturas difíciles de soslayar: desde una gira del papa Francisco por Latinoamérica a la final de la copa Libertadores entre River y Boca, de no cubrir el festival de Mar del Plata a ignorar el anuncio del pasado sábado 18, el lanzamiento de la fórmula Fernández-Fernández de Kirchner. “Solo por una casualidad (un equipo cubría en Bariloche un festival) pudimos hacer una nota sobre la desaparición de Santiago Maldonado”, recuerda Lecchi.

Poco después de que los informativos de fin de semana empezaran a brillar, pero por su ausencia, el personal no se mantuvo inactivo. Ya produjo 59 ediciones de "El noti de los trabajadores", que en algunas ocasiones salió al aire en vivo y que habitualmente puede seguirse vía streaming. A cada medida de los trabajadores, las autoridades responden con actos despectivos. Dice Renata Stella: “De visita en el programa de Mirtha Legrand, el secretario Lombardi afirmó que las áreas de noticias están en franco retroceso y que ahora la gente se informa a través de las redes sociales. Algo muy discutible, pero si fuera cierto, también a esta vía la tenemos bloqueada, porque lo que suben a la web está muy controlado y filtrado por la responsable Nerina Sturgeon, para que no se cuelen noticias conflictivas como los índices de pobreza. Qué pena: pensar que en un momento fuimos pioneros en lo digital. Ya no”.
Ese silencio pesa. Y lo comprobó El Cohete a la Luna el viernes 23 cuando estuvo en la sede de la avenida Figueroa Alcorta y Tagle, predio ubicado en una de las manzanas más costosas de la Capital que siempre fue maliciado como posible y fabuloso activo inmobiliario y construido en 1978 por los militares de la dictadura para sostener la logística tecnológica del Mundial de Fútbol disputado ese año en la Argentina.

Como un desierto
Visitar hoy el canal público y recorrer sus pasillos casi desiertos, con la mayoría de sus estudios con las puertas cerradas e inactivos, o secciones como utilería y carpintería prácticamente desactivadas, resulta una experiencia triste. Veteranos trabajadores del canal ponen sobre la mesa momentos pasados igualmente desdichados. Mencionan lo que pasó aquel día de los inocentes de 1995, cuando el entonces Presidente Menem anunció la privatización y venta de la frecuencia, amenaza que, por suerte, no se concretó. O en otro momento de seria crisis, previo al bajón del 2001, cuando con Darío Lopérfido al frente de los medios públicos y Eduardo Cura como gerente de noticias se produjeron casi 30 despidos (luego casi todos reincorporados) y el canal se mantuvo tomado durante 17 días. “En los años recientes tuvimos etapas en que recibimos el sueldo en cuotas, pero ningún conflicto se prolongó tanto como el actual y por lo tanto ninguno fue tan traumático”, sostiene el delegado Lecchi. Refirma Rádice: “Hace un año y medio que nos vienen quitando cosas. Juegan con el desgaste”. En alguna cartelera se mantiene un letrero: “Lombardi miente, Pereira (Miguel, presidente de RTA) incumple, Sclauzero censura”.

El prolongado conflicto laboral no solo vuelve desangelado al lugar, sino que una incertidumbre más otra generan problemas físicos a los trabajadores. No son pocos los que –por jubilaciones anticipadas o retiros voluntarios o por agotamiento— abandonaron la actividad. Los entrevistados ofrecen ejemplos: “Compañeros que se autoexiliaron en el interior; otra que empezó a vender tortas en el Conurbano; uno más que se dedica a hacer fletes y mudanzas y varios que transformaron sus autos en vehículos de alquiler o se sumaron a Uber”. También confirman que crecieron las afecciones nerviosas y emocionales y aumentaron notablemente las licencias por enfermedad.

Gaby Rádice apunta: "El canal tendría que estar en pleno funcionamiento y el noticiero también, siendo verdaderamente federal. Que cada tanto vengan compañeros de Salta o de Tucumán, aportando su tono, es algo decorativo". Con su programación colmada por coproducciones, de documentales enlatados, de realizaciones que vienen de afuera y de repeticiones, la falta de producciones propias convierte a la estación oficial de cabecera en una rueda inmóvil. "La idea fue sacarnos de la tapa", piensa Renata Stella. "Y por eso dejaron de subir notas a la web. Les da igual que el canal trascienda o no”. Interviene Florencia Veloso: "Como no hay diálogo, no sabemos qué es lo que los pone nerviosos. Lo que se nota es que propician una deliberada omisión de temas vinculados con la realidad más apremiante". “Nos quitaron muchos beneficios con la excusa de la austeridad, pero elijen en qué gastar. Lo que nos sacan a nosotros se lo dan a productoras privadas o a gente recomendada con sueldos altísimos”, repasa Lecchi. Cuando se les pregunta qué va a pasar, responden: “Acá hay un grupo de trabajadores que resisten”. Y se remiten a una situación, común en las asambleas. Se preguntan: "Nosotros, ¿qué somos? ¿Periodistas o militantes?" Y se responden, orgullosos: "¡Periodistas!"
Fuente: El Cohete a la luna

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