jueves, 23 de agosto de 2018

Telefónica acudió a Dante Sica por la fusión Telecom-Cablevisión

En una carta a Dante Sica, flamante ministro de Producción, reiteró el fuerte cuestionamiento a que se habilite una posición “absolutamente dominante” en telecomunicaciones, banda ancha y TV paga.

Telefónica elevó una carta al ministro de la Producción, Dante Sica, para volver a impugnar las resoluciones por las que se aprobó la fusión de Telecom y Cablevisión, tras haber presentado previamente dos notas a la Secretaría de Comercio por el mismo motivo y no haber obtenido respuesta. La empresa pretende así agotar todas las instancias en el Poder Ejecutivo, antes de iniciar acciones judiciales, porque la Secretaría de Comercio al no responder la impugnación tampoco elevó las actuaciones a la Cámara Civil y Comercial, como prevé la legislación.

La carta a Sica se fundamenta en que el Ministerio de Producción tiene carácter de alzada con respecto a la Secretaría de Comercio, que es la autoridad de aplicación de la ley de defensa de la competencia hasta que sea elegido el tribunal que establece la norma legal.

Según fuentes de Telefónica, la fusión Telecom-Cablevisión "va contra cualquier antecedente de un país candidato a entrar en la OCDE, no fomenta la competencia y protege a un actor de características monopólicas".

De acuerdo con las mismas fuentes, la fusión implica "la creación de una nueva empresa con una posición absolutamente dominante, al ser el único oferente con capacidad actual e inmediata para ofrecer en el mercado ofertas convergentes triple y cuádruple play, y refuerza su posición dominante en los mercados de TV paga y de banda ancha fija en claro detrimento del resto de los prestadores".

Añadieron que el ENACOM considera que la empresa fusionada sólo tiene posición de dominio en aquellos mercados locales en los que la cuota de banda ancha excede el 80% de participación, mientras en el promedio de países de la OCDE, esa cuota es del 33% y en México del 50%.

También resaltaron que la Secretaría de Comercio solo dispone la desinversión del 2,5% de clientes a nivel nacional a favor de la firma Universo Net "que no es un serio competidor en la zona de incumbencia de la fusionada".

Asimismo objetaron que "la resolución no impone medidas efectivas para que los competidores puedan acceder a las redes fijas de la empresa fusionada". Y que además "no establece ningún tipo de condición para evitar que Telecom pueda tener acceso preferente a contenidos relevantes para la competencia, ni ha establecido reglas para su comercialización sin discriminación para todos los competidores".

Lo que Telefónica reclama al Gobierno es que se impida a la empresa fusionada ofrecer servicios convergentes, mientras que no haya ofertas comparables de otros operadores convergentes en la localidad donde reside el cliente. También que se le impidan las ventas atadas, de modo que siga ofreciendo a sus clientes la posibilidad de adquirir por separado todos los servicios de la oferta convergente (móvil, banda ancha fija, telefonía y TV paga) a precios replicables por sus competidores.

Según las fuentes de Telefónica, también se reclama al gobierno que la empresa fusionada devuelva con carácter inmediato las licencias de uso de espectro que exceden el límite legal de 140 MH, mientras la resolución oficial le da dos años para la devolución.

Paradojas de la economía macrista para Clarín
Nunca como con Macri las condiciones políticas para la expansión del multimedio fueron tan favorables. Sin embargo, la política económica del Gobierno atenta contra su consolidación.
Por: Martín Becerra
El discurso de Héctor Magnetto en la reunión anual de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) del 16 de agosto tuvo un sabor especial, hablaba allí por primera vez después de haber hecho cumbre en el volcánico empresariado argentino gracias al aventón de Mauricio Macri a la megafusión Cablevisión-Telecom: “Los ciclos suelen asumirse con espíritu refundacional y los actores apuestan a maximizar su beneficio inmediato, lo que frente a las dificultades complejiza los acuerdos y consagra respuestas coyunturales” dijo el CEO del Grupo Clarín. Lo escuchaba (y leía en pantalla) un auditorio masculino del gremio patronal creado en 2002, en plena salida de la convertibilidad, para sortear el impacto de la crisis y del shock devaluatorio. Ciclos.

La inédita expansión del Grupo Clarín aprovecha las mejores condiciones políticas pero soporta malas condiciones económicas. Si bien el rumbo de la regulación estatal desde diciembre de 2015 tuvo como principal meta el derribo de cualquier obstáculo que se interpusiera en el desembarco de Clarín en el redituable sector de las telecomunicaciones (lo que motivara en parte su pelea con Néstor Kirchner en 2008), para lo cual el gobierno de Macri no vaciló en gubernamentalizar la autoridad de aplicación (creando el ENaCom) y en manejar las comunicaciones vía decretos y resoluciones que, en otra época, hubiesen sido objetadas por su inherente “inseguridad jurídica”, por otro lado la recesión de una economía cada vez más dolarizada cuya dependencia de acreedores externos vuelve a condicionar las principales variables de desarrollo, afecta los ingresos y la expectativa de consolidación de la posición dominante alcanzada tras la fusión Cablevisión-Telecom.



Entre las condiciones subjetivas del momento político y las objetivas de la estructuración de la economía, el Grupo Clarín enfrenta un dilema que no impacta tanto sobre sus competidores Telefónica o Claro pues, como explica Jorge Fontevecchia al recordar la extranjerización de la economía argentina de los últimos 25 años (el 68% del PBI es generado por compañías multinacionales) “como las subsidiarias locales de las multinacionales están obligadas a hacer sus balances en dólares para consolidarlos con los de sus casas matrices, nunca planificarán en pesos y toda la devaluación pasará más temprano que tarde a precios”. Por lo que las devaluaciones, antes que como esos trampolines de competitividad soñados por José Ignacio de Mendiguren, funcionan como fábricas de pobres e indigentes.

En el encuentro corporativo de Clarín de noviembre de 2017, Magnetto declaró que “la competencia no solo surge del sector sino de afuera”, aludiendo no sólo a Telefónica o Claro, sino también a híbridos tecnológicos como Netflix o Google. Esos competidores de la convergencia digital pueden fondearse en dólares con mayor facilidad gracias a su escala regional o global de operaciones. Aunque es dudoso que la actual esterilidad económica de la Argentina atraiga el interés de inversores parcial o totalmente externos, a mediano plazo ellos u otros conglomerados globales pueden eventualmente capturar a bajo precio –para ellos- parte del aparato productivo local. Tal vez la vigente Ley de Preservación de Bienes y Patrimonio Culturales de 2003, injustamente bautizada Ley Clarín”, necesite ser reciclada.

A diferencia de Arcor, Techint o Los Grobo, que diversificaron su producción y sus ventas al ritmo veloz de la fase más reciente de globalización capitalista, los clientes de los productos y servicios del Grupo Clarín viven en la Argentina y sus ingresos –y empleos- están severamente afectados por el ajuste en curso. Aunque el teléfono es un servicio básico que aún en tiempos de crisis resulta vital, otros servicios de comunicación pueden ser percibidos como suntuarios cuando acecha la malaria. E incluso el gasto en telefonía es pasible de recortes mediante el pasaje de abonos a prepagos.

La rentabilidad de Clarín, su plan de inversiones, su búsqueda de financiamiento (el fondeo externo con ingresos locales es mal asunto) y su expectativa de consolidación dependen de que la economía argentina no se hunda. Por eso en AEA Magnetto dijo que “el rompecabezas productivo requiere sostener una diversificación que reduzca dependencias extremas y favorezca un desarrollo más integrado, social y geográficamente”. Y añadió, en un fragmento de su discurso dedicado a levantar la estima del sector privado en el medio de las confesiones de coimas y corrupción de buena parte de su cúpula, que “el capital nacional está llamado a crecer aún más si queremos un modelo de inserción global alineado a nuestros intereses. El impulso a las Pymes pero también a las multinacionales argentinas debiera ser un objetivo estratégico”.

Para un directivo como Magnetto, curtido en mil negociaciones con gobiernos civiles y militares y en jugadas osadas con anunciantes de todo pelaje y color para convertir primero el diario en un grupo multimedios y, luego, el multimedios en el mayor conglomerado infocomunicacional del país, no es una buena noticia la restauración de un ciclo de ajuste inflexible que contrae el mercado interno, devalúa la moneda y emparcha el déficit con endeudamiento externo en un contexto de fuerte inflación.

La temperatura de esta paradoja la expresan los editorialistas y columnistas políticos del Grupo, dedicados a una insistente oposición de la oposición política, mientras que los panoramas económicos (en particular las notas en distintos formatos de Marcelo Bonelli) no ahorran críticas a las decisiones oficiales y exponen algunas de sus consecuencias más evidentes.

La paradoja entre gozar del mayor favoritismo gubernamental entre los muchos de los que supo gestionar Magnetto y, sin embargo, padecer la contracción de la economía que es su fermento natural, es el anverso exacto de situación de la conducción de Clarín durante la primera presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, cuando se desató una guerra política que contrastaba con la fertilidad de sus ganancias. Al abuelo del actual ministro del Interior, Rogelio Frigerio, la ironía que contiene esta paradoja le hubiera dibujado una mueca parecida a la sonrisa.
Fotos: Telefónica. Noticias Argentinas
Fuentes: Ámbito Financiero, La LetraP