La crónica policial. Tiene el contra la vorágine noticiosa que necesita reflexión
Por: Federico Frau Barros“La violencia engendra violencia, pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende como espectáculo y la convierte en objeto de consumo”, dijo en su “curso intensivo de incomunicación” el escritor uruguayo Eduardo Galeano. No hay dudas de que esta máxima se encuentra vigente en nuestro país, pero existen también, dentro de la industria de los medios de comunicación, quienes no tienen como propósito hacer un show con la violencia.
“El periodismo que no reflexiona sobre lo que informa ofrece el peor producto a sus lectores. La reflexión se promueve con investigación histórica, opiniones especializadas y trabajo de campo. Una clave de la actualidad es el miedo al delito, un miedo generalizado que produce inmovilidad, encierro, y que en cierta forma también contribuye a reproducir la violencia”, dice Osvaldo Aguirre, periodista policial, escritor, poeta y autor de los libros La Chicago Argentina y Enigmas de la crónica policial, entre otros.
“La crónica, que es sinónimo de periodismo narrativo, no está pasando por su mejor momento. Desde luego que ese tipo de periodismo es una especie de bocanada de aire fresco con respecto a la propulsión de noticias rápidas y artificialmente espectaculares que salen en los medios. Lo que está malogrando al género es el peso que tiene, dentro de la llamada noticia policial, el subgénero de la seguridad/inseguridad que es una usina de manipulación política que desde hace muchos años tiene peso en la opinión pública”, dice Ricardo “el Patán” Ragendorfer, reconocido periodista que ejerce el policial desde hace 40 años y es autor de los libros La Bonaerense, La secta del gatillo y Los Doblados.
En esa misma línea, Juan Carrá, cronista policial y escritor, autor de las novelas policiales Criminis causa, Lloran mientras mueren, se refirió a los problemas que enfrenta el periodismo policial, en una reciente charla en la Biblioteca Nacional sobre periodismo policial y novela negra: “El periodismo policial bien hecho tiene una contra en la actualidad: el tiempo necesario para poder producirlo. La vorágine de la cantidad de información versus la calidad te juega en contra para cuando tenés que producir algo que necesita chequeos porque en la noticia policial las fuentes con las que trabajás siempre son interesadas”.
Así como las nuevas herramientas tecnológicas modifican las formas de contar, también han variado las temáticas y los sujetos a ser narrados. Si cambia la sociedad, cambian sus crímenes. “Cuando empecé a escribir sobre pibes chorros no sabía que ellos eran los gauchos de la modernidad”, dice Cristian Alarcón, director de la revista Anfibia y de Cosecha Roja, la red latinoamericana de periodismo judicial. Cosecha Roja nació hace casi seis años y se ha constituido en una referencia del periodismo policial gracias a una mirada no estigmatizadora y a la diversidad de fuentes.
“El cambio más interesante es el de los autores que comprenden la trascendencia de la perspectiva de género. Una mirada que sin afectar la potencia narrativa de las historia tenga en cuenta que el crimen en América Latina está atravesado por el sistema de dominación del patriarcado. En ese sentido, revisar la producción narrativa del policial de las últimas décadas nos llevaría, en muchos casos, a una autocrítica sobre cómo le dimos curso a esos relatos antes de que las mujeres activistas hayan podido evidenciar la necesidad de una discusión en torno al machismo de la literatura policial”, dice Alarcón.
Con Rodolfo Walsh, pionero del periodismo narrativo a nivel mundial, como principal abanderado y con brillantes antecesores como Roberto Arlt, Juan José de Soiza Reilly o Gustavo Germán González, Argentina ha sido y sigue siendo un faro continental en materia de cronistas policiales.
La gran tradición de cronistas policiales de ayer y de hoy se puede apreciar en una reciente antología de crónicas de periodismo policial argentino compilada por dos periodistas especialistas en policiales como Osvaldo Aguirre y Javier Sinay. ¡Extra! Antología de la crónica policial argentina es un indispensable trabajo de casi 500 páginas donde los artículos van desde 1856 hasta la actualidad. “No existía una antología de la crónica policial. Nos pareció una buena idea compilarla para dar cuenta de una de las tradiciones más importantes y más controvertidas del periodismo argentino”, explica Aguirre.
“El punto de partida fue la amistad con Javier y el gusto compartido por la historia del género. Tanto él como yo habíamos trabajado sobre distintos episodios de la historia criminal argentina y en esas investigaciones las antiguas crónicas policiales habían sido no solo una de las fuentes principales sino también modelos o referencias para pensar la práctica del oficio”, cuenta Aguirre acerca del motor de la investigación que llevaron a cabo con Sinay, periodista y autor de los libros Los crímenes de Moisés Ville y Sangre joven.
Esta tradición también se retroalimenta del permanente interés de los lectores argentinos por el crimen. “A diferencia de otros géneros, acá se habla de la vida real y de personajes que llegan a los diarios por el atajo más dramático que es haber sido víctimas de un hecho terrible o haberlo cometido. De algún modo todo el mundo se ve reflejado en esas historias, ya sea como víctima o victimario”, explica Ragendorfer.
“En el policial está todo. La gente tiene una fascinación que yo comparto y que creo que pasa por saber cómo son de cerca los asesinos y los ladrones”, dice Rodolfo Palacios, periodista y autor libros como Sin armas ni rencores, El Clan Puccio y Adorables criaturas.
“Está al alcance de todos, nadie siente que deba ser un iniciado para leer a cualquiera de sus autores”, escribe Mónica Plöese en el prólogo del libro El Facineroso, una compilación de las crónicas policiales de Roberto Arlt que escribió en los diarios Crítica y El Mundo.
“La gente le pone mucho de fantasía a los personajes. Siguen los casos, los viven como si fueran una ficción, por eso les atrae tanto”, dice Virginia Messi, redactora de la sección policial del Diario Clarín y co-autora del libro Narcolandia.
“La curiosidad es la que tenemos todos: ¿cómo se forma una persona que termina haciendo las cagadas que nosotros vemos por la televisión? ¿Cómo llegó a eso? ¿En qué gasta la plata? ¿Cómo fue su crianza?”, dice Nahuel Gallota, periodista del diario Clarín y autor del libro La conexión Bogotá que se define como un periodista delincuencial y aclara que prefiere evitar el contacto con las fuentes policiales.
Varios de los que ejercen el oficio plantean esta diferenciación entre periodista policial y periodista delincuencial o criminal y tiene que ver con la intención de contar el hecho desde la óptica del criminal, una postura distinta frente al crimen y su relato. La garantía de que el periodismo policial gráfico argentino tiene exponentes que reflexionan permanentemente sobre sus prácticas es lo que permite ilusionarse con un próspero futuro del rubro.
Foto: Noticias Argentinas
Fuente: La Gaceta