Por: Stella Calloni
La palabra que más se escuchó los últimos días de 2017 fue “justicia” una demanda que unificó a sectores diversos dirigida al gobierno del presidente Mauricio Macri, cuya confiabilidad cayó estrepitosamente en este mes de diciembre, cuando se impusieron medidas antipopulares y rechazadas mayoritariamente, mediante maniobras ilegales y extorsión abierta aplicada a gobernadores, diputados, partidos políticos, jueces entre otros.
Entre los hechos más repudiados por la sociedad figura el regreso de la represión utilizada en los últimos tiempos a gran escala contra una sociedad que reclama sus derechos y es atacada con una violencia desmedida, que produjo muertes, entre ellas la de dos jóvenes como Santiago Maldonado y Rafael Nahuel que hoy son un símbolo para miles de argentinos. Además decenas de heridos y detenidos.
También se advierte que el gobierno intenta encubrir su responsabilidad en la desaparición del submarino Ara San Juan con 44 tripulantes el pasado 15 de noviembre, ocultando que la nave fue enviada a participar en maniobras con Estados Unidos, Gran Bretaña y Chile en el extremo sur del país, las que no fueron autorizadas por el Congreso.
Luego siguen en el rubro de las injusticias la ola de despidos, la pobreza, la leyes impuestas como la Reforma previsional que afectará a más de 17 millones de argentinos, la entrega de la soberanía nacional, la impunidad conque extorsionan también a jueces, y a los que no obedecen los enjuician políticamente, como denunciaron en estas horas varios organismos, hablando de un fin de año de "tristezas pero también de indignación y resistencia".
La repudiada resolución de un juzgado federal de autorizar la prisión domiciliaria a uno de los más connotados criminales de lesa humanidad de la pasada dictadura militar, como lo fue el comisario Miguel Etchecolatz, produjo un rechazo generalizado por la cantidad de víctimas que pasaron por sus manos.
En este marco sucede un hecho extraordinario como es la conformación de un grupo que reúne a “Hijos e Hijas de genocidas” que han denunciado a sus padres, entre los cuáles está la hija de Etchecolatz. Una agrupación que se fue construyendo “en torno al espanto, pero también ante la fuerte necesidad de desprenderse de esa historia”. Muchos de estos hijos y sus madres fueron víctimas ellos mismos de la violencia de sus víctimas también de esos padres.
Mariana D. hija de Etchecolatz decidió cambiar su apellido ante la justicia y liberarse de su pasado, junto con Rita Vagliati, Erika Lederer, Alejandra Eboli y otros más, que fueron alentados por estas primeras acciones y decidieron tener su propia voz silenciada durante años.
Ante la decisión de otorgar la prisión domiciliaria a Etchecolatz quien fue jefe de la Policía Bonaerense durante la Dictadura, y tuvo a su cargo 21 centros clandestinos de detención,el grupo de Hijas e Hijos de Genocidas enviaron un comunicado en repudio de esta decisión.
“Esos hombres, esos genocidas, que son o que fueron nuestros padres, están volviendo a sus casas, a nuestros barrios, beneficiados por jueces sin escrúpulos, de esos que perdieron la conciencia y la memoria, o que nunca la tuvieron. Nos sentimos decepcionados por una justicia que empieza a borrar la idea de “Lesa Humanidad”, otorgando supuestas garantías constitucionales (como si fueran “gestos humanitarios”) o condenas irrisorias, equiparando de esta manera a los genocidas con delincuentes comunes. ¿Qué representa la prisión domiciliaria para un genocida?” se preguntan.
En su comunicado señalan que el genocidio es un crimen aberrante contra todo el pueblo, que se sigue perpetuando a través del silencio, la complicidad y la impunidad que hoy, con la prisión domiciliaria del quizás más ejemplar de sus jefes, Etchecolatz, vuelve a cometerse.
Una de las frases más conmovedoras del comunicado advierte que “la pesadilla retorna al barrio, a hogares que conocemos, para recordarnos que alguna vez tuvieron el poder de quitar la vida en nombre del Estado. El terror, para la sociedad toda, es siempre terror: ayer y hoy. Con su presencia vuelven a amenazarnos, a poner en peligro el entorno familiar, a decirnos que después de todo son más fuertes”.
Más adelante señalan: “Hoy volvemos a sentir el perfume del terror, el sonido de sus pasos sigilosos y la angustia por la justicia rota. Sentimos el miedo de andar por la calle y de vivir junto a los asesinos, que ya demostraron su poder en democracia con la desaparición de Jorge Julio López.
En este caso se refieren al sobreviviente Jorge Julio López, un obrero quien pasó por varios centros clandestinos durante la dictadura y cuando fue liberado se dedicó a denunciar todos los crímenes aberrantes de los que fue testigo, y en esto fue clave para la condena de Etchecolatz.
López desapareció en plena democracia, (junio 2006) cuando iba a dar su declaración final, y todos los pasos llevaron hacia Etchecolatz quien desde la cárcel mantenía una fuerte relación con los policías de la bonaerense.
Al repudiar este beneficio procesal no sólo a Etchecolatz, los Hijos e Hijas de Genocidas hicieron extensivo el más hondo repudio “a todos aquellos genocidas y cómplices civiles que desde el inicio de este gobierno (del presidente Mauricio Macri) se han visto sistemática y metódicamente beneficiados por diversas maniobras por parte del poder estatal”.
En su mensaje final advierten que “ya no cuenten con nuestro silencio asfixiante, hoy somos muchos los hijos e hijas de genocidas que no callamos, que repudiamos profundamente lo que hicieron y lo que siguen haciendo hoy sus encubridores civiles. No se arrepintieron nunca, no hablaron nunca, no colaboraron jamás con la memoria ni con la justicia ni con la verdad. Pretenden recordarnos su poder y de lo que son capaces. Y ellos, nosotros lo sabemos, son capaces de todo”.
A su vez se escuchó otra voz en favor de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, muertos en el marco de la represeión a mapuches .“Que haya justicia por Santiago y Rafael, y que Etchecolatz vuelva a la cárcel”, fue el deseo expresado por Sergio Maldonado, hermano del joven artesano, quien fue visto por última vez vivo el 1o de agosto durante una represión de Gendarmería en Esquel. Chubut”.
Maldonado, continúa sin descanso luchando por la verdad en el caso de su hermano y también ahora de Nahuel, y solicita que la carátula de la causa sigue siendo “desaparición forzada” porque hay testimonios que así lo señalan.
En este marco de situación también se exige la libertad de todos los detenidos políticos , cuyas detenciones son ilegales, y que se deje de amenazar y obstaculizar a los jueces o funcionarios judiciales que no se prestan a las maniobras de un gobierno que “ha convertido a una buena parte de la justicia en su cómplice”. Por esta razón se conformó un importante Foro en Defensa de los Presos políticos en todo el país y también otros organismos en defensa de la libertad de expresión cada día más golpeada.
Foto: AP
Fuente: Diario La Jornada