El periodista Jorge Brisaboa falleció este miércoles 8 de noviembre a los 66 años, a causa de una larga dolencia que lo mantuvo en los últimos años alejado de la profesión a la que dedicó gran parte de su vida con una extensa trayectoria en medios locales y nacionales.
Brisaboa nació en Rosario el 9 de mayo de 1951 y a los dieciocho años se inició en el periodismo. Sus primeros trabajos fueron como periodista deportivo en el diario Crónica de Rosario (de 1967 a 1974). También trabajó en las radios LT8 (del 69 al 80) y en LT3 (1977 a 1978).
Desde Rosario fue corresponsal de la revista Goles (1975 a 1982), redactor del diario El País desde Rosario (1977) y jefe de Deportes del diario La Tribuna (1978 a 1979). A comienzos de 1980 fue jefe de Redacción del Semanario Rosario (1980 a 1981), del diario Rosario (1982 a 1983) y del diario Democracia (1983 a 1984). Luego, entre 1986 y 1991, se desempeñó como jefe de Noticias de Canal 5 de Rosario y condujo periodísticamente distintos programas en radio y televisión.
En los 90´ viaja a España. En un bar de Barcelona junto a Joan Manuel Serrat y el Negro Roberto Fontanarrosa, realizan un programa especial para la televisión Rosarina.
En Clarín, a comienzos de 1997, integró un equipo de investigación encabezado por María Seoane e integrado por Sergio Rubín, Julio Algañaraz, Daniel Juri, Matilde Sánchez y Alberto Amato, que se abocó a develar en detalle el rol de la Iglesia en el plan para ocultar el cuerpo de Evita: la organización, el papel del Ejército, la intervención de la Iglesia. Fue una tarea ardua, pero fructífera: Por primera vez, habló el sacerdote que le entregó el cuerpo a Perón, el suboficial que llevó el féretro a Milán y, 14 años después, a Madrid, entre otros valiosos testimonios. A los que se sumaron reveladores documentos del archivo del Ejército.
Una de sus notas en Clarín |
Por: Jorge Brisaboa
River, Boca, Racing, Independiente y San Lorenzo. Los cinco grandes del fútbol argentino.
Desde el comienzo del profesionalismo en 1931 el poder económico les había permitido a estos clubes de Buenos Aires adquirir los mejores futbolistas y ser bendecidos por las manos de los arbitros que pitaban a su favor. Y entre ellos se daba la puja en los campeonatos. Esta constante se repetirá hasta 1967, en que Estudiantes de la Plata quebrará la seguidilla de 36 años de títulos repartidos entre los cinco grandes.
Desde Buenos Aires se seguía con atención el fútbol rosarino. Hasta que a mediados de 1936 los dirigentes porteños pensaron que no bastaba con comprarles jugadores a Newell's y Central (lahistórica delantera de Cagnotti, Gómez, Guzmán, Potro y García había sido desmantelada por el peso del dinero), sino que se los podía integrar.
Se los invitó a un torneo nocturno con lo mejor del fútbol rioplatense. Central debía enfrentar al River de Peucelle, Bernabé Ferreyra, Moreno, Pedernera; al Boca de Varallo y Cherro; al Racing de Scopelli y el "Chueco" García; al Independiente de Sastre y Erico; al San Lorenzo de Guaico y Cantelli. Y también a los uruguayos Peñarol y Nacional. Y, como siempre, a Newell's.
Central fue tercero. Independiente logró el campeonato y San Lorenzo el subcampeonato. Se instaló entre los grandes.
Jorge Brisaboa, en el centro sosteniendo una camiseta en un encuentro en El Cairo |
Pero la crisis seguía haciendo estragos en el país y especialmente en los sectores populares que daban vida al fútbol de la ciudad. El correlato era la merma de espectadores a las canchas, por lo que la Liga Rosarina resolvió bajar el precio de las entradas, con lo que los clubes -y especialmente Central- tuvieron un fuerte sacudón: los asociados se borraban porque les convenía pagar solamente el ingreso como no socio en cada partido.
A punto de cumplir los 50 años, Rosario Central ya estaba mezclado entre los grandes pero padeciendo -junto a su sostén, la gene de trabajo- la crisis del 30.
Del libro "De Rosario y de Central", noviembre 1996, Editorial Homo Sapiens
El fotógrafo Juan Carlos Forcaia, registró esta foto, en la presentación del libro de Aldo Pedro Poy |
Por: Mauro Aguilar, actual corresponsal del diario Clarín en Rosario
Apenas un mes después de entrar en el diario me tocó hacer una nota a dúo con él. Inusual por lo extensa: le iban a dedicar tres páginas! Era septiembre de 2002, Central arrasaba en la cancha y fuimos a tomar un café en el hotel Riviera para charlar de fútbol con César Luis Menotti, el padre de esa criatura que sonaba como un violín, y con uno de los hinchas más famosos del equipo: el Negro Fontanarrosa. Escribimos a cuatro manos y lo recuerdo reclamando para que incluyeran mi firma en el texto, algo que no estaba habilitado aún por mi reciente ingreso en el diario. Fue un gesto de generosidad de un periodista ya consagrado que nunca olvidé. Trabajamos juntos durante cinco años y aprendí de él algunas lecciones de este oficio. Ayer Jorge Brisaboa se fue a pasear por otros lados, a gritar los goles de Central en otra platea. Estas torpes líneas intentan ser un homenaje y un agradecimiento, por lo que compartimos y por aquellas enseñanzas que me dejó. Chau, Jorge. El próximo café lo pago yo.
Apenas un mes después de entrar en el diario me tocó hacer una nota a dúo con él. Inusual por lo extensa: le iban a dedicar tres páginas! Era septiembre de 2002, Central arrasaba en la cancha y fuimos a tomar un café en el hotel Riviera para charlar de fútbol con César Luis Menotti, el padre de esa criatura que sonaba como un violín, y con uno de los hinchas más famosos del equipo: el Negro Fontanarrosa. Escribimos a cuatro manos y lo recuerdo reclamando para que incluyeran mi firma en el texto, algo que no estaba habilitado aún por mi reciente ingreso en el diario. Fue un gesto de generosidad de un periodista ya consagrado que nunca olvidé. Trabajamos juntos durante cinco años y aprendí de él algunas lecciones de este oficio. Ayer Jorge Brisaboa se fue a pasear por otros lados, a gritar los goles de Central en otra platea. Estas torpes líneas intentan ser un homenaje y un agradecimiento, por lo que compartimos y por aquellas enseñanzas que me dejó. Chau, Jorge. El próximo café lo pago yo.
Sus restos fueron cremados esta mañana en un cementerio de la localidad santafesina de Villa Constitución, a 30 kilómetros de Rosario.