miércoles, 29 de noviembre de 2017

#BadiaEnelAire cumpliendo 71 años

En el que sería su cumpleaños número 71, la familia entregó en custodia la colección privada del conductor al Archivo Histórico de Radio y Televisión Argentina. Fernando Bravo condujo un show en homenaje a quien fue uno de los más importantes impulsores de la música de nuestro país
La colección audiovisual privada de Juan Alberto Badía se suma al acervo del Archivo Histórico de Radio y Televisión Argentina, la familia del reconocido conductor le entregó en custodia en el marco del homenaje que se realizó en Televisión Pública Argentina.

Este miércoles 29 de noviembre, Badía cumpliría 71 años, su amigo Fernando Bravo llevó adelante el especial que contó con la presencia de familiares, amigos, colegas y músicos que acompañaron a Juan Alberto durante toda su vida (ver video).

Músicos y artistas hicieron un show en reconocimiento a quien fue uno de los más grandes difusores e impulsores de la música argentina.

En tanto se descubrió una placa en memoria de quien también fue uno de los talentos más queridos y respetados en el canal.

El periodista y biógrafo de Badía, Sergio Marchi, fue uno de los impulsores de la iniciativa que permitió sumar el material personal de Badía a las colecciones del Archivo de RTA, en tanto que su familia decidió aportar más contenidos.

Nueva plataforma
De igual manera, el miércoles el Archivo Histórico de RTA presentará una nueva plataforma digital que prestigia y facilita el acceso a una de las fuentes de contenidos audiovisuales más importante del país.

Así era Juan Alberto Badía: la desconocida historia del viaje en el que empezó a despedirse
En 2009 el conductor invitó a "Clarín" a un recorrido histórico por Jujuy. Su programa, "Estudio País" sólo marcaba un punto de rating, pero él regaló una lección de vida
Por: Marina Zucchi
Un día a Juan Alberto Badía se le ocurrió hacer televisión en la altura. Tenía 63 años y ya no le alcanzaba con transmitir desde un rascacielo. Prefería la austeridad y el vacío y enfiló para Jujuy. Por entonces conducía en Canal 7 "Estudio País" y marcaba poco más de un punto de rating. Mirtha Legrand arrasaba con sus almuerzos, pero Juan estaba en "otra cosa". Quería hacer historia llevando por primera vez una cámara a pueblos donde la TV no había ingresado. No sabía que se estaba despidiendo del público.

El portador de la matrícula de locutor número 1996 invitó a Clarín a sumarse y a cubrir el experimento. Año 2009. Invierno. Nos esperó en la Quebrada de Humahuaca y nos advirtió que había varios requisitos: "Adaptación a hospedajes de media estrella, pulmones preparados y estómago de acero para soportar caminos de cornisa por horas".

En la camioneta, en pleno camino del Zenta, con todos los pasajeros medio ahogados, Juan decía que se sentía como cerrando el círculo. Que quería vivir muchos años, pero que si estaba en tiempo de descuento, el descuento se sentía "como la gloria" y que lo suyo era pensar su oficio a largo plazo, lo que iba a dejar para cuando no estuviera: "Prefiero hacer esta televisión noble que le da sentido a un país tan grande y cuenta historias de vida, que sentir la emoción del minuto ganado y olvidado".
Juan Alberto Badía en Jujuy, con su programa "Estudio País". (F. de la Orden)
Cuando el chofer avisó que pisábamos el punto más alto, el Abra del Zenta, a casi 5.000 metros, Juan plantó una banderita en la tierra, como si estuviera incrustando una bandera en la Luna. A la noche durmió a 3.500 metros, en la casa de David, el castrador de ganado que no tenía luz y que ofreció como cena lo que había: unas papas.

Ese programa -que debe estar guardado en el archivo de Canal 7- debería servir para enseñarle a más de un conductor cómo se hace televisión fuera de los límites de la Capital Federal, incluso más allá del Conurbano. Hay que saber arremangarse, hay que tener la humildad de Badía, de dormir con dos camperas puestas, sin quejarse.

Un año después Juan se enteró de que tenía cáncer en el mediastino. E invitó a una charla en su casa de Pilar. Contó que su oncólogo le había regalado una piedra del grosor de su tumor y que la tenía sobre la mesita de luz. "Todos los días la rompo un poquito. Tenerla visible me sirve para aceptar. Y para acordarme de pensar que este tiempo suplementario es recuperado, porque si no recuerdo que voy y vamos a morirnos, nunca hubiera disfrutado tanto".

Ayer, su sobrina Jazmín llamó y escribió a los medios, uno por uno. Pidió que no olvidaran a Badía en el día de su cumpleaños. Y que los periodistas contaran quién fue, quién sigue siendo.

Juan era el que buscaba la altura en todo el sentido de la palabra. El que volvía de la quimioterapia y, con poco aliento, ponía unos disquitos de Los Beatles y transmitía desde la radio que había levantado en su casa, "JAB". El que podía dormir en el piso a cambio de una buena nota, allá en la inmensidad, donde otros pensaban que no había nada que contar.
Fuente: Diario Clarín