Por: Luis Tarullo
Buenos Aires, nov 28 (DyN) - En estas breves líneas, el que suscribe, Luis Darío Tarullo, va a alterar una regla básica del periodismo y, a partir de ahora, escribirá en primera persona para tratar de resumir en trazos gruesos su historia y sus sentimientos en lo que hasta este día fue la agencia Diarios y Noticias (DyN).
Ingresé a DyN con apenas 22 años, luego de haber hecho las primeras y fundamentales armas en la radio de mi ciudad natal, Chacabuco, provincia de Buenos Aires (LT 36 Radio Chacabuco), gracias a la presentación de Silvia Pisani (acreditada de la agencia en el Senado de la Nación), hoy corresponsal de La Nación en Estados Unidos, y la confianza brindada para mi incorporación por el entonces director Jorge Brinsek.
Desde diciembre de 1985 hasta estos días todo fue permanente crecimiento y aprendizaje, con maestros impares y nuevas camadas de periodistas que aportaron su impronta, por ejemplo con los conocimientos de las nuevas tecnologías a las que debimos, indefectiblemente, adaptarnos los de la "vieja guardia".
Recuerdo, entre otras cosas, las innumerables guardias y coberturas, cuando teléfonos celulares, fax, Internet, wi-fi, computadoras y otras "modernidades" eran aún impensables. Teléfonos públicos, teletipos, máquinas de escribir y notas a doble hoja con papel carbónico trasladadas a la redacción por mensajeros eran la moneda corriente de esos tiempos no tan lejanos, aunque hoy parecen prehistoria.
En pocos años todo se desarrolló de manera vertiginosa, pero la esencia continuó inalterable e inalterada, al menos en los que nacimos en la fragua del periodismo. Porque periodista se nace, aunque luego deba moldearse.
La rebelión carapintada, la sangrienta ocupación de La Tablada, tomas de rehenes, reuniones interminables de la CGT, paros nacionales, movilizaciones, concentraciones sindicales, viajes de trabajo al exterior y miles de notas más forjaron mi vida periodística en DyN de manera constante.
La jefatura de la Mesa de Noticias primero y del área Judiciales/Policiales luego fueron broches brillantes que me dotaron de conocimientos impagables.
Y no quiero olvidarme de mi amado "Panorama Laboral" de los fines de semana, que con generosidad publicaron incluso hasta último momento los diarios del interior del país.
También hubo sinsabores. Como la muerte de compañeros redactores y fotógrafos, algunos de ellos en la plenitud de sus vidas. Pero en su ley.
La cuenta es simple. 54-22=32. 54 años de edad, comienzo en DyN a los 22, 32 años ininterrumpidos: 60 por ciento de mi vida en una escuela de periodistas, en un hogar.
Creo que de más está describir mis sentimientos en este momento. Gran parte -por no decir todo- de lo que tengo y de lo que soy profesionalmente fue gracias a DyN.
Además, DyN siempre fue una fenomenal carta de presentación aún hasta su último resuello. Y lo seguirá siendo, sin dudas.
En este resumen dejo para el final a mis padres, que me dieron la libertad absoluta para elegir mi carrera -que desde pequeño fueron las letras, indudablemente-, a mi hermano, y, sobre todo, a mi esposa y a mi hija a quienes -como toda familia de periodista- involuntariamente les robé horas que estuvieron dedicadas a un trabajo que no conoce de horarios.
Los abrazo a todos, familia, amigos, colegas y abonados que confiaron en mí. Y como digo siempre, en muchas situaciones, como en esta, no olvido ni dejo de agradecer.
Porque, más allá de personas, acciones y circunstancias, olvido y desagradecimiento son peores que la muerte. Por ello, Gracias Infinitas!
Ver anteriores: Clarín y La Nación cierran hoy la agencia DyN y no consideraron reubicar a trabajadores despedidos, Atención editores: esto no es un adiós, sino un hasta luego, escribe un periodista de DyN