Por: Carlos Manuel Sánchez
La conexión balcánica. Veles fue una pujante ciudad industrial de la ex Yugoslavia que entró en declive con la independencia de Macedonia y las guerras balcánicas. Desde edificios como este, los jóvenes usaban sus ordenadores personales para publicar noticias falsas que, compartidas por los simpatizantes de Donald Trump, consiguieron un eco planetario.
En un remoto rincón de la ex Yugoslavia, un puñado de jóvenes torció para siempre la historia moderna. Crearon infinidad de 'fake news' a favor de Donald Trump, dándole así un importante empujón para encaramarlo en la Casa Blanca.
¿Quiénes son esos jóvenes y por qué lo hicieron? Lea. Parece una noticia más inventada por ellos, pero es la pura (y triste) verdad.
Eles (Macedonia, 43.000 habitantes) vivió tiempos mejores. Sus habitantes presumen —con esa nostalgia malsana de las ciudades industriales venidas a menos— de que era la segunda localidad más contaminada de la ex Yugoslavia. Solo la fábrica de cerámica empleaba a 4000 obreros. Si Tito levantara la cabeza...
El declive empezó en los años 90, con la independencia y la guerra. Las fábricas fueron cerrando una tras otra. Desde entonces, y con la tasa de desocupación por encima del 25 por ciento, los únicos que han gastado con alegría en los bares y comercios fueron unos narcotraficantes que vendían heroína en Alemania y se refugiaban allí. Duró poco. Hasta que la policía desarticuló la banda. Eso fue hace una década.
Sin embargo, Veles se convirtió hace solo unos meses en el centro de un debate planetario. Otra vez circuló el dinero fácil. Y en los bares y comercios volvieron a tintinear las cajas registradoras. Igual que ocurrió con la droga, el subidón de la economía local fue visto y no visto. Pero la fama de Veles ya no es efímera, porque lo que aquí sucedió ha cambiado la historia de nuestra época para siempre.
Veles fue la capital mundial de las mentiras. Aquí se fabricaron noticias falsas como en otros tiempos se hacían azulejos. A escala industrial. Y lo hizo una pandilla de chavales que estaba mano sobre mano. Fueron los reyes de las fake news. Estos chavales sí que han dejado huella. Que le pregunten a Donald Trump...
Lo que sucedió sigue hoy emitiendo un mensaje turbio, inmoral, que la sociedad no es capaz de digerir. A muchos vecinos tampoco les gusta esta notoriedad fraudulenta de su ciudad natal, así que ahora los chavales procuran no llamar la atención. Como son vanidosos –unos imberbes bravucones–, les gusta darse el pisto con los periodistas. Pero lo hacen con seudónimo.
La rutina viral
Los jóvenes productores de Veles escribían cada noche cuatro o cinco noticias para publicar al día siguiente. Al levantarse, las compartían en Facebook. Se iban a un cibercafé, volvían a casa, buscaban más artículos y los enlazaban. Lo demás era esperar que las noticias se viralizasen y cobrar. Ni siquiera querían que Trump ganase. Solo descubrieron una nueva forma de ganar dinero.
Vivir con y para la videoconsola
Uno de los jóvenes que han hablado con la prensa se hace llamar Goran. Su padre es fontanero. Y a Goran no le apetece acompañarle a hacer chapuzas. Sigue yendo al instituto por pura inercia. “Aquí no se puede hacer dinero con un oficio de verdad”, le contó a Wired.
Goran y sus amigos hacen novillos. Dan vueltas por ahí, escuchan 'gangsta rap'... Donde más horas echan es con la videoconsola. Quién sabe, hay gente que gana pasta jugando al FIFA o matando zombis. Incluso hay equipos profesionales de Counter-Strike, un videojuego de disparos. En el cibercafé están siempre dale que te pego. Terroristas contra antiterroristas, sálvese quien pueda.
Todos envidian a Aleksandar, un colega de Counter-Strike, que se ha hecho rico de la noche a la mañana. Un día aparece por el cibercafé con un BMW Serie 4, nuevecito. Ha montado una página de Facebook. Consejos de belleza y remedios naturales. Del tipo: “¿Tiene calambres por las noches? Ponga una pastilla de jabón debajo de las sábanas. ¿Está bajo en glóbulos rojos? Tome caldo de acelgas”. Cualquier chorrada de las infinitas que pululan por Internet, por disparatada que parezca. Aleksandar copipega el consejo, pone un titular llamativo y lo mueve por las redes. Lo importante no es que el asunto tenga fundamento, es que los internautas hagan clic. Que lo compartan. Aleksandar lo tiene comprobado: cuanto menos verosímil, más pican. Su página de Facebook tiene dos millones de seguidores, diez millones de visitas al mes. ¡Qué tragaderas!
Muchísimas migajas hacen un BMW
Pero los chavales siguen sin entender muy bien cómo consigue el dinero Aleksandar, si Facebook es gratis y nadie paga por entrar en su página. Y casi se caen de culo cuando les suelta: “¡Me paga Google, palurdos!”. Y les enseña el móvil, donde tiene una aplicación bancaria con los ingresos del mes. Google AdSense emite las transferencias. Tan fácil como insertar un código en la página. Y el buscador lo hace todo: coloca anuncios de manera automática según el perfil del consumidor, basándose en el historial de búsquedas y otras zarandajas del Big Data.
Y Aleksandar se pira, haciendo ruedas con su BMW. Y los chavales se quedan haciendo cuentas. Goran el que más, pensativo. A ver, por cada página vista no llega a un céntimo lo que paga Google. Aplica una fórmula y le salen 0,0015 dólares... “¡Migajas!”. Y sigue calculando. Eso son 1,5 dólares por cada mil visitas mensuales; 1500 por cada millón... A ver, entonces su amigo Aleksandar, cuya página tiene diez millones de visitantes, ¡se levanta 15.000 dólares al mes! Y entonces Goran llega a una conclusión lógica: “Juntando migajas, puedes hacer un pan”. O mejor aún, comprarte un BMW.
Goran se pone entonces manos a la obra, paciente y laborioso, sin más know-how que los tutoriales de YouTube sobre cómo montar una web y su experiencia plagiando para los deberes escolares. Va probando temas, hasta que encuentra un filón. La campaña electoral estadounidense.
Publica una noticia: “Donald Trump abofetea a un espectador en un mítin en Carolina del Norte”.
Es mentira, pero qué más da. La copia tal cual, sin citar la fuente, y pone enlaces en grupos de Facebook dedicados a la política norteamericana. Se acuesta y, a la mañana siguiente, ve con asombro que ha sido compartida 800 veces. Era febrero de 2016. Es el primer artículo de muchos... Ese mes, Google AdSense pagará a Goran unos 120 eurillos. No es gran cosa, pero tampoco es una suma despreciable en Macedonia.
Goran abandona el instituto. Y se dedica a tiempo completo a publicar noticias falsas. A un ritmo de unas cinco diarias. Se percata de que los artículos a favor de Trump o que pongan a parir a Hillary Clinton son los que más se comparten. Experimenta también con Bernie Sanders. “Pero sus seguidores son muy listos. No se creen nada. Exigen pruebas”. Goran va afinando su rutina hacia la viralidad. Y la encuentra con un titular estruendoso: “El papá Francisco apoya a Donald Trump”.
¡Decenas de millones de visitas! Registra más webs, y abre perfiles falsos de Facebook solo para enlazarlas y que cojan tracción. A veces se le va la mano. Una de sus páginas tiene un nombre y apariencia muy similares a las de The New York Times. Los abogados del diario le envían una requisitoria. Goran la cierra de inmediato, pero abre otras. Llevando cuidado de no entrar en la lista negra de Google por violencia extrema, odio o pornografía. La mentira no está en esa lista.
Desolación en el mercado
En Veles la desocupación supera el 25 por ciento y los jóvenes no tienen expectativas. Pasan la mayor parte del tiempo en los cibercafés. Las noticias falsas sobre Trump les dieron dinero, primero, y mala fama, después. Pero siguen confiando en vivir de Internet. A la derecha, puestos vacíos en el mercado central.
Sus amigos no tardan en imitarle. En un momento dado, hay más de cien webs en Veles que se dedican a publicar noticias sobre Trump que los sitios de la derecha alternativa (alt right), replican, traducen, comentan... Incluso la cadena Fox News y Breitbart se hacen eco. El ventilador esparce los detritos.
Ajenos a la que están liando, los chavales se enseñan los móviles para comparar sus ingresos. Goran se compra ropa, un ordenador, se va de vacaciones...
Todos tienen pasta que fundir. Y un día, colorín colorado, la prensa seria destapó el asunto. Y Google les cerró el grifo. Pero la bola ya era imparable. Para entonces, Trump esprintaba hacia la presidencia.
Y los politólogos, los community managers y los expertos en desinformación habían tomado nota. Esos chavales les habían mostrado el camino.
Como reconoce Goran, a ellos les traía al fresco quién ganaba las elecciones. Sencillamente, Trump generaba más tráfico, más clics... ¡Más madera!
Mientras tanto, los chavales de Veles vuelven a estar ociosos. Goran quiere estudiar código. Y sueña –dice, sin una pizca de ironía– con trabajar algún día en Google o Facebook.
Foto: Guy Martín
Fuente: XL Semanal