Trabajadoras y trabajadores del diario El Litoral manifestamos nuestro rechazo y preocupación por las notas de opinión “La venganza de la fealdad”, publicada el lunes 19 de diciembre con la firma de Néstor Vittori, y “Estaba tan buena que le eché los galgos, pero…”, publicada el martes 27 de diciembre con el seudónimo José Civita.
En el contexto actual, en el que la ciudad de Santa Fe continúa estremecida por el cuádruple femicidio vinculado, un intento de femicidio y un intento de femicidio vinculado, resulta cuestionable que un medio de comunicación publique notas de este tenor, sin tener en cuenta el sentido de responsabilidad social que le compete.
Los textos abordan el tema desde paradigmas que ya han sido ampliamente superados y reproducen estereotipos que contribuyen a fomentar el caldo de cultivo de la violencia machista de una manera irresponsable, en una sociedad en la que cada treinta horas muere una mujer por causas relacionadas con la violencia de género.
En medio de la enorme tarea que implica desarmar discursos que habiliten, potencien y promuevan la alarmante tasa de femicidios actual, los periodistas de este medio deseamos hacer conocer a la opinión pública que este tipo de textos no sólo no nos representan, sino que van en contra de lo que cotidianamente intentamos construir desde nuestros puestos de trabajo. Los medios intervienen en el proceso de elaboración de la subjetividad social; por tanto la utilización del lenguaje nunca es ingenua, sino profundamente sexista y valorativa.
No se trata de corrección política, se trata de responsabilidad. Y la responsabilidad no se demuestra con una foto de Ni Una Menos: se prueba minuto a minuto, tecla a tecla, tramando discursos que vayan a favor de una sociedad menos violenta y sin discriminaciones.
Fuente: Asociación de Prensa de Santa Fe
La venganza de las feas
Por: Luciana Peker
Dos días después de la violación, tortura y femicidio de Irma Ferreyra, Misiones, el diario El Litoral le dio espacio a una columna de opinión de Néstor Vittori titulada “La venganza de la fealdad”. El editorial criticaba la iniciativa de prohibir los concursos de belleza en Santo Tomé. No solo dejaba planteado que pretender que el Estado no premie a las mujeres por sus glúteos es una patraña de feúchas resentidas, sino que además se envalentona con la reaparición de la mujer bella para atraer a los varones y reproducir la especie. Como la mona. “El concepto de ‘mujer’, como género dentro de la especie humana, resulta diferenciado por factores anatómicos, biológicos y funcionales. Su primera función, dentro de otras muchas es, en asociación con el hombre, el de asegurar la continuidad de la especie mediante la reproducción, la alimentación y la crianza de los hijos”, retrocede sobre todos los derechos a ser madre como elección y derecho y no como ladrillo biológico ineludible el columnista de El Litoral.
Después no se priva de una adaptación biológica que no se diferencia del fascismo: “Pensar en suprimir los concursos de belleza, es una discriminación absoluta hacia la funcionalidad y la belleza, particularmente de la mujer occidental, cultivada y expuesta a través de los años, lo que ha posibilitado una selección diferente en beneficio de la especie, mediante su aporte genético”. ¡Epa! ¿En nombre de la genética, que sigan las reinas? Los hijos con coronita serán más bellos, puros, occidentales y triunfadores que los que pregonen valores igualitarios e inclusivos. Pero, a tono con el último grito del machismo, Vittori no lo dice contra las mujeres, sino que él también argumenta ponerse la camiseta de las mujeres. “La supresión o prohibición que se propone, va de contramano con toda la experiencia libertaria e igualitarista de las mujeres por más de un siglo, que ha sido bienvenida en el mundo libre, avanzando en una infinidad de situaciones donde el género ya no es motivo de diferencia”, asegura. Muy por el contrario, Irma murió, igual que más de 270 mujeres en la Argentina, por ser mujer.
“Pretender que la exhibición de la belleza es un estímulo a la ‘violencia de género’, es una contradicción flagrante con la experiencia acumulada, en la que la líbido y el morbo masculinos han resultado siempre estimulados por el ocultamiento, y los instintos reprimidos han resultado potenciados por el atisbo de alguna porción del cuerpo de una mujer aunque sea de manera tímida.Por suerte, el destape que caracteriza a la cultura occidental ha limpiado la imaginación enfermiza de una desnudez, que ya no se oculta y la ha transformado en una visión cotidiana que no perturba ni escandaliza a la mayoría de las personas”, escribe impunemente una nota de opinión en un diario Vittori. Ni la desnudez, ni los concursos de belleza, ni la libertad sexual han frenado la violencia porque la violencia no tiene que ver con el deseo sexual, la seducción o la líbido sino con el machismo que intenta dominar a las mujeres, tapadas o desnudas, bellas o feas, reinas o esclavas, por creer que la vida es una selva donde los machos pueden aplaudir, elegir y aplastar a las hembras seleccionadas.
Fuente: Las 12