viernes, 7 de octubre de 2016

Silencio en la despedida del Suplemento Sí de Clarín

Deja de imprimirse el suplemento joven de Clarín. El ejemplar de este viernes 7 de octubre, nada dice sobre el cierre e invita a seguir enviando información para la agenda. En el sitio silencio.com.ar, Ignacio Guebara relata el fin de una era
Hoy, viernes 7 de octubre, deberías bajar al kiosco a comprar Clarín.

Sí!, el “suplemento joven” del diario más vendido de la Argentina, publica hoy su última edición. La medida -que también implica la desaparición de Mujer y Ollas y Sartenes– se enmarca en una reestructuración “gráfica y conceptual” del medio, según anticipó el investigador y docente Martín Becerra en su blog Quipu. Desde el domingo 16, una nueva sección (tentativamente denominada Vamos) agrupará contenidos de interés general y tendencias, pero sin hacer foco en la cultura rock. El cierre del Sí! no implica una pérdida directa de puestos de trabajo, si bien se abrió un esquema de retiros voluntarios para la totalidad de la redacción.

La primera edición del suplemento Sí -en aquel entonces, sin signo de admiración final- vio la luz el viernes 12 de abril de 1985, pocos meses después de la aparición de Rock & Pop, otro icono juvenil de la época. “Lo loco fue que el Suplemento Joven se creó como una herramienta de marketing para acercar a los jóvenes al lenguaje gráfico del diario. Según los estudios de la época, los adolescentes no leían el diario, y la idea era tirarles por debajo de la puerta una publicación para ellos dentro del diario que compraban los padres”, recordó en una entrevista de 2005 Javier Febre, uno de los primeros redactores de la sección.

El plan funcionó. “El Sí! era nuestra conexión de banda ancha con una escena en plena ebullición”, define Guillermo Pintos, actual colaborador de Silencio y lector del suplemento desde los “15, 16, 17 años” en su ciudad natal, Olavarría. “Si fuiste adolescente en los 80 y los 90, el plan de todos los viernes era manotear el Sí! de Clarín y sacarle todo el jugo posible a esas ocho páginas que rompían un poco la formalidad del resto del diario y te hablaban de ciertas cosas que esperabas encontrar en Espectáculos, pero no estaban casi nunca”, explica Miguel Mora, jefe de redacción de Soy Rock durante la década pasada y hoy parte de este medio.

“Así, cada semana podías pasar por diferentes estados de ánimo. Alegrarte si la nota principal era a un artista que te gustaba, putear si te parecía que era a uno que lo no merecía; pasear con entusiasmo por las distintas secciones; husmear como sabueso en cada una de las publicidades que se apiñaban en todos los formatos posibles; tratar de descifrar si el espacio a esa banda nueva era un acierto o un berretín de los redactores de turno y dedicarle un buen rato a esa última página que era la agenda”, cuenta Miguel.

Ese espacio, denominado oficialmente “Exit”, jugaba un rol clave: difusión asegurada en el que llegó a ser el medio gráfico más vendido de habla hispana. “Era el faro que te guiaba hacia ese show de los Redonditos en un reducto de San Telmo, los primeros pasos de Attaque 77, algún regreso de Riff a Cemento, o que te hacía jugártela por ese nombre desconocido que te invitaba a ir para ver de qué se trataba”, agrega. “Cuando venía a la gran ciudad, sólo tenía que buscar en esa tremenda agenda que salía cada viernes y pedir un contacto para “entrar”, aprovechando que mi hermano Víctor vivía en Buenos Aires, escribía de música y -lo más importante- ¡me conseguía entradas!”, cuenta Pintos. “Así pude ver a Sumo (que me voló la cabeza, obvio) y también Virus, Soda, Fricción, Charly, Fito, los primeros shows internacionales (el Festival Rock & Pop, los Ramones, ¡The Cure!), y hasta los Redondos en Halley y Satisfaction. Un sueño, y todo eso gracias al Sí!, en buena medida”, comenta.

La guerra de baja intensidad
Con el lanzamiento de PáginaI12 en 1987 apareció el No, un suplemento que ya desde su nombre buscaba competir mano a mano con su contraparte de Clarín. Pintos, que ingresó al No en 1994 y fue su editor entre 1998 y 2004, rotula esa rivalidad como “una guerra de baja intensidad”. “’Ellos’, je, tenían casi todas las notas primero, por indudable cuestión de peso específico: discográficas, productoras -y, muchas veces, los mismos músicos- elegían salir ahí antes porque Clarín era el diario más poderoso de la Argentina”, recuerda. “En las páginas del Sí! se percibió casi siempre cierta cuota de soberbia, pero -si no era alimentada por la propia genética del diario- tenía que ver con las primicias o exclusivas que supieron conseguir, como aquella única entrevista que dio Johnny Lydon en su primera visita a Buenos Aires o la impactante noticia de la separación de Hermética”, observa Mora.

Para Pablo Plotkin, que se inició como periodista en la redacción del No, la competencia entre ambos suplementos contribuyó a su formación. “Para mí fue un estímulo muy grande medirme con la vara de lo que publicaban Pablo Schanton, Fernando García, José Bellas, Ernesto Martelli… Claramente tenían una visión de lo que debía ser un suplemento joven, y una mirada personal frente a la escena del rock y el papel que podía jugar el periodismo en la construcción de sentido de la época. Las estéticas del Sí! y del No eran muy diferentes, pero creo que en esos años se generó una dialéctica muy entretenida. Fue nuestro NME-Melody Maker. Creo que habría aprendido mucho menos de esta profesión y de las posibilidades que da la escritura sobre cultura pop sin ese contexto competitivo tan marcado”, analiza quien una década más tarde se convirtió en director de la edición argentina de Rolling Stone.

En algún momento de la segunda mitad de los 90, apunta Pintos, “se dio vuelta la tortilla de la escena: el rock barrial se abrió paso, dando lugar a un nuevo tipo de estrellas (y estrellados, eso se vería después)”. “Con ellos sí que tuvimos conexión y notas primero: Los Piojos es el ejemplo más contundente al respecto. Recuerdo el comentario de Ernesto Martelli -por entonces redactor del Sí!, hoy relevante ejecutivo de La Nación, siempre un respetable colega- cuando en el Festival de las Madres de 1997 me dijo en el backstage del escenario en Ferro: ‘Yo estoy medio perdido, acá ustedes son locales, ¿no?'”, confía.

Adiós Sí Generis
El declive del Sí! probablemente pueda explicarse con las mismas causas que hicieron tambalear a la industria discográfica: nuevos modelos de consumo, otros actores involucrados, la revolución provocada por Internet. Gracias a la web, los fans pueden tener conexión directa, instantánea y constante con los artistas; las publicaciones que en otra época hubieran sido fanzines o medios de baja tirada hoy pueden alcanzar un público global, aumentando exponencialmente las fuentes de información; plataformas como Facebook o algoritmos como el Descubrimiento Semanal de Spotify parecen eliminar la necesidad de una curaduría humana a la hora de escuchar nueva música o elegir una actividad para el fin de semana. La tecnofilia contenida en este párrafo implica, desde ya, hacer a un lado los riesgos que generan las burbujas de filtro y la precarización del periodismo, dos temas que demandan otro tipo de debates.

Con todo, la separación entre jóvenes y diarios de papel ya se había consumado, aunque hoy comiencen a firmarse los papeles del divorcio. “Para los menores de 18 años existe un mundo visual que se encamina hacia el celular como pantalla única, en la medida en que todos los jóvenes puedan acceder a un teléfono inteligente”, indicó al diario mendocino Los Andes Roxana Morduchowicz, coordinadora de un estudio de prácticas culturales adolescentes encargado por ADIRA, la asociación de editores gráficos del interior del país.

Esa lectura tiene su correlato en el análisis de la oferta en papel para el segmento joven en el mercado argentino, que desde hoy se reduce -en el caso de los diarios- al No de PáginaI12. Las revistas sí mantienen cierta competencia, con franquicias vernáculas de marcas internacionales (Rolling Stone, Los Inrockuptibles, Billboard), títulos locales (Mavirock, RockEnOn), productos de nicho (Jedbangers, UltraBrit) y producciones regionales (RockSalta, The Good News). Soy Rock, que se había reconvertido en una publicación de distribución gratuita -lo mismo que, tiempo después, hizo NME en el Reino Unido-, terminó volcándose definitivamente a la web.

“No creo que haya que convertir la noticia del cierre del Sí! en un funeral”, aclara Plotkin. “Es un síntoma de este tiempo, de algún modo se veía venir, y sé que los periodistas que mantuvieron vivo el fuego del suplemento en estos últimos años seguirán haciendo lo que saben en otros espacios de lo que antes llamábamos El Diario”. Para Mora, la reconversión que impulsa Clarín hacia un espacio de “tendencias” implica, inevitablemente, una pérdida. “Las ocho páginas del Sí! eran el lugar donde se podía mantener la esperanza de encontrar esa expresión joven que casi seguro el resto de las secciones o suplementos del diario preferiría ignorar con desdén… hasta que se volviera mega popular. Y cuando sos joven, sabés que cuando alcanza ese estado, pierde la gracia. Hoy, menos adolescente que en los 80, que sea su última edición tampoco causa gracia”.
Fuente: silencio.com.ar