viernes, 15 de julio de 2016

La Leona ha pisado firme y dejado huella

Por: Pablo Lago, autor de La Leona, Locas de amor, Lalola, Tratame bien y otras
En horas se emite el último capítulo de La Leona. Un trabajo que comenzamos a escribir con Susana Cardozo entre julio y agosto del 2014. Pero mucho antes, me gusta pensar que en el propio lecho matrimonial, Nancy y Pablo se entusiasmaron con la idea primigenia. Dieron chispa y paso a la luz que luego iluminó todo. Y a todos.
Nancy, te veo en un drama social como una heroína italiana.

¿Ahora me venís con esto? Vos y yo estábamos en otra cosa; susurró ella, bajándose el bretel del corpiño.

Pará, negra, pará… déjame redondear el concepto. Déjame terminar…

¿Terminar?, interrumpió La Leona. Vos y yo ni empezamos todavía.

Y montándose sobre Pablo le estampó un beso que dejó huella.
Me gusta pensar que fue así. Que así empezó todo. Meses después estábamos reunidos con Nancy, Pablo, el productor general Martín Seefeld y el productor artístico Gustavo Marra. Los cuatro nos contaron a grandes rasgos la idea general del programa. Una operaria textil que se pone al frente de sus compañeros para defender las fuentes de trabajo ante las inescrupulosas jugadas del empresario que desea vaciarla.

Con Susana nos miramos en silencio e internamente dijimos: Sí, este cuento es para nosotros.
Desde ese día todo fue trabajo codo a codo junto a estas pasionales y apasionantes personas, a las que meses después sumamos a nuestros colaboradores y amigos: Sol Levinton, Gabriel Patolsky y Javier Rozenwasser. Y de a poco los actores se arrimaron al fuego. Y luego los directores, los técnicos, en fin, toda esa gran familia con la que es necesario convivir para llevar adelante un programa. Cada quién desde su lugar fue aportando lo suyo. En lo personal, con Susana y nuestro equipo hemos entregado el mejor libro posible al mejor y más ancho elenco que ha dado la televisión argentina estos últimos años. Nombres como Miguel Ángel Solá, Susú Pecoraro, Esther Goris, Patricia Palmer, Pepe Soriano, Lito Cruz, Juan Gil Navarro, Dolores Fonzi, Mónica Antonópulos, Marco Antonio Caponi, todos, absolutamente todos, artistas de primer nivel, le pusieron cuerpo y voz a una historia en la que desde el vamos le huimos al lugar común. A lo visto. Lo transitado. Lo remanido.

La Leona ha intentado siempre atacar por sorpresa: pasar desapercibida presentándose como una novela más, para sorprender dando el zarpazo, inmovilizar y clavar el colmillo en la yugular del espectador. Lo hemos intentado en cada episodio. Cada secuencia. Cada escena. Cada diálogo. Y lo cierto es que cazamos algunas veces, y en alguna otra ocasión las presas fuimos nosotros.

De hecho, muy tempranamente La Leona fue víctima de un boicot a mano de cuentas -anónimas y falsas en su mayoría- en el que se acusaba a la novela de ser “K”, y financiada por fondos poco claros. Nada más falaz. La Leona fue financiada casi íntegramente por Telefe, canal líder de audiencia. Un canal que pensaba emitir La Leona en marzo de 2015 pero que decidió guardarla todo ese año para cuidar el producto, ya que por aquel entonces “Las mil y una…” se hacían “las noches”. Las vueltas de la vida y la historia, los cambios de coyuntura política y social, y un cambio concreto de gobierno y de modelo de país, hicieron el resto. Nuestra historia escrita y grabada entre el 2014 y 2015, una historia fue siempre miró a la década del 90 y la crisis del 2001, fue estrenada en febrero de 2016, donde de algún modo volvía la impronta y el espíritu de un tiempo que creímos no volvería. Y así fue como este nuevo contexto resignificó por completo a la novela y a cada una de sus escenas.
Lo que al escribir era una mirada reflexiva sobre “el pasado”, se volvió “presente”. Pero presente de un modo cuasi documental; propio de un noticiero. Y entonces paradójicamente La Leona puso al aire en una ficción lo que programas periodísticos disimulaban o callaban abiertamente. Así las cosas, con un argumento siempre frontal en su decir y su hacer, la emisión de cada capítulo comenzó a demorarse. De las 22.00 pasamos a las 22.15, de allí a las 22.30, 22.45, 23.00, 23.30 y al anunciado hoy de las 23.45hs, que en lo fáctico suele darse a las 23.56hs.

La primera explicación que suele dársele a esto es el “rating”. Y es verdad que 10 puntos quizá no sea el número que desea el canal para una producción como esta. Pero está más que claro que este no fue el único factor que operó en el corrimiento de horarios. De hecho, otras mediciones dan cuenta de una performance muy superior a la mencionada, y en la página web del canal La Leona es por lejos el contenido más visto y visitado.

Lo cierto es que La Leona además de ser un cuento que siempre ha buscado entretener, se ha vuelto más que eso. Ha dejado de ser sólo una novela, para volverse también espacio de reflexión y catarsis de muchos. El impacto de esto se halla de manifiesto en las redes, donde argentinos, italianos, españoles, brasileros y rusos manifiestan a diario la movilización que les genera el programa, tanto en aspectos personales como colectivos. Y es ahí, y en la calle, en la conversación que uno pesca de refilón y con disimulo en el colectivo, o en el baño de un shopping, que nos damos cuenta de que La Leona ha pisado firme y dejado huella.

Comentarios como “no veía una novela hace 20 años”, “rechacé una cena para verla al aire”, “ustedes salvaron mi vida”, “mi papá murió en una fábrica”, “el cáncer de Betty removió toda mi historia familiar”, “dejé Netflix por esta novela”, “qué voy a ver desde el viernes 15”, dan cuenta de la plena identificación y empatía que se logró con la audiencia.

Por otro lado, los hacedores de esta ficción reconocemos que para algunos esta es una ficción incomoda, que asusta o molesta. Y uno concluye que la empatía de algunos y el rechazo de otros no son más que caras de una misma moneda. Protagonistas claramente identificados con una idea y una visión de país. Una historia adulta exenta de edulcorantes. Un lenguaje directo y llano, sin medias tintas, sin pelos en la lengua. Una protagonista MUJER con mayúsculas; deseante, madre soltera y con un segundo hijo de una nueva relación que no conforme con ella, busca, encara, avanza y toma por asalto el corazón y el deseo del protagonista varón. Temas esquivos a la Tv de aire e incluso vistos hoy con resquemor o desconfianza por buena parte de la sociedad. Femicidios, abortos clandestinos, incesto, locura, drogas, diversidad sexual, relaciones múltiples y, -fundamentalmente-, un plan de vaciamiento de lo colectivo en favor del beneficio propio o un grupo particular.
Por todas y cada una de estas razones, sentimos, decimos y los televidentes nos hacen saber que La Leona ha calado hondo. Que ha marcado el paso y dejado huella. Todos los que trabajamos en La Leona, independientemente del puesto que hemos ocupado, hemos perseguido el mismo objetivo: contar una historia de amor en el más amplio de los sentidos. El amor al barrio. Al trabajo. A nuestro país. La familia. El amor a valores que parecen de otro tiempo, perdidos. Por todo esto La Leona va más allá de la historia de amor entre dos personas provenientes de mundos diferentes. Y a la vez esta es también su matriz más primaria. Quizá la que surgió en esa cama aquella noche entre Nancy y Pablo.

La Leona hoy termina su derrotero. Algunos dicen que hilando sueños entre los salares y los pueblos más profundos y bellos de nuestro Norte Argentino. La Leona se va pero nos deja su huella. Su impronta. Su sello. Nos deja su Amor, su Pasión y su Lucha. Una Pasión, Amor y Lucha que es nuestra. Y es profundamente argentina.
Fuente: Nuestras voces

"La Leona nos habló a nosotras"
Elsa Vega, presidenta de la cooperativa textil riojana Creciendo Juntas reflexiona sobre el impacto de la novela que finalizó el jueves en Telefe
Desde que comenzó La Leona, con un grupo de compañeras seguimos la telenovela, identificadas con una historia que nos tocó muy de cerca. Somos una cooperativa textil que se formó en 2011 luego de que el dueño de la empresa abandonara las instalaciones y a sus empleadas. En ese momento, 17 mujeres, todas jefas de hogar de La Rioja, tomamos el edificio y decidimos luchar por nuestras fuentes de trabajo. Teníamos todo en contra, estábamos desoladas y sin saber qué hacer. Pero, frente a la necesidad de trabajar, nos dimos cuenta de que nosotras también éramos leonas. Los parecidos entre nuestra historia y la ficción que protagonizaron Nancy Dupláa y Pablo Echarri son enormes. Todos los problemas que había adentro de la fábrica donde trabajaba María Leone nos recordaban lo que vivimos nosotras. La Leona mostró una realidad que muchos desconocen y los que la conocen la quieren negar, no quieren que se sepa.

A nosotras nos pareció muy bueno que se muestre la realidad de las empresas recuperadas, algo que se vive en todo el país. Es muy triste ver que las empresas se cierran y que la gente queda en la calle. Cuesta mucho formar una cooperativa, que sus integrantes se saquen de encima el concepto del trabajo en relación de dependencia y que entiendan que pasan a ser dueños de su propia empresa. La Leona nos habló a las trabajadoras de una manera muy real. Como en la ficción, vivimos permanentemente lo que significa tener que pagar derecho de piso para poder crecer y lograr nuestros objetivos.

Los problemas que había en la fábrica en la ficción nos recordaba los nuestros.

También se mostraron con mucha claridad cuestiones muy importantes que logran los trabajadores de una empresa recuperada y que tienen que ver con la unión entre los compañeros, apoyarnos entre nosotros, capacitarnos, desear lo mejor para los demás, reunirnos, comunicarnos todo lo que se pueda. A nosotras eso nos costó mucho y ahora, después de cinco años de trabajo y lucha, podemos decir que estamos más consolidadas y que tenemos una empresa pujante, que ya generó 17 puestos de trabajo más. Desde que nosotras tomamos el control de la empresa, duplicamos la planta de empleados. En 2011 nos encontramos con una empresa vaciada y nos volvimos leonas defendiendo nuestro trabajo. Había muchas madres solteras que peleaban por el pan de sus hijos. Fue toda una odisea. Ahora somos reconocidas como la primera empresa recuperada por mujeres en el norte de la Argentina. Esta telenovela nos habló a nosotras. Lo único que nos faltó, lamentablemente, fue Pablo Echarri.
Fuente: Tiempo Argentino

Una leona que le puso el cuerpo a un género difícil
Después de sortear toda suerte de avatares desde el mismo arranque, el culebrón escrito por Susana Cardozo y Pablo Lago concluyó en Telefe el último jueves, recorriendo tópicos inhabituales
Por: Nan Giménez. Ámbito Finaciero
El final de "La leona", el jueves pasado, dejó para analizar aspectos interesantes de una telenovela rodeada de controversias desde que Telefe anunció su emisión en enero. Para empezar, una controversia político-mediática, ya que antes de su lanzamiento, desde Mirtha Legrand hasta Mauricio Macri salieron a defenderla de quienes por las redes sociales pedían boicotearla por la filiación "K" de su coproductor y coprotagonista Pablo Echarri, con acusaciones de uso indebido de fondos públicos, luego desmentidas por el canal.

Tras un estreno promisorio en horario central (16,4 puntos), debió enfrentar la habitual puja con Canal 13, en el caso, con su más convencional tira "Los ricos no piden permiso". Y cuando empezó a flaquear ahí, en Telefe la fueron corriendo de horario para emitir sucesivamente una novela turca, una producción propia ("Nina"), y el inefable "Moisés" brasileño, muy visto por cierto. No obstante, durante todo su transcurso, "La leona" promedió entre 10 y 12 puntos y el último capítulo superó los 13. Nada despreciable para un programa que terminó siendo emitido a la medianoche.

A juzgar por su repercusión en las redes, parece que mucha gente la siguió por internet. Como eso no se cuantifica, Echarri se quejó en entrevistas de cómo se mide el rating, pero exculpó al canal: "Entendí la decisión de Telefe. No sufrió cambios de horario por un ninguneo. He visto a Tomás Yankelevich mover de horario hasta proyectos propios sin que le tiemble el pulso. El nivel de competencia de la televisión es feroz".

Ahora bien, en lo artístico, "La leona" es sin duda el producto más exitoso de los últimos tiempos. Sin dejar de ser un culebrón hecho y derecho, su mérito principal -para algunos analistas televisivos, su principal error- es haber extremado todos los resortes del rubro y, en su intrincada red temática, haber quebrantado tabúes como el incesto y el aborto clandestino, para nombrar los más riesgosos. Tratándose de una novela que fue escrita en 2014 -pensando en "los 90 y la crisis de 2001", según sus osados autores Susana Cardozo y Pablo Lago- y que, salvo algún capítulo final, fue grabada íntegramente hace más de un año, resultó premonitoria de muchos asuntos que preocupan hoy a la sociedad, el temor al desempleo, entre otras.

Desde la concepción de la protagonista, ingobernable y carnal al estilo de heroínas italianas como Anna Magnani y Sofía Loren, o más cercanas como Tita Merello (sostenida con todo el cuerpo por una extraordinaria Nancy Dupláa), el resto de los personajes fue un desfile de estereotipos nativos bien construidos y dirigidos, a cargo de los actores ideales en casi todos los casos. Un elenco dispuesto a entregarse a las escenas más jugadas (la variedad de entreveros sexuales debe haber batido algún record, por ejemplo), que deparó sorpresas como la de Andrea Rincón, reconocida por todas partes como la revelación del año..

A propósito del elenco, en una novela que pasó por todos los géneros, cuando estalló la tragedia que está en la esencia de todo melodrama social, Juan Gil Navarro se reveló como el antagonista perfecto de Dupláa. Su shakesperiano Gabriel Miller compitió al mismo nivel con Miguel Angel Solá, igual de diabólico como padre de familia que como dueño de la fábrica textil disparadora de todos los conflictos.

La elaboradísima puesta de Carlos Luna fue otra formidable herramienta de la narración, lo mismo que la mùsica ad hoc, impecable en todos los casos.

El capítulo final dio la impresión de que todos los hilos sueltos de la compleja trama se terminaron de abrochar precipitadamente. Aparte, fue el único que cumplió con las reglas de la telenovela tradicional: un volcánico beso de la pareja Echarri-Dupláa en medio del espléndido paisaje de Purmamarca.

Lo cierto es que más allá de polémicas extraartísticas y más o menos rating, "La leona" marca un antes y un después en la manera de pensar tiras vernáculas. Algo así como la "Rolando Rivas" del siglo XXI.

"El único héroe válido es el héroe en grupo"
Por: Martín Fernández Cruz
Al referirse a El Eternauta, Héctor Germán Oesterheld hablaba sobre la importancia del héroe colectivo y ese concepto central de abandonar la idea de los héroes que pueden individualmente superar todos los retos y La leona tiene mucho de esto. A lo largo de sus episodios, la novela recorrió una historia que navegó con equilibrio entre varios tópicos poco habituales para una tira de estas características, siendo la textil Liberman, el marco en el que se desarrollaron estos personajes. Con un fuerte discurso anclado en la importancia del trabajo como sustento emocional, económico y social, La leona se atrevió a contar una historia que atravesaba a un grupo de personajes muy disímiles. Y todos los empleados de la textil reforzaban esa idea de "héroe colectivo" a la que Oesterheld hacía referencia. María Leone, fuerte y autosuficiente, podía luchar contra las adversidades, pero siempre necesitaba la contención de su universo de máquinas de tejer y compañeros de trabajo. Ella fue un personaje combativo, pero su lucha y su pasión estaban motorizados por el apetito de ser fiel a sus socios y socias. Como se mencionó antes: en La leona el amor de la pareja no era el centro porque María antes que a sus hormonas, se debía a su gente. Y en esa lucha colectiva, su protagonismo se camuflaba para llevar adelante la pelea por recuperar una fábrica a la que querían vaciar porque el trabajar y dar trabajo, a fin de cuentas, siempre fue su verdadero amor.
De la nota "La Leona: balance de una gran novela", en La Nación
Tú no puedes comprar mi alegría, tú no puedes comprar mis dolores
Por: Carina A. Brzozowski, Agrupación Bordó Leo Norniella en Alimentación
Una historia que comienza en carnaval pero no termina en carnaval, sino que re comienza, bajo el cielo de la Puna, rodeados de un paisaje de sueño, María Leone y Diego Miller se reencuentran, físicamente y se identifican, se preguntan ¿“nos conocemos”? Excelente escena, excelente pregunta que a menudo nos hacemos: ¿nos conocemos? A veces no, pero nos miramos a los ojos y sabemos que venimos del mismo lugar, que llegamos hasta acá por algo, que nos encontramos por algo, para cambiar el mundo o al menos una parte.

No fue sólo la historia de una fábrica recuperada, fue la historia del cotidiano de los trabajadores, que nos enamoramos, nos enfermamos, morimos, escribimos, cantamos y amamos nuestros lugares de trabajo cuando no sentimos la opresión de la bota del patrón sobre nuestras cabezas.
Ver nota completa en La Izquierda Diario

En nuestra jungla, ‘La leona’ aún late y ruge
Por: Pablo Lago* / Susana Cardoso**
Terminó La leona. El jueves 14 de julio de 2016 comenzó su agonía. Expiró entrado el viernes 15 en un horario absolutamente inusual para una novela nacional, producida y emitida por el canal líder. Por un instante todo es silencio. Y un segundo después, su último latido antes de extinguirse ruge. Explota en la calle. En las redes. En el arder del teléfono. Como ocurrió con Pedro Salvador Leone y como indefectiblemente ocurrirá con nosotros, es nuestro final el que nos eterniza. Y ahí nos quedamos para siempre, en el corazón y en el imaginario de quienes nos amaron. Con su último fotograma La leona ancla en nuestra memoria y nos deja vacíos a la par que llenos. Vacíos de una historia, escrita y grabada un año antes, reflejó un día a día que muchos medios esconden. Vacíos del ruido de sus hiladoras, del tintinear del hielo en el whisky de Miller, del dulzón y aterrador sonar de su gaita. Vacíos de los ruegos, rezos y arengas de María. De su amor-odio por Franco. Del plan de aquél y la identidad recuperada de Diego. Terminada La leona quedamos vacíos de los debates, miedos, dudas y logros de los trabajadores de La hilada. De la humildad y dignidad de Pedro. De las sonrisas de Salva. Del canto de Betty, el estudio de Facu y la indignación de Abril. Vacíos del humor y amor para todos y todas de Charly. Se nos vacían las noches como a Gabriel su fortuna. Se nos vacían los cambios de horario y la eterna espera como a Brian su familia o su “cajita feliz”. Nos quedamos sin Coco y sus agachadas, tanto con el sindicato como junto a Estela. Quedamos vacíos de orquídeas, larvas, gusanos y el alocado aletear de la mariposa mayor, Diana Liberman. Vacíos de la angustia y el llanto de July. Sin la siempre amorosa contención de Alexander. Escapa entonces por la ventana la reflexiva voz de Sofía y la historia de Don Samuel y las hermanitas Liberman. Se nos vacía el vino de Homero. El fado y la maternidad de Isabella, el superarse constante de Rodri y la insatisfacción casi diaria de Eugenia. Perdemos audio como el dulce Berni y nos quedamos sin Dios; un Dios que el Negro hizo suyo. Nos quedamos sin la incondicional amistad de Carla. Sin la adolescencia adulta de Abril. Sin la escultural Arroyito. Se nos muere la silenciosa, leal y fatídica lealtad de Jacinto. Se nos suicida. Y a su vez La leona nos deja llenos. Colmados. Plenos. Pipones de imágenes y sensaciones. La leona nos deja, firma y rubrica el deseo y necesidad imperiosa de que otra sociedad, menos individualista, sea posible. La leona refresca y recuerda valores. Nos reconcilia con nuestra familia y amigos. Con nuestro barrio; nuestra pequeña Patria. La leona aviva y reaviva el fuego que es necesaria luz de esperanza. Y en su final empezamos a oler el perfume que acaba de dejar a su paso. Medallón al pecho bailando entre sus senos, rosa tatuada al hombro, el “taca-taca-taca” del pedalear en su máquina de coser en un taller que protegen San Cayetano, Evita, Frida y el #NiUnaMenos. Y nos regala un “Pasión, amor y lucha” que deja de ser slogan para hacerse carne. Compromiso. Práctica diaria. La leona nos deja un cuento que habla de nosotros y nuestra idiosincrasia, ante tanta lata barata rendidora en los números, pero tan cara a la identidad de quienes acá vivimos. Escribir La leona, ponerle el cuerpo como lo hizo cada actor, ajustar cada detalle como lo implementó cada técnico, ha sido de las experiencias más enriquecedoras. Quienes trabajamos en La leona desde el 2014 hasta hace horas nomás, percibíamos que ésta no era una novela más. Por eso hemos dejado el alma para entregarles algo distinto. Un cuento transgresor, hiperrealista, corrido de los cánones de lo esperable; donde el lugar común, lo visto, lo previsible, en lo posible se descartara. Hoy La leona está hecha. Parece estar muerta. Ser pasado. Anécdota. Pero echada descansa. Rumia y ronronea. Agazapada pasa desapercibida en esta selva donde todo es inmediatez, agresión, ruido. En nuestra jungla, aún late y ruge. Lo hace en el interior de quienes se han dejado morder y atravesar por ella. Porque como le dijera María a Franco en el primer episodio, y lo repitiera en el último, La leona nos mira, sonríe desafiante y susurra: “¿Terminar? Vos y yo ni empezamos todavía.”
*/**Autores de La leona, Tratame bien, Lalola y Locas de amor, entre otras
Fuente: Diario Perfil
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