Rodrigo Abd, fotógrafo para The Associated Press, es uno de los ganadores del premio de periodismo internacional más antiguo, el Maria Moors Cabot, que otorga la Universidad de Columbia, anunció la institución el miércoles.
La Facultad de Periodismo de la universidad neoyorquina dijo que el argentino de 39 años es uno de los galardonados junto a la documentalista colombiana Margarita Martínez; el periodista Oscar Martínez, del diario digital salvadoreño El Faro y el brasileño Rosental Alves, fundador del Knight Center for Journalism in the Americas.
Columbia anunció que otorgará una mención especial a la argentina Marina Walker Guevara, subdirectora del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y quien coordinó el equipo que reportó sobre los llamados “Papeles de Panamá”.
El premio se otorga a la excelencia en el desempeño de la profesión en América Latina y el Caribe. Los ganadores recibirán una medalla de oro y un premio de 5.000 dólares cada uno en una ceremonia en la universidad el 18 de octubre.
Abd fue premiado por imágenes que muestran problemas sociales latentes que salen a la luz tras los esfuerzos del fotógrafo por captarlos.
“(Abd) invierte largas horas y se expone a riesgos extraordinarios para introducirse en las vidas de las personas que fotografía”, dijo en un comunicado la universidad, que mencionó el tiempo que el argentino pasó con pandilleros en Caracas o Guatemala, “revelando sin tapujos su culto a la violencia”.
En una entrevista telefónica, Abd dijo sentirse muy agradecido por el premio, ya que la fotografía es un trabajo muy solitario y éste galardón “anima a seguir adelante”.
Explicó que se siente especialmente orgulloso de mostrar historias más íntimas, que no son contadas en los medios habituales.
“Se trata de hacer pequeñas inmersiones en grupos, y tratar de hacer un enfoque más antropológico, dentro de las noticias”, dijo Abd.
El argentino, que trabaja en Associated Press desde marzo del 2003, ha fotografiado para la agencia en Haití, Cuba, Colombia, Venezuela, Brasil, Libia y Afganistán, entre otros países. Abd ganó el premio Pulitzer en el 2013 por sus imágenes de la guerra civil en Siria.
Alves, profesor en la facultad de periodismo de la Universidad de Texas, en Austin, dijo sentirse “inmensamente feliz” de recibir el premio. El brasileño de 64 años fundó en el 2002 el Knight Center for Journalism in the Americas, que ayuda a capacitar a periodistas en Latinoamérica.
“Lo veo como un reconocimiento no solamente al trabajo que hice en la sala de redacción o como corresponsal en las Américas, sino también al trabajo que hacemos actualmente desde la Universidad de Texas, donde además de enseñar periodismo también ejercemos el periodismo,” señaló.
Margarita Martínez será premiada por su trabajo para mostrar a través de la pantalla el conflicto y proceso de paz en Colombia y Oscar Martínez por importantes artículos sobre crimen organizado e inmigración.
“Siento mucho agradecimiento por toda la gente que me enseñó” dijo Margarita, en referencia a su carrera periodística, que llevó a cabo, entre otros lugares, en Associated Press desde 1999 a 2006, en Bogotá.
Lee Bollinger, rector de Columbia, dijo en el comunicado que los ganadores de este año “nos recuerdan cuánto dependemos del reporteo con valentía más allá de nuestras fronteras para ser miembros bien informados de una sociedad global”.
El Premio Moors Cabot fue establecido en 1938.
Perfil: El dolor de los de atrás
Por: Daniel Merle
Dos de cada cinco aspirantes a fotoperiodistas que conozco, por lo menos dos declaran su deseo de ser corresponsales de guerra. Quieren estar en un escenario bélico, y no les importa cuál es esa guerra y de qué lado van a estar.
Rodrigo Abd, gran amigo, ganó junto al resto del equipo de AP el premio Pulitzer por la cobertura en el conflicto de Siria. Cuando Rodrigo trabajaba en La Nación, recuerdo que, durante los hechos del 19/20 de diciembre del 2001 volvía una y otra vez de la plaza de Mayo con su material con una pasión contenida (y debería entrecomillar esta última definición). Su adrenalina se notaba solamente en el sudor, y el olor a quemado que despedía.
Rodrigo nunca me manifestó su voluntad de ser corresponsal de guerra. Su pasión por la imagen lo fue llevando a conflictos cada vez más difíciles y peligrosos. Para mi, su tarea es tan importante como lejana. Quiero decir, nunca se me ocurriría cubrir un conflicto bélico (aunque alguna vez lo pensé seriamente) y mucho menos una guerra en la que me pueda sentir utilizado por alguna de las facciones en pugna.
Pero lo de Rodrigo, como lo de otros grandes fotógrafos de guerra, es diferente. Ni siquiera podría decir que es un estilo de vida. Hace unos pocos años me mostró sus retratos de afganos, que hizo durante su estadía de más de un año en Kabul, antes de que estallara el conflicto abiertamente en Afganistan. De tan aburrido que estaba, Rodrigo hacia lo que en la jerga de las agencias se llama “features” y no paraba de disparar buenas fotos. En una plaza de desocupados los retrató a todos, y luego le compró la cámara de cajón a un fotógrafo desocupado y los volvió a retratar a todos otra vez pero con negativos de papel. Hizo retratos históricos de gente que vive ahora.
En Guatemala (abajo) siguió haciendo lo mismo. Estoy seguro que sus mejores fotos no son las de guerra.
Rodrigo es un fotógrafo sofisticado. Y como tal se da el lujo de estar del lado de los que sufren, del lado de los “de atrás”. Su trabajo no busca las regalías de la abnegación militante. Él busca fotos, todo el tiempo busca fotos. Haya conflicto o no.
En un país que se olvida de sus grandes talentos hasta que les llega el reconocimiento internacional, Rodrigo Abd es, junto a un puñado de jóvenes más (Walter Astrada, Alejandro Chaskielberg, Martín Weber, Alesandra Sanguinetti, etc), el mejor ejemplo de la fotografía argentina que emerge y se está convirtiendo en una ola imparable de talento que se impone por su propio peso, el de miles y miles de fotos buenas.
Fotos: AP, Rodrigo Abd, La Nación
Fuentes: Notimex y La Nación