domingo, 24 de julio de 2016

Alberto Salcedo Ramos: “En periodismo, los géneros no compiten entre sí, sino que se complementan”

El periodista colombiano fue un invitado a la Feria Internacional del Libro de Lima en la que participó en mesas redondas y conversatorios. Aprovechamos la ocasión para hablar sobre el oficio de hacer periodismo
Por: Pedro Escribano
El cronista colombiano Alberto Ramos Salcedo se parece a sí mismo, incluso hasta cuando escribe. Afable, conversador, suelto y resuelto, crítico, cotidiano y muy informado. Estuvo entre nosotros en la FIL de Lima. Aquí hablamos del oficio de hacer periodismo, sobre todo crónica, ese “bello pariente” de la literatura.

Hablemos un poco de género, un escritor de ficción fabula, ¿un cronista no necesita fabular?
No se necesita fabular sino descubrir lo sorprendente, lo asombroso, lo mágico en la realidad misma, porque la realidad escribe mejor que uno. Cuando yo me pongo a inventar, por un lado, demuestro que soy perezoso como reportero, porque cuando uno hace la tarea como reportero el tema se le revela con una cantidad de matices. Un ejemplo, en Colombia había una perra de la policía antinarcóticos que estaba amenazada de muerte por los narcotraficantes, por lo tanto es la única perra del mundo que tenía escolta. No creo que en esta vida me alcanzara la imaginación para inventarme semejante tema. Solo la realidad da ese tipo de temas. Creo que un cronista tiene que abusar de la mirada, ser imaginativo para dar enfoque, pero inventar y fabular es como una derrota. El terreno para hacer eso es la ficción.

Hay cronistas que abusan del recurso literario...
Mira, te voy a poner otro ejemplo. En 1986, Mike Tyson se convirtió en el peso pesado más joven de la historia que gana el título mundial. Derrotó en 2 rounds a un boxeador llamado Trevol Bervick. Tyson le dio una paliza impresionante: lo tiró a la lona como 5 veces, le quebró dientes y le partió dos costillas, todo en los cinco minutos que duró el combate. Al día siguiente, había una información de una agencia que tenía un tratamiento narrativo, no noticioso, de lo que había pasado en el ring. El comienzo era así: “Trebol Berbick ya tiene la fórmula para ganar a Mike Tyson si acaso pelea de nuevo con él en una revancha: un rifle”. Es imaginativo, pero no inventó nada, no es necesario.

¿La noticia puede desplazar a la crónica?
No, ni remotamente. Todos los géneros tienen una razón de ser, una importancia. Lo que me da la noticia es diferente a lo que me da la crónica, el reportaje de denuncia, entre otros géneros. Cuando un lector busca una noticia es porque quiere enterarse en el momento de la noticia. Para saber el porqué, para conocer los pormenores en profundidad existen otros géneros que vienen después como el reportaje, el perfil, la crónica. En periodismo, los géneros no compiten entre sí, sino que se complementan. Yo no veo al reportero de noticias como un antagonista, lo veo como un aliado que me ayuda a entregarle al lector una multiplicidad de posibilidades para que él interactúe con la realidad.

En estos tiempos, se dice que el lector ya no quiere leer textos largos, ¿es cierto?
Yo creo que cada autor elige sus lectores y también elige sus “no lectores”. Yo no puedo sufrir por los que no me van a leer, yo tengo que hacer una fiesta por los que sí van a llegar a mi texto. Cuando un autor escribe pensando en quién puede leerlo, se envilece, porque se vuelve un prostituto de la lectura. Yo creo que los escritores, o por los menos a los que a mí me interesa, son aquellos que escriben lo que necesitan escribir. Ya después se verá a quién llega el texto.

El espectáculo se ha constituido en un poder seductor, la gente se inclina más por temas mediáticos, el escándalo...
Yo creo que el mal periodismo contribuyó a crear esa deformación. El mal periodismo ha contribuido a la idea de que si algo no es espectáculo no existe. Es la espectacularización de lo que está sucediendo.

Vargas Llosa dice que es la civilización del espectáculo
Claro, hay un problema. Si tú te pones a ver, en América Latina, todo es urgente pero nada es importante, todo pasa y en el fondo nada pasa, porque vamos de escándalo en escándalo, siguiendo esa tendencia que si algo no es escandaloso, no suscita interés entre los lectores. Hemos ido anestesiando la consciencia de nuestro público. Yo digo que cuando sucede un nuevo escándalo, descansan los protagonistas del escándalo anterior porque ya no se habla más del tema. Yo creo que el buen periodismo tiene un compromiso no solo con el “ya” sino con el “después”, no solo se debe preocupar por la noticia que, como te digo, tiene una importancia, sino también por construir memoria.

Ha dicho que la crónica es lo que garantiza que la noticia perdure, porque va contra el envejecimiento de la noticia
Sí, yo dije eso. Si uno escribe solo para que lo lean dos horas después de haber escrito, uno se envejece muy pronto. Esta es una discusión muy vieja, Borges decía: “No hay nada más nuevo que el periódico de hoy, ni nada más viejo que ese mismo periódico al día siguiente”. Es decir, los hechos desde el punto de vista noticioso, se envejecen muy pronto. Por eso, la crónica ayuda a perpetuar el periodismo haciéndolo trascender más allá de la cifra para que pueda enfrentarse con lectores que llegan después, y que no lo van a leer solo como una pieza de actualidad. Hay una canción de salsa famosa compuesta por un puertorriqueño llamada “tu amor es un periódico de ayer”. Yo he dicho varias veces en entrevistas que si Tite Curet Alonso estuviera vivo en estos momentos escribiría “tu amor es un tuit de hace cinco minutos”. Hoy los contenidos se envejecen.

Borges también dijo que “Los periodistas escriben para el olvido”
Inclusive Borges fue más drástico, porque le coloca un adverbio a la frase que estás citando, y dice “los periodistas escriben deliberadamente para el olvido”...

Los cronistas siempre enfocan el personaje a manera de perfil, pero nunca se hace crónica sobre el poder...
Sí, yo creo que es algo que falta. La crónica en América Latina se ha estancado en el personaje de la bella miseria, en el personaje de la casucha, del tugurio, de la gran ciudad y falta meter las narices en las alfombras del poder. Yo creo que si mostramos el poder también podemos ayudar a entender una parte de la realidad que nos concierne y arrojar luces sobre la época que estamos viviendo.

Si tú tuvieras que escribir sobre el poder, ¿sobre quién escribirías?
Yo arrojaría sobre el poder una mirada oblicua. Te pongo un ejemplo, hace poco fui a Paraguay, a Asunción, y me planté en la calle en donde mataron a Anastasio Somoza y hablé con todos los habitantes de la calle (en ambas aceras). Solo había dos vecinos que vivían ahí en 1980 cuando se cometió ese crimen. Estuve en esa calle en diferentes horas del día. Luego me fui a Nicaragua, a Managua, en la calle donde vivió Anastasio. Y el paralelo entre la calle en la que murió y vivió, yo arrojo una mirada oblicua sobre el poder. Me parece que yo no entraría al poder con las armas de un reportero de denuncia, sino con las armas de un reportero que quiere ver cómo es el poder por dentro, que quiere utilizar algunos pretextos para conocer la condición humana de los que tienen el poder y nos gobiernan. A mí me interesa entrar a estos temas no solo para escribir lo que no se ha escrito sino para ver cómo era lo que nos borraron y no pudimos ver en su momento porque lo borraron.

O sea, no denunciar sino hacer una radiografía del poder
Lo dijiste mejor que yo.
Foto: Agencia EFE
Fuente: La República