El que sigue es un caso real construido a partir de información absolutamente verificable. Se trata de un periodista que ingresó a trabajar en junio de 1998 a Clarín como redactor full time. Lleva 18 años de trabajo en la empresa, pero en ese lapso nunca recibió un aumento individual (ni como premio a su trabajo ni como fruto de un ascenso). Su salario ha ido evolucionando entonces en base a los aumentos colectivos, ya sean decidios por la propia empresa o en paritarias con el gremio de prensa.
A su ingreso a AGEA SA a mitad de 1998 su sueldo era de 2.339 pesos o su equivalente en dólares de aquella Convertibilidad. El precio de tapa del diario Clarín de los días miércoles, libre de suplementos, era por entonces de 1 peso o 1 dólar. En consecuencia, el salario básico de este periodista le permitía comprar 2.339 diarios por mes. En realidad un poco menos, porque ese monto sufre descuentos que generalmente reducen el salario de bolsillo.
En la convertibilidad, entonces, el poder de compra de un redactor promedio de Clarín era de 2.339 clarines.
En 2002, con la devaluación y la debacle económica, el precio de tapa de Clarín aumentó a 1,20 pesos, pero el salario de este periodista se mantenía en los mencionados 2.339 pesos. En consecuencia, podía comprar solo 1.949 diarios por mes.
La capacidad de compra del salario de este redactor -medida en clarines- creció progresivamente en los años siguientes, con la recuperación económica. Fue de 2.276 diarios en 2004; de 2.383 en 2005; y así...
Ya veterano en su oficio, este redactor de Clarín tuvo un pico de ingresos en 2009. Con su salario de recibo podría adquirir 2.666 diarios. Todo un récord.
Un año después, en 2010, el primer Bicentenario encontró a este redactor con un sueldo de 6.934 pesos. Pero como la inflación ya era una realidad instalada en la Argentina, el precio del diario de los miércoles había subido a 2,75 pesos. Su poder de compra se había reducido levemente a 2.521 ejemplares del producto que él mismo colaboraba a construir todos los días.
Más o menos parecida, esta situación se mantuvo en los años subsiguientes. A mediados de 2014, ya en pleno desajuste de todos los precios de la economía, el precio de tapa del Clarín se había ido a 8 pesos, pero el salario de este periodista también había crecido a 20.466 pesos. La relación quedaba en aceptables 2.558 clarines.
Pero algo sucedió después. Y no fue nada bueno para el redactor y sus compañeros de trabajo.
En 2015, el “sueldo mensual empresa” de este trabajador se había elevado ya a 21.312 pesos, pero como el precio del diario había crecido hasta 12 pesos, su poder de compra se había reducido violentamente hasta 1.776 clarines, un nivel inferior al de la crisis de la convertibilidad.
En 2016, y en base a los números de mayo, el panorama de este redactor era desolador: su sueldo era de 27.706 pesos, pero el Clarín había aumentado a 20 pesos. Por lo tanto, el salario le alcanzaba para comprar apenas 1.385 clarines. Si se sumaba la "asignación no remunerativa" correspondiente al aumento del 15% dispuesto por la paritaria, el ingreso mejoraba a 31.862 pesos, pero todavía así su poder de compra en clarines era el más bajo de toda su historia laboral: 1.593 diarios.
Esta pequeña crónica muestra a las claras el brutal deterioro salarial que registran los periodistas de los medios gráficos de Clarín en los últimos dos años. Hoy, este veterano redactor puede comprar con su salario poco más de la mitad de los diarios que hace apenas tres años. O dicho de otro modo, la empresa redujo a casi la mitad su costo en salarios. Si se aplicara el actual precio de tapa de 20 pesos al promedio histórico de 2.500 diarios, este trabajador debería estar cobrando cerca de 50.000 pesos.
Estamos hablando, queda claro, de un periodista que se desempeña en una sección destacada de Clarín y que tiene bastante antigüedad. La mayoría de los redactores de este diario, La Razón, Olé y otros medios del grupo cobra bastante menos, un promedio de 16.000 pesos en mano. Esto significa que en su caso el poder de compra se redujo a solamente 800 clarines en la actualidad.
En 2014, Clarín tuvo un promedio diario de ventas de 231.727 ejemplares, lo que equivale a 6,95 millones de diarios por mes. Es decir, con dichas ventas perfectamente podría pagar el salario mensual de 4.400 redactores como el de esta historia, y que en mayo ganó el equivalente a unos 1.600 clarines. Esto sin contar otros ingresos de la empresa, como las ventas de publicidad, los adicionales por suplementos y revistas, el mayor precio de tapa de los domingos, o los nuevos ingresos por publicidad en Internet. Sin embargo, en AGEA trabajan menos de la mitad de esas personas y la mayoría cobra sueldos inferiores al de este redactor. Queda claro que, aún en medio de la caída libre de las ventas de diarios, la tajada del león del negocio no va a los trabajadores.
Peor todavía: el brusco deterioro del salario real de los periodistas de Clarín en los dos últimos años coincide con la apertura del retiro voluntario en la empresa. Para el redactor de esta historia, los bajos salarios se han convertido en una invitación a decir chau y terminar de un plumazo con una carrera periodística de casi dos décadas.
Coincide además este brusco deterioro del salario real con la aparición de paritarias mentirosas, de las que no participan delegados de base de las diferentes redacciones y donde la negociación es digitada por las empresas que prostituyeron una Utpba que no representa a nada ni nadie.
Queda claro que para el diario, el costo del salario se ha abaratado muchísimo. Y queda claro que para el redactor se ha vuelto imposible vivir con su salario a diario.
Comisión Interna de los trabajadores de AGEA-Clarín