Jaime Abello y Benjamín Lana analizan la faceta periodística de García Márquez en las jornadas de Futuro en Español
Por: Azahara Villacorta
"Soy un periodista fundamentalmente". Palabra de Gabriel García Márquez. Eso dejó escrito el grande de Aracataca, a quien ayer recordaron Benjamín Lana, director editorial de Medios Regionales de Vocento, y Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, en la primera jornada de Futuro en Español, la iniciativa alumbrada por Vocento y CAF (el Banco de Desarrollo de América Latina) que une las dos orillas del castellano y que ayer hizo escala en Asturias.
En un mano a mano de reportero a reportero, Lana y Abello Banfi, el barranquillero de apellido asturiano al que el autor de 'Cien años de soledad' confió su sueño de crear una institución en la que al periodista se le sacara de las facultades y se le enseñara a ejercer "el oficio más hermoso del mundo" pateando la calle, analizaron la faceta periodística del escritor inmortal, que es lo mismo que decir que radiografiaron su esencia, porque Gabriel García Márquez no se entiende sin su pasión por el oficio de cronista de la realidad. "Mi primera y única vocación es el periodismo", aseguraba quien también defendía que los valores éticos deben acompañar a un periodista "como el zumbido al moscardón".
"La figura universal de García Márquez es absolutamente poliédrica, pero, antes de ser un escritor respetado, ya era uno de los periodistas más famosos en la Colombia de los años 50", recordó Benjamín Lana, quien destacó que el propio Gabo consideraba sus libros como "grandes reportajes novelados o fantásticos". Y, de hecho, precisó Banfi, "toda su vida periodística se tradujo en ocho libros".
Pero aquella llamada vocacional, contó el presidente de la Fundación Gabriel García Márquez, comenzó a manifestarse ya desde muy temprano, cuando, tras una infancia feliz en Aracataca rodeado de mujeres, "su padre lo presionaba para que estudiase Derecho, pero, lejos de tener ningún interés por ser abogado, a él lo que le gustaba era leer y escribir".
Y así fue cómo, en 1948, comenzaron los escarceos con una columna en 'El Universal' de Cartagena de alguien "que olía la noticia y que parecía que siempre estaba en lugares donde estaban pasando cosas importantes". Y cómo, "a lo largo de más de medio siglo, seguiría haciendo periodismo. Empezando como reportero, pero también como jefe de redacción o crítico de cine. Y, casi hasta el final, con constantes intentos por tener su propio medio de comunicación". Un ejemplo fue 'Comprimido', que duró seis días y que nació como una aventura compartida con su amigo el linotipista Guillermo 'El Mago' Dávila "con la intención de que fuese el periódico más pequeño del mundo".
De aquella cabecera "apenas quedan un par de hojas", porque, al verse sin blanca, Gabo decidió comprimir el diario "hasta el límite de su invisibilidad", convertirlo "en el primer periódico metafísico", llevarlo a la extinción tirando de ironía. "Antes de que surgiera el nuevo periodismo norteamericano, él ya estaba generando un nuevo estilo, otra manera de contar", resumió Lana. Porque a "García Márquez le gustaba experimentar" por más que en aquella primera etapa "todo pasase por el ojo de los censores".
Las redacciones de 'El Heraldo' de Barranquilla y 'El Espectador' de Bogotá también contarían entre sus filas con un joven Gabo, dispuesto a contar por encargo de sus jefes el naufragio de una corveta de la Armada colombiana, un episodio del que "empezó a escribir una crónica por entregas que sumó una legión de lectores tras reunirse con el marinero superviviente de la tragedia "catorce veces por espacio de varias horas" y "terminar descubriendo que lo que había en el barco era mercancía de contrabando, lo que le causó problemas con la dictadura militar", ya que la noticia "se leyó como una crítica política". De ahí que el periódico decidiese mandarlo una temporada a Europa como corresponsal. Habían comenzado -señaló Lana- "los años de periodismo político" de quien nunca ocultó "su compromiso con la izquierda, aunque siempre con un planteamiento liberal", y "se iniciaba también su relación con la Revolución cubana y, especialmente, con Fidel". "Siempre con mutua admiración, fascinación y respeto", concluyó Abello.
Admirador de Castro
De Castro "admiraba que fuese un David tropical contra el Goliat de Estados Unidos, además de su personalidad fuera de lo común", de manera que "decidió apostar por la lealtad y la amistad, por el sentido histórico de la Revolución más allá de sus miserias, por no atacarla nunca".
"Gabo se ocupó de la política a través del periodismo en distintos momentos", resumió Abello Banfi. Después de trasladarse a Venezuela, donde había sido invitado por Plinio Apuleyo Mendoza y desde donde contó los últimos días de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, el huracán revolucionario lo llevó a La Haban. Allí se enroló en Prensa Latina, que lo envió a Nueva York, donde fue amenazado de muerte por los anticastristas y donde "le quitaron la visa durante muchos años".
Ahora bien, "la convicción de Gabo de que EE UU había hecho mucho daño con sus intervenciones en América Latina" no fue obstáculo para que "sintiese una gran admiración por la cultura estadounidense". Y, de hecho, García Márquez "buscó el deshielo entre Cuba y Estados Unidos que ahora está consiguiendo Obama", además de "facilitar la salida de la cárcel de cientos de personas", porque otra de sus "pasiones" no disimuladas era la de ser "un diplomático en la sombra", concluyó Abello Banfi.
Fuente: La Verdad