Ayer, lunes 22 de febrero, se cumplió un mes de la supuesta compra del diario Tiempo Argentino y de Radio América AM 1190 por parte del empresario Mariano Martínez Rojas. Ese día, en un contexto de vaciamiento empresario y de tediosas negociaciones y reiterados incumplimientos, Sergio Szploski había convocado primero a la dirección del diario y a los editores y luego a los delegados a una “reunión de cortesía” para informales acerca de la novedad de la operación de venta que ponía fin un vínculo gremial y laboral de casi 6 años.
El mismo lunes en que se cumplía un mes de su asunción de la empresa, Martínez Rojas incumplió el pago de los $3500 que había comprometido depositar para ese día, según dos actas consecutivas firmadas frente a la autoridad laboral el jueves y viernes de la semana anterior.
Desembarco
Así, el viernes 22 de enero, los trabajadores de Tiempo Argentino se anoticiaron de aquella supuesta venta al empresario Mariano Martínez del Grupo M Deluxe quien, hasta entonces, no ostentaba trayectoria empresarial ni experiencia alguna en la gestión de medios periodísticos. La única información existente al momento daba cuentas de un empresario vinculado al mundo de los espectáculos y, además, a vidriosas operaciones financieras con -según él mismo informara- “inversores provenientes de los Estados Unidos”.
En aquel momento, los trabajadores de prensa de Tiempo, a quienes por entonces Sergio Szpolski y Matías Garfunkel ya adeudaban el medio aguinaldo y el salario del mes de diciembre, recibieron con cautela pero con cierta expectativa la llegada del nuevo dueño que, ya en la primera reunión, prometió que se pondría al día con la deuda acumulada en un plan de pagos de no más de un mes, garantizaría los puestos de trabajo y, además, capitalizaría el diario con el objetivo de ampliar la tirada y llegar a “todos los rincones del país”.
Esas mismas promesas fueron publicadas en una columna firmada por el propio Martínez Rojas en la edición del día 24 de enero (el 23 no salió publicado el diario por un repentino corte de luz mientras se desarrollaba la asamblea que evaluaba los resultados de la primer reunión con la nueva patronal). A un mes de esos compromisos, la patronal que fuera caracterizada por algunos medios como “el empresario que salvó a Szpolski”, solamente se dedicó a esbozar, a diario, falsas promesas que, día tras día, fueron incumpliendo y postergando.
Al primer incumplimiento (Martínez prometió el pago de un primer adelanto el viernes 29 de enero que repentinamente decidió no sustanciar), los trabajadores resolvieron establecer un quite de colaboración inmediato y parar durante 24 horas el domingo 31, cuando se realizaría el festival que organizaron en conjunto con sus compañeros del Grupo 23 y que ya representa una ícono de esta lucha. La patronal, por su parte, decidió citarlos inmediatamente para, en una reunión ese mismo viernes a las 21 (la última vez que los delegados tuvieron contacto directo con Mariano Martínez) comprometerse a esbozar un plan de pago por escrito para el día siguiente.
Efectivamente, el sábado 30, a través de la abogada María Luisa Paonessa, la patronal acercó a los trabajadores una propuesta vía correo electrónico que los propios delegados recibieron e intentaron mejorar mediante una contrapropuesta. La respuesta de la parte empresaria fue tajante: la oferta se cumpliría tal como ella la había formulado. Se trataba de la liquidación de la deuda en 4 cuotas comenzando la semana siguiente de $6 mil, $8 mil, $10 mil, y el saldo de lo adeudado -dependiendo la suma de acuerdo a la categoría- para el 29 de febrero. Nada de eso ocurrió y la patronal decidió postergar indefinidamente los pagos prometidos. Pocos días después el diario no saldría por la ruptura del acuerdo con la imprenta Patagonia, a quien se le adeudaban alrededor de 11 millones de pesos. El acuerdo con la imprenta propiedad del grupo Olmos, alcanzado un día después, duró apenas 4 días luego de los cuales la patronal de Mariano Martínez dejó de imprimir el diario hasta estos días y que fue el motivo por el cual hoy se cumplen ya 18 días de permanencia pacífica en la redacción.
Negociación
En el medio, los delegados lograron abrir una mesa de negociación en el Ministerio de Trabajo que, además de comenzar a viabilizar el reclamo del pago de Repro y poner blanco sobre negro acerca de la responsabilidad empresaria en la no salida del diario, comenzó a formalizar los acuerdos en actas firmadas frente a las autoridades ministeriales. El incumplimiento de las mismas y las ofertas irrisorias de la patronal para encauzar el conflicto llevaron al ministerio a amagar con la aplicación de multas a la parte empresaria que fueron interrumpidas por la propia cartera laboral en nombre de una supuesta nueva operación de venta que debió definirse hace ya una semana. Los incumplimientos patronales de actas suscriptas ante el ministerio, tanto en Tiempo Argentino como en Radio América, llevaron a los trabajadores a orientar su reclamo al poder político.
Por eso, este miércoles 24 de febrero la asamblea de Tiempo Argentino marchará, junto con miles de trabajadores, a la Plaza de Mayo y prepara para la próxima semana una movilización a Jefatura de Gabinete convocando a organizaciones políticas, estudiantiles y sindicales a una nueva marcha, propia, para que sea el poder político el que dé una salida definitiva al conflicto.