lunes, 11 de mayo de 2015

Narco América: De los Andes a Manhattan

Los periodistas Alejandra Inzunza, José Luis Pardo y Pablo Ferri, emprendieron un viaje por América. Su objetivo, el impacto que tiene el narcotráfico en la vida cotidiana de la gente. A bordo de un Pointer 2003, recorrieron pueblos y ciudades. El resultado de aquel periplo es Narcoamérica, un volumen de crónicas que circulan por los Andes a Manhattan siguiendo el rastro de la cocaína. Dos de tres periodistas mexicanos relatan los resultados de su viaje de 55 mil kilómetros por 18 países americanos investigando la lógica del mercado de producción, distribución y consumo de cocaína

Por: Raúl Campos
Cuando se les clavó la espina de querer ir más allá de estar en un diario deportivo sin saber nada del tema, ponerle voz en off a los videos para un canal de televisión, o solo estar sentados en una redacción, Alejandra Sánchez Inzunza, José Luis Pardo y Pablo Ferri decidieron hacerse de un destartalado Pointer 2003 con placas 342-SWD (lo único que al final quedó de él) para emprender un viaje de 55 mil kilómetros a lo largo de Latinoamérica y Estados Unidos, desde las crackolandias brasileñas hasta la cosmopolita Nueva York. Con ello harían una historia de largo aliento para intentar explicar una realidad que aqueja a todos: el negocio de la cocaína.

Los Dromómanos, que sufren de una obsesión patológica por trasladarse de un lado a otro, hicieron de ese viejo auto una redacción improvisada donde se gestaron las páginas de Narcoamérica (Tusquets, 2015), volumen donde narran cómo, al seguir la ruta de la cocaína, descubrieron la realidad de aquel negocio basado en el libre mercado, permitido por el sistema capitalista y la dispersión de la ignorancia de aquellos, los eslabones más bajos de la cadena, que no perciben la magnitud de la industria multimillonaria de la que son partícipes.

De esta forma, estos jóvenes periodistas, de los cuales solo se pudo conversar con dos, se valen del narcotráfico como la herramienta primordial para comprender toda América y los problemas que agobian a sus sociedades: pobreza, violencia, corrupción e impunidad. Muestran el lado B del continente.

La cocaína es la droga ideal del capitalismo. ¿A qué se debe?
José Luis: Es una droga barata, su materia prima es muy barata y se va rentabilizando de una manera impresionante a medida que cambia de país: un kilo de cocaína en Colombia, el país de origen, puede costar mil dólares, ya en Centroamérica pude costar dos mil 500, en México cinco mil y en Nueva York 50 mil. En esa cadena tan larga hay muchos intermediarios que pueden sacar tajada. Por otro lado, el efecto de la droga se asocia mucho a nuestro ritmo de vida: un broker de Wall Street puede estar bajo los efectos de la coca moviendo millones de dólares en acciones, porque da una descarga de energía. Es muy raro que alguien conozca a algún adicto al crack que esté integrado a la sociedad, es gente marginada; en cambio, los efectos, la forma de producción y la venta de la cocaína se adaptan al sistema capitalista y al ritmo de vida que llevamos.

¿Por eso tiene auge?
Alejandra: El auge de la cocaína fue en los setenta y ochenta. En series como Sex and the City se hacen comentarios como: "¿Quién consume coca ahora?". En realidad, es un mercado muy estable. Cuando fuimos a Nueva York creíamos que encontraríamos al Lobo de Wall Street, pero lo que había era una epidemia de heroína que no se había vivido desde los setenta, la cual tiene que ver con cómo los cárteles mexicanos aumentaron la producción de esa droga: existía una adicción muy estable de opiáceos con receta médica y aprovechando esto los cárteles aumentaron la oferta de heroína, muchos chavos se cambiaron a ella por ser más barata, además de que se comenzó a hacer un control de las recetas y muchos medicamentos se volvieron ilegales.

La cocaína es un mercado ya bastante establecido: los tres países productores: Colombia, Bolivia y Perú, los países de ruta como México y los países consumidores. El mercado es tan grande, tan consumido, que no va a haber un sube y baja, a menos que cambien los plantíos, como por ejemplo que se descubre en México el primer cultivo de cocaína, quizá eso cambiaría el mercado, pero no es que su auge haya aumentado recientemente, sino que es un producto tan barato, tan consumido, se rentabiliza tanto, que desde hace décadas se volvió un negocio estable y permanente.

¿Qué papel juega México dentro de la ruta de la cocaína?
JL: México es un país de tránsito pero, sobre todo, es el país de los grandes cárteles, es el "Amazon (tienda de comercio electrónico con sede en Seattle) de la droga": son los grandes distribuidores de droga del mundo. Es el vecino al sur de Estados Unidos, el gran consumidor, y por lo tanto da el último paso de la cadena para que les llegue la mercancía, y además ha colonizado bastante Centroamérica, el corredor centroamericano que en su época fue colombiano ahora es mexicano.

A: Si te refieres a cocaína es eso, si hablamos de heroína, es productor. ¿Mariguana? Es el principal productor del continente. Es el epicentro del narcotráfico mundial, el nivel de poder de los cárteles mexicanos, así como su nivel de internacionalización, son muy grandes, básicamente ellos son los que mandan: hay denuncias en Argentina, Brasil, Paraguay y en todos lados de que hay conexiones con ellos, son quienes controlan el mercado mundial y quienes se llevan la mejor tajada, pues hacen que un kilo de coca en Australia se venda por 200 mil dólares.

¿Qué tan variante es la estructura criminal en los países que visitaron?
JL: Hay una tendencia en el negocio del narco que es la especialización y la atomización de las organizaciones criminales: alguien que se encarga de recolectar el cultivo, alguien que hace el procesamiento, otro se encarga de la distribución hasta la frontera, uno más del mercado interno, etcétera. En países como Bolivia y Perú hay muchos "clanes familiares", células pequeñitas, muchas veces familias o pertenecientes a un pueblo en el que se produce mucha coca; en Colombia ha pasado la cuestión de la desintegración de los grandes cárteles y ahora están las bacrim o bandas emergentes criminales nutridas por ex traficantes y paramilitares, que son mucho más pequeñas, volátiles, pero que controlan de alguna forma el narco. En México todavía tenemos a los grandes cárteles, aunque de forma simultánea ya se están dando estas pequeñas bandas como Los Rojos y Guerreros unidos que hemos visto y de las que la PGR calcula que hay 80 o más en el país. En Argentina hay un dicho popular que dice: "No hay mafia, porque la mafia es la policía".

En Nueva York la cuestión del narco es muy invisibilizada y no es tan violenta como en México
JL: Se debe a varias cosas: obviamente Estados Unidos tiene una institucionalidad más fuerte que México y cualquier otro país latino, también se puede deber a que es una perspectiva de mercado porque, al final, lo primero que tenemos que ver es que el narco es un negocio de millones de dólares. A lo mejor a los narcos les conviene que su centro de consumo esté tranquilo y sin muertos, porque al final lo que quieres es vender tu droga y que haya consumidores, que éstos vuelvan y se compre de nuevo tu mercancía, fomentar un círculo virtuoso de mercado. Además es obvio que no puedes hacerle la guerra a EU dentro de su territorio, no le van a ganar

A: Existe una lógica de que si no hay castigo para el crimen, es mucho más fácil. Hay una práctica muy común en la frontera y es que si hay que saldar cuentas con alguien que vive del lado estadunidense, lo agarran allá y lo traen a México para ejecutarlo, porque es muy probable que lo maten y no pase nada aquí, pero si lo hacen del otro lado los van a perseguir. Eso influye en que para un estadunidense el narcotráfico no es el problema principal: aquí pasa algo y enseguida pensamos en narcos, allá piensan en terrorismo, luego en un loco armado y al final en narcotraficantes.

¿Cuál es la relación entre los narcotraficantes y los pequeños productores de la materia prima?
A: Muchos de los pequeños productores no saben que forman parte de una cadena transnacional multimillonaria. Son campesinos que simplemente siembran hoja de coca porque es un cultivo tradicional legal, pero también porque es más rentable que sembrar naranja o café, es un mejor producto que se da cuatro veces al año y que no arruina la tierra como la piña. Cultivan, llega alguien y les compra el producto.

JL: Al final, son lugares de mucha miseria y la hoja de coca para ellos es una manera de subsistir. Su visión siempre fue cortoplacista, porque es ganar dinero para seguir sobreviviendo, no pueden permitirse el lujo de mirar a largo plazo ni de tener una visión regional del asunto del narco: tú llegas, me ofreces ocho o 10 por cuatro cosechas, con eso yo sobrevivo; si planto café y me ofrecen tres y tengo una sola cosecha, pues no sobrevivo.

A: Hay algunos cultivadores a los que obviamente ya se les podría llamar narcotraficantes, pues ya es más allá que un trabajo: tienen sus propias chacras y están relacionados con clanes familiares; pero el pequeño cultivador en sí, el eslabón más bajo de la cadena, ¿en verdad es un narcotraficante? Es una persona que está cultivando lo que se ha cultivado toda su vida en la región.

¿Y por qué se optó por atacar el problema de las drogas desde el punto de vista militarista y no verlo como un tema de salud pública?
JL: Fue la lógica implantada por Richard Nixon (presidente de EU, 1969-1974) desde el principio, además de que fue un problema político. Haz de cuenta que en los setenta lo que había era mariguana y heroína, entraba una tonelada de cocaína a EU al año —muy poco en comparación con lo que llega ahora. La mariguana era consumida por los hippies que protestaban en las calles contra la guerra de Vietnam, y la heroína en barrios de gente negra marginal. Obviamente eran dos grupos con mucha resistencia a las políticas del entonces presidente. Nixon utiliza esto como represión y esta lógica es la que se ha ido tejiendo a lo largo de décadas. Las guerras son necesarias para reactivar la economía de los países y EU lo sabe, pues invierte millones en fabricantes de armas y demás, y todo esto genera una economía muy grande que se va reactivando bajo esta lógica militarista. Tenemos que pensar si son los propios Estados quienes tienen que legalizar o tomar medidas diferentes en políticas de drogas si les conviene, porque por un lado, el narcotráfico emplea muchísima gente en el continente, son muchos millones los que entran por ahí, y por el otro se genera esta economía de guerra que genera millones de beneficios.

A: Hay que agregar el caso uruguayo de la legalización. Cada país se mide a sí mismo, y si comparas a Uruguay es evidentemente un paraíso en cuanto a seguridad, vieron la legalización y les pareció una alternativa justo para bajar el crimen, pero hay que recordar que esa solución es solo para ese país, porque tiene un contexto muy determinado: sus índices de desigualdad y violencia son más parecidos a los europeos que a los de sus vecinos.

¿Puede existir este negocio sin tanta violencia?
JL: Hay ejemplos de que en EU y Europa no hay violencia referente al narco, solo hay venta. Es un gran generador de violencia en todas las latitudes en las que opera, pero al final su objetivo principal es hacer dinero, y la violencia es factible para que ocurra eso. Al final, si yo fuera un narcotraficante, un hombre de negocios, lo que intentaría siempre sería tener la plaza tranquila, y eso ocurre cuando hay un narco más tipo Padrino, de los que ya quedan menos. La gran violencia se produce cuando hay luchas entre los traficantes por el territorio y las rutas.

Vimos un caso en Guatemala, donde la gente vivía bastante tranquila, no había mucha violencia, porque dominaba un solo tipo, Juan Ortiz, Chamale, y cuando lo extraditaron, la gente salió a las calles porque él era su benefactor, y como solo mandaba él, todo mundo sabía a qué atenerse. Igual con El Chapo, lo arrestan y hay gente que sale a protestar. Es lo que digo, el narco no es sinónimo de violencia, aunque la violencia para el narco es una herramienta factible que se puede usar comúnmente en este negocio.