Alicia Vicchio recordó: "El 17 de junio de 1976, un comando del Ejército llegó a la localidad bonaerense de Paso del Rey, entró a la casa donde vivía María Cristina, y la secuestró, junto a su pareja el escritor Nicolás Grandi, ante la mirada de Yamila Grandi, la hija de ambos, una niña de dos años.
María Cristina era maestra, enseñaba en una escuela rural en Moreno.
Alumnos, padres, maestros la querían por su ternura y compromiso. Siempre estaba preocupada por la cuestión del gremio de los docentes, pero teniendo a los pibes como objeto final de sus preocupaciones.
La hija de Cristina vio todo. Después contaba: "a papá y mamá le pusieron un líquido de la estufa". Era kerosene.
Uno de los milicos se la llevó a Yamila golpeó la ventana de la casa vecina (la familia Padín), cuando la abrieron,la tiraron envuelta en una frazada. Y se fueron.
Los vecinos avisaron a la familia que fue a la comisaría. Pasaron los días, los meses, los años, y nunca pudieron saber dónde estuvieron, ni ella ni su marido.
Una de las posibilidades era que a él lo hayan matado enseguida, y que a Cristina la dejaran viva hasta que naciera el bebé y después sí, la asesinaran".
Victor Heredia, hermano de María Cristina la recuerda en Mara y también en Mandarinas.
Princesa
Estos últimos días recordé, recordamos...
Y siempre estaba allí tu mano, aferrando la mía.
Hasta ayer que la vida decidió que era tiempo
de soltarnos, princesa.
Que este niño asustado en medio de la calle,
huérfano de tu leche, de humildes cascarillas,
de radio y pan casero reclame tu sonrisa.
Ahora sí que están lejos todas mis lejanías,
ahora sí que se hizo de noche en pleno día.
Ahora sí que el pasado es una piedra enorme
que inunda mis pulmones y respira su infame
canción de muerto en vida.
Calesitas de lata, aviones de madera,
soldaditos de plomo, cochecitos a cuerda
que se ponen en marcha detrás de un barrilete
que esparce tu ceniza sobre un cielo que dice
que nunca te pudimos devolver a Cristina.
Pero algo nace ahora, de pronto, madrecita,
porque antes si añoraba, si te necesitaba
te sabía en tu sitio, tu jardín, nuestra casa, el cielo
donde siempre tejías esperanzas.
Hoy sentí que tus alas cobijarán mi mundo,
que decidiste hacerte picaflor, mariposa,
esa brisa que mece, asintiendo, al aromo,
los álamos, los árboles que amabas,
que con sus manos verdes nos regaló Marisa.
Que vas a protegernos a todos, princesita.
Ojalá me lo crea porque nunca, te juro, me había
sentido así, tan inerme,
tan solo.