sábado, 14 de marzo de 2015

Ana María Giunta 1943 - 2015

Jorge Sosa, escritor y columnista de Diario Jornada, realizó un homenaje a Giunta en su publicación número 54 de "Mendocinos Famosos". Repasá en esta nota el suplemento y enterate más de la vida de la mujer que murió esta mañana y que luchó contra distintas injusticias
Ana María Giunta: Absolutamente necesaria
Por: Jorge Sosa                              
Mujer en plenitud
Enorme, y no por su tamaño, que esa sería una comparación bastarda, de utilería, enorme por su dimensión humana, por su lucha, su constancia, su coherencia, su solidaridad, su fuerza para defender  a los que son considerados menos, inferiores, una pizca más que nada. Tremenda actriz del cine, teatro y televisión; directora, escritora, constructora de espectáculos inolvidables. Ana María Giunta, nacida en Entre Ríos, pero mendocina por adopción, a los pocos años vino  a la provincia y ya no se sacó a Mendoza del corazón. Militante de la vida.
Tenía doce años cuando se hizo voluntaria de un hogar de niñas huérfanas, donde distraía a las internas contando cuentos. Siguió por los caminos del abrazo, maestra, misionera, voluntaria en barrios empobrecidos, en las cárceles, en los asilos, en los correccionales. Se hizo asidua ayudante de las organizaciones de personales especiales. Su vocación tuvo título: asistente social.
Por el otro lado, el arte que la quería, que sabía que con Ana él podía crecer. No le hizo asco a nada, se preparó en teatro, declamación, danza, pintura y música, y alguna otra actividad que se nos cae de la lista.
Había recibido lecciones de familia estricta bajo las órdenes de su padre y de belleza de mujer por parte de madre. Ellos también la iniciaron en el gusto por el arte. Alguna vez dijo que su encuentro con el arte fue casual
“Es verdad que fue casual, pero también influyó que yo viví toda la experiencia de mis padres como actores de radioteatro, de cuando los iba a ver actuar, porque mi papá era un actor de raza. Además, mi abuela materna también fue actriz de radioteatro. Creo que lo llevaba en la sangre porque con el tiempo me di cuenta, por ejemplo, de que cuando era chica no me gustaban las muñecas, pero sí interpretaba papeles con ellas. Hacía del cura que casaba a las muñecas, de payaso o de mucama. Siento que de alguna manera siempre quise hacerlo”.
Crecer en Mendoza
Mendoza la vio crecer en los barrios marginales y sobre los escenarios. Radio; televisión; su voz, hermosísima, animando libretos vendimiales; Muchas obras de teatro junto a otros mendocinos talentosos. Frontal y luchadora, de las que no guardan nada ni el arcón de las precauciones, en la época verde con charreteras, fue objetivo de los represores. Mendoza se le puso peligrosa.
“Sí, me tuve que ir porque me estaban persiguiendo. Yo no me quería ir, pero me tiraron tiros, me amenazaban por teléfono, me hicieron de todo. El día que me fueron a buscar a mi casa, lo fueron a buscar también a un amigo mío que se llamaba Rubén Bravo, quien hasta hoy está desaparecido. Pero a mí no me encontraron porque yo estaba justo grabando en radio Nihuil la voz femenina de la Fiesta de la Vendimia .Lo que pasa es que yo no les caía bien porque fui la primera secretaria gremial de actores del país, en Buenos Aires aprendí lo que era el gremialismo de actores y me recorrí todo el país junto a Luis Brandoni haciendo campaña. Mendoza fue la primera regional de actores del interior y eso a los militares no les gustó, como tampoco les cayó bien que yo denunciara que a los actores de la Vendimia no les pagaban”
Y las dos corrientes se juntaron: la solidaria y la artística ¿Acaso no tienen la misma esencia? Ambas vocaciones se empujaban, se sostenían. Se daban aliento boca a boca. En Buenos Aires refugio, se abrazaron para siempre. Pero vamos a agregar otro ingrediente: su carácter. ¡Ay, mamita! Cuando Ana defiende con vehemencia sus posturas puede llegar a temblar todo el planeta.
“Sí, soy transgresora, lo soy porque creo que es la única manera de ser libre. La característica de mi transgresión consiste en decir siempre lo que pienso”.
La personalidad de Ana la impulsa a abrir puertas ahí donde no hay puertas, a caminar aunque no haya caminos, a gritar aunque esté en el país del silencio. Los que están a su lado, sus seres queridos, saben que Ana puede ser implacable.
“Mi marido, Ricardo Racconto, es director de teatro por lo tanto conoce los tiempos y los códigos de la profesión, pero de todas maneras nunca hubiera permitido que ninguna pareja me impusiera nada, soy absolutamente feminista y creo que los hombres son nuestros compañeros en la vida, si me he rebelado a mi papá que era “milico”,  imaginate que es porque no permito que me indiquen nada”
Un día armó una fundación y en ella organizó talleres. En ellos se juntan todos aquellos que quieran sumar para ser iguales, ser reconocidos en su totalidad, de cuerpo y derecho, de piel y sexo, de alma y fe. Los que por siglos han vivido en el miserable país del desprecio. La Fundación Ana María Giunta armó los Talleres integrados de arte para la vida
Todos en yunta
“En mis talleres hay de todo porque yo no discrimino a nadie, mis brazos están abiertos a todos los seres humanos y no me importa la raza, la religión, idea política u orientación sexual”.
Muchos la conocen como “La Gorda Giunta” (Con iniciales mayúsculas), y eso no la ofende, al contrario, la identifica, la hace propietaria de un tipo muy especial de orgullo.
“Mi padre me dijo un día: Yo te hice hermosa y vos te cagaste. En algún momento fui delgada, en algún momento fui la reina de los estudiantes, y de a poquito, casi sin darme cuenta, fui subiendo. Primero cinco kilitos, y después se disparó. Pasó que para los hombres, que son cazadores por naturaleza, yo no era presa apetecible. Pero conmigo se relajaban. Te dicen que una persona hiperobesa no se casa, y yo me casé pesando 134 kilos, con un hombre menor que yo y que pesaba 70 kilos. Los obesos podemos hacer todo lo que nos permitamos. A lo sumo, hay posturas que cuestan más, pero la buena relación sexual no pasa por la acrobacia.

Amiga del alma
Un día, una amiga de la belleza, la poesía, la juntó con otra niña, tan capaz como ella, como ella comprometida con lo social, con  los “mal mirados”, Mercedes Fernández. Se hermanaron, se hicieron “comadres” de niño en brazos y horizonte compartido. Dejamos entonces el recuerdo a las palabras de quien la quiere y la conoce tanto.
“Ana siempre fue coqueta. Tal vez haya sido herencia de su madre que era   bellísima y con la estética de la mujer seductora, capaz de salir a comprarle la leche al lechero ambulante, pisando sobre tacos altos”.
Mercedes recuerda a Ana adolescente, allá cuando comenzaba a sobresalir por prestancia, por personalidad, por talento.
“Ana había estudiado declamación. Su voz fue siempre una voz atrapante. Las dos fuimos a integrar el grupo que dirigía Rafael Rodríguez en Radio Nacional. Ahí hacíamos el programa “Los cuentos leídos para usted”, que hizo furor en su época. Ana empezó a interpretar papeles en obras infantiles. El grupo se completaba con talentosos con mayúsculas: Raúl Amitrano, Elsa Cortopasi, Mario Balario. Ya entonces era distinta, transgresora, valiente, defensora a ultranza de sus derechos y los de los más débiles”
Claro que Ana no se quedaba a esperar que la llamaran para hacer arte. Se metía en los grupos, organizaba, preparaba obras, las ponía en escena, era capaz de encargarse de todo.
“El mundo del espectáculo la atrajo y ella desempeñó todos los papeles asignados con soltura, con talento, sobrada de condiciones. Esta actividad la llevó a organizar la grilla artística de instituciones renombrada de entonces, como el “Barrabás” de Néstor Sierra, donde actuaron Víctor Heredia y Joan Manuel Serrat, entre otros notables”.
La solidaridad no tiene fronteras, es una actitud de vida, no tiene poses, no funciona en ámbitos adecuados, está siempre, no se manifiesta en oportunidades, nos habita siempre.
“Su sentido de solidaridad, de compañerismo, también encontró lugar dentro de sus pares artistas. Mendoza fue la primera provincia en agruparlos en la Asociación de Actores que ya había tenido nacimiento en Buenos Aires. Esto, tal vez, fue una luz encendida que quisieron apagar los militares. En 1976 la amenazan, la persiguen, y Ana emigra a Buenos Aires. Poco tiempo después queda embarazada y eso fue un golpe dentro de su familia. Nace Alfonsina, entonces un nuevo motivo de lucha se agrega a su vida. De vuelta al pago conoce a Ricardo Racconto, su hombre de siempre, se casa con él y sigue con su postura “under”, con esa prepotencia de vida, con esa manera de defender a “los distintos”. Por impulso de Ricardo vuelven otra vez a Buenos Aires, entonces entra en contacto con gente de la TV capitalina, comienza a trabajar en teatro y en cine. Hasta que estalla, por su talento, en la famosa “Película del Rey”. El público la hace suya con amor, grandes nombres del arte teatral y cinematográfico la anhelan. Hasta Fellini se copa con Ana María. Quería hacer algo con ella. Muere antes de poder hacerlo. Hubiera sido fantástico que trabajaran juntos”
Ayudar a quien ayuda
Ana necesita ayuda, siempre la necesitó, pero ahora más. Cuando nos golpea la vida, en cualquier lado, aún en el alma, es cuando el amor se nota más, no es que se haga más necesario, simplemente se recibe de amor.
“Ricardo es quien la atiende permanentemente, la cuida, la asea, la viste, hasta teje cosas para ellas. Es un amor muy grande el que los une. Con él tuvo a Gimena, quien, ya de grande hizo una incursión por el teatro. Bella, como bella es la madre y como  fue la abuela. Alrededor de Ana cantan pequeñas canciones de amor cinco nietos y dos bisnietos”.

La gorda
Lo reiteramos, para muchos sigue siendo La Gorda Giunta (Sigue en mayúsculas, seguirá siempre). Mercedes habla de la forma de verse que tiene Ana frente al espejo de su sensibilidad.
“A ella no le molestó. Nunca tuvo vergüenza de su situación, e impuso, a través de su seducción, un camino para superar sus problemas físicos. Se dispuso a trabajar por “los distintos” porque ella era una “distinta”. Por eso funda “Todos en yunta”, un verdadero taller de arte para la vida. Allí comenzaron a juntarse discapacitados, prostitutas, gay, viejos olvidados, marginados, linyeras, niños en situación de desamparo. Es decir todos aquellos a los que la sociedad deja al margen. Tiene como 200 alumnos en la fundación. Su labor es magnífica, ciclópea. Y nada de lamentos, a enfrentar la vida con lo que se tiene y a defender la condición de humanos. Lo primero que le enseña a sus alumnos distintos es “yo soy lo que soy y a mí me tienen que respetar”. Cierra los ciclos lectivos de sus talleres con un “Hamlet” hecho por niños especiales. Es una maravilla verlo. Entrás a sus talleres y salís llorando y preguntándote:” ¿Cómo pude haber perdido tanto tiempo sin ayudar?”
Pero también en su abrazo de humanidad excelsa abriga a sus pares, a sus compañeros de escenario, a los artistas que muchas veces, sobre todo las mujeres, deben soportar situaciones infames de aquellos que se ponen el traje de famosos, un traje, de todas formas efímero
“También combatió la discriminación y la violencia en su profesión querida, la de actriz. No dudó, en su momento, en comentar las acciones de Porcel, de Sapag y otros famosos. Los transgresores le temen. Por eso y por su coherencia la quieren tanto en la  Asociación de Actores, en la de Buenos Aires, y en las sucursales de todo el país. La Asociación le cubre todos sus tratamientos. Han montado una sala de terapia intermedia en su taller. Ha estado muy enferma, ha estado “casi”. Sus dificultades son muy grandes. Su marido vive para atenderla. Creo que sin él no hubiese podido ser lo que es.
El arte es una de sus grandes pasiones, pero priva en ella lo solidario. Ella ha usado el arte para pelear por los despreciados. Y contagia su espíritu. En su fundación trabajan médicos, abogados, psicólogos, profesores de gimnasia, de teatro, fisioterapeutas, ortofonistas, la mayoría “ad honorem”,  ligados al costado más humano de Ana. Es un caso de inteligencia múltiple, tiene que ser muy versátil para atender tantos casos tan diversos”
Amor de pueblo
Mercedes sabe de la hiperactividad de Ana, aún en sus difíciles condiciones. La gente la quiere y sabe que Ana no se queda callada, que allí, donde la verdad pide la palabra, la voz la pone ella.
“La gente la adora. La llaman para dar charlas de todos lados y ella habla. Violencia de género, pedofilia, acoso, violaciones, tantos temas. Fue un baluarte en la pelea contra el Padre Grassi. Y no la para nadie, ella entra a los despachos oficiales y abre la puerta a pura prepotencia de presencia. Una vez, en la Legislatura Nacional, se sentó en la banca de un diputado. Le dijeron que eso no lo podía hacer y ella contestó: ¿Y qué quiere que haga si no entro en otro lado? Sea lo que sea que esté pasando todo cambia cuando llega Ana María. Cuando ella entra, entra con ella el desenfado, la valentía, la osadía, las palabras que corresponden y un humor que enriquece todos los climas. Es anti convencional, los cánones para ella no existen”.
Mercedes resalta que los argumentos de su amiga  son tan contundentes que hay que tienen que estar muy firmes los que discuten con ella para tener alguna posibilidad. Ana es avasallante, buena. Pero para nada permisiva.
“Es muy buena gente, jodida para discutir porque no te deja pasar una. No tiene pelos en la lengua, dice las cosas con una exactitud de aguja de reloj, pero con punta. Es un sargentón. Se involucra directamente con los casos de violencia.  Es capaz de contar todo, de decir todo. Sin embargo su gracia cautiva, yo me hago pichí por ella. Es como la vida; la vida le duele y la goza”

Siempre la poesía
Ana y Mercedes se conocieron a través de la poesía. Es muy bueno que la poesía sirva para fundar amistades, son amistades que pueden leerse. Como podemos leer algún pasaje de una de las cartas que Mercedes le envió:
…“Por lo tanto busqué hoy viejos cuadernos, viejos álbumes de fotografías, retazos de vidas anteriores, y para vos, encontré una especie de ‘diario íntimo’ escrito entero en fotos, en recuerdos, en palabras sueltas, en carcajadas cómplices que están viejas pero aún perduran y resplandecen como recién inauguradas.
Ahora, al poner la mesa, las cosas me contemplan mientras mis manos acomodan dos platos que bien mirados son uno, ya que ambas lo somos tal vez, en alguna parte del misterio. Entonces no diremos ‘compartir’, sino que alguien se llevará el pan a la boca en dos mitades. ¡Hay tantas cosas que al traducirlas parecen incoherentes! Y sin embargo, como yo, sabrás descifrar estas tareas mías de poner la mesa, acercar las sillas y dejar que entre la luz para que las sombras huyan.
Quisiera saberte bien. Mejorando. Sin sed
Cariños desde este desierto calcinante pero nuestro, que sin la presencia de los que queremos, de los que alguna vez quisimos y que nos quisieron no es lo mismo ya. Pero queda el soñar.
Besos para todos.
Siempre
Mercedes, tu hermana”

Ana se fue un día de Mendoza pero se quedó para siempre. Uno queda impregnado en una calle, en un árbol, en una plaza, en el ritual del mate y sopaipilla, en el buraco de amor de una tonada. Como dijo el Armando: “Nadie se va de Mendoza aunque crea que se va.” Ana ama la tierra que le enseñó a amar. Y jamás, eternamente jamás, dejará que se aje la poesía.
“Siempre siguió escribiendo poesías, como en aquellos tiempos en que nos conocimos. Le presenté su último trabajo en la Feria del Libro de Buenos Aires. Sale humo de su libro de poemas”

Agua, mosto, amor y yo
(Libro: Exorcizando)
Yo soy el agua.
Aquí desato un torrente de metal
Y crines alucinadas.
Soy presencia que sueña con irse.
Mi boca, que es un puñado de ordas duras,
huye de los senderos lisos y distantes…
soy un largo camino que nunca se detiene
por la hoguera del sol y de la tierra,
danzo en mi surco con racimos y ansias
como único horizonte.
Soy un llamado a tiempo,
Soy la vid, engendradora de cantos y trabajo,
Soy alabanza anual,
Soy un verano renaciendo mil veces en cada copa,
en cada garganta,
en cada llanto.
Soy el mosto sagrado de las piedras
Y me enlazo a los versos…
porque soy el amor
Ana María Giunta
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“A mí me gustaban los camioneros y a la Mercedes los petisos intelectuales”

Algunas de sus películas
Ha hecho más de 19 apariciones en el cine de Argentina:
1976: Juan que reía, Minga
1986: La película del rey
1986: Las minas de Salomón Rey, Domitila
1988: El acompañamiento
1988: Extrañas salvajes
1994: S.O.S. Gulubú
1995: De mi barrio con amor
2000: Las aventuras de Dios, huésped 4
2002: ¿Te dije que te quiero? (corto), madre
2004: Dos ilusiones, Yolanda
2006: Sensaciones (historia del sida en la Argentina)
2014: Algunos días sin musica)

Televisión
1982: Gracias doctor como Elsa
1982/1983: Verónica, el rostro del amor
1983: Cara a cara como Amalia
1985: Duro como la roca, frágil como el cristal junto a a Pablo Alarcón, Selva Alemán y Bárbara Mujica.
1987/1990: Las gatitas y ratones de Porcel
1988: Las mil y una de Sapag junto al capocómico Mario Sapag
1991: Tato, la leyenda continúa
1991/1992: Atreverse
1995: Chiquititas
1999: Campeones de la vida
2002: Las cortesanas (Conducción)
2004: Un cortado
2009: Floricienta

Teatro
Extraño juguete (directora de actores, directora)
Dios los junta, el diablo los amontona (autora, adaptación)
Ellos, nosotros (autora, directora)
Brutta miseria (actriz)
Los colores de Niní, la salida (directora)
Crónica de adultos, de Brian Friel (1978).
Doña Flor y sus dos maridos (1983) - (actriz).
Secuestro de un industrial capitalista (1986) de Darío Fo (actriz).
Mi suegra está loca, loca, loca (1990)- (actriz)
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Gracias a los colegas Mariel Fuentes, Carlos Herrera y Florencia Manzur. De sus excelentes entrevistas con Ana hemos capturado algunos pasajes. Si hay algún mérito en esto, es vuestro.
Jorge Sosa
Fuente: Diario Jornada

La Giunta con Soda Stereo
Movil 8 es un piloto realizado a comienzos de los 90 con Lalo Mir como protagonista y Ana Maria Giunta, además de Fontova, Soda Stereo, Alejandro Dolina, Enrique Pinti, etc.
Guionistas: Pedro Saborido - Fernando Silly
Libro: Mario Rulloni
Musica original: Jorge Lopez Ruiz
Jefa de Producción: Analia Das Vinhas
Asistente de Producción: Oscar Campos
Producción Ejecutiva: Miguel Mato
Idea y Dirección: Ralph Rothschild