lunes, 3 de noviembre de 2014

Guerra abierta en El Mundo: Pedro J. Ramírez contra la casa editora

El Mundo califica de "injurioso" el artículo de su exdirector publicado el domingo y le acusa de dañar a la redacción. Pedro J. afirma en su muro de Facebook que la nueva dirección intenta romper los lazos que le unen al diario
García Abadillo y Pedro J. Ramírez
El enfrentamiento entre Pedro J. Ramírez y el que fue su periódico durante casi 25 años sigue acumulando capítulos. Si este domingo Ramírez recurría a las páginas del diario para acusar en su artículo dominical a su sucesor, Casimiro García-Abadillo, de entregarse al Gobierno y desvelar que la empresa editora le reclama 100.000 euros por sus comentarios críticos, El Mundo ha publicado este lunes un duro editorial contra su fundador y primer director.
En su editorial, titulado 'En esta pecera no existe la censura', El Mundo acusa a Pedro J. Ramírez de dañar a la redacción y a García-Abadillo en un artículo, publicado en sus propias páginas, que califica de "injurioso".
El editorial niega que existan "relaciones incestuosas" entre el diario y el Gobierno como insinúa Ramírez y tacha esa afirmación de "falsedad que daña, no ya a García-Abadillo, sino a toda la redacción". El texto considera "sorprendente" que Ramírez cargue ahora contra el actual director cuando avaló hace unos meses su nombramiento y después de que hace unas semanas afirmara que "dirige con gran acierto" el diario. "¿Cuándo no estaba diciendo la verdad Pedro J.?", se pregunta.
El Mundo defiende la actual gestión y asegura que el diario "ha logrado mantenerse y mejorar sus resultados sin perder su carácter" tras la salida de Pedro J., de la que afirma que "no fue política" y "se produjo fruto de un acuerdo amistoso que supuso una sustanciosa indemnización".
"El ex director de El Mundo puede hacer lo que le venga en gana, salvo, como es natural, pretender dirigir el diario desde otro despacho que no sea el del director", concluye el editorial que advierte al exdirector del diario contra las tentaciones de "tratar de romper la pecera porque ha dejado de ser el reino de un solo pez".
Pedro J. acusa a El Mundo de intentar romper con mentiras los lazos que le unen al diario
El exdirector de El Mundo no ha tardado en responder al editorial del que fuera su diario. En su muro de Facebook*, como hizo días después de la fiesta de aniversario del rotativo de la que dijo sentirse excluido, Pedro J. Ramírez acusa al editorial de "apartarse indecentemente de la verdad" para enfrentarle a la redacción.
Para Ramírez, que afirma que García-Abadillo se ha negado reiteradamente a reunirse con él para dirimir personalmente sus diferencias, el editorial de este lunes supone "un salto cualitativo" en una estrategia de la propiedad y la nueva dirección del diario "orientada desde el primer momento a intentar destruir los lazos contractuales y sobre todo emocionales que todavía me unen con El Mundo".
Según el exdirector, "se me tergiversa tanto" con el fin de "transformar la polémica con un jefe en ataque a todos sus subordinados para buscar solidaridades en el agravio". " Hasta la persona que me tenga menos simpatía dentro de la redacción sabe que en mi pecera cabían todos", afirma Pedro J. para añadir que "si volviera a tener algo que ver con su gestión, pese a todo lo sucedido, el propio Casimiro seguiría teniendo, por sus méritos profesionales, un puesto de honor en ella".
El origen del enfrentamiento público entre El Mundo y su exdirector está en la fiesta de aniversario del diario celabrada hace dos semanas. Tras la celebración, Ramírez cargo en Facebook y Twitter contra El Mundo por haberle "borrado" de la foto de familia de la gala a la que asistieron los reyes. En declaraciones a Antena 3, García-Abadillo ha insinuado que la decisión de que el exdirector no figurara en la imagen fue de la Casa Real.
*De peces y peceras (II)
El editorial que hoy publica El Mundo contra mí supone un salto cualitativo muy revelador en la medida en que convierte un toma y daca entre dos periodistas (Casimiro me mencionó de forma despectiva y crítica hace nueve días, yo le respondí con educada ironía ayer) en un ataque expreso del periódico contra su fundador y director durante 24 años y medio.
Se trata de una especie de intento de automutilación en toda regla que culmina una sorprendente trayectoria –quién te ha visto y quién te ve- orientada desde el primer momento a intentar destruir los lazos contractuales y sobre todo emocionales que todavía me unen con El Mundo.
Sólo esta interpretación explica episodios marcados por la misma pauta como el trato dado a María Ramírez y Eduardo Suárez, la orden de no publicar nada sobre mi intervención en Chiclana por el hecho de que participara la chiclanera Ana Romero, mi exclusión de la foto del XXV aniversario –suficientemente calificada ya por propios y extraños- o las propias referencias sobre mí y contra mí en el editorial del miércoles 22 y esa entrevista de la contraportada del sábado 25. Únase a todo esto la reiterada negativa de Casimiro a sentarse conmigo para dirimir nuestras diferencias pese a la insistencia de altas instancias de Unidad Editorial.
Que cada uno saque sus propias conclusiones sobre este itinerario pero el editorial de hoy se aparta torpemente de la verdad en varios aspectos clave. Presenta en primer lugar –“en esta pecera no existe la censura”- la publicación de mi respuesta a Casimiro como una muestra poco menos que extrema y heroica de libertad de expresión cuando no fue sino la expresión del elemental fair play habitual en todos los periódicos. ¿Si alguien es zaherido en su propia casa, cómo no va a poder defenderse?
Lo extraordinario y gravemente dañino para El Mundo hubiera sido que tras dar rienda suelta a una de las partes se hubiera amordazado a la otra. Este es el aspecto esencial de la cuestión pues todos y cada uno de los párrafos de mi texto estaban referidos a afirmaciones concretas de Casimiro sobre mi persona. Si él no hubiera desenfundado primero, yo nunca le hubiera dedicado esa Carta ni ninguna otra.
En su huérfano intento de presentar mi réplica a una persona como un ataque contra El Mundo, el editorialista me hace decir cosas que no están en mi texto. Por ejemplo que “estimo escasos” los “valores profesionales” de mi sucesor cuando literalmente digo que los cambios que viene introduciendo en el periódico –bola verde al margen- son “seguramente acertados”. O por ejemplo que le achaco “relaciones incestuosas con miembros del Gobierno”, cuando lo que en realidad digo es que toda relación “entre la prensa y el poder” es “incestuosamente letal” y añado que “no me cabe la menor duda” de que, llegado el caso, Casimiro será “implacable” con cualquier político, como lo fui yo, al margen de su mayor o menor cercanía personal con él o ella.
“El periódico no protege a nadie por su relación con el director”, dice el editorialista. “Afirmar eso es una falsedad que daña no ya a García-Abadillo sino a toda la redacción de El Mundo”. He aquí la clave de por qué se me tergiversa tanto: es el viejo truco de transformar la polémica con un jefe en ataque a todos sus subordinados para buscar solidaridades en el agravio. Por eso Casimiro dijo ayer en un tuit que “para algunos”, El Mundo es mi “Moby Dick”. Se trataría de presentarme nada menos que como enemigo del periódico que alumbré hace un cuarto de siglo. Fantástica coartada: Pedro J. es culpable.
Pero el párrafo en donde lo que hoy publica El Mundo se aparta más indecentemente de la verdad –mientes, editorialista, y tú lo sabes- es aquel en el que dice: “la clave de su salida no fue política”. ¿Cómo se puede dañar tanto la credibilidad de un medio desde sus propias páginas? ¿Habrá un solo lector que se crea eso?
Reproduzco de nuevo las palabras del propio Casimiro al día siguiente de tomar posesión: “Han cesado a Pedro J. porque en los últimos tiempos nuestro periódico ha publicado informaciones muy comprometidas que han afectado a instituciones, partidos políticos, sindicatos, etc. Los poderes fácticos de este país no soportaban a un director como Pedro J. A esto se suma una situación financiera complicada del periódico”. Y parafraseo el editorial: ¿Cuándo no estaba diciendo la verdad el nuevo director, en su espontaneidad de entonces o en su cálculo de ahora?
La tergiversación adquiere tintes más infames cuando se añade: “El cese en sus responsabilidades se produjo fruto de un acuerdo amistoso con Unidad Editorial que supuso para él una sustanciosa indemnización”. De nuevo se pretende incitar contra mí sentimientos de agravio –por decirlo finamente- en base a falacias fácilmente desmontables. Basta repasar lo que dije en mis despedidas para constatar que fui destituido unilateralmente contra mi expresa voluntad y que lo “amistoso” fue el acuerdo para seguir publicando los domingos.
Y no –mientes editorialista y tú lo sabes-, lo que dio pie a esa “sustanciosa indemnización” –que, insisto, ahora mismo devolvería si me restituyeran en mi puesto- no fue ese acuerdo sino lo establecido a lo largo de un cuarto de siglo en mis sucesivos contratos como director, el último de ellos firmado en Berlín en diciembre de 2007, elevado a público ante el notario de Madrid Jesús Roa y complementado por una garantía solidaria de RCS que aseguraba al cien por cien el cobro de lo pactado.
En lo único que estoy de acuerdo con el editorial es en su penúltima línea: “Vale la pena mantener vivo el espíritu de esta maravillosa pecera”. Quien lo ha escrito parece haber descubierto de repente que desde 1989 hasta 2014 nuestra redacción fue “el reino de un solo pez”. Como Casimiro me ha excluido literalmente de ella –“Se muere, ya no tiene el agua para vivir”- ignoro si eso ha cambiado o no. Pero hasta la persona que me tenga menos simpatía dentro de la redacción sabe que en mi pecera cabían todos y que, si yo volviera a tener algo que ver con su gestión, pese a todo lo sucedido, el propio Casimiro seguiría teniendo, por sus méritos profesionales, un puesto de honor en ella.
Fuente: Diario El Mundo
Ver anterior: Máxima tensión entre Pedro J. Ramírez y 'El Mundo'