La entrega del control editorial a la política tiene patas cortas: hipoteca la credibilidad del medio para matar al periodismo en aras de un supuesto proyecto que los trasciende. Dos ejemplos: El Diario y La Calle
Por: Adrián Pino
Cuando la política partidaria se entromete en las redacciones de los medios de comunicación, el final es cantado: una etapa de “beneficios” económicos que antecede al fin del periodismo. Así se está matando en Entre Ríos a medios de comunicación que supieron ser faro de la ciudadanía y hoy muestran sus miserias como últimas luces de proyectos que se extinguen paulatinamente.
La política controla los medios
Las premisas que guían al periodismo desde sus orígenes han consolidado el rol de los medios de comunicación como uno de los pilares de las sociedades democráticas. Bajo esta concepción, los diarios, las radios, los canales de TV ejercen un papel central en el control al poder.
Sin embargo, de unos años a esta parte la avanzada oficialista sobre los medios de comunicación en la provincia de Entre Ríos ha trastocado el escenario. Los principales referentes del periodismo entrerriano han sido desplazados de sus espacios de mayor visibilidad, en intentos burdos por acallarlos y sacarlos del medio. Los casos de Mario Alarcón Muñiz y su triste salida de la radio estatal LT 14, el silenciamiento progresivo de plumas destacadas como Tirso Fiorotto, o el caso más cercano a esta costa del corrimiento de Edgardo Andrés Visagno de la emisora pública LT 11 configuran los casos más emblemáticos de esta embestida que intentó llevarse puesto al periodismo.
De la mano de estas acciones, también llegaron cortes más groseros: directamente la política de turno cambió de estrategia: ya no valía la pena “comprar” a uno o dos periodistas; directamente se quedaron con el control de los medios. Y así torcieron el brazo a los Etchevehere para quedarse con el control del decano diario El Diario en Paraná, tomar control del diario El Heraldo en Concordia y hacerse cargo de la conducción del diario La Calle de Concepción del Uruguay.
Silenciamiento de temas y perspectivas “incómodas” para el poder de turno, realzar a las figuras que financiaron la aventura y un control directo de los contenidos desde la Casa de Gobierno en Paraná fueron las acciones a las que hemos asistido de un tiempo a esta parte en tierras entrerrianas.
En el camino, se promovió el cierre de experiencias periodísticas independientes que “molestaban” y se extendieron los intentos por asfixiar a los emprendimientos que mantenían independencia de criterio y no estaban dispuestos a arrodillarse ante el poder. Algunos, resistieron; otros perecieron en el intento…
Daños colaterales
Esta semana un correo interno alertaba de los “desvíos” que la intromisión política genera en los contenidos del diario La Calle de Concepción del Uruguay. En el documento denuncian que “Como empleados lo único que sabemos es que la única información permitida es la que ordena el área de Prensa de la Provincia. Sin críticas y sin cuestionamientos”. En esa sintonía reconocen que en el sexagenario diario uruguayense “Están prohibidas las coberturas de huelgas docentes, reclamos al Estado, noticias que hablen de inseguridad o críticas a la Policía”.
Y la consecuencia de ello está claro incluso para quienes participan de la vida interna del diario. Los propios trabajadores, con dolor, deben reconocer que el diario “La Calle ya no es la voz de la gente. Es solo la voz del Gobierno”. Y cuando eso acontece, “Desgraciadamente hemos perdido el apoyo de la gente en Concepción del Uruguay”. Como lo perdió El Diario de Paraná, al punto que hace pocos días no editaron la publicación a raíz de una protesta de los empleados del medio que atraviesan por las mismas situaciones que el diario uruguayense.
Ambos diarios (y otros tantos medios provinciales) están bajo el mando de Ramiro Nieto, un empresario rosarino devenido en socio estratégico del Gobierno de Sergio Urribarri que tiene en Pedro Báez a un torpe operador político que, a la fuerza, se está dando cuenta que no es tan fácil engañar a la gente.
De este modo, mientras los trabajadores de La Calle alertan que “Es preocupante la situación por la que atravesamos todos quienes dependemos directa o indirectamente de Diario La Calle como fuente de trabajo…los únicos que siguen como si nada pasará son los directivos, únicamente preocupados por usar políticamente hasta el último aliento de lo que fue en sus días uno de los mejores diarios de la Provincia”.
Por eso denuncian que “Este mismo gobierno que compró este diario, ahora ya no le sirve y lo dejó abandonado a su suerte. Lo mismo que hizo con El Diario, nuestro colega de Paraná. Si era vergonzoso que un gobierno compre diarios con dinero del Estado, más vergonzoso aún es que ni siquiera hayan sido hábiles para mantenerlos con esa misma plata. Ni para eso sirven. El Diario de Paraná está quebrado y a punto de cerrar, La Calle de Concepción del Uruguay va por el mismo camino”, alerta un mail enviado desde una cuenta anónima por razones obvias, de quienes intentan preservar su fuente de trabajo pero de a poco se animan a romper el silencio.
¿Un buen negocio?
Pero la diferencia entre la política y el periodismo son tan claras que, más tarde o más temprano, la gente se da cuenta. Y el avance de la política sobre el periodismo no hace otra cosa que “matar al periodismo”. Y cuando el periodismo desaparece bajo el control de la política, la gente también se corre. A diferencia de los que muchos directivos de medios y dirigentes políticos de medios creyeron, el único capital que ostenta un medio periodístico es la credibilidad. Y eso no se compra ni se construye con maniobras de ocultamiento a las que echa mano la política cuando quiere disfrazarse de periodismo.
El final, es cantado: medios que pierden la confianza de la gente, caída de la circulación de diarios sesgados y un ancla que arrastrarán como lastre para el resto de la vida del medio, imposible de levar.
La experiencia entrerriana de esta aventura de la política en el control de los medios de comunicación deja a la vista que el periodismo y la política deben mantener la distancia necesaria. Que el matrimonio termina en divorcio y que las heridas que se generan se vuelven terminales. En el extremo, perduran (no sin dificultades, claro) los medios de comunicación que apuestan a la honestidad intelectual, a la pluralidad de voces, de ideas, que se animan a investigar, a denunciar, que no se dejan comprar. Los directivos de los medios que lo han entendido y están dispuestos a pagar el costo que implica resistir saben que tendrán por delante una empresa de larga vida que, con las dificultades del caso, en algún momento va a florecer con cimientos tan sólidos como los que se construyen desde la confianza con el lector. Sabiendo que se puede disentir, que se puede no estar de acuerdo, pero que hay lugar para la réplica, para la voz disonante y que la palabra no está guiada por ningún cheque que se gira desde las oficinas de Gobierno.
Fuente: Diario El Entre Ríos
Ver anterior: Alertan sobre el inminente cierre del diario "La Calle", Carta abierta de los trabajadores de El Diario de Paraná; Ramiro Nieto compró El Diario de Paraná