Opina Gervasio Sánchez, fotoperiodista especializado en conflictos bélicos, quién participa en el Congreso Spain Art OpenHouse a través de una mesa redonda y un taller en el que expondrá su método de trabajo en zonas de conflicto
Por: Luis Miguel de Pablos
Integrante de una estirpe de periodistas en peligro de extinción, fue nuestros ojos en la Guerra de Golfo y en todos los conflictos derivados de la ruptura de la antigua Yugoslavia, además de las distintas revueltas surgidas tanto en América Latina como en África y Asia en los años 90. Por su lente han desfilado las guerras más sangrientas, y de su boca han salido las críticas más afiladas a todos aquellos gobiernos que, presumiendo de un perfil pacífico, alentaban políticas bélicas, caso del de España, al que acusó de vender armas en el discurso ofrecido durante la entrega del Premio Ortega y Gasset de 2008.
Miembro de un club cada vez más reducido, Gervasio Sánchez (Córdoba, 1959) llega mañana a Salamanca para tomar parte en el Congreso Spain Art OpenHouse. Orgulloso de los numerosos premios que ha recibido a lo largo de su carrera, especialmente del fallado por la Asociación de la Prensa de Aragón por su cobertura en el conflicto de los Balcanes y el recibido de la Prensa de Almería por considerarle "vivo exponente del periodismo libre, riguroso, comprometido y honesto", no duda en denunciar el periodismo servil que, a su juicio, abunda en la actualidad.
Sobre la labor periodística en estas zonas problemáticas, el también Premio Ortega y Gasset de Periodismo denuncia presiones del gobierno español al trabajo de los profesionales, haciendo referencia a la corresponsal de TVE que cubría la escalada violenta en Gaza, lo que califica como "gravísimo ataque a la libertad de prensa".
Gervasio Sánchez participa en una mesa redonda, e imparte el domingo un taller en el que expondrá su forma de trabajar en zonas de conflicto.
¿Ha cambiado la forma de hacer periodismo de veinte años para acá?
Soy extremadamente crítico con el periodismo que se hace hoy. Acabamos de conocer la muerte por ejemplo de Emilio Botín, el hombre más poderoso de la banca española, y durante las próximas horas vamos a escuchar todo tipo de halagos hacia su persona. Yo prefiero recordar que fue el hombre que se inventó la doctrina Botín, llevando miles de millones de euros a bancos del extranjero. Se hace un periodismo de acuerdo a los poderes político y económico. Yen cambio el periodismo de conflicto expone mucho a cambio de que las empresas españolas regateen salarios y mal paguen a sus reporteros. Muchos jóvenes están yendo a zonas de conflicto a cambio de casi nada, aunque sí es verdad que muchos han dejado de trabajar con empresas españolas para hacerlo con empresas de otros países.
¿Cuanto influye una crisis en ese sometimiento al poder del que habla?
La crisis es una excusa bastante barata que se utiliza alegremente. El sometimiento al poder político y económico es algo que siempre ha existido, y es más palpable cuanto más dinero gana la empresa en cuestión. Cuanto más dinero invierten, más se están tapando investigaciones a costa de loar sus maravillosos éxitos. La crisis lo que ha hecho es complicar más las cosas.
¿Se tiene una visión distinta, otra perspectiva, cuando se trabaja a miles de kilómetros de tu país?
Siempre he trabajado en el extranjero, pero creo que hubiera sido igual de crítico si hubiera trabajado en una redacción local, aunque tengo que decir que respeto muchísimo a los compañeros periodistas que trabajan en las secciones de local o economía, que por otra parte son el 90 por ciento del total. Luego siempre hay un 5 por ciento que se preocupa más de subir escalones a los puestos clave y de bajarse los pantalones ante el poder político-económico por su propio interés.
¿Es España el problema?
En España es bastante generalizado y vergonzoso. Pero también podemos entrar a analizar otros países, caso de Francia, que tiene escándalos para parar un tren. En el periodismo anglosajón, por ejemplo, es distinto porque la libertad de prensa se respeta más.
¿Podemos concluir que no está de moda un ‘periodismo libre, riguroso, comprometido y honesto’, enunciado de uno de los últimos premios que ha recibido?
Insisto en que tengo un gran respeto por la inmensa mayoría de mis compañeros que trabajan con profesionalidad, e incluso algunos alcanzan grandes investigaciones que luego son paradas por jefecillos de cuarta categoría, que son amorales y reprochables.
Ese perfil de periodista que usted defiende, ¿es posible que se vuelva a repetir o Manu Leguineche fue realmente el último de una ‘tribu’ irrepetible?
[Respira hondo] Fui muy amigo y fui además testigo de su dolorosa enfermedad, y tengo que decir que periodistas como Manu son difíciles de encontrar. Fue único. Para ser independiente hoy día tienes que tener otra alternativa laboral, tener otro trabajo que te dé de comer y luego además ejercer de periodista.
El riesgo y el miedo siempre han existido, pero las últimas decapitaciones le dejan a uno la sensación de si verdaderamente merece la pena...
Es cierto que la cobertura de Siria con los secuestros y asesinatos se ha complicado muchísimo hasta el punto de hacerla prácticamente imposible. Pero también están difíciles las cosas en Irak, Afganistán y Somalia. Recuerdo cuando llegué por primera vez en mi vida con veintipocos años a Centroamérica, a El Salvador, me sorprendió que ya había una lista de periodistas amenazados por los escuadrones de la muerte. Periodistas, casi todos americanos de medios muy conocidos, que eran amenazados de muerte por la extrema derecha salvadoreña cuando el gobierno americano estaba financiando al gobierno salvadoreño que, en algunos casos, estaba vinculado a los escuadrones de la muerte. Con esto quiero decir que asesinatos, o secuestros como los que hubo en Beirut que duraron años, los ha habido siempre. Eso no quita que haya que extremar las precauciones en zonas de conflicto para evitar ser cazados por la gente que quiere acabar con los periodistas.
Pero insisto, ¿cambia algo su perspectiva?
El concepto sí cambia para el espectador de a pie, porque nosotros cuando no son amigos, son gente conocida de los que has sabido en algún momento del conflicto. Yo fui portavoz de los familiares de los periodistas españoles secuestrados Javier Espinosa y Ricard García Vilanova, con lo cual he estado muy cerca y desde luego que a uno le influye a título particular.
¿Sirven de algo las precauciones?
A un conflicto hay que ir con todas las precauciones del mundo y sabiendo que dar un paso atrás es mucho más valiente que meterte, por ejemplo, en un camino en el que no sabes lo que va a pasar. La experiencia en un conflicto te puede servir en otra guerra, pero ni mucho menos es garantía de nada.
¿Su próximo viaje?
Voy a presentar a finales de octubre mi trabajo sobre Afganistán.
Fuente: El Norte de Castilla