Concepción Matilde “China” Zorrilla de San Martín Muñoz falleció hoy a los 92 años por problemas respiratorios.
El domingo pasado había sido internada por un principio de neumonía en uno de sus pulmones. Si bien había tenido una leve recuperación ayer tuvo una recaída. De todas formas no era el primer tropiezo de salud desde que había cumplido los 90 años. Cuando aún vivía en Buenos Aires tuvo un período en que su físico apareció afectado por enfermedades que la llevó a volver a emigrar a Montevideo al auxilio de una hermana y varios sobrinos.
Nacida en Montevideo en 1922, “China” perteneció a una familia patricia de artistas, en la que destacó su abuelo, el poeta Juan Zorrilla de San Martín y su padre, el escultor José Luis Zorrilla de San Martín.
Su vida artística como actriz y directora se inició con el grupo de teatro Ars Pulcra, debutando con la obra La anunciación de María, de Paul Claudel. Entre 1946 y 1948 permaneció becada en Londres y estudió en la Royal Academy of Dramatic Art. De regreso se incorporó al elenco de la Comedia Nacional, donde permaneció hasta 1958 actuando en decenas de obras, dirigidas por artistas del prestigio de Margarita Xirgu, Armando Discépolo y Orestes Caviglia.
En 1960 se sumó a la fundación del Teatro de la Ciudad de Montevideo, compañía a la que hizo valiosos aportes, hasta que se radicó durante cinco años en Nueva York. Allí presentó junto a Carlos Perciavalle Canciones para mirar, sobre la obra de María Elena Walsh, con la que ofrecieron al público de Broadway un espectáculo original y netamente rioplatense.
Entre sus múltiples áreas de acción sobresalieron, por esos tiempos, sus trabajos para la televisión uruguaya, con programas de difusión del teatro y la cultura en general.
Pero en 1971 se instaló en Buenos Aires para rodar Un guapo del 900, con dirección de Lautaro Murúa, a la que siguieron otros trabajos cinematográficos y escénicos.
Tras el inicio en 1973 de la dictadura en Uruguay fue proscrita como actriz. Radicada en Buenos Aires, desplegó gran actividad en teatro, cine y televisión.
En cine participó en más de 50 películas de una amplia variedad de géneros, desde Esperando la carroza, comedia costumbrista dirigida por Alejandro Doria, hasta la historia romántica Elsa y Fred, con dirección de Marcos Carnevale. Leopoldo Torre Nilson, Oscar Barney Finn, Fernando Ayala, Sergio Renán fueron algunos de los directores que trabajaron con ella, mientras Alfredo Alcón, Federico Luppi y Héctor Alterio se encuentran en la larga lista de actores que la tuvieron como compañera de reparto.
Tras la restauración democrática en 1985 volvió a actuar en Montevideo, con la obra Emily (de William Luce, sobre la poeta estadounidense Emily Dickinson), a la que siguieron muchos espectáculos ofrecidos en la capital y el interior, entre ellos algunos muy taquilleros, como la divertida pieza El diario privado de Adán y Eva (junto a Perciavalle), hasta el drama Camino a La Meca.
Más allá del teatro de texto, desplegó sus dotes histriónicas y su naturalidad escénica en espectáculos de carácter autobiográfico, en los que –a través de un entretenido anecdotario– repasaba los episodios más significativos de su vida artística.
Considerada una leyenda del teatro uruguayo, su proyección artística trasciende la escena: fue una figura de referencia en la vida pública tanto de Uruguay como de Argentina.
Entre otros galardones recibió la condecoración de la Legión de Honor en el Grado de Caballero de las Artes y las Letras, que el gobierno de Francia le otorgó en 2008.
Nunca se casó ni tuvo hijos. Ella explícó el por qué: "Porque yo siempre fui muy enamoradiza y en Montevideo, que todos nos conocemos, todos saben por qué no me casé. Fue porque se murió una persona que yo quise toda mi vida. En Montevideo, que somos tan pocos, si alguien me pregunta eso la gente le hace señas al que me pregunta. Es de las cosas que tengo guardadas. Tengo una foto de él en mi cuarto".
El 14 de marzo de 2012, China quiso festejar su cumpleaños número 90 haciendo lo que mejor sabe hacer: subida al escenario de la sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, en Buenos Aires, diciendo textos para la admiración de una platea que aquel día tenía un auditorio muy especial con varias figuras de su carrera. Una tradicional torta de cumpleaños y un rosario de anécdotas siguieron a la representación teatral, aunque China se retiró de inmediato del lugar, seguramente como forma de reservarse ante semejante alud emocional.
"Lo que yo hago mejor no lo he podido hacer mucho porque no te lo ofrecen muy seguido. Pero considero que soy una actriz cómica. Sé hacer reír sin la puteada, sin el desnudo. Yo admiré a Chaplin, que hizo reír a no sé cuántas generaciones sin jamás decir una mala palabra ni un chiste de doble sentido, simplemente con humor. Creo que eso es lo que hago mejor", dijo.
Hoy el escenario mayor de la Alianza Cultural Uruguay-Estados Unidos lleva su nombre.
Concepción China Zorrilla (1922-2014)
Estaba soleado y primaveral Montevideo cuando circuló la noticia: la emblemática actriz uruguaya, aquella de voz grave y pelo blanco que hizo suyos incontables escenarios y protagonizó una larga lista de películas, falleció ayer a los 92 años.
“Nada es más divertido que la infelicidad, te lo aseguro. Sí, sí, es la cosa más cómica del mundo”, decía Samuel Beckett en Los días felices. En 1963, dos años después de que el irlandés escribiera la pieza, China Zorrilla la interpretaba en Montevideo, bajo la dirección del recordado Eduardo Schinca. Pero sus comienzos en las tablas se remontan a su niñez, cuando no paraba de recitar innumerables poemas. El destino de China siempre estuvo claro. “Vas a ser actriz”, le vaticinó su abuelo, Juan Zorrilla de San Martín, el autor del Tabaré y de La leyenda patria. Y, de hecho, parece que él era el único que la incentivaba, mientras que su padre, el escultor José Luis Zorrilla de San Martín -autor de obras como el monumento a El gaucho y el Obelisco, ambos sobre la avenida 18 de Julio-, se mantenía al margen. Muchos años después, la propia China recordaría que por su apellido aristócrata, vinculado a la cultura nacional, había tenido que pagar un “precio muy caro”: “Decían que me apoyaba en un apellido. Tanto es así que yo pensé cambiarme el nombre y ponerme Matilde [su segundo nombre] Martín”, decía en una entrevista realizada por Mercedes Orticochea para la Comedia Nacional en 2004.
Con 25 años viajó a Londres becada por el British Council para estudiar en la Royal Academy of Dramatic, y de regreso a Uruguay -en 1949- ingresó a la Comedia Nacional, donde participó en Una familia feliz, de Antonio Taco Larreta. En ese entonces traía consigo las distintas experiencias del viejo continente, y con esta puesta de Taco marcaba su debut en el elenco oficial. Sólo un año después, la propia Margarita Xirgu la convocaría para interpretar a Melibea en una polémica puesta en escena de La celestina, de Fernando de Rojas.
Interpretó más de 40 espectáculos como integrante del elenco de la Comedia Nacional, donde se formó junto a la figura de Margarita Xirgu -a quien siempre nombró como uno de sus máximos referentes- y otras míticas figuras del medio como Alberto Candeau, Eduardo Schinca, Jacobo Langsner y Omar Grasso.
Sobre la primera actriz, directora y traductora -excepcionalmente, autora- de renombre internacional, el director de Cultura de la Intendencia de Montevideo, Héctor Guido, dijo a la diaria que los recuerdos que tiene de ella son las conversaciones que ambos mantenían en la sala chica de El Galpón -de su sede anterior, ubicada en Mercedes y Carlos Roxlo-, a donde China se acercaba a ver teatro sólo por un “profundo amor”, ya que asistía, por ejemplo, a las pruebas de la escuela.
Guido aseguró que China siempre mantuvo una cultura del teatro independiente, más allá de su profundo cariño por la Comedia Nacional. En ambos sectores se destacó su larga trayectoria artística reconocida fuera de fronteras, “desde Inglaterra a Estados Unidos, y ni hablar de Latinoamérica y Buenos Aires”. Sostuvo que en la familia de los teatreros China siempre fue una referencia de solidaridad: “Independientemente del momento que ella estuviese atravesando, siempre nos hizo un espacio ameno. Cualquiera que haya conocido a China cinco minutos sabe que estaba frente a una figura avasallante por su personalidad, por su comunicación”. Incluso, recordó que en los momentos difíciles de El Galpón la primera en aparecer siempre era ella. “La gente cree que China comenzó con el éxito, cuando sabemos que ese oficio implica un gran sacrificio, sobre todo para una mujer”, afirmó.
Porfiar hasta morir
Durante sus diez años como actriz de la Comedia Nacional, no sólo trabajó en una cuarentena de espectáculos, sino que también se desempeñó como directora. Paralelamente, en 1961 la actriz fundó, junto con Taco Larreta y Enrique Guarnero, la compañía Teatro de la Ciudad de Montevideo, con la que viajó a Buenos Aires, París y Madrid. En la capital francesa actuaron en el Teatro de las Naciones y en la española se presentaron en el Teatro Español con La zapatera prodigiosa, de Federico García Lorca, en pleno régimen franquista. La compañía contó con cinco años de grandes éxitos teatrales ininterrumpidos, y, según cuentan varios testigos de la época, lo hizo “a sala llena de martes a domingo.” De este modo, la uruguaya se impuso como actriz dramática y una destacada comediante, primero en la Comedia Nacional, luego, en el Teatro de la Ciudad de Montevideo y finalmente en El Galpón.
Por ese entonces China comenzó a viajar a Buenos Aires por trabajo, y fue en 1971 que se terminó instalando de manera definitiva. Allí desarrolló una carrera que abarcó el teatro, el cine y la televisión. Su estadía en Buenos Aires coincidió con el advenimiento de la dictadura militar en Uruguay, donde fue proscripta por las autoridades de facto: cuando recibió la noticia se encontraba presentando Querido mentiroso, de Bernanrd Shaw.
Tiempo después, en el Teatro del Notariado, durante una noche de diciembre de 1984, China volvió a actuar para los uruguayos, esta vez con Emily, un monólogo -traducido al español por Silvina Ocampo- de William Luce que versiona la vida de la poetisa estadounidense Emily Dikinson.
“Emily”, fue lo primero que dijo Sergio Mautone -director de la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA)- cuando fue consultado sobre los trabajos que recordaba de China. “No la había visto actuar en vivo porque ya estaba instalada en Buenos Aires, y la verdad es que quedé impactado”, rememoró. Contó que en esa época estudiaba teatro y uno de sus compañeros había decidido ir a probar suerte a Buenos Aires. Para su sorpresa, en el Vapor de la Carrera se cruzó con China, quien al enterarse de los planes del joven estudiante lo invitó a quedarse en su casa, donde se instaló por seis meses.
Mautone recordó que en varias ocasiones la actriz acudió para colaborar con SUA en apoyo a varias causas; de hecho, el año pasado la institución le entregó el premio Candeau a la Trayectoria y el Compromiso. Mautone expresó que él mismo -incluso cuando la conoció muy poco- puede dar cuenta de esa generosidad que siempre la caracterizó y “que ahora ya debe alcanzar la estatura de mito”. Con respecto a su rol de actriz, el director la definió como una “gran histriona y contadora”. Incluso ella misma reconocía este aspecto al decir que la gente quería ver al personaje China Zorrilla.
La protagonista de la película Elsa y Fred (Marcos Carnevale, 2005) visitó la casa de Mautone en una ocasión, donde contó que mientras viajaba por el interior del país haciendo una función de Emily, pinchó una cubierta en la ruta, por lo que llegó dos horas más tarde al teatro donde debía presentarse. Cuenta que cuando llegó se paró frente a la platea llena y dijo: “Disculpen pero pinché. El inconveniente es que necesito 45 minutos de tiempo para montar mi espectáculo. Lo que les pediría es que permanezcan en la sala mientras lo preparo”. Sobre esta anécdota, China le contaba que montó su obra, las luces y demás implementos necesarios de cualquier espectáculo, con un teatro lleno “viéndola en un absoluto silencio”. “No hubo función más memorable. La gente no se quería ir”, recordaba la propia protagonista.
Esta noche se recita improvisando
Desde que se instaló en la capital porteña, China protagonizó una incontable lista de películas. Entre ellas, alcanza con recordar su papel en el ícono de la cinematografía argentina, Esperando la carroza (1985), escrita por Jacobo Langsner, dirigida por Alejandro Soria y protagonizada por reconocidos actores de la escena teatral rioplatense: Antonio Gasalla, Enrique Pinti, Luis Brandoni y la propia China interpretando el personaje de Elvira. Además, fue dirigida -entre otros- por Luis Puenzo; Sergio Renán, con quien actuó en La tregua (1974), primer film argentino nominado para un Óscar, en 1975; Marcos Carnevale, con su película Elsa y Fred; y el debut cinematográfico de Taco, Nunca estuve en Viena (1989). Asimismo, compartió locaciones con destacados actores como Alfredo Alcón (La maffia -1972-, Pubis Angelical -1982-), Federico Luppi (Últimos días de la víctima -1982-), Héctor Alterio, Pepe Soriano, Norma Alenadro y Graciela Borges.
Sus numerosos papeles no pasaron desapercibidos para la crítica rioplatense, aunque en sus comienzos se quejara de la dureza de Carlos Martínez Moreno y Emir Rodríguez Monegal. Su impresionante trayectoria la ha hecho merecedora de numerosos premios, entre los que se destacan la Legión de Honor del gobierno francés (2008), la Orden de Mayo del gobierno argentino, varios premios Cóndor de Plata, Konex, Martín Fierro, Florencio (a la trayectoria en 1984 y como mejor actriz por El camino a la meca, en 2003), y ha sido declarada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires, Mar del Plata y Montevideo.
En 2012, la actriz había elegido el teatro argentino Cervantes para festejar sus 90 años protagonizando Las d’enfrente, una comedia costumbrista con dirección de Santiago Doria, que contaba con el formato de teatro leído. Esto fue, en cierto modo, su despedida física de las tablas antes de instalarse en Montevideo con su familia.
“¿Qué sensación le genera la muerte?”, le preguntaron a China en una de sus últimas entrevistas. Ella, con voz firme, respondió con sinceridad: “Le tengo curiosidad y quien te diga que no le tiene curiosidad miente. Es la gran incógnita”. A esta ya simbólica actriz del Plata se la recuerda de diversos modos, y es probable que prime su visión irónica de la vida. Hace sólo un par de años sentenciaba: “Pienso en lo que va a ser cuando me muera y me hace mucha gracia”.
Entre los suyos
A modo de homenaje, el gobierno decretó duelo nacional y un velatorio oficial que se realizará hoy entre las 9.00 y las 12.30 en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo, donde se le rendirán honores de Estado, luego de haberse declarado duelo nacional. El cortejo fúnebre pasará frente al Teatro Solís, donde recibirá el saludo de actores de la Comedia Nacional, el teatro independiente y trabajadores del teatro, para luego llegar al Cementerio Central.
Fuentee: Diario El País y La Diaria