sábado, 23 de agosto de 2014

La radio pública en Buenos Aires: dos versiones

Por: Sebastián Lacunza, @sebalacunza
Si se habla de similitudes y diferencias entre el kirchnerismo y el macrismo, tema de la nota de apertura del suplemento Viernes, un abordaje podría ser a través del perfil de las dos radios públicas AM que funcionan en la ciudad de Buenos Aires.
La AM 870 es la cabecera de 48 radios nacionales en el país, tres FM en Capital Federal (Rock, Clásica y Folklórica) y otras en provincias. Además, emite en onda corta al exterior en siete idiomas. Con esta estructura y unos 1.100 empleados y contratados, es el único medio de comunicación argentino con un despliegue realmente federal, seguido a distancia por la agencia estatal Télam, la radio cordobesa Cadena 3 y los diarios Clarín y La Nación, que cuentan con corresponsales o colaboradores en varias localidades.
Por su parte, Radio Ciudad (AM 1110, "la once diez") tiene bajo su órbita FM Tango y unos 250 empleados. Como pauta, una radio de AM privada de Capital Federal, entre las líderes de audiencia, cuenta con 130 trabajadores. A diferencia de Nacional, cuyo directorio de siete miembros comprende tres sillas para la primera a la tercera minorías parlamentarias, las autoridades de las emisoras estatales porteñas sólo obedecen al Ejecutivo local. El titular de los medios públicos de la Ciudad, Pablo Avelluto, reconoce que diversificar el directorio "con integrantes de los partidos políticos y la sociedad civil es un debate pendiente, pero ello no debe significar un loteo de la programación porque conspiraría contra el medio público".
Un primer punto de contacto de Nacional y Ciudad ha sido en estos años la inversión tecnológica que permite una mejor sintonía por aire y web. Varias de las filiales de la emisora federal se encontraban en estado de abandono (Salta, Bariloche, Puerto Iguazú), situación que fue superada. "Hasta 2003 (cuando asumió la dirección Mona Moncalvillo), la radio pública tuvo el destino que tuvo el Estado argentino: el saqueo", refiere su titular desde hace cinco años, María Seoane. En cuanto a rating, Nacional se ubica quinta, según Ibope.
Si bien Radio Ciudad fue enviada en 1998 a una ubicación poco beneficiosa en el dial, durante la gestión de Macri mejoró ostensiblemente su llegada, aunque sigue siendo deficiente. Antes, además de padecer volantazos de programación (había logrado cierta estabilidad y relevancia en el primer Gobierno de Aníbal Ibarra), era casi inaudible. En ese sentido, Macri, que comenzó su gestión prometiendo cerrar el Canal de la Ciudad (al que terminó potenciando gracias a una ubicación privilegiada en la grilla, establecida por la ley de medios), desanduvo sus pasos en los últimos años.
Corresponde hablar de un aspecto nodal: el pluralismo de la programación. La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual establece la obligación de que Radio Nacional y Canal 7 promuevan y respeten "el pluralismo político, religioso, social, cultural y étnico". En tanto, Avelluto, que asumió este año con una grilla ya definida, asume para su gestión que "un medio público no puede ser gubernamental, tiene que responder a la diversidad porque lo paga la gente con el ABL".
En rigor, en la programación de ninguna de las dos radios públicas aparece la declamada diversidad, aunque con variantes.
Los conductores de Nacional, con pocas excepciones, manifiestan sintonía con el Gobierno nacional, que va desde apoyo distante, abierto a intercambiar opiniones con representantes o analistas de la oposición, hasta una adhesión exacerbada, despectiva de todo lo que suene a antikirchnerismo. La coincidencia con "este proceso histórico" se escucha seguido en AM 870, amén de que el humor, bien o mal logrado, tiene destinatarios predilectos: Clarín, Macri y la Sociedad Rural.
Por un lado, Seoane explica que la gestión de la emisora respeta lo estipulado en el artículo 121 de la LSDCA con la "expresa instrucción de que sean entrevistadas voces de las minorías parlamentarias, sin ningún tipo de limitación, más allá de nuestra obligación de transmitir la posición de quien gestiona la administración del Estado".
La periodista, quien trabajó en El Periodista, Sur y Clarín y es autora de "El dictador", "Todo o nada" y "El enigma Perrota", entre doce libros, reconoce que "es evidente que aún falta para transformar a los medios estatales en no gubernamentales". No obstante, enmarca la situación en que "todos los medios deben considerar la información como un derecho humano básico, y eso, hoy, sólo lo garantizan los públicos". La directora de Nacional cuestiona a "los privados que conciben la información como una mercancía y han logrado fidelizar a la audiencia en posturas antigubernamentales".
Seoane marca un aspecto relevante: "Si representantes de la oposición se niegan a ser entrevistados en Radio Nacional, ello corre exclusivamente por su cuenta, porque la instrucción es clara. Así como hemos intentado contratar a periodistas con visiones muy distintas, pero no hemos tenido éxito; han preferido otras radios".
En el caso de Ciudad, la falta de pluralidad corre por otros carriles. Por ejemplo, no se escuchan adhesiones explícitas al "proceso histórico" inaugurado por Mauricio Macri en 2007. Es, en ese sentido, más "profesionalista".
No obstante, hay un eje estructural de las opiniones vertidas que es su tono crítico al Gobierno de Cristina Kirchner, en el sendero de las radios privadas líderes de audiencia, con el llamativo contraste de que la política de la Ciudad ocupa un lugar poco relevante en la emisora pública porteña. No abundan ni los elogios ni los cuestionamientos a la gestión del líder del PRO. El único programa diario que expresaba una agenda de izquierda y a todas luces crítica del macrismo, "Con todo al aire", a cargo de Ingrid Beck (revista Barcelona), fue relegado este año a dos horas por la noche de los viernes.
Los abordajes del kirchnerismo en la radio pública de la Ciudad van desde una crítica abierta a entrevistar y debatir con oficialistas hasta expresiones agraviantes: "Son la mafia", "una banda", "es como el fascismo", "Estela de Carlotto persiguió a hijos de adversarios políticos con dinero del Estado como hacía la dictadura, pero con los medios y no con las armas; no la voy a respetar hasta que no pida perdón a los hijos de Ernestina Herrera de Noble". No son expresiones aisladas. El predecesor de Avelluto (exdirector editorial de Random House Mondadori y documentalista), Carlos Ares (El País, La Maga), dejó el puesto en 2013 después de publicar un texto con insultos a periodistas de otros medios.
Si en Nacional la sintonía con los diarios PáginaI12 o Tiempo Argentino se ve reflejada en la composición de su staff, en Ciudad ocurre algo similar con La Nación y Clarín. Avelluto, con cierta razón, aduce que "los periodistas que no se definen por el medio en el que trabajan; son, simplemente, periodistas". El directivo de la radio pública de la Ciudad se propone "salir de la visión binaria que implica estar a favor o en contra de todo lo que hace el Gobierno (nacional). Eso fue muy malo para el periodismo". Tiene una tarea por delante.
Fuente: Suplemento Viernes, Ámbito Financiero