miércoles, 27 de agosto de 2014

"Hacemos periodismo ‘trending topic’: lo llamativo antes que lo importante"

Ramón Lobo, experimentado reportero en conflictos internacionales, participa en el ciclo de corresponsales ‘a pie de calle’
Por: Natxo Artundo
Numerosos países de África, Irak, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Serbia y Kosovo. Haití, Israel y Palestina, Afganistán, Líbano o Filipinas. Estos han sido los destinos –muchas veces, reiterados– donde la mirada de Ramón Lobo ha recogido el conflicto, para poder acercarlo a los lectores españoles. Con más de dos décadas en primera línea, este hijo de español e inglesa investiga su historia familiar para un libro, mientras continúa al pie del cañón en la revista digital Jot Down, en InfoLibre, El Periódico o la cadena Ser

Va a hablar de ‘¿Qué pasa con la realidad si no hay periodistas?’. Esta es la primera cuestión.
Pues que no hay realidad, ni para los ciudadanos, ni para los dirigentes. Y, por lo tanto, tampoco puede haber soluciones.

Esto se asocia a una crisis y una precariedad en los medios ¿Hablamos mucho de lo que pasa fuera y tenemos la casa sin barrer?
Sí, y somos un colectivo que no aceptamos críticas. Hacemos mucha autocrítica, eso sí, pero filosófica, como hablando de otros. Si son otros los que nos critican, diciendo lo mismo que nosotros, nos molesta. No aceptamos la crítica y, si es el eje de nuestro trabajo, debemos ser muy respetuosos con las que recibimos.

Recientemente, comentaba que somos «la profesión más antigua, junto con las prostitutas y los curas». ¿Hay alguna contaminación de las otras?
Ahora mismo, lo de las prostitutas no lo sé, porque creo que cobramos bastante menos, ja, ja. Estamos bastante contaminados por el poder en general. Uno de los errores del periodismo español ha sido subirse a los coches oficiales, que creo que procede de la Transición, cuando algunos periodistas participaron activamente en la construcción de la democracia. Pero no hemos sabido regresar a nuestro sitio, que está cerca del poder para vigilarlo, pero no para disfrutarlo. No somos parte de la élite, sino la profesión que debería fiscalizarla y estar más próximos a los ciudadanos.

En el ámbito internacional, ¿se abandona un conflicto y se pasa a otro como en una especie de rueda de la moda informativa?
Eso es porque a menudo confundimos lo importante con lo llamativo. Es como si fuéramos haciendo periodismo ‘trending topic’. Tenemos una responsabilidad, pero si cubres el ébola en Sierra Leona, Liberia, Guinea Conackry y otros lugares a donde se está extendiendo, no puedes mantenerlo mucho, porque el interés decae. Los bombardeos en Gaza, en dos semanas. En los terremotos, tras cuatro días y el ‘niño milagro’ superviviente, ya cae el interés informativo.

Dar las claves
Así es
Pero es que yo creo que también tenemos que hacer otro tipo de historias que nos ayuden a entender los porqués. Cuando se produce una posguerra en un país se pueden entender muchas causas de una guerra. Es nuestra responsabilidad hacer llegar a la gente esas claves, yendo a los sitios, hablando con gente inteligente, con los que sufren, con políticos, escritores, economistas y tratar de contextualizar los conflictos y postconflictos.

Puede ser complejo
En España no hemos sido capaces de digerir el nuestro, que terminó hace 70 años. O el que se ha vivido en el País Vasco. Si nos parece complicado, podemos hacerlo a través de otros países, como Colombia. En una construcción de la paz, quien peor sale es la víctima, porque ya ha perdido de forma irremediable. Los periodistas debemos mostrar distintas soluciones y que la sociedad decida luego qué quiere hacer.

Dicen que el periodista no debe ser noticia. Con la muerte de Foley o la liberación de Curtis, ¿somos protagonistas o marionetas?
Ni una cosa ni otra. El protagonismo de Foley es desgraciado y en unos días no se hablará de él, tal vez de otros que siguen secuestrados. Ser marionetas es más fácil en el periodismo nacional. Cuando Podemos propone un control de medios, se produce un gran escándalo, pero nadie se preocupa por quién los controla hoy y qué calidad de información generan.
Fuente: Diario Correo