lunes, 16 de junio de 2014

Gay Talese: "El buen periodismo a veces avergüenza, pero hay que decir la verdad y no parar"

Veintidós años después, se edita en español "Los hijos", monumental autobiografía en la que repasa los orígenes italianos de su familia
Por: Marta Torres
Escribe sobre su familia. Sobre su padre. De una manera que sólo alguien que no formase parte de la familia lo hubiese hecho. En cambio, el maestro del periodismo se sale de sí mismo para meterse en su familia. Como siempre, lleva un traje. Gay Talese (Nueva Jersey, 1932) pide a la persona de Alfaguara que ha concertado esta entrevista que deje buena propina al pagar los cafés del encuentro. La editorial publica en España "Los hijos", un libro que se editó en Estados Unidos en 1992. "Es por si queremos volver", le dice Talese en voz baja. Sin duda, él volverá. Le gusta el lugar donde nos encontramos: el Hotel Pierre, de la Quinta Avenida, donde atiende a los periodistas. Sigue la vieja costumbre de Nueva York de quedar con la gente en los hoteles. En la recepción no hay ningún problema. Ya le conocen. Va siempre vestido de forma impecable. Su padre era sastre. Habla despacio. Sonríe. Está un poco contrariado porque hubiese preferido que el encuentro se celebrase en el "lobby". Pero está ocupado por un acto privado. Estamos en la cafetería, donde hay un poco de ruido. Aun así, la entrevista le sale muy bien, porque es él el que la ha conducido desde el principio.
En este libro escribe sobre su familia sin reservas
La gente no escribe de esas cosas porque no quiere ofender, avergonzar a las suyas. Los novelistas normalmente se avergüenzan. Cambian los nombres de los personajes. Hay un excelente escritor, Philip Roth, que escribe sobre su vida privada. Tolstoi también. Pero lo hacen en novelas, en obras de teatro. Yo quería hacer periodismo con las vidas privadas, reporterismo sobre mi familia.

¿Por qué le gusta escribir sobre las historias que pasan desapercibidas?
Porque creo que tienen una historia que contar. Como periodista y ya ciudadano mayor con conciencia, escribí con un punto de vista diferente. El de alguien de fuera.

Usted es famoso por realizar un gran proceso de investigación. ¿Cómo sabe cuándo debe terminar?
Es difícil saberlo. Me lleva mucho tiempo. Tengo todas las preguntas que hago, todas las respuestas a esas preguntas... Cuando se tiene la sensación de que el tanque está lleno se empieza a escribir. Hay mucha deliberación con uno mismo y muchas dudas al principio, aunque llega un momento en el que uno piensa: "Creo que tengo suficiente material para hacer un trabajo honrado".

Hay ocasiones en las que el entrevistado no colabora
Sí, me ha pasado muchas veces. En algunos casos con mis artículos más famosos. Ha habido algunos en los que la gente no ha querido hablar conmigo. Por ejemplo, con el artículo de Frank Sinatra. Cuando me ocurre eso, lo intento con otros. Cuando escribí sobre la familia Bonanno me llevó seis años. Entonces, lo que quería era conseguir su confianza. Necesitaba que me hablasen de ellos mismos. Es una sociedad secreta. Para la historia en la que estoy trabajando ahora, que espero terminar este verano, he esperado 35 años. Vi a este hombre en 1980. Me dejó escribir sobre él en 2013. Es un "voyeur": mira en secreto a la gente. Quería escribir sobre un hombre que vigila a las personas sin que se den cuenta. ¿Qué ve? Estoy muy interesado en la privacidad. También, estoy escribiendo un libro sobre la privacidad en mi propio matrimonio. Escribí "Los hijos", que es sobre mi niñez. También otro sobre el crimen organizado, sobre criminales italianos. Éste es sobre italianos que no son criminales. Pero no hay mucha diferencia entre los dos. Son gemelos. Todos mis libros están relacionados. Empecé un libro antes en el que dejé de ser periodista. Escribí, como ya he dicho antes, sobre la Mafia. También sobre sexo. Pecado. Me convertí en un personaje en ese libro. Me descubrí a mí mismo. Y ahora estoy trabajando sobre mi matrimonio. Por eso, pienso que nunca termino una historia.

Fue un escándalo. Se acostó con la mujer del vecino
¿Qué escándalo? No, yo fui el escándalo, por la traición. Fui el traidor. Escribieron muy malas críticas. Pero no me importó demasiado. Pero, por ejemplo, cuando tenía que escribir sobre masajes, primero era un cliente. Luego, cuando me puse a investigar, me convertí en encargado del lugar. ¿Por qué? Porque quería escribir un artículo desde dentro. Igual que cuando escribí sobre la Mafia. Cuando escribo sobre sexo y pornografía soy pornográfico y quiero escribir desde dentro. Hay que hacerlo así.

Pero, su mujer se enfadó
Sí, de acuerdo, es verdad. Se enfadó.

¿Cómo lo hará ahora?
Tengo un archivo. Hemos estado casados durante 55 años. Los reporteros escriben sobre la vida pública, no sobre la vida interior. Los "affaires" románticos. Los hijos ilegítimos. Todo eso. No tienen acceso real. Hay un momento en el que el escándalo se convierte en público. Ahí se acaba. El asunto Lewinsky. El escándalo del ex gobernador de Nueva York Eliot Spitzer cuando fue pillado con una prostituta. El buen periodismo sale cuando se hace un trabajo honrado de verdad. A veces da vergüenza. Hay que decir la verdad. Llamar por teléfono a los jueces. Preguntar. No parar.

¿Se considera un valiente por escribir un libro así en un mundo en el que imperan los aparatos electrónicos?Me encanta. Estoy muy agradecido a la editorial española. Mire el grosor del libro. ¿Quién lo va a leer? ¿Unas 18 personas? Bueno, espero que no. Espero que más.

¿Es verdad que solamente escribe una página al día?
A veces menos. Otras no sabes qué escribir. Y algunas cuando lo escribes, no te gusta. Lo escribes una y otra vez. A veces no puedes terminar una página. La redactas 40 veces. Y no es bueno. Entonces, vuelves al día siguiente. Te pones otra vez a escribir. Y, cuando ya no puedes hacerlo mejor, vas a la siguiente. Es muy difícil crear la imagen en la mente de lo que se quiere decir. Durante un tiempo, es muy nubloso todo. A veces ni siquiera sabes qué quieres contar.

¿También es perseverante a la hora de preguntar?
Si haces diez veces la misma pregunta a alguien siempre te va a contestar de manera diferente. Los seres humanos somos así. Recuerdo con los boxeadores. Les preguntaba: "¿Cómo es que te dejen K.O.?". A veces me decían: "Bueno, es como ver las estrellas". Yo le volvía a preguntar: "¿Qué estrellas?". Luego, me contaban que cuando te caes al suelo no ves mucho y, al rato, ves a la gente mirándote. Entonces les gustas. De nuevo, le pedía: "Explícamelo otra vez". Y al día siguiente vuelves a hacerlo. Y te dan un poco más. Podía plantear la misma pregunta seis o siete veces. Eso es periodismo. Puede que no lo consigas a la primera. Pero, tienes que preguntar una y otra vez hasta que consigues una buena declaración.

¿Qué historia le gustaría contar?
Sólo puedo hacer un 1% de lo que me gustaría. Pero si tuviera el poder para hacer lo que quisiera, perseguiría a los cinco tipos liberados de Guantánamo [en referencia a los cinco talibanes que el Gobierno de EE.UU. ha puesto en libertad a cambio de Bowe Bergdahl, el único soldado estadounidense prisionero en Afganistán] y me pasaría un mes con cada uno de ellos. Les preguntaría sobre su infancia, sus padres, el pueblo en el que se criaron, sus héroes, sus enemigos, sus sueños… Debemos darles nombres e historias para entender quiénes son, y no contentarnos con la palabra "activistas", que repiten los medios cincuenta veces cada día.

¿El periodismo está contando de manera correcta el papel de Estados Unidos en el mundo?
De ninguna manera.

¿Por qué?
Porque los periodistas solo miran una parte de la historia. No les interesa lo demás. Los periodistas deben ser foráneos, deben tener el punto de vista de un extranjero. Pero son estadounidenses, hijos de estadounidenses, padres de estadounidenses, fueron a la universidad con alguien que está en el Departamento de Estado o conocen a un senador por aquí o a un consejero delegado de una firma de Wall Street por allá. Están espiritualmente demasiado alineados con el poder, y deberían estar alineados con lo contrario.

¿En qué se ve eso?
Por ejemplo, en el 11 de septiembre. ¡Qué demonios! Parecía que EE.UU. era el primer país del mundo en ser atacado. Hay bombas en todo el mundo, mueren miles de personas todos los años.

¿Por qué los periodistas caen en esa relación con el poder?
Porque aceptan un historia de EE.UU. dulcificada por creadores de mitos de Washington. Vietnam o Irak no tenían sentido. A los americanos se nos odia mucho más ahora que cuando yo era joven. Después de la Segunda Guerra Mundial, éramos admirados, pero no en 2014.

Traje al periodismo una mentalidad literaria
"Un día, un editor del "New York Times" me envió a cubrir un incendio. Cuando llegué no había humo y los bomberos estaban enrollando sus mangueras. Había sido una falsa alarma. Lo que vi fueron dos edificios altos de apartamentos con todas las ventanas abiertas y los vecinos, asomados mirando a la calle, estaban hablando unos con otros. Como periodista me había quedado sin una historia, pero había visto otra. En una ciudad como Nueva York, la gente no habla con sus vecinos. En un barrio en el que hasta el momento los vecinos no eran cordiales, una preocupación común despierta esa amabilidad. Yo escribí esa historia y eso es periodismo creativo. Es periodismo porque no está inventado, pero también es como un relato breve. Esta es la mentalidad que traje al periodismo: la perspectiva de un escritor literario, de un escritor de relatos breves, interesado en la vida privada de personas ordinarias, comunes. Pero no inventando, sino informando".

Periodismo de clase alta
"Hoy los periodistas no son gente ordinaria, normal y corriente. Han sido educados en las mismas universidades de elite que las personas que controlan el poder en el Gobierno, en Wall Street, en los think tanks. Los periodistas se mueven con ellos. Van a los mismos clubes, sus hijos van a las mismas clases, nadan en la misma piscina. Y por eso no se cuestionan los unos a los otros, porque están todos unidos".

Los sinvergüenzas de Wall Street
"Mire a los sinvergüenzas que tenemos en Wall Street. Nadie ha sido enjuiciado por la crisis de 2008, por haber causado la bancarrota entre la clase baja de este país. Ni uno de ellos ha ido a la cárcel. Si hubieran sido de la Mafia, hubieran ido a prisión para siempre. Pero ya lo dijo Mario Puzzo: «Un abogado con un maletín puede robar más que 100 hombres armados». Los periodistas deberían ofrecernos lo que el Gobierno no quiere que sepas, lo que los grupos de poder no quieren que sepas. Lo que algunos están tapando porque tienen el poder para taparlo. El periodismo no está penetrando este muro de silencio y este muro de traición, engaño y corrupción. El periodismo solía ser una fuerza contra la corrupción, pero ya no lo es. Los periodistas han perdido su sentido, su propósito".

Sin pisar la calle no te enteras de nada
"Los periodistas hoy son como pájaros intercambiando la misma semilla. Como palomas en la calle, todos comen lo mismo, beben de la misma fuente. Son alimentados por el Gobierno, organizaciones con sus intereses. Yo me mantuve y mantengo alejado de todo eso. Yo quiero ir al lugar de los hechos y ver a las peronas, verlas con mis propios ojos. Los periodistas dicen «no tenemos tiempo» y confían solo en sus correos, sus ordenadores y sus aparatos. No salen de su oficina para ver lo que sucede en la calle. Creemos que por leer algo en el ordenador y apretar un par de botones nos estamos enterando de lo que sucede en el mundo. Pero no te estás enterando de nada. Estás leyendo artículos que proceden de los ordenadores de otra gente como tú que también está sentada en una habitación con un ordenador. Si quieres escribir sobre una historia tienes que estar ahí".
Un periodista tiene que estar harto, ser escéptico
"Si los periodistas tradicionales no hacen algo por mejorar, se van a extinguir. Estamos perdiendo la especialización, la singularidad, el arte del periodismo. En otras palabras, la carrera de periodista va a acabar reducida a un puesto de administrador, como un secretario. Habrán perdido el oído, la pluma, el cerebro. El periodista tiene que ser testigo de la Historia. Y si no de la Historia, por lo menos de la actualidad. Los reporteros tienen que llevar la contraria y no pueden hacer eso sentados en una habitación apretando botones. ¡Salir a la calle! Y siempre deberían mantener el escepticismo. Un periodista tiene que estar harto, enfadado con la situación y reaccionar. No pueden ser tan pasivos".
Foto superior: Jaime García
Fuentes: Diarios La Razón, ABC