Por: Carolina Botero Cabrera
En un par de semanas se reunirá en Ginebra un comité especial de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) para discutir dos tratados: uno busca solucionar problemas de las bibliotecas, y otro creará un nuevo derecho para los radiodifusores (broadcasting).
Expreso mi preocupación por la aprobación del Tratado de Radiodifusión que surge de la idea de controlar la piratería de señales de TV. El tratado buscaría proteger a la industria del entretenimiento deportivo, cuyo mercado supera los US$600 billones en el mundo, crece más que el PIB y donde el fútbol es el rey.
Sin embargo, ningún deporte se protege por derecho de autor. No hay autores, compositores de obras, ni los deportistas son considerados intérpretes. No hay “obras”. A pesar de esto, el afán por proteger la inversión de ese mercado en crecimiento tiene a los Estados pensando en crear un derecho para los radiodifusores con nuevas herramientas para perseguir la “piratería”. Es una nueva escalada en la agenda maximalista del derecho de autor.
El derecho de autor busca incentivar a creadores dándoles el control de la obra. El problema central de este tratado es, precisamente, que no tiene nada que ver con eso. Crea un derecho para algo que ni es obra ni tiene creadores, desajustando aún más un ecosistema cultural que ya está desequilibrado. Este derecho permitiría a los radiodifusores controlar todos los contenidos que difunden (no solo deportes), limitar aquellos que circulan con condiciones más flexibles (licencias Creative Commons) o incluso controlar los que no tienen derechos (en dominio público), dificultando también el ejercicio de derechos humanos (que se refleja en excepciones y limitaciones).
La situación puede ser aún peor si aprueban propuestas recientes para que se haga extensivo a Internet dados los efectos que son impredecibles. La pretensión de cuidar la inversión debe darse desde otros marcos jurídicos de derecho económico, como competencia. En otras palabras, ese tratado no tiene sentido.
Colombia anunció su apoyo incluyendo que se extienda a Internet, en una posición que va más allá de la de EE.UU.o Europa. La discusión se retoma en Ginebra.
Fuente: El Espectador